jueves, 25 de abril de 2013

2015 Abel; Vandor y la territorialización del voto; la Dictadura de la Gordura Moral y su fracaso sistémico.






"La gente quiere ver a su intendente y por eso vota.
Y como quiere verlo, puede votar a otro"
A. T. Vandor.

“Bueno, vayan y ganen”.
J. D. Perón.

Madrid 1962; Framini/Anglada PBA.

Para el Compañero Abel Fernández, en especial, y los Compañeros peronistas de la CABA, en general.

Vandorismo, Sindicalización y Territorialización no son excluyentes sino complementarias.

– ¿Cómo se defiende el que no tiene trabajo o el que trabajando no puede parar dignamente la olla en el Gran Buenos Aires?

–De varias maneras. 

Primero, asociándose con los que viven con él y como él.
El barrio es el gran organizador de las clases populares actualmente.

Hay racimos formidables de organizaciones sociales de toda índole (más o menos estables, más o menos prósperas) que se vertebran alrededor del barrio.

Los piqueteros son los más conocidos, pero hay organizaciones religiosas, musicales, murgas, comedores y sociedades de fomento.

La miseria empuja a la participación, porque para ganarse la vida hay que moverse, hay que estar en organizaciones, ir a los lugares que tienen recursos.

–La debilidad, según usted, no equivale a pasividad ni a falta de dinámica.

–Porque sos débil tenés que moverte, tenés que ser astuto.

Hay una herencia del sindicalismo argentino, que es el enganche entre el Estado y los gremios.

Las organizaciones sociales, territoriales, heredaron ese esquema.

Yo hice largos trabajos de campo en La Matanza y conocí a (Luis) D’Elía en sus comienzos, en 1986.

El decía: “Vamos a pelear por la tierra, pero la tierra debe ir a la cooperativa y la cooperativa transferirlos al barrio, porque ése es el único modo de construir poder popular”.

Eso era lo mismo que hacían los sindicatos.

No se reclamaba institucionalizar los beneficios.

Las organizaciones lograron así poder, pero se encerraron en la búsqueda permanente de recursos.

¿Cuál es el dirigente más exitoso, el más representativo?

Aquel que tiene capacidad de conseguir recursos del Estado.

Los pobres quedan condenados a participar de modo perpetuo.

Lo que se obtiene hoy no sirve para el mes que viene, no es un derecho adquirido.

No es una “conquista”.

Cuando usted obtenía la jubilación, la incorporaba.

Si le dan 100 pesos tiene que reiniciar sus reclamos mañana.

Por eso las clases populares participan más que las clases medias.

“Los pobres están condenados a la participación”
Denis Merklen, entrevista de Mario Wainfeld, 23 de enero de 2006


En nuestros conurbanos la sociedad pobre creció, sobrevivió y se organizó al margen de la tutela y la protección del Estado.

Su lugar fue ocupado por diferentes asociaciones, que traducen el complejo entramado social, y por liderazgos fuertes, de personas que encabezan la acción colectiva y se hacen cargo de las necesidades del conjunto.

Comúnmente se los llama “referentes”.

Por otro lado los partidos políticos se adecuaron a la nueva sociedad, archivaron sus programas, y desarrollaron redes territoriales, con operadores de base: los “punteros”.

Por encima, aparecen las estribaciones locales de un Estado fragmentado.

Ya no podía desarrollar políticas universales, pero era capaz de movilizar sus escasos recursos para acciones focalizadas y en buena medida discrecionales, cuya expresión más conocida son las “obras públicas” y los “planes”.

Referentes y punteros son hoy las piezas clave del proceso de producción del sufragio.

Los punteros que cuentan son los que hablan por el Estado: el concejal, el secretario, el Intendente.

Los referentes, por su parte, hablan por los colectivos que lideran.

Puede ser una familia extensa, un vecindario, un grupo étnico, religioso o deportivo, como en el fútbol.

Entre punteros y referentes circulan bienes y servicios variados: bolsones de comida, ayuda a comedores, una franquicia, una tolerancia policial, un “plan”.

