“Yo no estaba interesado en la brujería cuando llegué a Zandelandia,
pero los Azande sí lo estaban; luego, tuve que dejarme guiar por ellos”
“I had no interest in
witchcraft when I went to Zandeland, but the Azande
had; so I had to let
myself be guided by them” (Evans-Pritchard, 1973, p. 2).
-Te lo explico.
Yo paso casi todo el tiempo en el
campito.
Para ubicarme, siempre miré las ellas.
Jamás necesité otra cosa.
No hay como el cielo para que el
hombre sepa en qué lugar tierra tiene los pies.
Pero ahora este método ya no sirve
más, porque las constelaciones se están desfigurando, por cuestiones políticas.
- No entiendo.
-Lo que pasa es que en los últimos
tiempos el cielo se llenó de satélites.
Los usan para espiar los barrios
secretos que mandó a construir Evita en La Matanza.
Juan Diego Incardona, El campito
(2009, pp. 27-28)
7- Germán Pérez (2009) analiza el “quilombo” como central en
la forma en que los argentinos pensamos “el 2001” , y nos relacionamos con
la política.
Pero si para
otros el “quilombo”
se condensa en
un momento puntual (especialmente el 19 y 20 de
diciembre de 2001), para José el “quilombo” en La Matanza no sólo comprende
el mes crítico (cuando se produjeron saqueos en las zonas aledañas a Villa
Torres) sino que se prolonga antes y después
de 2001, desde el corte de ruta mencionado hasta 2003.
8- Claudia Hilb plantea la importancia del miedo como
principio de acción específico de la política contemporánea:
“Situándome laxamente en el contorno de un planteo à la Montesquieu , quiero
proponer aquí que el temor puede ser pensado en tanto principio de acción no ya
como temor al déspota, a quien representa la voluntad de des-orden, de i-legalidad,
de arbitrariedad, sino que puede ser pensado de manera no-hobbesiana como temor
a la ausencia de orden en tanto tal, como temor a la pérdida del orden”
(2001, p. 447, subrayado en el original).
“Pero Cobos no es un compañero”, contesta él.
“Vos también decís por Solá, ¿no?”, agrega.
Y continúa:
“Con el campo hubo muchos errores; de no ver
el problema, porque el campo ya no es como era antes.
Ahora muchos chicos arriendan los campos,
ya no producen.
Solá podía manejar ese tema pero lo rebajaron,
porque él era gobernador y lo pusieron de primer diputado…
Es lo mismo que con Balestrini.
A él también lo rebajaron: pasar de presidente
de la cámara a vicegobernador…
Él estaba para más.
Pero lo que tiene es que él se lo toma de otra
manera”.
Me cuenta que estuvo en Quilmes con
la gente de Luna, con Karaman, hablando de todos estos temas.
Que va porque les está organizando
la reunión con Pisoni, ésa que me comentó.
Asiento.
Que ahora van a tener que trabajar
a full.
Encima justo empezó la escuela.
Espera no tener que dejar.
Pero ya ve que van a estar
corriendo de nuevo.
Se sonríe.
(Registro del 13 de marzo de 2009).
¿Sorpresa? ¿Para
quién?
En definitiva, el 28 de junio de 2009 fue un día largo de
trabajo para ellos.
Pero ¿se trataba de cumplir con la tarea o había algo en
juego?
Los pronósticos hechos durante el acto en el Mercado Central
cuando pregunté por la cantidad de gente presente (y las inquietudes expresadas
unos meses antes por Andy); las caras, los comentarios y los llamados al
cerrar el comicio… enseñaban que los significados de las elecciones no se reducían al
trabajo realizado (y mostrado).
El momento era vivido
emocionalmente, y los
resultados electorales despertaban preocupación.
Pero la respuesta difería de la de
los analistas políticos
académicos o militantes (y la
mía).
Entonces las acciones de mis anfitriones no apuntaron a
precisar las falencias de la estrategia (ni a buscar al traidor).
Tampoco las dudas sobre el presente se estructuraban a
partir de una imagen nostálgica del
pasado, pretendiendo mirar a las
estrellas para encontrar el rumbo
(como el buscavidas citado en el epígrafe).
Más aún, mis anfitriones diferían de la
imagen clásica de las redes políticas
asociadas a las
políticas públicas focalizadas
durante los ’90.
Entonces,
Auyero (2001) mostraba cómo las mujeres
inmersas en una red “clientelista”
local representaban la
performance de Evita en sus
presentaciones públicas, mientras Semán
(2006) describía cómo una pastora levantó un templo en donde previamente había
alzado una unidad básica, descontenta porque “antes daban más”.
En estas etnografías, el recuerdo del peronismo como
estructura del sentir y su actualización como red política barrial asociada a
los programas estatales resultaba el eje para comprender cómo unos y otros vivían
la política.
En Villa Torres, en cambio, el pasado no ayudaba a
comprender ni a quienes habían trabajado el día de las elecciones ni a quien no
era peronista pero estaba preocupado por los resultados.
No era hacia el mundo
feliz de un pasado idealizado que
se orientaban las inquietudes sino hacia la urbanización presente (y los futuros
posibles asociados a ella).
La urbanización hablaba de la “suerte” de estos “villeros”…
En lugar de guiarse por estrellas
(monstruos y nostalgias), como
en la novela de
Incardona, ellos vivían esperanzas muy actuales, con
realismo (y algunos también con ironía).
En octubre, volví a visitar al señor que no había ido al
cierre de campaña.
Me contó que todavía estaba esperando que le hicieran su
casa nueva.
En marzo, habíamos bromeado con que para esta época del año,
ya estaríamos tomando mate en su
balcón, o sentados en los sillones que compraría para esa casa…
Pero en octubre seguía esperando.
Recordé mi registro
del 28 de junio.
También nosotros habíamos esperado: primero, en la
escuela; después, en el
subcomando; por último,
cada uno en su casa.
Para mí, se trataba de entender el resultado
de las elecciones
en Torres.
Para ellos, en
cambio, la cuestión
central era saber
cómo continuar.
Para entender las
elecciones desde Villa
Torres, tuve que
comprender la espera
como contracara del trabajo en la urbanización.
Porque las elecciones no se dirimían en Villa Torres, pero
sus resultados eran considerados importantes para la urbanización… y para la vida en Torres.
Trabajar, mostrarlo,
esperar y analizar para actuar de la mejor manera posible…
Para salir de la sorpresa, no se trataba tanto de estilizar
un “votante mediano”.
Tampoco se trataba de barajar la
lealtad o el
poder de los
intendentes, u otros
actores relevantes.
O combinar entre mediatización y territorialización de
la política.
Estas explicaciones a posteriori, vistas desde la etnografía
en Villa Torres,
omitían lo central.
Ante una derrota
anticipada, lo importante
era trabajar bien
y esperar… hasta entender cómo hacer la próxima jugada.
¿Estás nervioso? Las
elecciones desde una villa del Gran Buenos Aires.
María Cecilia Ferraudi Curto; hacer
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Continuara.