jueves, 30 de diciembre de 2010

¿Por qué tanto miedo a la Interna en la CABA?

La llamada esta sonado manolo, obviamente alguien va a atender.

Lo que tenemos que conseguir son las internas (lo primero), lo segundo es pura fantasía tuya ;P

Desvinchado

http://deshonestidadintelectual.blogspot.com/2010/12/peronistas-sin-peron-instrumentality-of.html



Desvinchado

Obvio lo de las Internas; ¿pero los ves a los K no P participando de Internas?

En la PBA ni mamados, y en la CABA menos, después de lo de Soldati.

Si los dejas sin prenseros, ¿existen?

Sobre el llamado no me creas a mi, ni tampoco a Artemio, que es un Operador de primer nivel en la Ciudad, sino a Tomada.

“Tomada respaldó a Boudou, pero le dará pelea

El ministro de Trabajo competirá en la Capital

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1336712

Una Interna de 3, si Filmus acepta; o una de 2, si no acepta; es la jugada.

Como el resto del arco político, quizás la UCR sea la excepción, NO las va a tener;no importa si es la Derecha de Macri y Carrio, o la Izquierda de Ibarra y Bonasso.

Tenerlas, es una demostración de Fuerza Política, y Legitimación, para CFK en el Distrito mas hostil.

El piso, con Tomada y Boudou solos, anda entre 15.000 y 20.000 votantes; si Filmus se anima, y “galvaniza” al Progresismo K se pueden pasar los 50.000.

Sacando números, el “Osito Cariñoso” no solo ganaría la Interna, sino que horadaría la autoconfianza del PRO.

El problema, que siempre hay uno, es que los aliados de Filmus con voluntad de “mojar”, no pueden garantizar los 1.000 militantes para fiscalizar.

Con la CTA, y dentro de ella CTERA y ATE, partidas en 3 o 4 fracciones; es muy difícil que den logística.

Quedan los “figurones” de siempre, que tienen mas minutos de pantalla que militantes.

Heller, con toda la furia, no llega a 200; y aunque la reglamentación permita “importar” fiscales de la PBA, no creo que los lleven.

En fin, muchos extrañan los tiempos donde Clarín hacia el trabajo de fogoneo; y no se necesitaban militantes ni adherentes.

Un abrazo

Software descentralizado y Acción Política



La Catedral y el Bazar, ¿A cual modelo de parece mas el peronismo?

http://deshonestidadintelectual.blogspot.com/2007/05/la-catedral-y-el-bazar-similitudes.html


El Peronismo de Planta Baja durante el Menemismo, según Steven Levitsky.

http://www.reconstruccion2005.com.ar/0809/desorganizacion.htm


Prospero 2011 para todos los generosos lectores.

Peronistas Sin Perón; Instrumentality of Mankind.

Solo el Poder Organizado sobrevive al Tiempo.

El Maestro del Maestro, hacer clic aquí.


Para comprender cómo sucedió, hay que conocer la estructura de la Instrumentalidad.

La Instrumentalidad era una corporación que se perpetuaba a sí misma, con enormes poderes y un riguroso código.

Cada Señor era la plenitud de la justicia baja, media y alta.

Cada cual podía hacer lo que considerara necesario, o apropiado, para preservar la Instrumentalidad y la paz entre los mundos.

Pero si cometía un error, o un delito, todo cambiaba de golpe.

Cualquier Señor podía provocar la muerte de otro Señor en una emergencia, pero se condenaba a la muerte y la vergüenza si asumía esta responsabilidad.

La única diferencia entre el honor y el repudio consistía en que los Señores que mataban en una emergencia y resultaban haberse equivocado se incluían en una lista muy vergonzosa, mientras que los que mataban por una razón justificada (a la luz de un análisis posterior) pasaban a formar parte de una lista muy honorable, aunque morían igualmente.

Con tres Señores, la situación era distinta.

Tres Señores integraban un Tribunal de Emergencia; si actuaban juntos y de buena fe, e informaban a los ordenadores de la Instrumentalidad, quedaban exentos de castigo, aunque no de culpa, ni aun de degradación a la categoría de ciudadano.

Siete Señores, o aun todos los Señores de un planeta determinado en un momento dado, estaban más allá de toda crítica, excepto la de una versión dignificada de sus actos si un análisis posterior demostraba que eran erróneos.

Ésta era la tarea de la Instrumentalidad.

La consigna perpetua de la organización era:

«Observa, pero no gobiernes; detén la guerra, pero no la libres; protege, pero no controles.

¡Y ante todo, sobrevive!»

"Drunkboat"

Instrumentality of Mankind


Dentro, y fuera, de la Blogosfera ha recrudecido una Discusión Histórica; cuyas raíces son contemporáneas con el origen del Peronismo como Colectivo Político viable, y transcendente en el tiempo.

Arturo Frondizi y John W Cooke en las preliminares de la Cámara de Diputados de 1946; Moisés Lebensohn y Eva Duarte, hacer clic aquí; solo son dos ejemplos de esta Disputa entre los Apolíneo y los Dionisiaco de la Política argentina.

Una heteróclita agrupación de milicos, curas, pistoleros sindicales, punteros de Conservadores y Radicales, nuevos ricos de primera generación argentina (especialmente los Turcos del Interior), Intelectuales y Artistas de segunda línea; peonadas del Interior Profundo, en sus lugares de nacimiento o migrados a las Ciudades, etc.

No pueden llevar adelante el Reformismo, y mucho menos la Revolución Social.

Y si aun lo intentaran, terminarían disgregándose al poco tiempo, por las graves contradicciones internas que contiene semejante Significante Vacío. ;-P

Nada nuevo bajo el Sol, desde lo argumentativo, aunque hayan pasado 64 años como mínimo.

Pero en este rebrote 2.0, hay una ausencia no menor; porque se la ignora concientemente, y porque ellos, se trata de una Generación Completa; siempre se manejaron por el viejo apotegma;

“Mejor que Decir es Hacer, mejor que Prometer es Realizar”.

¿Quiénes son estos Peronistas sin Perón?, como les gusta autodenominarse.

Nacieron entre 1960 y 1970, o sea, tenían MENOS de 14 años cuando murió el Viejo.

En la gran debacle de 1983, tenían entre 24 y 14 años; hoy, 2011, tienen entre 40 y 50.

De La Quiaca a Ushuaia, de Mendoza a Iguazú; son el grueso de los nodos del rizoma peronista.

En lo territorial y sindical, en las Organizaciones Libres del Pueblo y en el Estado como Burocracia y Decisión.

“Con el Viejo era mas fácil”, suelen repetirnos a quienes somos sus hermanos mayores o sus padres, “podías estar a favor o en contra, pero tenían una certeza sobre la cual pilotear.

Nosotros, como generación, siempre nos vimos obligados a actuar en la Incertidumbre; sin saber si el remedio iba a ser peor que la enfermedad”.

En el 83, a la confusión por la Derrota, había que sumar el “aprendizaje” de los Secretos de la Administración Publica, mas los “asaltos a degüello” de Radicales y Aliados; con el inapreciable soporte de las “Patotas Culturales”.

Municipios sin poderes ni recursos, en la PBA; Provincias pobres de solemnidad, que ya habían comenzado a hacerse cargo de la “descentralización” y “focalización” de las recetas del Banco Mundial; durante el Proceso, el Alfonsismo, el Menemismo y el Kirchnerismo.

La capacidad de Organizarse, sin recursos, vs. el PAN y los “viejos” aparatos punteriles de los Partidos que no habían sido afectados por las Proscripciones de 1955 a 1976.

Sin mencionar a aquellos que habían “colaborado” en la Función Publica durante el Proceso; no por Ideología, sino por la “Obra Social”.

