jueves, 3 de diciembre de 2015

Carrio y la Reducción a la Servidumbre de las chusmas desacatadas, como refundación de la Republica.

"Creo que sólo las clases productivas y prosperas van a sacar a los pobres de la pobreza y este es el compromiso moral de las clases medias argentinas.

Somos nosotros los que tenemos que liberar a los pobres y no ellos liberarse, porque ellos están esclavos del uso político"


Hay Amigos y Compañeros que siguen insistiendo con “enamorar” a los Sectores medios, sin siquiera molestarse por analizar los últimos 32 años; y mucho menos prestar atención a los desagregados de las últimas elecciones.

Están en la misma situación de las progresías radicales, socialistas y de izquierda del 45.

Obnubilados por las propias consignas pequeñoburguesas, que regresan como un bumerán, no toman conciencia que hemos entrado en una fase que implica la Guerra Social.

Declarada por el sacerdocio de la Republica, hijos y nietos de la Libertadora, que expresa el otro yo del Dr. Merengue de esas mismas clases.

Una anomia fronteriza con la esquizofrenia del tradicional “No te quiero pero te necesito”.

En las calles, y no en Twitter, los más fervientes aladies de Cambiemos de principios de este año, ya no quieren hablar de política; prefieren el futbol, el sexo y la Guerra de Siria.

Solo cuando, obligadamente, toca hablar de la situación económica saltan, pero en su agresividad auto justificatoria apestan a pánico.

Y si uno, en lugar de responder airado, les concede que ahora que ganaron solo depende de ellos; en machismos casos el tufo pasa a la angustiosa duda.

“¿Y Uds., no van a hacer nada?” 

En ese “Uds.” y “hacer” esta la trampa de la apuesta electoral; jugar con fuego y que vengan al rescate de sus propias acciones los “apaga incendieos”, a los que querían presos o fusilados.

Cuando se les explica que primero está la defensa de las Conquistas Sociales amenazadas de conculcación derogatoria, ponen sobre la mesa que ellos también SON trabajadores.

“…sabía que tenía que entregar y arriesgar, quedarme sin trabajo y sin obra social, y lo hice confiando en Dios”.

Ese tartufismo explicitado en aplausos y vítores cuando los surten a los otros, pero que se convierte en reclamo aullante de solidaridad cuando les toca a ellas, es una cuestión de la que se debe estar atento para no volver en los errores habituales de la carnudez política.

“Que cada hortelano se dedique a su propio huerto”, consigna ajena que hay que convertir en bumerán.

“Es tu problema, estamos ocupados con los nuestros, que vos y los tuyos nos generaron y/o agravaron por el barretina de ser “superiores”.

Cuando los resolvamos, a nuestra satisfacción, recién nos pondremos a considerar los ajenos”