lunes, 22 de octubre de 2007

Yago suburbano, un poco de Cultura Mazorquera.




Tan solo un subordinado despechado.

Un mediocre, según los intelectos fulgurantes, que se ha encargado de todos los detalles sin glamour.

Esos que preparan y aseguran las victorias brillantes de las Prima Donnas, que también permanecen en el escenario cuando las luces se apagan.

No van al ágape de la Victoria, porque alguien tiene que limpiar, reparar y preparar la próxima jornada.

Tienen sueños y ambiciones, creen que el trabajo duro y consecuente sera reconocido.

Esa eficiencia convierte su palabra en verdad y su consejo en acertado.

Toda esa lealtad se convierte en odio cuando son postergados, por inútiles esplendorosos.

Amigos de los Jefes, compañeros de trasnochadas, mientras él labora.

No cree en la suerte, sino en el trabajo y la preserverancia.
«De nosotros depende ser de una manera o de otra.
Nuestros cuerpos son jardines en los que hacen de jardineros nuestras voluntades.

Poseemos la razón para templar nuestros movimientos de furia, nuestros apetitos sin freno»


Por estos motivos es junto a Hamlet y Ricardo III el personaje con mas texto, con una riqueza y complejidad digna de un protagonico.

Capaz de inspirar a Verdi y Boito una obra maestra como el Credo.


Creo en un Dios cruel que me ha creado a su propia imagen y al cual, en la ira, invoco.

De la vileza de un germen o de un átomo, vil he nacido; soy malvado porque soy hombre y siento en mí el fango original.

¡Sí, ésta es mi fe!

Creo con firme corazón, tal como cree la viudilla en el templo, que el mal que pienso o en el que intervengo por predestinación (fatalidad) lo cumplo (lo satisfago).

Creo que el justo es un histrión de befa (un payaso burlón) y en el rostro y en el corazón que todo es en él mentiroso (falacia): lágrima, risa, mirada, sacrificio y honor.

Y creo que el hombre es juguete de una suerte inicua, desde el germen de la cuna hasta el verme (el gusano) del averno (de la tumba).

Viene, al cabo de tanta irrisión la Muerte.

¿Y después? ¿Y después? La Muerte y la Nada. Es una vieja fábula el Cielo.

Muchos Otelos confunden a estos personajes con perros falderos cuando en realidad son
«Perro de Esparta, más cruel que la angustia, el hambre o la mar»

Como recomendaba un Italiano infame

El príncipe que anexe una provincia con organización y costumbres diferentes a la suya debe convertirse en defensor de los vecinos menos poderosos para debilitar a los de mayor imperio y cuidarse de que entre a su estado un extranjero tan poderoso cómo él ya que se le adhieren todos los que sienten envidia del que es más fuerte ya que enseguida y de buena gana forman un bloque con el Estado invasor.

El príncipe se ve obligado a ofender a sus súbditos, de modo que tiene por enemigos a todos los que se ha ofendido al ocupar el principado, y no se puede conservar como amigos a los que les han ayudado a conquistarlo porque no se pueden satisfacer las necesidades como ellos esperaban.