Días enteros leyendo los Códigos y Digestos Municipales y Provinciales; cuando siempre pensamos que lo importante era la Rosada, y el resto vendría por añadidura.

Reorganizarse políticamente, en medio de Hiperinflaciones, Inestabilidades Institucionales, Operaciones de Inteligencia macabras, Despliegue a Asentamientos en el Conurbano, Hambrunas desatadas; como la de 1989.

Ahora que falleció Carlos Andrés Pérez, precursor de otro Carlos, el de la Rioja; podríamos hacer un paralelismo entre la Argentina y Venezuela de los 80 a nuestros días.

Cuando la Socialdemocracia en America Latina y Europa comenzó a realizar el trabajo sucio del neoliberalismo.

Volviendo al HAMBRE de 1989, que tantos quieren esconder debajo de la alfombra, igual que la Inflación y colapsos de Servicios de esos años.

Eran los tiempos de los Rosarinos cazando gatos para comer, de las mujeres y chicos comiendo dentro de los supermercados, para justificar el robo famélico: de ollas populares en los barrios.

El Progresismo realmente existente suspende el PAN y el resto de las asistencias sociales; igual que sus sucesores en el 2001; y sufrimos los primeros saqueos de la historia argentina.

¿Para donde disparar?, y si, vino el menemismo como remedio de urgencia; el déme dos.

Entre las exitosas elecciones internas de 1988; que pocos creían posibles, y la Asunción adelantada de las responsabilidades de gobierno a mediados de 1989, el Mundo dio un giro Copernicano.

Cayo el Muro de Berlín, Implosiono la Unión Soviética, China adopto el “Socialismo de Mercado”.

Eran los tiempos del “Fin de la Historia y el Ultimo Hombre”.

Los “remates” de las Joyas de la abuela fueron aprovechados por el PSOE de Felipe González, el PSF de Mitterrand, el Pentapartito de PSI, PRI, PLI, PSDI y la DCI; mientras que USA, GB, Japón y Alemania; gobernadas por las Derechas, se mantenían discretamente al margen.

En medio de este descontrol, nació el menemismo; los tiempos del déme dos, y las líneas políticas claras y definidas; que tanto añoran los émulos de Tenembaum y el Frepasismo de los Imperativos Categóricos.

La “Intelectualidad” peronista, emigro con el Grupo de los 8; pero la Infantería de la Militancia prefirió pelearla desde adentro, igual que el MTA.

Recordemos que en el 91, esta Generación tenía entre 21 y 31 años; y 10 años mas tarde, durante el colapso, entre 31 y 41.

Son los que acompañaron la batalla perdida del 99, donde Néstor Kirchner era el Jefe de Campaña.

Fue el Congreso “Menemista” quien declaro el Default; fue el mismo “menemismo” el que voto todo lo que pidió el Lupo entre el 25 de Mayo de 2003 y el 10 de Diciembre del mismo año.

“Menemistas” y “Duhaldistas” fueron la mayoría de la mayoría entre el 10 de Diciembre del 2003 al 10 de Diciembre del 2007.

Los “muchachos”, que como ya dije prefieren denominarse Peronistas sin Perón, fueron los que “apretaron” en el cierre del Luna Park; cuando “Cristina, Cobos y vos”, era el Fata Morgana de la Argentina.

No eran los “arreados” en los Colectivos Escolares, gracias al chori y el tetra; sino la crema y la nata de los Apparatchik; los de menos jinetas eran los presidentes de bloques de concejales de ciudades de más de 100.000 habitantes, o Directores Nacionales, Provinciales y Municipales.

Eran, son, los que hacen “funcionar” al Estado; los que se reúnen cara a cara con los “Responsables” Políticos de los Territorios, las Seccionales Sindicales, las filiales zonales de los MMSS y las OLP de Barrios y Pueblos.

Cuando se creía que se ganaba con el 60%; y se preparaban los celulares de culata en los Sindicatos y Municipios.

Estos mismos “muchachos”, son los que comenzaron a reorganizarse a fines del 2007, obligando a NK a ponerse a la cabeza del pejotismo.

A pesar de las advertencias sobre la Traición de los Tumini, los Lozano, los Juez, los Binner, los Sabatella, los de Genero, los Lozano, los Vertvisky, los Bonasso, los Ibarra, los Filmus, los Ocaña, los Losuteau, etc.

Fueron los que “bancaron” los últimos 3 años, abortando TODAS las operetas; a pesar de haber perdido la calle con la 125, las elecciones el 28J y el Control del Congreso el 3D.

Terminando por convertirse en “sujeto de estudio” de las “Fundaciones” y think tank de los Centros de Poder Mundiales; para “comprender” porque las “recetas” fracasaron.

Ahora bien, como dijo Eduardo Fidanza , Poliarquía, en Junio del 2010.


"Esta idea conduce a una conclusión en cierto modo paradójica con respecto a la democracia argentina.

El Gobierno mostró poco respeto por las instituciones representativas y, a veces, actuó al margen de la Constitución.

No obstante, el éxito del peronismo al lograr salvarse a sí mismo como también a la economía argentina de la profunda crisis de la última década bien puede haber creado la base para un régimen más estable y efectivo en las próximas décadas."

Este párrafo podría haber sido firmado por un observador ecuánime de la Argentina de estos días.

Pero es una impresión errónea.

En realidad fue escrito en 1997, es decir, hace ya 13 años, por un joven investigador norteamericano que había llegado al país para indagar por qué el peronismo, un movimiento populista, pudo haberse adaptado con tanto éxito al neoliberalismo, al girar 180 grados en su doctrina, durante el gobierno del justicialista Carlos Saúl Menem.

El politólogo que sacó esta conclusión ,hoy ampliamente difundida en el mundo académico, es Steven Levitsky, entonces profesor de la Universidad de Berkeley y, actualmente, prestigioso catedrático en Harvard.

Levitsky sostiene que, a diferencia de los típicos partidos populistas de masas, el peronismo se caracteriza por un bajo grado de institucionalización de sus órganos directivos, combinado con una perdurable inserción en los sectores populares por medio de las más diversas redes formales e informales, licitas o ilícitas, desde las Unidades Básicas, los punteros, las agrupaciones barriales y sindicales hasta las barras bravas y las organizaciones dedicadas al juego y la droga.

En términos de eficacia política, la penetración del peronismo en los sectores populares se explica por lo que Levitsky llama "encapsulamiento político".

Significa que, en determinados enclaves geográficos y socioeconómicos, el justicialismo es la única fuerza vigente y visible.

"En muchas zonas de bajos ingresos -escribe el autor- el peronismo es todavía, social, organizativa y políticamente, el único jugador del lugar.

Los otros partidos son virtualmente inexistentes, y la competencia política primaria se produce dentro del peronismo".

Estos comportamientos informales pero estables suceden en la base social del justicialismo.

En la cima, dirá Levitsky, rige la fluidez.

El origen de ésta es el bajo grado de organización del partido, cuya raíz debe buscarse en su origen carismático.

Después de Perón, el Partido Justicialista nunca logró ponerse de acuerdo en torno a las reglas que debían regirlo, pero esta anomia derivó, según Levitsky, en un rasgo singular que asegura su perpetua adaptación: la flexibilidad estratégica, inexistente en partidos más orgánicos.

"Flexibilidad estratégica" es un bonito término académico para describir la amplia discrecionalidad y el poco apego a las reglas con las que se han desempeñado los dirigentes peronistas.

