miércoles, 6 de julio de 2011

De la Rua y la Alianza; precursores del Autoritarismo K.

No me canso de leerlo, y por eso vuelvo a publicarlo;

- la Caja como Herramienta Virtuosa del PEN

- el Sindicalismo peronista como Enemigo de la Republica.

- la Escribanía como representación de los Consensos.

- la desocupación es solo un costo colateral.

- y la Imagen, la Imagen lo es Todo, aunque no alcance.

Resumiendo, que lindo es ser Socialdemócrata y ser Respetado por Mercados e Inversores.



FERNANDO DE LA RUA aspira a recobrar fuerzas para fundar en el acto una segunda etapa de su administración. Ha dicho entre íntimos que la reciente sanción senatorial de la reforma laboral, y una eventual y contundente victoria electoral en su propio distrito, el próximo domingo, le permitirán estrenar otra luna de miel con la sociedad que lo votó en la última primavera.

La reforma laboral es el primer éxito político importante de su gestión y podría, además, empujar a una modificación sustancial del sindicalismo argentino. Es una herramienta válida para cambiar -en un plazo no inminente- a su actual estructura y, sin duda, a su desgastada y constante dirigencia.

La descentralización de las negociaciones laborales abre de manera inevitable un proceso de eclipse del sindicalismo histórico, granítico y todopoderoso, como lo concibió Perón hace más de cincuenta años.

Esa podría ser la primera comprobación de la reforma, que tiene explícito, también, un mensaje a los organismos internacionales de crédito. Su gravitación en la caída de los índices de desempleo es secundaria: la mejor ley política sobre la desocupación requerirá siempre, y antes que nada, de un crecimiento de la economía.

De la Rúa dirigió el proceso de aprobación de su reforma laboral con una sola obsesión: que su gobierno no terminara repitiendo la experiencia de la ley Mucci, el proyecto de transformación sindical que le significó a Raúl Alfonsín, no bien asumió el poder, la primera derrota frente a los sindicatos y al peronismo.

La búsqueda perpetua del consenso representó no sólo su vieja manera de hacer política, sino también la necesidad de no vivir otra vez lo que ya vivió, en la década del 80, como senador oficialista de un gobierno que no compartía. Dedicó varias reuniones para explicarle a su ministro de Trabajo, Flamarique, cómo fue aquéllo y qué es lo que debía evitarse ahora.

Hugo Moyano lo ayudó. Pudo ser el referente sindical y peronista más importante con sólo mostrar una cintura capaz de cierto contoneo, pero se quedó sin el peronismo y sin los sindicatos antes de que sus militantes abandonaran las calles del horror.

Moyano construye y destruye. Los senadores peronistas debieron ayudarlo a poner en caja a sus hombres y el ministro del Interior, Storani, colaboró con él durante el úlltimo miércoles para evitar nuevos zafarranchos públicos. Pero cuando enfrentó la multitud, dobló la apuesta: convocó a un paro nacional sin destino para el próximo viernes.

Desactivado Moyano, De la Rúa les aplicó a los senadores una estrategia de pinza: envió a Flamarique a negociar (con la indicación de no cambiar la médula del proyecto) y declaró al gobierno nacional en huelga de brazos caídos frente a las urgencias financieras de las provincias. Los gobernadores, uno por uno, se encargaron de ablandar a los senadores.

La primera conquista política del Gobierno provocó más afasia que estruendos en el oficialismo. ¿Hay, acaso, una impugnación oculta a la reforma laboral? La primera razón de tales silencios consiste en una decisión del propio Presidente: no debía haber triunfalismos -dijo- que pudieran agraviar al peronismo, porque proyecta formalizar otros consensos.

No puede desconocerse, con todo, que esa indicación presidencial coincidió con algunos desganos. Hay dirigentes de la Alianza que han votado ese proyecto sin desearlo, y hay más aliancistas todavía que claman por alguna decisión -aunque fuere sólo una- con contenido popular.

