Pasado mañana “nadaremos” en shale gas, el problema es mañana; cuando
los japoneses, con carretillas de dólares y euros, salgan a disputar TU metro cúbico
para el equipo de GNC.
Un 4 ruedas de clase media no puede competir con 50 centrales nucleares
cerradas.
Japón se quedó hoy con solo dos de sus 54 reactores
nucleares al detener el que le quedaba en la populosa región de Kansai
(centro), lo que incrementa la presión para definir el futuro energético del
país, que gasta cada vez más en importar recursos fósiles.
Tras el accidente en la
central de Fukushima Japón ha optado por no reactivar ninguno de los reactores
detenidos por inspecciones regulares, ante la firme oposición de las
administraciones locales y la necesidad de aplicar nuevos mecanismos de
seguridad.
Al país solo le quedan dos
reactores operativos tras parar hoy la unidad 3 de la central de Takahama, pero
ambos deberán ser detenidos antes de finales de abril para ser sometidos a un
revisión rutinaria, por lo que previsiblemente la tercera economía del mundo
tendrá todo su parque nuclear apagado para primavera.
La última desconexión añade
una presión extra al Gobierno nipón para que trace el nuevo modelo energético
del Japón pos-Fukushima ya que la región de Kansai, a la que la suministraba electricidad
la central de Takahama, era la más dependiente de la fisión atómica en todo
Japón.
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Por eso, el Gobierno ya ha lanzado una campaña para que los
habitantes de Kansai consuman un 10 por ciento menos que en 2011, mientras el
ministro de Industria, Yukio Edano, ha asegurado que intentará evitar cortes en
el suministro este año.
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Mantener el actual nivel de consumo eléctrico sin energía
atómica ha supuesto a la economía nipona una pesada carga, que además se ha
reflejado en una subida de los precios de los combustibles que amenaza con
incrementarse aún más cuando se paren los dos reactores aún operativos.
Para paliar la escasez nuclear
las eléctricas no han tenido más remedio que aumentar el ritmo de sus plantas
de generación térmica y ello ha supuesto un fuerte incremento de las
importaciones de hidrocarburos, dado que Japón es un país con una enorme
dependencia energética del exterior y escasas fuentes renovables.
Según datos oficiales, en
enero las importaciones de gas natural licuado aumentaron un 74,3 por ciento
interanual, mientras que las de carbón escalaron un 26,5 por ciento y las de
petróleo un 12,7 por ciento.
Ello resultó en un fuerte
aumento del monto total de importaciones y contribuyó a que Japón, una de las
mayores potencias exportadoras del mundo, registrara en el primer mes de 2012
su mayor déficit comercial en los últimos 33 años.
Los expertos consideran que la
balanza comercial, soporte básico del PIB nipón, se deteriorará aún más en los
meses venideros, mientras el Gobierno trata de explorar nuevas fórmulas para el
suministro y de convencer a las localidades que acogen centrales nucleares de
que acepten la reactivación de reactores.
El mercado global de gas natural está siendo transformado
por Japón, que optó por depender menos de la energía nuclear luego del
terremoto del año pasado.
Japón produce menos de 4% del
gas que consume y debe importar el resto por barco, un proceso complicado y
costoso.
En Canadá y Estados Unidos
surgen los primeros indicios de proyectos destinados a vender el gas natural
recién descubierto a Japón y otras partes de Asia.
A mediados de enero, en Australia, la japonesa Index Corp. y
la francesa Total SA dieron luz verde a un plan de US$34.000 millones para
desarrollar uno de los mayores yacimientos ultramarinos del mundo. Empresas
japonesas están comprando los derechos de gas natural en Mozambique con miras a
exportarlo a Japón.
"El ambiente que rodea al
sector de la energía ha cambiado de manera drástica desde el 11 de marzo",
afirma Tsuyoshi Okamoto, presidente de Tokyo Gas Co., la mayor empresa japonesa
de servicios de gas.
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Las eléctricas japonesas aumentaron las importaciones de gas
natural en unos US$7.500 millones en los últimos tres trimestres de 2011. Tales
importaciones, junto con los cierres de industrias derivados del terremoto,
provocaron el primer déficit comercial de Japón en más de tres décadas.
El lunes, las empresas de
servicios públicos de Japón informaron que recibieron 5,19 millones de
toneladas de gas natural licuado en enero, un alza interanual de 39%.
El caso de Japón no es aislado. Países de Europa y Asia
buscan ampliar sus importaciones de gas, en algunos casos debido a un
distanciamiento de la energía nuclear.
Alemania, que prometió cerrar
sus plantas nucleares para 2022, inauguró en noviembre un gasoducto proveniente
de Rusia.
En Gran Bretaña, donde los
planes de expansión nuclear han perdido bríos después del accidente de
Fukushima, BG Group PLC firmó un contrato para importar gas natural de EE.UU. y
las compañías buscan nuevos suministros.
La creciente demanda de gas
natural en el mundo coincide con una transformación del mercado estadounidense
para el combustible, gracias al desbloqueo del gas en formaciones de esquisto.
El gobierno espera que EE.UU. se convierta en los próximos años en un
exportador neto de gas.
Los exportadores pueden
beneficiarse de una enorme diferencia de precios. En EE.UU., el gas natural
cuesta alrededor de US$2,5 por millón de unidades térmicas británicas (BTU),
mientras que el precio en Japón es de unos US$16 por la misma cantidad.
Pero exportar gas natural no
es un proceso barato. Las empresas deben enfriar el combustible y licuarlo,
para luego transportarlo en buques petroleros a través del océano. Una vez en
su destino se reconvierte a gas natural.
Antes del terremoto, Japón ya
era el mayor importador de gas natural licuado del mundo.
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Aunque se trata de un combustible fósil que contribuye al
efecto invernadero, los usuarios japoneses consideran que el gas natural es más
limpio que el carbón, más barato que el petróleo y más fácil de obtener que la
energía solar o eólica.
Las decisiones de Japón
tendrán seguramente repercusiones geopolíticas.
Las relaciones con Corea del
Sur, por ejemplo, se han entibiado, en parte debido a que los países comparten
el interés en la búsqueda de precios más bajos de gas natural licuado.
Los actuales proveedores de
Japón, en especial Qatar y Australia, pueden entregar más gas natural, pero
acuerdos de larga data han llevado a que Japón pague un precio vinculado al del
petróleo, que en el último tiempo se ha disparado.
Ahora, el declive de la energía
nuclear ha planteado la urgencia de encontrar un combustible más barato.