La revocación sumaria de mandatos, el desconocimiento de las autoridades constituidas, la modificación arbitraria de los estatutos, la anulación de las elecciones internas, el alineamiento instantáneo con el ganador de turno, la posibilidad de escalar posiciones por la sola posesión de recursos económicos, son, entre otras prácticas, las que le otorgan al peronismo la posibilidad de cambiar de ideología como de traje.

O de enunciar de un modo característico, más allá de los compromisos programáticos, según concluyeron Eliseo Verón y Silvia Sigal.

Así, la estructura del justicialismo, flexible y dual, funcionaría como una suerte de construcción antisísmica de dos plantas.

En la de arriba, los líderes nacionales pueden practicar el neoliberalismo o el setentismo, con suerte diversa; en la de abajo, el "peronismo-peronista" persiste y se reproduce, garantizando la continuidad.

Este es el secreto de la perdurabilidad del justicialismo como fuerza política, según Levisky, y también el reaseguro de la estabilidad (no de la mejora) del sistema político, al menos en las últimas dos décadas.

Las pruebas están a la vista: en 1989 y en 2001 ese fue el cometido que cumplió el justicialismo.

Con un régimen de partidos fragmentado, con un no peronismo fatalmente centrífugo, en medio de crisis sociales y económicas profundas, el movimiento fundado por Perón, aun dividido y sin mística, llevó a cabo esa función.

Asentada la paradoja política según la cual un partido que tiende a vulnerar las instituciones está en condiciones, sin embargo, de asegurar la estabilidad, puede avanzarse hacia otro contrasentido, no menos inquietante.

La Argentina actual muestra un dinamismo económico inédito en las últimas décadas, debido al milagro de la soja.

Si se enlaza este hecho con la paradoja de Levitsky, puede llegarse a otra conclusión paradójica: el país está creciendo aceleradamente bajo un gobierno poco respetuoso de las instituciones.

Si esto fuera así, es necesario revisar un tema sensible: la relación entre instituciones y crecimiento económico.

Una parte de la biblioteca, llamémosla institucionalista, afirma que el requisito de la sustentabilidad del crecimiento es la calidad institucional.

Esta ha sido, a grandes rasgos, la tesis del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional en los últimos años y el argumento predilecto de muchos analistas y del grueso de la oposición a los Kirchner.

Sin embargo, la otra parte de la biblioteca aporta evidencia empírica que contradice, o al menos relativiza, la premisa institucionalista.

Para poner un caso, en su libro ¿Qué fue del buen samaritano? , una lectura turbadora, el economista surcoreano Ha-Joon Chang -profesor en la Universidad de Cambridge- ofrece una visión alternativa y muchos contraejemplos.

Atengámonos, por razones de brevedad, a dos anomalías que se le achacan a la administración Kirchner: corrupción e inflación.

Respecto de la primera sostiene Ha-Joon Chang:

"La vida sería más sencilla si cosas moralmente inaceptables como la corrupción tuvieran también consecuencias económicas inequívocamente negativas.

Pero la realidad es mucho más compleja".

Avala esta afirmación puntualizando que si bien naciones de comportamiento irreprochable como Finlandia, Suecia y Singapur funcionaron muy bien económicamente, otras, como Indonesia, bajo una dictadura, tuvieron buen desempeño; y aun varias más, con ciertos problemas estructurales de corrupción, como Italia, Taiwán y China, lo han hecho todavía mejor.

Respecto de la inflación, evoca Joon Chang, entre otros, el caso de Corea, que en las décadas del 60 y 70, mientras su renta per capita crecía al siete por ciento anual, soportó una inflación cercana al 20%.

También menciona la experiencia de Brasil en los años 70.

Por si esto no bastara, Chang cita un estudio de conclusiones polémicas, cuyos autores son dos prestigiosos economistas del Banco Mundial, Michael Bruno y William Easterly.

El paper , titulado Inflation Crises and Long-Run Economic Growth ( Crisis inflacionarias y crecimiento económico de largo plazo ), concluye que por debajo del 40% anual de inflación no existe una correlación sistemática entre ésta y el ritmo de crecimiento.

Afirman también que por debajo del 20%, una mayor inflación parecería ir asociada a un mayor crecimiento durante algunos periodos.

Podrá sostenerse que estas conclusiones son rebatibles o que Joon Chang está empeñado en una obsesiva disputa con los organismos internacionales que le nubla la vista.

También se argüirá, tal vez con razón, que minimizar el efecto de la inflación es una irresponsabilidad en la Argentina.

Téngase en cuenta, sin embargo, que los argumentos reseñados no surgieron en Cuba, sino que provienen de una discusión en la elite intelectual de los principales países capitalistas del mundo.

Mi intención al adentrarme en cuestiones tan polémicas como éstas es mostrar la triste paradoja que podría encerrar nuestro futuro: estamos en condiciones de ser un país factible, pero de cuarta.

Que aúne, sin sonrojarse, superávit y corrupción.

Estabilidad política y desprecio por las instituciones.

Aumento del PBI e injusticia.

Consumo masivo y mortalidad infantil.

Bicentenario y resentimiento político.

Cosechas récord y hambre.

No será el mundo quien nos haga mejores.

A él le bastará con que cumplamos módicos papeles: no abrazarnos con Ahmadineyad, colaborar en la lucha contra el terrorismo global, coquetear con Chávez, pero no casarnos con él.

Y si no le garantizamos al extranjero inversiones de largo plazo, vendrá por negocios financieros, que no dan trabajo pero son muy rentables.

Le toca a nuestra clase dirigente y hoy en particular a la oposición -peronista y no peronista- descubrir y mostrar la diferencia entre la mediocridad y la excelencia, entre el crecimiento y el desarrollo, entre las instituciones y la anomia.

La oposición, como sostuvo hace poco en estas páginas Luís Gregorich, deberá proponer el programa del futuro y suscribir un pacto de gobernabilidad.

Y ella, con inteligencia, tendrá que establecer un puente con lo bueno que hizo el actual gobierno, mientras rechaza su intolerable desprecio por la calidad, la verdad y el consenso.

No un futuro catastrófico, que al menos sería épico, sino la gris probabilidad de ser viables pero mediocres, acaso despierte la conciencia de las elites argentinas”

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1271538


El discurso de CFK en Olivos, hacer clic aquí; tiene varios destinatarios, entre ellos el "peronismo-peronista" de la planta baja de Fidanza; o, Peronistas sin Perón, como comente mas arriba.

Si los “nuevos” quieren sumarse, serán recibidos con los brazos abiertos; si no quieren sumarse, y prefieren “armar” el Partido Socialista de la Revolución Nacional (PSRN) como en los 50; aplauso medalla y beso.

Si prefieren, en cambio, “converger” con la Izquierda del Grupo A; no habrá reproches, es su Derecho y Responsabilidad Personal y Política.

Pero lo que no se va aceptar, es que se erijan en Comisarios Políticos; Internos o Externos.

Para lo primero, hay que ganar las Internas; y en base a la relación de Fuerzas, se vera.

Lo segundo, no es un comportamiento de Amigos y Aliados; sino de Opositores Políticos.

En los próximos meses, la “Planta Baja” del “Sistema Antisísmico” debe resolver las tensiones existentes entre el “Bloque”, (Impresentables del GBA+CGT de Moyano+ MMSS), y los otros dos factores de Poder del Peronismo, la Región Centro (Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos e Interior de la PBA), y los Feudales (Peronismo Federal o Gobernadores del Interior).

Mas el reacomodamiento dentro del mismo Bloque; Territoriales, Sindicales, MMSS; GBA vs. Interior PBA vs. La Plata; Todos vs. el “descontrol” Político de la CABA; etc.

Como preparase para el “sacudón” de la Crisis externa; que aunque se demore por las tareas de precaución tomada; más temprano que tarde, nos van a pagar de lleno.