Hubo también petardismo. ¿Fue inocente el senador Leopoldo Moreau cuando aprovechó una reunión de intendentes bonaerenses con De la Rúa, justo en la semana en que éste más necesitaba de los senadores peronistas, para zarandear al justicialismo con un discurso propio del 55? Moreau mereció la razonable refutación del gobernador Carlos Ruckauf y la consecuente desautorización del propio De la Rúa. Pero Moreau aspira a convertirse en el referente ideológico del radicalismo progresista y a la gobernación de La Plata. La reforma laboral no era su problema.

Más inocente pero igualmente inoportuno fue el presidente de la Cámara de Diputados, Rafael Pascual, un viejo amigo del presidente. Pascual ordenó el jueves, tal vez acompañado por la sensatez administrativa, suprimir los pasajes terrestres con que contaban los diputados, medir el uso de sus celulares y eliminar sus privilegios postales.

Esa Cámara debe aprobar aún la reforma laboral del Senado. Después de la votación con los dos tercios del Senado, lo único que pueden hacer los diputados -embravecidos con su presidente- es alargar el proceso más allá de cualquier plazo razonable.

Tales decisiones de Pascual ¿debieron suceder el día después del consenso en el Senado? ¿No podían aguardar, acaso, un instante en el que coincidieran el deber y la oportunidad? Si sucediera la victoria del próximo domingo, después de la conquista política de la reforma, las dos figuras de la cima institucional habrán logrado consolidarse como jefes políticos también de sus respectivos partidos.

De la Rúa tendrá más espacio para avanzar sobre el liderazgo radical de Alfonsín, y Carlos Alvarez habrá dejado atrás, en el Frepaso, la conducción paralela con Graciela Fernández Meijide.

La reforma laboral fue un proyecto del Presidente implementado por Flamarique, el hombre de más confianza de Alvarez. Ibarra representa en el Frepaso a la línea del vicepresidente, y Cecilia Felgueras es una creación exclusiva de De la Rúa. Sólo ellos, presidente y vicepresidente, son responsables de lo que ha sucedido o pueda suceder.

¿Es posible la victoria en la primera vuelta de los comicios inminentes? La polarización podría haber llegado a su fin. La fórmula de Ibarra y Felgueras no logra superar una muy buena intención de voto del 47 o el 48 por ciento.

Para intentar perforar ese techo, el jefe del gobierno, Enrique Olivera, candidato a legislador, halagado por las encuestas en las mediciones de aceptación popular, se ha sumado a la campaña. ¿Será suficiente? Raro: la Alianza no está llegando al imprescindible 50 por ciento de los votos, pero Cavallo parece haber perdido poco menos de cuatro puntos en los últimos días. Todo eso significa que la segunda vuelta no está descartada, ni mucho menos.

La Alianza dejó de sumar votos de la izquierda (o, más bien, del progresismo independiente), como consecuencia, sobre todo, del voto contra Cuba en las Naciones Unidas.

Pero no fue el voto en sí lo que promovió esa queja -asegura el delarruismo-, sino su divulgación mediante el escándalo público que hicieron algunos de los ministros y dirigentes del propio radicalismo. En rigor, pareció la discusión de un centro de estudiantes y no la de un gobierno.

Si, no obstante, el triunfo anunciado sobre Cavallo fuera aplastante, De la Rúa proyecta hacer algunas cosas que no hizo durante su primer romance con la sociedad.

Le molesta, por ejemplo, la inexplicable quietud de los jueces en los casos de corrupción denunciados ya. Y está trabajando cerca de José Luis Machinea para construir un mensaje económico más moderno y menos radical, según la definición de los que oyen sus confesiones.

Tal vez aspire a modificar la relación entre política y comunicación. O, dicho de otro modo, a que sus famosos spots de televisión tengan una correlación inmediata y tangible con lo que la gente común percibe, cosa que no sucede aún.

Una concepción pura de la imagen no puede reemplazar a la política ni mostrar lo que no hay.

Por Joaquín Morales Solá

La Nación; Domingo 30 de Abril de 2000

http://www.lanacion.com.ar/archivo/nota.asp?nota_id=15040&origen=acumulado&acumulado_id=

7 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Que se supone que demuestra esto Manolo?

que toda experiencia progresista que exista en Argentina va a terminar asi?

incluso las que nazcan del propio peronismo como el Kirchnerismo?

que favor le hizo a los sindicatos y los trabajadores el gran Menem, reconstrctor peronista de la autoridad, castrador del poder militar que tenia como gran merito ser detestado por la izquierda progre?