Se trata de un intercambio cotidiano, continuo, que en un momento se expresa políticamente, en la asistencia una marcha, o en una elección.

En el primer caso el colectivo es visible y quiere serlo: desde el transporte hasta las pancartas.

En el comicio, el colectivo negociado -denominado “el paquete”- se disimula, y se traduce en votos singulares, secretos.

Pero reconocibles por el puntero, quien certifica el cumplimiento de los términos del acuerdo.

Es común llamarlo clientelismo.

Es una palabra genérica, pobre y descalificante.

No da cuenta de los matices de una relación compleja, siempre abierta y en proceso, en la que hay también independencia e imprevisibilidad.

Cada persona pertenece simultáneamente a varios colectivos, y su lealtad bascula entre ellos.

Los compromisos políticos son flexibles, graduales y reversibles.

Los intercambios requieren no solo una base material sino también sintonías de forma, tono y trato.

La gente no se entrega ni obedece, sino que “acompaña”.

Manejar todo esto requiere una enorme sabiduría artesanal.

Nada es automático.

Todo es cambiante, y a la vez regular, como en un caleidoscopio.

Al final, se traduce en votos, singulares, cuantificables, acumulativos.

A veces, cambian los gobernantes.

Usualmente los ratifican.

En esta operación, el partido político tradicional desaparece.

Hay funcionarios y punteros.

Todos profesionales.

Compiten entre si, administran recursos del Estado y viven de ellos.

O esperan su turno para hacerlo.

Tampoco existe el Estado, entendido como el lugar del interés general.

Hay en cambio un gobierno, que utiliza recursos estatales para montar esta maquinaria productora de sufragios.

Hay un partido del gobierno, que se nutre del Estado para producir sufragios.

Esta es la democracia que tenemos, tan distinta de la imaginada en 1983.

Pocos ciudadanos.

Poco Estado, Mucho gobierno.

Hay opiniones negativas y positivas sobre esta realidad.

Pero es la única verdad.

La máquina de producir votos.
Luis Alberto Romero.



Capítulo Seis: Gobiernos locales

I. Introducción

Este capítulo investiga la relación entre las opiniones de los ciudadanos acerca de los gobiernos locales (municipales), sus experiencias con la política a nivel local y sus orientaciones individuales hacia la democracia.

¿En qué medida y cómo los ciudadanos del continente se relacionan con sus autoridades locales?

¿Cómo evalúan, favorable o desfavorablemente, estas relaciones?

¿De qué manera las experiencias con la política a nivel local afectan el apoyo de los ciudadanos a la democracia a nivel nacional?
……………

En Argentina, el proceso de municipalización fue menos marcado que en otros países vecinos como Brasil, Bolivia, Colombia y Perú.

Si bien la Constitución reconoce la autonomía municipal, al mismo tiempo confiere a las provincias la autoridad para determinar el contenido de dicha autonomía.

En algunas unidades provinciales los municipios aumentaron sus funciones de gobierno y obtuvieron recursos para desarrollar nuevas actividades.

Pero, en general, esto no ocurrió.

Los datos agregados parecen abonar esta interpretación: el gasto municipal en Argentina apenas asciende al 8% del gasto público nacional, mientras que los recursos tributarios propios de los municipios sólo constituyen el 3,5% de sus ingresos totales.

Esta debilidad financiera debe, sin embargo, ser sopesada respecto del poder que tienen los intendentes en el escenario político local.

En la mayoría de las provincias no existen límites de mandato para los intendentes, quienes pueden presentarse entonces indefinidamente a la reelección.

Un número importante de municipios han sido gobernados por las mismas personas (o familias) durante cuatro, cinco y hasta seis periodos consecutivos.

Esto bien podría indicar que los ejecutivos municipales usan los recursos del aparato estatal para perpetuarse en el poder, o que son gobernantes eficientes oportunamente premiados por los votantes en las urnas, o ambas cosas.

En cualquier caso, los municipios importan en la Argentina actual y por ello es relevante saber cómo los argentinos se relacionan con los gobiernos locales.
………….