Y el “modelo” vería afectado sus premisas principales, entre ellas el “cambio competitivo”; en una Guerra Comercial el intercambio es por razones políticas, no de precio.

Solo hay que recordar Ottawa y el Pacto Roca-Runciman.

Frente a todos estos desafíos, puntualizar la épica o el discurso es relativamente secundario; luego de 1983, en el 89, el 2001 y antes del 25 de Mayo del 2003, no se tenían guiones o teorías.

Tampoco la guía del Viejo.

Y se salio adelante, como se pudo y con lo que se tenia a mano; mas tarde, cuando se pudo respirar, se corrigieron los errores y se sacrificaron a las Conducciones responsables.

Seria maravilloso tener a mano Contingencias, como en ciertos países, reducirían los costos; pero si no se dispone de ellas, igual trataremos de Sobrevivir.

Y en el trayecto, la Generación 60/70, esta lista para hacerse cargo; le sobra experiencia y estomago, y CFK es conciente de ello.

¿O alguien cree que Boudou decidió por si mismo “abandonar” la PBA, donde lo había enviado NK, y pasar a ser el Candidato del CNSP y las 62?

El Horizonte no es el 2011, como en el resto de los Colectivos Políticos y Sociales, sino el 2013 y 2015.

Cuando las condiciones objetivas serán mucho más severas que las actuales.

Feliz año para todos.

martes, 28 de diciembre de 2010

La Nación, ¿también es la Patria Movilera?, porque no le alcanza para ser la Patria Blogera.


http://blogs.lanacion.com.ar/sin-quorum/uncategorized/las-62-tambien-apoyan-a-amado/

Como le erraron al vizcachazo informativo; los redactores de Gremiales deben estar a las puteadas.

El colega blogero debería informarse antes de demostrar tanta ignorancia y necedad.

Las 62 de Capital están en la vereda de enfrente de las 62 Nacionales de Venegas; que a su vez enfrenta a la CNSP que apoya a CFK.

La sopa de letras, dignas de la Izquierda y Progresismo, hay que reconocerlo; no justifica que quien se presenta como “experto” de la Política 2.0, ni siquiera realice un twitteo para chequear la data.

En fin, La Nación terminara pagando el error con una “rectificación” de la data de SU colaborador.

lunes, 27 de diciembre de 2010

El Armenio, ¿es un mentiroso, o un simple corporativo?

"El poder político siempre queda supeditado al poder policial"

El ex juez del tribunal que juzgó a las Juntas y ex ministro de Seguridad bonaerense defiende la reforma que puso en marcha la Presidenta, critica las políticas de Scioli y de Stornelli, y explica por qué los gobernantes temen las posibles consecuencias de meterse con el aparato policial.

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1336255


Si lo que Arslanian plantea en la entrevista es tal cual; ¿para que carajo necesitamos los jueces?

¿O, acaso; la División de Poderes, y TODA Doctrina Constitucional, es un ejercicio de estilo de diletantes ociosos?

Lo que aprendí en mis tiempos de secundario, principios de los 70; es que las FFSS son AUXILIARES del Poder Judicial.

Y que, dependían del Poder Ejecutivo, por razones Administrativas y Presupuestarias.

Por favor, ruego encarecidamente, que algún idóneo en la materia me desasne; porque he vivido en el error los últimos 40 años.

Yo creía que los únicos que podían disponer de la libertad, los bienes y la honra de los Ciudadanos Argentinos eran los Jueces Naturales; no un Secretario o Ministro.

En fin, el Armenio; como se lo conoce a Arslanian en el ámbito político; vuelve a defender a SU Corporación, la Familia Judicial.

Que protegen a capa y espada las sinecuras y privilegios del Levirato Republicano; pero esconden el culo cada vez que se deben hacer cargo de su función.

Conducir, y controlar, al Brazo Armado de la Justicia; sean FFSS o Penitenciarias de toda laya.

Que solo dependen, repito para que quede claro, administrativa y presupuestariamente; de los Funcionarios designados por el Poder Ejecutivo Correspondiente.

Lo otro, o sea el engendro que plantea el “ex Su Señoría”; es, ni mas ni menos, que el Führerprinzip que Himmler ejercía en las FFSS del III Reich.

http://es.wikipedia.org/wiki/F%C3%BChrerprinzip

Sobre la Ordnungspolizei.

http://en.wikipedia.org/wiki/Ordnungspolizei

Traduciendo a Horacio González, apretada síntesis.

En una palabra; el objeto de mi conferencia es ayudar a comprender.

Yo no me propongo aquí propagar ni llamar a la revolución, sólo quiero explicar.

LT Copenhague 1932


La razón golpista

http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-159368-2010-12-27.html


Al igual que la guerra, la gente no hace por gusto la revolución.

Sin embargo, la diferencia radica en que, en una guerra, el papel decisivo es el de la coacción; en una revolución no hay otra coacción que la de las circunstancias.

La revolución se produce cuando no queda ya otro camino.

La insurrección, elevándose por encima de la revolución como una cresta en la cadena montañosa de los acontecimientos, no puede ser provocada artificialmente, lo mismo que la revolución en su conjunto.

Las masas atacan y retroceden antes de decidirse a dar el último asalto.

………….

Mientras que, frecuentemente, los complots periódicos son la expresión del marasmo y la descomposición de la sociedad, la insurrección popular, en cambio, surge de ordinario como resultado de una rápida evolución anterior que rompe el viejo equilibrio de la nación.

Las "revoluciones" crónicas de las repúblicas sudamericanas no tienen nada en común con la revolución permanente, sino que, al contrario, son en cierto sentido su antítesis.

…………

En principio, el error del blanquismo consistía en la identificación de revolución con insurrección.

El error técnico del blanquismo consistía en identificar la insurrección con la barricada.

La crítica marxista fue dirigida contra los dos errores.

Considerando, de acuerdo con el blanquismo, que la insurrección es un arte, Engels descubrió no sólo el lugar secundario de la insurrección en la revolución, sino también el papel declinante de la barricada en la insurrección.

La crítica de Engels no tenía nada en común con una renuncia a los métodos revolucionarios en provecho del parlamentarismo puro, como intentaron demostrar en su tiempo los filisteos de la socialdemocracia alemana, con el concurso de la censura de los Hohenzollern.

Para Engels, la cuestión de las barricadas seguía siendo uno de los elementos técnicos de la insurrección.

Los reformistas, en cambio, intentaban concluir de la negación del papel decisivo de la barricada la negación de la violencia revolucionaria en general.

http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1932/histrev/tomo2/hoja20.htm


El escritor italiano Malaparte[1], algo así como un teórico fascista -también existe este producto-, ha publicado recientemente un libro sobre la técnica del golpe de Estado.

El autor consagra un número no despreciable de páginas de su "investigación" a la insurrección de octubre.

A diferencia de la "estrategia" de Lenin, que permanece unida a las relaciones sociales y políticas de la Rusia de 1918, "la táctica de Trotsky no está -según los términos de Malaparte- unida por nada a las condiciones gene­rales del país".

¡Tal es la idea principal de la obra! Malaparte obliga a Lenin y a Trotsky en las páginas de su libro a entablar numerosos diálogos en los cuales los interlocutores dan prueba de tan poca profundidad de espíritu como la naturaleza puso a disposición de Malaparte.

A las objeciones de Lenin sobre las premisas sociales y políticas de la insurrección, Malaparte atri­buye a Trotsky la respuesta literal siguiente:

"Vuestra estrategia exige demasiadas condiciones favorables, y la insurrección no tiene necesidad de nada: se basta por sí misma".

¿Entendéis bien?"; "la insurrección no tiene necesidad de nada".

