Buenas tardes, Sr. Briggs.
En Valeria van a tener lugar unas elecciones cruciales.
Si los nacionalistas, que controlan a la policía, ganan al Partido Libertad, el país se convertirá en una dictadura terrorista.
Tenemos información de que, para asegurarse la victoria, los nacionalistas han trucado máquinas en el distrito 12, que es vital.
Sr. Briggs, su misión, en caso de que decida aceptarla, será la de evitar esta manipulación para que los resultados reflejen de verdad el voto popular.
El Secretario le ordena que ningún ciudadano de Valeria sea contratado directamente. Y, como siempre, si le matan o apresan a usted o a cualquiera de sus compañeros, el Secretario negará todo conocimiento de sus actos.
Haga con esta grabación lo mismo de siempre.
1.
Los miembros de Misión Imposible, a quienes he definido a menudo como las cloacas del Estado haciendo mío un término popularizado durante la investigación de los españoles GAL, parten en misión demócrata a la revuelta América al sur de los EEUU. No es la primera vez ni será la última, pero en esta ocasión no se trata de derrocar a un dictador bananero (siempre filocomunista) sino de garantizar con malas artes la limpieza de unas elecciones.
El fin justifica los medios.
Guerra sucia a la guerra sucia con el encargo de no mezclar en el tejemaneje a los habitantes de Valeria, la imaginaria nación bautizada con un nombre de origen latino (sana, fuerte, valerosa) que hoy nos suena a top model de impesión y a jamona de Espada y Brujería, pero que tiene una V bien gorda al inicio, como Venezuela, y es que uno no puede dejar de mentar el claro paralelismo en la lucha electoral entre nacionalistas (bolivarianos) y liberales (capitalistas).
Cuarenta años atrás todo seguía igual.
Suponemos que
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Si hay algo bello y hermoso que resalta con luz propia en este irregular episodio es la máquina de votar, aparato vintage con pinta de arcade sin pantalla en el que un par de joysticks definen la democracia al estilo americano, es decir, cosa de dos: o se es un toro de la libertad o un gallo nacionalista (que es como decir terrorista, por cierto). Regresando a la perspectiva española, la maquinaria electoral es algo que nos resulta francamente extraño, pero no debemos olvidar que la tradición americana es muy daba a aplicar tecnología dinámica (es decir, de muelle y palanca) al proceso electoral.
Las primeras máquinas de votar datan del mediados del siglo XIX.
Ahora el tema vuelve a estar de moda ante la posibilidad del voto electrónico, es decir, acelerar la democracia por las autopistas de la información aplicando en las nuevas tecnologías, un tema que suele generar todo tipo de desconfianza y que podemos considerar como una de las escasas excepciones a la fe ciega en la ciencia (y la tecnología) que conforman, como una nueva religión, nuestro pensamiento moderno.
Es curioso: en términos electorales nos fiamos más de un tipo contando votos que de una máquina que hace ping, y este episodio lo deja bien claro: la democracia valeriana pende de dos mil votos… trucados mecánicamente.
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Fuente Elitetelevisión, hacer clic.
Recomendable para todos aquellos que amen la series clásicas de TV.