El optio era en
Podía ser designado por este, o ser elegido por sus compañeros; valorándose su valor, destreza militar y dotes de mando.
Aspiraba a ser nombrado centurión, y cuando había alcanzado la cualificación suficiente recibía el título de optio ad spem ordinis.
En el campo de batalla, el centurión se situaba en el extremo derecho de la primera fila de hombres de su unidad, junto al signifer, (abanderado, tesorero y aspirante a optio); mientras que el optio se situaba en la retaguardia, para evitar, si era necesario, la desbandada de las tropas, y garantizar los relevos entre líneas típicos del orden cerrado utilizado por el ejército romano.
Los speculatores, eran los legionarios encargados de la exploración, inteligencia militar, guardias, y servicios profesionales; todos ellos eran aspirantes a signífer y optios.
Militante, Cuadro, Responsable; son conceptos militares, religiosos y políticos heredados del Ejercito Ciudadano por excelencia.
Optio, del verbo Optare; recuerden que podían ser elegidos por sus propios compañeros, es un Cuadro, con una trayectoria militante, con derecho a aspirar a ser Responsable.
Son una línea de mando lista para hacerse cargo a la menor oportunidad.
En los últimos años, la blogosfera nos ha dado a los Compañeros J(ovatos) P(eronistas) un ramillete de brillantes Cuadros, con merecido derecho a aspirar a las Responsabilidades mayores.
Luciano, de Desierto de Ideas es uno de ellos, junto a Exequiel, Conurbanos, el Emo, etc., etc.
Como viene marcando Abel, se nos cae la baba de emoción, cada vez que leemos uno de sus post.
Con el filoso bisturí del análisis, no le tiembla la mano para viseccionar su propia historia de militancia, para marcar errores a ser evitados por los que aun no comenzaron.
A los 32 años cumple funciones que los viejos olvidamos, por la urgencia de las coyunturas, o rencores mal digeridos de hace 20, 30 o 40 años.
Nos olvidamos de la máxima del padre Rabino de Yentl, “seguir el Torá (Doctrina) es importante, pero sin niños que la amen y aprendan,
Por eso para todo buen Rabi los niños son mas importantes que el estricto cumplimiento de los ritos”.
Compañeros generacionales; sobrevivimos a todo lo imaginable, incluyendo el sentido común hegemónico, los últimos 65 años.
No hay Socialismo realmente existente, las Socialdemocracias se debaten en la agonía de haber sido la cara humana del neoliberalismo, el Pensamiento único Tatcheriano y Reganiano es repudiado hasta por The Economist; los Conservatives yanquis acusan a los Liberals de ¡peronianos!
La anomalía sigue tan vigente, a pesar de nuestros propios horrores, que Chiche Duhalde y el Momo Venegas tiraron por la ventana al Niño Mauricio; para consternación de
“La sociedad menemizada (y por lo tanto, la más compleja de abordar políticamente para decodificar sus intereses) es la que votó en masa a Kirchner, y esta sociedad kirchnerizada votará (esperemos) a un peronista de derecha dentro de dos años: el humus social será en ese tiempo muy otro, porque el kirchnerismo habrá sedimentado muchas más capas del suelo democrático.
El kirchnerismo ya es rehén de su relato sembrado en años hegemónicos: por eso se habla de la pobreza, por eso todos tienen su proyectito de ingreso universal en las gateras, por eso se tuvo que frenar el aumento de tarifas. Y está bien (¿cómo había dicho Duhalde después de 2001?: “con la gente ya no se jode”, algo así), Kirchner lo hizo.
Desde el 28J y durante estos dos años se verá la zona menos florida del valle de la vendimia kirchnerista: un 30% de pobres para quiénes la retórica dorada del pleno empleo y la movilidad social ascendente es una lejanía palpable. Se trataría de comprender en qué medida, como dice Ezequiel, la sociedad del trabajo no asoma en las perspectivas inmediatas de muchas familias del núcleo duro.
Cuando en el 2002 yo tenía que asignar los Planes Jefes y Jefas de Hogar, las madres solas aparecían a la cabeza. No podían ir a laburar. No estaban en condiciones materiales ni espirituales para hacerlo. El otro núcleo eran los adolescentes y jóvenes sin escolaridad y a la deriva, para quiénes la factibilidad de la vida laboral era una quimera.
Con el kirchnerismo, una porción de ese núcleo pudo experimentar la volatilidad del trabajo en negro, pero no mucho más. Estamos lejos de aceptar (como sociedad) una ciudadanía social: ¿Quién se hace cargo de la imposibilidad material de acceder al empleo?, ésa es la pregunta que uno se hace cuando sale de una villa del conurbano, y que Cristina elude hacerse cuando habla (desde lo teórico, de manera correcta) de igualdad de oportunidades como un velado eufemismo que no hace más que confirmar aquello que decíamos hace algunos meses: los costosos límites autoimpuestos por el kirchnerismo para desarrollar su política social. La web del Ministerio de Desarrollo Social solía tener la típica frase insignia, bien pelotuda, bien FLACSO, “la asistencia social no debe ser clientelismo”. Una sobredosis progre en el área menos indicada. Ya lo sabíamos: los Kirchner siempre dijeron que la mejor política social es el trabajo, y lo que la coyuntura hace es tan sólo constatar los límites de una concepción, traduciéndola en costo político.
El gobierno debería asimilar la crítica de la pobreza: en una repasada panorámica de las argumentaciones que exhiben las espadas kirchneristas en los últimos días (Depetri, Cabandié, son algunos que me vienen a la memoria ahora), las enunciaciones se reducen a enumerar el pasado reciente: los cuatro millones de puestos de empleo y los dos millones de nuevos jubilados parecerían obrar como límite, y como sorda respuesta hacia el futuro; los que no votaron a Kirchner en junio, querían saber, quieren saber que va a pasar de aquí en adelante, no recordar la obra que ya habían votado. Alegar “falta de memoria” popular es pereza política, o paternalismo iluminado. Y el kirchnerismo está empastado en eso, en no hablar del futuro: se sabía que al final del túnel, cuando las cosas hubieran mejorado, el tema de la pobreza se sentaría en primera fila para acechar el viejo dilema kirchnerista.
Sería conveniente también no caer en una guerra de porcentajes con la que sólo puede entusiasmarse una oposición que después de ganar una elección se deshace en grotescas incapacidades (hasta los periodistas políticos con menos luces se cansan de tirar letra): cuando
Hablar del futuro, porque dos años es mucho tiempo. No indignarse, aun cuando quiénes se escandalicen por la pobreza sean tipos como Biolcatti, que hacen de la impostura una costumbre. Yo no pondría en esa bolsa a
Dos años para hacer política social, y que el subsidio entre a través de las madres, de las mujeres. Y por otro lado, hacer la épica de nuestros tiempos: el blanqueo laboral. En este aspecto todavía estamos en aquella fase de la educación menemista: la burocracia estatal se preparó para constituir ejércitos de inspectores de AFIP o ARBA. Todavía no se naturalizó que el otro ejército de inspectores, el que falta, es el del Ministerio de Trabajo”.
Con estos textos deslumbrantes, los Jovatos Peronistas protectores de
Es su Derecho, por que es SU TIEMPO; los setenta, ochenta y noventa al Club de Jubilados, hasta que al ultimo de nosotros nos toque recitar a Sui Generis.