Tal es precisamente, queridos oyentes, el absurdo que debe servirnos para aproximarnos a la verdad.

El autor repite con mucha per­sistencia que en octubre no fue la estrategia de Lenin, sino la táctica de Trotsky lo que triunfó.

Esta táctica amenaza, según sus propios términos, todavía ahora, la tranquilidad de los Estados europeos.

"La estrategia de Lenin -cito textual­mente- no constituye ningún peligro inmediato para los Gobier­nos de Europa.

La táctica de Trotsky constituye un peligro actual y, por tanto, permanente."

Más concretamente:

"Poned a Poincaré [2] en lugar de Kerensky [3], y el golpe de Estado bolche­vique de octubre de 1917 se hubiera llevado a cabo de igual manera".

Resulta difícil creer que semejante libro sea traducido a diversos idiomas y acogido seriamente.

En vano trataríamos de profundizar por qué, en general, la estrategia de Lenin, dependiendo de las condiciones históricas, es necesaria, si la "táctica de Trotsky" permite resolver el mismo problema en todas las situaciones.

¿Y por qué las revoluciones victoriosas son tan raras, si para el triunfo basta con un par de recetas técnicas?

http://www.fundacionfedericoengels.org/index.php?option=com_content&view=article&id=73:ique-fue-la-revolucion-rusa&catid=15:revolucion-rusa&Itemid=32


Derribar el antiguo poder es una cosa.

Otra diferente es adueñarse de él.

Traduciendo a Horacio González, Anexo 2.

Antes de pasar al tema de mi conferencia -la revolución-, juzgo un deber expresar mi agradecimiento a los organizadores de este acto, la Asociación de Copenhague de Estudiantes Socialdemócratas.

Lo hago en calidad de adversario político.

Verdad es que mi conferencia trata cuestiones histórico-científicas.

Pero resulta imposible hablar de una revolución de la que ha surgido la República de los Soviets sin ocupar una posición política.

En mi calidad de conferenciante, mi bandera sigue siendo la misma que aquélla bajo la cual participé en los acontecimientos revolucionarios.

Hasta la guerra, el partido bolchevique perteneció a la socialdemocracia internacional.

El 4 de agosto de 1914, el voto de la socialdemocracia alemana en favor de los créditos de guerra puso, de una vez para siempre, fin a esta unidad y abrió la era de la lucha incesante e intransigente del bolchevismo contra la socialdemocracia.

¿Significa esto, por tanto, que los organizadores de esta reunión han cometido un error al invitarme como conferenciante?

En todo caso, el auditorio podrá juzgar solamente después de pronunciada la conferencia.

Para justificar mi aceptación de tan amable invitación para desarrollar una conferencia sobre la Revolución Rusa, me permitiré recordar que durante los treinta y cinco años de mi vida política, el tema de la Revolución Rusa ha sido el eje práctico y teórico de mis preocupaciones y de mis actos.

Creo, por tanto, que esto me da algún derecho a esperar poder ayudar no solamente a mis amigos en ideas, sino también a mis adversarios -por lo menos de partido- a comprender mejor muchos rasgos de la revolución que hasta hoy escapaban a su atención.

En una palabra; el objeto de mi conferencia es ayudar a comprender.

Yo no me propongo aquí propagar ni llamar a la revolución, sólo quiero explicar.

No sé si en el Olimpo escandinavo había también una diosa de la rebelión.

Lo dudo.

De cualquier modo, no solicitaremos hoy sus favores.

Vamos a poner nuestra conferencia bajo el signo de Snotra, la vieja diosa del conocimiento.

No obstante el carácter dramático de la Revolución como acontecimiento vital, trataremos de estudiarla con la impasibilidad del anatomista.

Si el conferenciante a causa de ello resulta más seco, los oyentes, espero, sabrán justificarlo.

……………………..

El golpe de estado

El partido revolucionario es la condensación de lo más selecto de la clase avanzada.

Sin un partido capaz de orientarse en las circunstancias, de apreciar la marcha y el ritmo de los acontecimientos y de conquistar a tiempo la confianza de las masas, la victoria de la revolución proletaria es imposible.

Tal es la relación de los factores objetivos y de los factores subjetivos de la revolución y de la insurrección.

Como muy bien sabéis, en las discusiones, los adversarios -en particular en la teología- tienen la costumbre de desacreditar frecuentemente la verdad científica elevándola al absurdo.

Esto se llama, aun en lógica, reductio ad absurdum.

Nosotros vamos a tratar de seguir la vía opuesta, es decir, que tomaremos como punto de partida un absurdo a fin de aproximarnos con mayor seguridad a la verdad.

Realmente no tenemos derecho a lamentarnos por falta de ab­surdos.

Tomemos uno de los más frescos y más gruesos.

El escritor italiano Malaparte[1], algo así como un teórico fascista -también existe este producto-, ha publicado recientemente un libro sobre la técnica del golpe de Estado.

El autor consagra un número no despreciable de páginas de su "investigación" a la insurrección de octubre.

A diferencia de la "estrategia" de Lenin, que permanece unida a las relaciones sociales y políticas de la Rusia de 1918, "la táctica de Trotsky no está -según los términos de Malaparte- unida por nada a las condiciones gene­rales del país".

¡Tal es la idea principal de la obra! Malaparte obliga a Lenin y a Trotsky en las páginas de su libro a entablar numerosos diálogos en los cuales los interlocutores dan prueba de tan poca profundidad de espíritu como la naturaleza puso a disposición de Malaparte.

A las objeciones de Lenin sobre las premisas sociales y políticas de la insurrección, Malaparte atri­buye a Trotsky la respuesta literal siguiente:

"Vuestra estrategia exige demasiadas condiciones favorables, y la insurrección no tiene necesidad de nada: se basta por sí misma".

¿Entendéis bien?"; "la insurrección no tiene necesidad de nada".

Tal es precisamente, queridos oyentes, el absurdo que debe servirnos para aproximarnos a la verdad.

El autor repite con mucha per­sistencia que en octubre no fue la estrategia de Lenin, sino la táctica de Trotsky lo que triunfó.

Esta táctica amenaza, según sus propios términos, todavía ahora, la tranquilidad de los Estados europeos.

"La estrategia de Lenin -cito textual­mente- no constituye ningún peligro inmediato para los Gobier­nos de Europa.

La táctica de Trotsky constituye un peligro actual y, por tanto, permanente."

Más concretamente:

"Poned a Poincaré [2] en lugar de Kerensky [3], y el golpe de Estado bolche­vique de octubre de 1917 se hubiera llevado a cabo de igual manera".

Resulta difícil creer que semejante libro sea traducido a diversos idiomas y acogido seriamente.

En vano trataríamos de profundizar por qué, en general, la estrategia de Lenin, dependiendo de las condiciones históricas, es necesaria, si la "táctica de Trotsky" permite resolver el mismo problema en todas las situaciones.

¿Y por qué las revoluciones victoriosas son tan raras, si para el triunfo basta con un par de recetas técnicas?

El diálogo entre Lenin y Trotsky presentado por el escritor fascista es, en el espíritu como en la forma, una invención inapta desde el principio al fin.

Invenciones por el estilo circulan muchas por el mundo.

Por ejemplo, acaba de editarse en Madrid, bajo mi firma, un libro: Vida de Lenin, del cual soy tan responsable como de las recetas tácticas de Malaparte.

El semanario de Madrid Estampa publicó de este pretendido libro de Trotsky sobre Lenin capítulos enteros que contienen ultrajes abominables contra la memoria del hombre que yo estimaba y que estimo incomparablemente más que a cualquiera otro entre mis contemporáneos.

Pero abandonemos a los falsarios a su suerte.

