lunes, 25 de junio de 2012

La Charlotte, sin las neuronas ni las pelotas de Luquitas.





El ambiente es tan denso, que a pesar de las indirectas, nadie se anima a dar un paso al frente ofreciendo una “espontánea”; motorizadas por el entusiasmo.

Y no estamos hablando del mismo miércoles, sino 24 o 48 horas después, y no digamos nada de las montadas en base a logística.

Las dirigencias deben repartir su tiempo entre los focos y las cámaras; y las explicaciones a las propias bases de lo que quisieron decir.

El lanatismo explicito, a la que son tan afectos los incontinentes verbales, tiene limites objetivos, que todos hemos padecido.

El problema de fondo, mas allá de las cuestiones que actuaron de gatillo; es que el Estado, y sus archipiélagos burocráticos, tienen limitaciones que ningún Relato puede suplantar.

La sensación de Déjà vu es inocultable, ver video; desde ya el error es de la Administración, sus comunicadores siguen actuando mas como Izquierda Opositora de los 90; que como un Oficialismo hecho y derecho.

Explicando que se trata de circunstancias externas ajenas a su Control; y que solo pueden ofrecer mitigar los costos, mientras se surfea la Crisis. 

Que AUN no llego, pero va a llegar.

Resumiendo, sobran los champagne shower a la Ibiza; y faltan Neuronas, para encontrar la vuelta, y Pelotas para explicarlo mientras se lleva a cabo.





PD más obvias no pueden ser las referencias del video.

Vanidad...




"Escribir libros es una tarea sin fin", dijo el Predicador.  

… y Cumbia Insurreccional.


Gorilas en la arena.







El periodista es uno que dice que sabe.

Yo, hoy, soy un pasante o un paseante o un pasado que está en el medio del medio de las cosas y no se entera de un bonete.

Cuando quiero saber, me meto en internet y leo las noticias.

Saber es que te cuente otro: uno que dice que sí sabe –y que, para saber, habla con generales y visires, colegas y empresarios, gente de posibles.

………….

La manifestación es, más bien, el eterno retorno de lo que está dormido.

…………

Pero esto no es una manifestación; es un espacio –donde mucho pasa al mismo tiempo.

Hay actos aquí y allá, con oradores y consignas muy variadas; hay personas que duermen, personas que rezan o leen el Corán, personas que discuten, personas que compran un pantalón o un patito de plástico, personas que los venden, personas que se preguntan e incluso se contestan, personas que bailan, personas que comen o que beben.

No hay alcohol porque la mayoría es musulmana, hay cierto orden, hay el calor estrepitoso, hay mucha mugre, hay miles que caminan sin parar.

En realidad, muy pocos están quietos: evolucionan, mueven.

……………..

Hay –creo que hay– alguna forma del arrojo.

Hay la resolución.

Hay hombres grandes.

……………

Aquí en Egipto, dicen, hace poco menos de cuatro mil años, una revolución popular pidió la vida eterna para todos –y no sólo para reyes y un par de sacerdotes.

Es probable que, entonces, ni siquiera le dijeran revolución sino alguna otra cosa: revelación, invento.

Después vinieron las revoluciones.

Pero algunas palabras se degradan: aquí solo fue el final del régimen de un militar, Mubarak, sin cambiar mucho más.

De hecho, un año y medio después, en esta plaza, el poder se juega entre los comilitones de Mubarak y sus Hermanos Musulmanes.

O eso dicen, por lo menos, los que saben.

……………


Las canciones no son largas ni tienen buena música.

Son, más bien, frases sucintas concentradas, viejo canto tribal donde uno dice y los otros, sin perder el ritmo, le contestan.

Pero hay algo en el idioma de los árabes que les da una fuerza que hacía mucho tiempo no escuchaba.

No hay juego; ofensa pura.

No hay mejor ataque que un buen ataque –decía el general, que siempre hablaba en general, porque sabía.

……………

Y yo peleo contra mi natural tendencia –¿mi natural tendencia?– a pensar que mucha gente en la calle ardiendo decidida siempre es bueno, cuando los veo arrodillarse y golpear las cabezas contra el suelo: hombres orando, miles de hombres orando, humillándose al dios y al fondo, afuera, sus mujeres –de negro hasta las bolas.

……………..

Pero limpitos.

Para quebrarse a un dios es necesario estar limpito: la pureza –la aspiración inútil– es homenaje que un hombre le hace a aquello que no entiende.

La revuelta, a lo que entiende demasiado.

Una revuelta
Por: Martín Caparrós



El último capítulo escrito del drama que vive Egipto desde hace un año y medio establece que los sacerdotes y los soldados tendrán que repartirse los muchos poderes que detentaba el ahora agonizante faraón.

Pero hay bastantes razones para apostar a que no será el definitivo.

Es difícil imaginar que los islamistas y los militares del valle del Nilo terminen encontrando un acomodo semejante al que han alcanzado, no sin muchos golpes bajos, sus semejantes de Turquía.

Entretanto, lo único claro es quiénes son los perdedores hasta el momento: los miles de egipcios que desencadenaron la protesta del 25 de enero de 2011 que, menos de tres semanas después, terminaría con la caída de Mubarak.

Aquellos jóvenes, a los que pronto se les sumaron muchos compatriotas de todas las edades y condiciones sociales, pretendían sacar a su país de la angustiosa necesidad de tener que escoger entre los militares y los islamistas.