V. Conclusión

Este capítulo analizó en términos comparados las experiencias y percepciones de los argentinos respecto de cuatro factores que afectan el funcionamiento del gobierno municipal y la relación que establecen los ciudadanos con las autoridades locales: la participación en reuniones del consejo municipal, la presentación de solicitudes a funcionarios de gobierno, la confianza en las intendencias y la satisfacción con la calidad de los servicios públicos locales.

Además, el capítulo estimó el efecto de dicha satisfacción sobre el apoyo al sistema político argentino.

El estudio de la participación en reuniones municipales indica que, siguiendo la tendencia histórica, los argentinos se involucran muy poco en este tipo de actividades: apenas uno de cada veinte cinco entrevistados, el segundo valor más bajo del continente, declaró haber participado en reuniones organizadas por el consejo municipal durante el último año.

Los ciudadanos que en Argentina tienen una probabilidad significativamente mayor de participar en estas reuniones son quienes elevan peticiones a las autoridades locales, participan frecuentemente en asociaciones comunitarias y trabajaron en la última campaña presidencial para un candidato o partido político.

En cuanto a la presentación de solicitudes, el nivel de involucramiento de los argentinos  también es comparativamente bajo, a pesar de que los entrevistados manifiestan un alto nivel de confianza en sus intendencias y suelen recibir respuestas favorables a sus pedidos por parte de las autoridades.

Según las estimaciones presentadas en este capítulo, la probabilidad de presentar una solicitud es significativamente mayor entre las mujeres, las personas que asisten a reuniones municipales, quienes participan activamente en campañas políticas y residen en áreas rurales, mientras que es significativamente menor entre aquellos que están satisfechos con la calidad en la provisión de los servicios públicos.

El capítulo finalmente analizó el nivel de satisfacción de los argentinos con los servicios públicos locales.

En este sentido, nuestro país se ubica en el segundo lugar en la escala continental detrás de Canadá y muy por encima de otras naciones descentralizadas de América Latina y el Caribe.

Los resultados del análisis de regresión indican, además, que presentar una solicitud a las autoridades del municipio, confiar en los demás, aprobar fuertemente la labor presidencial y residir en ciudades pequeñas afecta positivamente la percepción sobre la calidad de los servicios públicos.

Vale la pena notar, por último, que quienes declaran que los servicios públicos son buenos o muy buenos en promedio manifiestan un mayor nivel de apoyo al sistema político argentino.


Dictadura de la Gordura Moral, con su Mausoleo; vs. el Consorcio del Inquilinato peronista.


Data de la Presidencial de 2003 en la PBA
 





Ahora bien, el 8/11, en términos de brocha gruesa, no hubo clase baja en las calles.

La sociedad argentina está escindida, sigue escindida.

Esa gran masa de la Argentina de la pobreza constituye todavía para el Gobierno nacional su reserva electoral más sólida.

También ahí el mayor problema es de representación: el monopolio de hecho que todo gobierno –nacional o local– ejerce en la representación política de las clases pobres argentinas, que contrasta con la ausencia total de representación de las clases medias y altas.

Los pobres, los del medio y los más ricos en la Argentina de hoy comparten muchas visiones, coinciden en muchas demandas, pero mientras los pobres tienen cómo canalizarlas a través de mecanismos de representación, los del medio y los de arriba sólo tienen voz si salen a la calle.

¡Menudo desafío para quienes aspiran a ser políticos de profesión!

El dilema argentino, por Manuel Mora y Araujo


IV. Determinantes del voto presidencial 2011

Esta sección presenta y discute los resultados obtenidos al estimar la opción electoral de los argentinos en la última elección presidencial de 2011. En esta contienda compitieron siete candidatos.

Para tres de ellos, CFK, Hermes Binner y Ricardo Alfonsín, la encuesta produce un número de observaciones suficientes para ser analizadas con modelos multivariados. El resto de los candidatos, como se mencionó al inicio de este capítulo, fueron incluidos en la categoría de respuesta “otro” a la pregunta VB3.

Por tal motivo, se decidió excluirlos del análisis.