El viejo Wilhelm Liebknecht, el padre del combatiente y héroe inmortal, Karl Liebknecht [4], acostumbraba a decir:

"El político revolucionario debiera estar provisto de una gruesa piel."

El doctor Stockmann, más expresivo aún, recomendaba a todo el que se propusiera ir al encuentro de la opinión pública no ponerse los pantalones nuevos.

Tengamos, pues, en cuenta estos dos buenos consejos y pasemos, acto seguido, al orden del día.

……………..

http://www.fundacionfedericoengels.org/index.php?option=com_content&view=article&id=73:ique-fue-la-revolucion-rusa&catid=15:revolucion-rusa&Itemid=32

Traduciendo a Horacio González, Anexo 1.

Al igual que la guerra, la gente no hace por gusto la revolución.

Sin embargo, la diferencia radica en que, en una guerra, el papel decisivo es el de la coacción; en una revolución no hay otra coacción que la de las circunstancias.

La revolución se produce cuando no queda ya otro camino.

La insurrección, elevándose por encima de la revolución como una cresta en la cadena montañosa de los acontecimientos, no puede ser provocada artificialmente, lo mismo que la revolución en su conjunto.

Las masas atacan y retroceden antes de decidirse a dar el último asalto.

De ordinario se opone la conspiración a la insurrección, como la acción concertada de una minoría ante el movimiento elemental de la mayoría.

En efecto: una insurrección victoriosa que sólo puede ser la obra de una clase destinada a colocarse a la cabeza de la nación; es profundamente distinta, tanto por la significación histórica como por sus métodos, de un golpe de Estado realizado por conspiradores que actúan a espaldas de las masas.

De hecho, en toda sociedad de clases existen suficientes contradicciones como para que entre las fisuras se pueda urdir un complot.

La experiencia histórica prueba, sin embargo, que también es necesario cierto grado de enfermedad social -como en España, en Portugal y en América del Sur- para que la política de las conspiraciones pueda alimentarse constantemente.

En estado puro, la conspiración, incluso en caso de victoria, sólo puede reemplazar en el poder camarillas de la misma clase dirigente o, menos aún, sustituir hombres de Estado

La victoria de un régimen social sobre otro sólo se ha dado en la historia a través de insurrecciones de masas.

Mientras que, frecuentemente, los complots periódicos son la expresión del marasmo y la descomposición de la sociedad, la insurrección popular, en cambio, surge de ordinario como resultado de una rápida evolución anterior que rompe el viejo equilibrio de la nación.

Las "revoluciones" crónicas de las repúblicas sudamericanas no tienen nada en común con la revolución permanente, sino que, al contrario, son en cierto sentido su antítesis.

Lo que acabamos de decir no significa en absoluto que la insurrección popular y la conspiración se excluyan mutuamente en todas las circunstancias.

Un elemento de conspiración entra casi siempre en la insurrección en mayor o menor medida.

Etapa históricamente condicionada de la revolución, la insurrección de las masas no es nunca exclusivamente elemental.

Aunque estalle de improviso para la mayoría de sus participantes, es fecundada por aquellas ideas en las que los insurrectos vean una salida para los dolores de su existencia.

Pero una insurrección de masas puede ser prevista y preparada.

Puede ser organizada de antemano.

En este caso, el complot se subordina a la insurrección, la sirve, facilita su marcha, acelera su victoria.

Cuanto más elevado es el nivel político de un movimiento revolucionario y más seria su dirección, mayor es el lugar que ocupa la conspiración en la insurrección popular.

Es indispensable comprender exactamente la relación entre la insurrección y la conspiración, tanto en lo que las opone como en lo que se completan recíprocamente, y con mayor razón dado que el empleo mismo de la palabra "conspiración" tiene un aspecto contradictorio en la literatura marxista según designe a la actividad independiente de una minoría que toma la iniciativa o a la preparación por la minoría del levantamiento de la mayoría.

Es cierto que la historia demuestra que una insurrección popular puede vencer en ciertas condiciones sin complot.

Al surgir por el ímpetu "elemental" de una revuelta general, en diversas protestas, manifestaciones, huelgas, escaramuzas callejeras, la insurrección puede arrastrar a una parte del ejército, paralizar las fuerzas del enemigo y derribar el viejo poder.

Esto es -hasta cierto punto- lo que sucedió en febrero de 1917 en Rusia.

Un cuadro análogo presenta el desarrollo de las revoluciones alemana y austrohúngara durante el otoño de 1918.

En la medida en que en estos dos casos no estaban a la cabeza de los insurrectos partidos profundamente penetrados de los intereses y designios de la insurrección, la victoria de ésta debía transmitir inevitablemente el poder a las manos de los partidos que se habían opuesto a la insurrección hasta el último momento.

Derribar el antiguo poder es una cosa.

Otra diferente es adueñarse de él.

En una revolución, la burguesía puede tomar el poder, no porque sea revolucionaria, sino porque es la burguesía: tiene en sus manos la propiedad, la instrucción, la prensa, una red de puntos de apoyo, una jerarquía de instituciones.

En muy diferente situación se encuentra el proletariado: desprovisto de los privilegios sociales que existen en su exterior, el proletariado insurrecto sólo puede contar con su propio número, su cohesión, sus cuadros, su Estado Mayor.

Del mismo modo que un herrero no puede tomar con su mano desnuda un hierro candente, el proletariado tampoco puede conquistar el poder con las manos vacías: le es necesaria una organización apropiada para esta tarea.

En la combinación de la insurrección de masas con la conspiración, en la subordinación del complot a la insurrección, en la organización de la insurrección a través de la conspiración, radica el terreno complicado y lleno de responsabilidades de la política revolucionaria que Marx y Engels denominaban "el arte de la insurrección".

Ello supone una justa dirección general de las masas, una orientación flexible ante cualquier cambio de las circunstancias, un plan meditado de ofensiva, prudencia en la preparación técnica y audacia para dar el golpe.

Los historiadores y los hombres políticos designan habitualmente insurrección de las fuerzas elementales a un movimiento de masas que, ligado por su hostilidad al antiguo régimen, no tiene perspectivas claras ni métodos de lucha elaborados, ni dirección que conduzca conscientemente a la victoria.

Los historiadores oficiales, por lo menos los demócratas, presentan a la insurrección de las fuerzas elementales como una calamidad histórica inevitable cuya responsabilidad recae sobre el antiguo régimen.

La verdadera causa de esta indulgencia consiste en que la insurrección de las fuerzas elementales no puede salir de los límites del régimen burgués.

Por el mismo camino marcha también la socialdemocracia: no niega la revolución en general, en tanto que catástrofe social, del mismo modo que no niega los terremotos, las erupciones de los volcanes, los eclipses de sol y las epidemias de peste.

Lo que niega como "blanquismo" o, peor aún, como bolchevismo, es la preparación consciente de la insurrección, el plan, la conspiración.

En otros términos, la socialdemocracia está dispuesta a sancionar, aunque ciertamente con retraso, los golpes de Estado que transmiten el poder a la burguesía, condenando al mismo tiempo con intransigencia los únicos métodos que pueden transmitir el poder al proletariado.

Tras una falsa objetividad se esconde una política de defensa de la sociedad capitalista.

De sus observaciones y reflexiones sobre los fracasos de numerosos levantamientos en los que participó o fue testigo, Augusto Blanqui dedujo un cierto número de reglas tácticas, sin las cuales la victoria de la revolución se hace extremadamente difícil si no imposible.

Blanqui recomendaba la creación con tiempo suficiente de destacamentos revolucionarios regulares con dirección centralizada, un buen aprovisionamiento de municiones, un reparto bien calculado de las barricadas, cuya construcción sería prevista y que se defenderían sistemáticamente.