Soñaban con una democracia en la que los soldados se ocuparan tan solo de la defensa nacional, siempre a las órdenes del poder civil, y en la que todas las religiones y las visiones políticas pudieran expresarse libremente, sin que ninguna le fuera impuesta al conjunto de la ciudadanía.

Un año y medio después, al hacerse oficial que Mohamed Morsi, el candidato de los Hermanos Musulmanes, ha ganado las primeras presidenciales egipcias libres, aquellos pioneros de Tahrir están profundamente desencantados.

Su país, el más poblado del mundo árabe, comienza una cohabitación que se promete durísima entre aquello que ellos pretendían evitar: la fe y la espada.

La Junta Militar que, desde la caída de Mubarak, ejerce el poder ejecutivo en Egipto, ha tardado en proclamar, a través de sus voceros institucionales, la victoria de Morsi.

Es evidente que se lo ha pensado, le hubiera gustado más poder declarar ganador al candidato mubarakista Shafiq.

Pero un pucherazo semejante habría sido aún más escandaloso que la anulación por parte de los militares de las elecciones argelinas de 1992 (aquellas que dieron la victoria a los islamistas del FIS), y tal vez hubiera conducido a Egipto a un resultado semejante: una guerra civil más o menos soterrada y, en cualquier caso, larga, sangrienta y de consecuencias imprevisibles.

La Junta ha optado, pues, por aceptar el triunfo de la cofradía en las presidenciales y prepararse para la cohabitación.

……………

En las últimas semanas, los militares han ido apretándole preventivamente las tuercas al sucesor de Mubarak en la jefatura del Estado.

Amén de su potencia de fuego, en el sentido literal de la palabra, y de su influencia en todos los niveles de la administración del Estado, la Junta Militar cuenta con el poder legislativo, que se ha reservado tras la disolución del Parlamento, y con la capacidad para redactar la futura Constitución.

También han recortado las competencias del nuevo presidente.

En cuanto a Morsi y los suyos, no pueden ahora romper la baraja y echarse al monte.

Eso, para empezar, no está en la tradición de los Hermanos Musulmanes, y, además, supondría un terrible deterioro de credibilidad y legitimidad entre sus propios partidarios.

A los Hermanos Musulmanes les toca ahora gobernar, aunque sea con las manos atadas y con un fusil apuntándoles a la nuca.

Permanezcan atentos a sus pantallas.


El sacerdote y el soldado compartirán el poder del faraón.
JAVIER VALENZUELA


Mohamed Morsi era el segundón, pero ha acabado siendo el primer presidente elegido libremente de la historia de Egipto.

Llegó a la carrera presidencial de rebote, solo después de que descalificaran al verdadero hombre fuerte de los Hermanos Musulmanes, Jairat Shater, lo que le ha costado en Egipto el apodo de “la rueda de repuesto”.

Morsi se encontró de repente en primera línea, embarcado en una aventura política descomunal.

Para la mayoría de los egipcios es simplemente un gran desconocido.

Dicen los que le conocen que no tiene carisma ninguno.

Por televisión transmite una imagen de rigidez muy poco atractiva.

Pero da igual, porque aquí lo que cuenta es la organización y no el individuo.

No ha ganado Morsi, han ganado los Hermanos Musulmanes, la organización islamista fundada en 1928, que aspira a refundar y “civilizar” Egipto con su programa –Renacer- en la mano.

Llevar a la práctica el eslogan de la Hermandad, “el islam es la solución”, es el cometido de Morsi.

Como explicaba recientemente una analista en El Cairo, si la Hermandad hubiera elegido a Bugs Bunny como candidato, probablemente también triunfaría.

Su escaso tirón sembró incluso de dudas sobre el paso de Morsi a la segunda vuelta de las presidenciales celebradas hace una semana.

Pero pasó, disipando cualquier duda acerca de la fortaleza de la Hermandad.
…………….

En el año 2000, en tiempos del dictador Hosni Mubarak, cuando los Hermanos vivían en la semiclandestinidad y no podían participar como formación política en los comicios, fue elegido Parlamentario independiente.

Fue también portavoz de la Hermandad.

Y en 2011, cuando al revolución de la plaza Tahrir logró tumbar al eterno dictador, se convirtió en el presidente del partido de la Justicia y la Libertad, el brazo político de la Hermandad.

Los analistas le consideran un moderado entre los conservadores, pero en ningún caso un reformista.

Representa el ala semidura en una organización de limitada democracia interna.

Durante la campaña no se ha cansado de repetir que gobernará para todos los egipcios, no solo para los islamistas.

Su discurso sin embargo no ha convencido a los sectores más laicos y mucho menos a los ocho millones de cristianos de Egipto.

………………

Sus supuestas dotes negociadoras van a resultarle tremendamente útiles en su nuevo trabajo.

No solo va a tener que convencer a la legión de detractores que acumula y que piensan que con él se abre una etapa de oscurantismo en Egipto.

Sobre todo va a tener que luchar contra el ansia de poder de los militares que se resisten a ceder el poder al rais elegido en libertad.

Como escribía ayer un periódico egipcio, el nuevo presidente nace corto de poder, pero sobrado de gloria.

Morsi, un gran desconocido aupado por la consigna “el islam es la solución”
El nuevo presidente de Egipto es un hombre del aparato, sin carisma pero con dotes negociadoras
ANA CARBAJOSA