Con el propósito de estimar los determinantes socio-demográficos y actitudinales de las preferencias electorales declaradas por los entrevistados en nuestro país, se construyeron dos modelos logísticos multinominales con idéntica especificación. Estos modelos fueron estimados utilizando como variable dependiente la opción electoral dividida en tres categorías: CFK, Binner y Alfonsín.

Debido a que en este tipo de técnica econométrica las comparaciones entre los perfiles de los votantes se realizan en base a una de las categorías de la variable dependiente que opera como línea de referencia, los modelos fueron estimados con líneas base o de referencia diferentes: Binner y CFK.

De esta manera, se cubren todos los pares posibles de candidatos.

Los modelos incluyen las variables socio-demográficas habituales (color de piel, riqueza, edad, género, educación y tamaño del lugar de residencia), la percepción de corrupción y la percepción de inseguridad,17 haber recibido una oferta a cambio del voto, ser receptor de la AUH, la identificación partidaria dicotomizada, el nivel de apoyo al rol del Estado y los juicios sobre el desempeño de la economía personal y nacional.

La Tabla 5 contiene los resultados del análisis de regresión utilizando la opción Binner como categoría de base o referencia.

La segunda columna muestra entonces las diferencias entre los votantes de CFK y Binner.

La tercera columna hace lo propio entre los votantes de Alfonsín y Binner.

Por un lado, vemos que seis factores son estadísticamente significativos al comparar los entrevistados que dijeron haber votado por CFK versus aquellos que manifestaron haberlo hecho por Binner.

Primero, dejando los otros factores constantes, quienes creen que la corrupción está generalizada son menos propensos a haber votado por la Presidenta.

Segundo, quienes manifiestan simpatía por algún partido político son, en cambio, más propensos a haberlo hecho.

Tercero, en promedio, los ciudadanos que evalúan positivamente la marcha de la economía nacional tienen una mayor propensión a haber votado por CFK.

Finalmente, respecto del perfil socio-demográfico de los votantes de CFK y Binner, se ve que los más ricos, los de mayor edad y los más educados tienen una menor inclinación a haber votado por la primera.

Por otro lado, los resultados para el binomio Alfonsín-Binner indican que sólo dos factores resultan estadísticamente significativos: la percepción de corrupción y la riqueza, siendo los votantes que más intensamente perciben la generalización de prácticas corruptas y los más ricos menos propensos a haber votado por Alfonsín.

Es interesante destacar que ninguna de las variables que potencialmente miden el efecto de la política clientelar (esto es, haber recibido una oferta de un bien material a cambio de su voto y recibir la AUH) explican la probabilidad de haber votado por la Presidenta en las elecciones de 2011.

La Tabla 6 presenta los resultados del modelo logístico multinominal estimado para poder comparar los votantes de Alfonsín y CFK. En este caso, utilizando a CFK como categoría de base o referencia, se observa que la evaluación sobre el desempeño de la economía nacional y el nivel educativo de los encuestados son las únicas variables significativas.

Dejando los otros factores constantes, quienes perciben positivamente el desempeño de la economía nacional tienen una menor propensión a haber votado por Alfonsín, mientras que los más educados muestran una mayor inclinación.

Vale la pena señalar, una vez más, que el clientelismo no explica las diferencias observadas entre los votantes de ambos candidatos.

Más bien parece suceder lo contrario de lo que habitualmente predice la literatura que vincula el clientelismo con el voto a favor del candidato oficialista: si en lugar de un nivel de significancia estadística al 95% se acepta el apenas menos riguroso 96%, en promedio, quienes recibieron una oferta a cambio de su voto son más propensos a haber votado por Alfonsín que por CFK.

Este resultado es consistente con la información descriptiva presentada en el Gráfico 180 de este capítulo.

Los Gráficos 184 a 188 muestran las probabilidades estimadas del voto presidencial a los tres candidatos principales según la percepción de corrupción, la evaluación de la marcha de la economía nacional, la riqueza, la edad y la educación de los entrevistados.

Como se observa claramente, los predictores más importantes del voto a favor de CFK (en relación a Hermes Binner y Ricardo Alfonsín) son la percepción sobre el desempeño de la economía del país y la educación.