Por supuesto, todas estas reglas, concernientes a los problemas militares de la insurrección, deben ser inevitablemente modificadas al mismo tiempo que las condiciones sociales y la técnica militar cambien; pero de ningún modo son "blanquismo" en sí mismas, en el sentido que los alemanes puedan hablar de "putchismo" o de "aventurismo" revolucionario.

La insurrección es un arte y como todo arte tiene sus leyes.

Las reglas de Blanqui respondían a las exigencias del realismo en la guerra revolucionaria.

El error de Blanqui consistía no en su teorema directo, sino en el recíproco.

Del hecho que la incapacidad táctica condenaba al fracaso a la revolución, Blanqui deducía que la observación de las reglas de la táctica insurreccionar era capaz por sí misma de asegurar la victoria.

Solamente a partir de esto es legítimo oponer el blanquismo al marxismo.

La conspiración no sustituye a la insurrección.

La minoría activa del proletariado, por bien organizada que esté, no puede conquistar el poder independientemente de la situación general del país: en esto el blanquismo es condenado por la historia.

Pero únicamente en esto.

El teorema directo conserva toda su fuerza.

Al proletariado no le basta con la insurrección de las fuerzas elementales para la conquista del poder.

Necesita la organización correspondiente, el plan, la conspiración.

Es así como Lenin plantea la cuestión.

La crítica de Engels, dirigida contra el fetichismo de la barricada, se apoyaba en la evolución de la técnica en general y de la técnica militar.

La técnica insurreccional del blanquismo correspondía al carácter del viejo París, a su proletariado, compuesto a medias de artesanos; a las calles estrechas y al sistema militar de Luis Felipe.

En principio, el error del blanquismo consistía en la identificación de revolución con insurrección.

El error técnico del blanquismo consistía en identificar la insurrección con la barricada.

La crítica marxista fue dirigida contra los dos errores.

Considerando, de acuerdo con el blanquismo, que la insurrección es un arte, Engels descubrió no sólo el lugar secundario de la insurrección en la revolución, sino también el papel declinante de la barricada en la insurrección.

La crítica de Engels no tenía nada en común con una renuncia a los métodos revolucionarios en provecho del parlamentarismo puro, como intentaron demostrar en su tiempo los filisteos de la socialdemocracia alemana, con el concurso de la censura de los Hohenzollern.

Para Engels, la cuestión de las barricadas seguía siendo uno de los elementos técnicos de la insurrección.

Los reformistas, en cambio, intentaban concluir de la negación del papel decisivo de la barricada la negación de la violencia revolucionaria en general.

Es más o menos como si, razonando sobre la disminución probable de la trinchera en la próxima guerra, se dedujese el hundimiento del militarismo.

La organización con la que el proletariado pudo no sólo derribar el antiguo régimen, sino también sustituirlo, es el soviet.

Lo que más adelante se convirtió en el resultado de la experiencia histórica, hasta la insurrección de Octubre, no era más que un pronóstico teórico, aunque se apoyaba, es cierto, sobre la experiencia previa de 1905.

Los soviets son los órganos de preparación de las masas para la insurrección, los órganos de la insurrección y, después de la victoria, los órganos del poder.

Sin embargo, los soviets no resuelven por sí mismos la cuestión.

Según su programa y dirección, pueden servir para diversos fines.

El partido es quien da a los soviets el programa.

Si en una situación revolucionaria -y fuera de ella son generalmente imposibles- los soviets engloban a toda la clase, a excepción de las capas completamente atrasadas, pasivas o desmoralizadas, el partido revolucionario está a la cabeza de la clase.

El problema de la conquista del poder sólo puede ser resuelto por la combinación del partido con los soviets, o con otras organizaciones de masas más o menos equivalentes a los soviets.

Cuando el soviet tiene a su cabeza un partido revolucionario, tenderá conscientemente y a tiempo a adueñarse del poder.

Adaptándose a las variaciones de la situación política y al estado de espíritu de las masas, preparará los puntos de apoyo de la insurrección, ligará los destacamentos de choque a un único objetivo y elaborará de antemano el plan de ofensiva y del último asalto: esto precisamente significa introducir la conspiración organizada en la insurrección de masas.

Más de una vez, y mucho antes de la insurrección de Octubre, los bolcheviques habían tenido que refutar más de una vez las acusaciones que les dirigían sus adversarios, quienes les imputaban maquinaciones conspirativas y blanquismo.

Y sin embargo nadie como Lenin llevó una lucha tan intransigente contra el sistema de pura conspiración. Los oportunistas de la socialdemocracia internacional tomaron más de una vez bajo su protección la vieja táctica socialista revolucionaria del terror individual contra los agentes del zarismo, resistiéndose a la crítica implacable de los bolcheviques, que oponían al individualismo aventurero de la intelligentsia el camino de la insurrección de masas.

Pero al rechazar todas las variantes del blanquismo y del anarquismo, Lenin no se postraba ni un minuto ante la fuerza elemental "sagrada" de las masas.

Había reflexionado antes, y con más profundidad que cualquier otro, sobre la relación entre los factores objetivos y subjetivos de la revolución, entre el movimiento de las fuerzas elementales y la política del partido, entre las masas populares y la clase avanzada, entre el proletariado y su vanguardia, entre los soviets y el partido, entre la insurrección y la conspiración.

Pero el hecho de que no se pueda provocar cuando se quiere un levantamiento y que para la victoria sea necesario organizar oportunamente la insurrección, plantea a la dirección revolucionaria el problema de dar un diagnóstico exacto: es preciso sorprender a tiempo la insurrección que asciende para completarla con una conspiración.

Aunque se haya abusado mucho de la imagen, la intervención obstétrica en un parto sigue siendo la ilustración más viva de esta intromisión consciente en un proceso elemental.

Herzen acusaba hace tiempo a su amigo Bakunin de que, en todas sus empresas revolucionarias, invariablemente tomaba el segundo mes del embarazo por el noveno.

En cuanto a Herzen, estaba más bien dispuesto a negar el embarazo incluso en el noveno mes.

En febrero, casi no se planteó la cuestión de la fecha del parto en la medida en que la insurrección había estallado de "manera inesperada", sin dirección centralizada.

Pero precisamente por eso el poder pasó no a los que habían realizado la insurrección, sino a los que la habían frenado.

Ocurría de una forma muy distinta en la nueva insurrección: estaba conscientemente preparada por el partido bolchevique.

El problema de elegir el buen momento para dar la señal de ofensiva recayó, por ello mismo, en el Estado Mayor bolchevique.

La palabra "momento" no ha de entenderse literalmente, como un día y una hora determinados: incluso para los alumbramientos, la naturaleza concede un margen de tiempo considerable cuyos límites no sólo interesan a la obstetricia, sino también a la casuística del derecho de sucesión.

Entre el momento en que la tentativa de provocar un levantamiento, por ser aún inevitablemente prematura, conduciría a un aborto revolucionario, y el otro momento en que la situación favorable debe ser considerada ya como irremediablemente perdida, transcurre un cierto período de la revolución -puede medirse en semanas y, algunas veces, en meses- durante el cual la insurrección puede realizarse con más o menos probabilidades de triunfo.

Discernir este período relativamente corto y escoger después un momento determinado, en el sentido preciso del día y de la hora, para dar el último golpe, constituye la tarea más llena de responsabilidades para la dirección revolucionaria.

Se puede justamente considerarlo como el problema clave, puesto que relaciona la política revolucionaria con la técnica de la insurrección: ¿habrá que recordar que la insurrección, lo mismo que la guerra, es, la prolongación de la política, sólo que por otros medios?

