jueves, 21 de enero de 2016

Macri salto a “cabecear” el adoquín.




Bercovich no es, por suerte pare él, Muntadhar al-Zaidi, ver link de su trayectoria, incluyendo los secuestros en el Irak ocupado.


La principal enseñanza del video es la demostración fisica de lo que denomina metafóricamente “cintura política”; o sea, el “arte de esquivar” argumentos u objetos, imprescindible para cualquiera que desee destacarse políticamente.

Materia en la que, según confesión de @ziberiaI, resulta deficitario el PRO.

Lo que no debiera extrañar a nadie, ya que hace 8 años lo había advertido Jorge Fernández Díaz en un muy citado editorial en La Nación.

El mismo que describe las “pesadillas” del Establishment, verbalizadas por el baqueano en Davos, cuando comience a realizar su trabajo corrosivo el llamado “efecto pobreza”; subproducto toxico del Plan de “Sinceramiento y Estabilización económica”.

“Algunos de estos gerentes de la nueva política duermen con la valija cerrada al lado de la cama.

Están siempre listos para volver al sector privado rumiando una queja:

"Soy demasiado bueno y honesto para la política".

Olvidan que los verdaderos militantes políticos no tienen dónde volver, porque pertenecen, en cuerpo y alma, a la lucha política.

Porque no podrían hacer otra cosa, porque nacieron para eso, porque quemaron las naves.

Un gerente es demasiado cerebral y tiene demasiado "sentido común" para quemarlas.

Un militante se mide no por cómo reacciona ante una victoria, sino por cómo se recupera de las derrotas.

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El peronismo no tiene un puñadito de dirigentes destacados: tiene cien candidatos potables en las gateras, con ganas de comerse la cancha.

No es dogmático y principista: acoge en su seno a hombres ubicados en las antípodas ideológicas, aunque dispuestos, por las buenas o por las malas, a aguardar su turno y a trabajar coordinadamente cuando la tormenta arrecia y cuando el que manda tiene claro el horizonte y buena sintonía con la mayoría electoral.

Casi nadie, por cuestiones del pasado, queda fuera del colectivo, y nadie se rasga las vestiduras por hacerse amigo de un enemigo de antes, o por codearse con un dirigente que piensa el país desde la otra orilla.
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 La guerra peronista hace temblar a los peronistas que detentan el poder, porque saben que del otro lado no hay muchachos testimoniales con la valija armada al lado de la cama, sino políticos con hambre que quieren cambiar la historia.

Sólo se cambia la historia con ese apetito insaciable, con esa pasión que un frío gerente no puede gerenciar.

Tal vez ni siquiera pueda comprender.

La nueva política no puede madurar en manos de los no políticos”.

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