Mientras que quienes creen que la economía nacional funciona muy mal tienen una probabilidad cercana al 40% de haber votado a la Presidenta, dicha probabilidad aumenta aproximadamente al 90% entre quienes entienden que la economía funciona muy bien.

En relación a la educación, la probabilidad estimada del voto a CFK decrece del 90% para quienes no tienen ningún tipo de educación a cerca del 50% para aquellos que cursaron 18 años de educación formal.

En cuanto al efecto específico de los otros factores estadísticamente significativos (percepción de corrupción, riqueza y edad) la probabilidad de haber votado a CFK decrece cerca de 10 puntos porcentuales si se toman como referencia los valores más bajos y los más altos del rango de estas variables.

V. Conclusión

En primer lugar, este capítulo examinó algunas de las razones vinculadas con el comportamiento electoral de los argentinos.

La información discutida indica que el contexto electoral constituía un escenario propicio para el triunfo de la Presidenta CFK.

Las percepciones positivas de los argentinos sobre la eficacia del gobierno para manejar la economía y lidiar con cuestiones sociales como la reducción de la pobreza habían aumentado considerablemente respecto de los dos años previos a la elección.

En segundo lugar, se discutieron una serie de factores que pudieron haber inclinado a los ciudadanos a votar por CFK en la elección presidencial de 2011.

Concretamente, junto con los perfiles socio-demográficos de los entrevistados, se exploró el efecto de las percepciones sobre la marcha de la economía personal y nacional, la recepción de política asistencial gubernamental, la exposición a la
“compra-venta” de votos, la percepción y victimización por corrupción y crimen, y el apoyo al rol activo del Estado.

Por último, se estimó el impacto de estos factores sobre las decisiones de voto de los argentinos en la mencionada elección.

Los resultados del análisis estadístico indican que el voto a CFK provino fundamentalmente de los sectores más pobres y menos educados, de quienes se identificaban políticamente con un partido político, y de quienes mejor evaluaban el desempeño de la economía nacional.

Adicionalmente, un dato relevante es que la política clientelar (medida tanto por la recepción de asistencia social gubernamental como por la exposición al ofrecimiento personalizado de bienes materiales por apoyo electoral) no tuvo una incidencia significativa sobre el voto a la Presidenta.

Esto, como se demostró, puede estar vinculado al hecho de que la asignación de la AUH sigue patrones de eficiencia distributiva al tiempo que los simpatizantes del FPV no manifiestan haber estado particularmente expuestos a la compra-venta de votos.


17 En ningún caso las variables que capturan la victimización por corrupción y la victimización por crimen alcanzan significancia estadística, razón por la cual fueron excluirlas del análisis de regresión.




1 comentario:

Abel B. dijo...

Manolo:

Un clásico tuyo. Esta vez, más completo todavía. Y esta observación: "Vandorismo, Sindicalización y Territorialización no son excluyentes sino complementarias" apunta a algo que todavía nadie está desarrollando y que puede ser un camino muy prometedor.

Pero... no responde al problema que me parece el desafío fundamental del peronismo (y no sólo del peronismo).

¿Cuál puede ser el modo de articular esas estructuras - q vos describís desde tu blog desde hace un montón de años, con persistencia y lucidez - con el poder político. Entendido como la capacidad de avanzar en una dirección determinada.

Porque esas estructuras territoriales, y las sindicales también, son de supervivencia. Sirven para proteger de la inclemencia y de las tormentas.

Pero (otra vez "pero") no sirven por sí mismas para construir el mínimo de poder político para aspirar a conducir el conjunto.

Entonces Vandor tiene que elegir entre Perón y Onganía, porque él no podía ser. Y elige mal.

Y las agrupaciones peronistas funcionan con autonomía del menemato, como muestra Levitsky. Pero la política la traza Menem, y Argentina va a la crisis y el desempleo.
No tenían el poder de veto q ejerció la burguesía paulista en Brasil, por ejemplo.

Entendeme: No discuto tu análisis. Es correcto. Pero no da respuestas para lo que falta. O hay una respuesta, que el mismo Perón ya consideraba que era primitiva y temporal: el liderazgo personal.

Un gran abrazo