La intuición y la experiencia son necesarias para una dirección revolucionaria, así como para los otros aspectos del arte creador.

Pero eso no basta.

También el arte del curandero puede reposar, y no sin éxito, sobre la intuición y la experiencia.

El arte del curandero político sólo basta para las épocas y períodos en los que predomina la rutina.

Una época de grandes cambios históricos ya no tolera las obras de los curanderos.

La experiencia, incluso inspirada por la intuición, no es suficiente.

Es necesario un método materialista que permita descubrir, tras las sombras chinescas de los programas y las consignas, el movimiento real de los cuerpos sociales.

Las premisas esenciales de una revolución consisten en que el régimen social existente se encuentra incapaz de resolver los problemas fundamentales del desarrollo de la nación.

La revolución no se hace, sin embargo, posible más que en el caso en que entre los diversos componentes de la sociedad aparece una nueva clase capaz de ponerse a la cabeza de la nación para resolver los problemas planteados por la historia.

El proceso de preparación de la revolución consiste en que las tareas objetivas, producto de las contradicciones económicas y de clase, logran abrirse un camino en la conciencia de las masas humanas, modifican aspectos y crean nuevas relaciones entre las fuerzas políticas.

Como resultado de su incapacidad manifiesta para sacar al país del callejón, las clases dirigentes pierden fe en sí mismas, los viejos partidos se descomponen, se produce una lucha encarnizada entre grupos y camarillas y se centran todas las esperanzas en un milagro o en un taumaturgo.

Todo esto constituye una de las premisas políticas de la insurrección, extremadamente importante aunque pasiva.

La nueva conciencia política de la clase revolucionaria, que constituye la principal premisa táctica de la insurrección, se manifiesta por una furiosa hostilidad al orden establecido y por la intención de realizar los esfuerzos más heroicos y estar dispuesta a tener víctimas para arrastrar al país a un camino de rehabilitación.

Los dos campos principales, los grandes propietarios y el proletariado, no representan, sin embargo, la totalidad de la nación.

Entre ellos se insertan las amplias capas de la pequeña burguesía, que recorren toda la gama del prisma económico y político.

El descontento de las capas intermedias, sus desilusiones ante la política de la clase dirigente, su impaciencia y su rebeldía, su disposición a apoyar la iniciativa audazmente revolucionaria del proletariado, constituyen la tercera condición política de la insurrección, en parte pasiva en la medida que neutralice a los estratos superiores de la pequeña burguesía, y en parte activa en la medida que empuje a los sectores más pobres a luchar directamente codo a codo con los obreros.

La reciprocidad condicional de esas premisas es evidente: cuanto más resuelta y firmemente actúe el proletariado y, por tanto, mayores sean sus posibilidades de arrastrar a las capas intermedias, tanto más aislada quedará la clase dominante y más se acentuará su desmoralización.

Y, en cambio, la disgregación de los grupos dirigentes lleva agua al molino de la clase revolucionaria.

El proletariado sólo puede adquirir esa confianza en sus propias fuerzas -indispensable para la revolución- cuando descubre ante él una clara perspectiva, cuando tiene la posibilidad de verificar activamente la relación de fuerzas que cambia a su favor y cuando se siente dirigido por una dirección perspicaz, firme y audaz.

Esto nos conduce a la condición, última en su enumeración pero no en su importancia, de la conquista del poder: al partido revolucionario como vanguardia estrechamente única y templada de la clase.

Gracias a una combinación favorable de las condiciones históricas, tanto internas como internacionales, el proletariado ruso tuvo a su cabeza un partido excepcionalmente dotado de una claridad política y de un temple revolucionario sin igual: únicamente esto permitió a una clase joven y poco numerosa cumplir una tarea histórica de gran envergadura.

En general, como lo atestigua la historia -la Comuna de París, las revoluciones alemana y austríaca de 1918, los soviets de Hungría y de Baviera, la revolución italiana de 1919, la crisis alemana de 1923, la revolución china de los años 1925-1927, la revolución española de 1931-, el eslabón más débil en la cadena de las condiciones ha sido hasta ahora el del partido: lo más difícil para la clase obrera consiste en crear una organización revolucionaria que esté a la altura de sus tareas históricas.

En los países más antiguos y más civilizados, hay fuerzas considerables que trabajan para debilitar y descomponer la vanguardia revolucionaria.

Una importante parte de este trabajo se ve en la lucha de la socialdemocracia contra el "blanquismo", denominación bajo la cual se hace figurar la esencia revolucionaria del marxismo.

León Trotsky

HISTORIA DE LA REVOLUCION RUSA

Tomo II

Capitulo XX

El arte de la insurrección

http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1932/histrev/tomo2/hoja20.htm

Navidad en las tolderías Ranqueles, y el Gordo Vacante.



Detrás del paredón del Fondo de Macabi, hasta el Buenos Aires Golf Club, hay vida.

La Autopista del Oeste al Sur, la Panamericana al Norte; el Camino de Cintura al Este y la Ruta 24 al Oeste.

Ese es el territorio comercial, donde genero mi plusvalía privada; y el Estado es tan precario, que casi ni existe.

Tierra de saqueos desaforados, durante las hambrunas de 1989 y 2001; solo superadas en salvajismo por la Navidad de Monte Chingolo; donde el Vanguardismo aventurero clavo el ultimo clavo a la Crucifixión del Proceso.

Que se tomo un respiro hasta Marzo por dos motivos, el flujo de la cosecha y las Vacaciones; sacrosantas tradiciones de la Republica, de lagente como uno.

Mientras en la Ciudad-Country se debate histéricamente Soldati y Constitución; condimentada con El Arte de la Insurrección y la Crítica al Golpe de Estado, Copenhague 1932.

En las tolderías del Desarrollo Desigual y Combinado, el tema es que el Gordo de Navidad quedo vacante.

¿Qué significado Político y Social tiene este dato?

¿No se vendió porque no hay efectivo?; difícil, la caja de sidra a $30, eran llevadas al hombro el jueves y el viernes; hoy domingo, todos rezan para que el lunes el proveedor reponga el stock agotado.

¿No se vendió porque nadamos en la abundancia?, otra vez difícil, cuando sobra la plata, se juega por placer, no por desesperación.

Estamos justos, en ese difícil equilibrio, donde el manirroto no llega al 20, y al prudente le queda resto para “coleccionar” el billete de 100 “brasileño”.

Como si fueran dólares o euros.

En fin, en una geografía que solo visitan los “becarios” de la Universidades y Fundaciones del 1º Mundo; para comprender el “epifenómeno” del GBA y el pejotismo Mazorquero; donde los Carteles y Mafias AUN no controlan los territorios.

Y el Estado tiene de 25 a 30 pesos por mes por habitante; lo que veda la organización del Progresismo Burgués y la Izquierda Revolucionaria; que por menos de 50 pesos por mes por habitante de presupuesto ni se molestan.

Los excluidos, bah, los lumpen del subsuelo del gallinero político y social; se preparan para pasar las fiestas en plena canícula; con SU caja de Sidra Helada a $30.

Con sus centros comerciales de 3 o 4 cuadras, en las calles por donde pasan los colectivos; cada uno alejado a 1 o 1 ½ Km. del siguiente.

Y ya que el Gordo de Navidad quedo vacante, se analiza si vale la pena invertir en el de Reyes, gastando ese billete de 100 “brasileño” que se guarda como si fuera un Picasso.

¿Duhalde, Altamira, Macri y Garre?, ah, son parte de la telenovela que vive la Capital; no logran superar la música de fondo de la Cumbia.

Que en días de fiesta como estos, generan guerras de quien tiene más Watts de Potencia.