“Los
caudillos mantenían el Partido Conservador y juntaban los votos para una élite intelectual que residía en Buenos Aires, desde
donde dirigía la agrupación y acaparaba las bancas en el Congreso, dejando
los cargos en la Legislatura provincial para los dirigentes de las secciones
electorales.”
HARDOY,
Emilio: Qué son los conservadores en la Argentina, Sudamericana, Buenos Aires, 1983, p. 17
Formación
y crisis de una elite dirigente en el peronismo bonaerense, 1946-1951.*
Oscar
H. Aelo
Todos
desearíamos que fuera sí, pero en la práctica sucede que nuestra teoría ha
galopado kilómetros delante de la realidad.
Cuando
eso ocurre, la vanguardia corre el riesgo de convertirse en patrulla perdida.
…las
contradicciones masas-aparato, interior-Buenos Aires, etc.,…
Aún
esas antinomias, si se toman como subordinantes y no como subordinadas"
encierran peligros considerables, y el
mayor de ellos es omitir la singularidad de la configuración geográfica,
histórica y social argentina, que es su núcleo urbano de 12 millones de
habitantes y 60% de la población obrera, de la que necesariamente -a mi juicio-
debe brotar también la singularidad de nuestro proceso revolucionario.
Hecho
que por ahora apuntamos sin perjuicio de intentar desarrollarlo por separado.
La
organización para la resistencia difiere en aspectos sustanciales de la
organización para la guerra.
Esta
última es centralizada, homogeneizada a través del funcionamiento partidario y
dependiente de un aparato especializado.
La
organización de la resistencia se basa en grupos reducidos e independientes
cuyo nexo principal es la unidad por la doctrina (a expensas de la unidad
funcional) y que en función de una gran autonomía táctica rescata hasta cierto
punto la "inteligencia" del cuadro individual.
Énfasis
sobre "los millares de pequeñas victorias" más que sobre las
operaciones espectaculares en que se fundamentan las grandes represalias.
Rodolfo
Walsh