Anónimo dijo...

soy Pepe el de arriba

O.C. dijo...

Manolo, cuando la jefa esta arriba en las encuestas se encumbra a giles que dan lindo en la foto, son "claveles del aire" y mutantes ideologicos. ¿Se acuerda del mundo pre-125 donde un tarado libreral como Losteau aperecio como Ministro? El recuerdo delarruista es util, con la idea de "fortalecer" la figura presidencial se empiojaba cada vez más la coalición de gobierno. Preocupa la tendencia a cerrarse sobre el propio espacio, justificada con argumentos totalmente endebles. Si se mira la listas el unico criterio que emerge claro es el de ubicar todos los "mano de de yeso" posibles. Evidentemente hubo una relacion muy turbulenta del Gobierno con sus bloques en ambas Camaras en estos años, que es lo unico que explica con cierta racionalidad los perfiles de los nuevos diputados. Es logico que el Partido Camporista defienda con uñas y dientes su futuro grupo parlamentario. Lo llamativo es que no perciban los problemas que implica tanta alegria por sacarse de encima al peronismo. Pocas veces la limpieza etnica es una política exitosa.

Anónimo dijo...

Estaba Metternich debatiendo sobre estratagemas de guerra con Napoleón Bonaparte cuando éste le gritó: «¡Con bayonetas puede hacerse de todo!». A lo que Metternich respondió con frialdad: «Todo señor, menos sentarse encima». Algo similar podria decirse del dedo presidencial.

Anónimo dijo...

meternich se equivoco, O.C. estuvo dale que te dale sentarse encima y asi quedo
preguntale que significan sus iniciales

Anónimo dijo...

La Campora = Los Sushi = La Coordinadora = Yuppies = Neoliberales

No cierren los ojos: son eso.

No justifiquemos lo injustificable. La verdad antes que nada, y luego vemos como estamos de fuerzas.

Cada vez que esta gente tomo el control, el país se fué al joraca, y ellos los primeros en saltar del bote.

"Mercenario" es un término que a estos jóvenes les cabe perfectamente, aunque se presenten como gerentes. Cualquier cosa menos patriotas: bussiness men, o wanna-be (con una ayudita del dedo cósmico, si nó, no llegan...).

Gestores quieren ser, como pretende ser el salame porteño y no lo logra.

Cada vez que esta gente tomo control, el país se jodió y la pagó el ejecutivo. Revisen.

O.C. dijo...

Lo peligroso de todo este cierre es el aprendizaje que implica. En un sentido es la materializacion del gigantesco pagadios que se sospechaba sucederia con la muerte del Flaco. Todos igualados, todos devaluados. Un megadafault político. Un artefacto de explosión retardada. Un aprendizaje es que nada de lo que hiciste sirve para nada, no hay meritos, no hay acumulación (tipico de ciertas psicologias). Otro, es que cooperar no garpa, por lo tanto es de esperar el paso a la neutralidad armada y despues al juego no cooperativo por una mayor proporción de los jugadores. Hay un uso y abuso del juego de la gallina que desgasta a los propios a gran velocidad. Y tal vez el aprendizaje más duro para todos los desilucionados con los cierres sea el de sus propias facturas. Porque tienen que reconocer que ellos fueron parte crucial del encubramiento de la joven nomenklatura. Les abrieron juego, les dieron espacio, se sacaron las fotos, los subieron a los palcos, hicieron todo el chupapijismo necesario para no ser discolos y ahora son victimas de su propio juego. Por eso vengo diciendo que la culpa no es de los nominados. Los nominados la hicieron bien, muy bien y hay que sacarse el sombrero. El error esta en otros lugares. Es más, los mismos nominados en otra lógica de funcionamiento no serian problema. El problema no son las personas sino la lógica profunda del armado. Me hacen acordar al capitulo de Los Tudors en que Enrrique manda a ejecutar a Cromwell, que fue su favorito hasta que le trajo una mina que no sabia garchar y cayo en desgracia.