La lucha
feminista global avanza a distintas velocidades y con diferentes modalidades.
España está
claramente a la vanguardia en esta materia, con su convocatoria de huelga y
manifestaciones que se prevén masivas la tarde del viernes en muchas ciudades.
En
Argentina, donde el movimiento feminista ha cobrado fuerza durante una larga la
lucha por la reforma de la legislación sobre el aborto, también se prevén
multitudinarias protestas callejeras.
En otros
países, sin embargo, las reivindicaciones de los derechos de la mujer en el 8
de marzo han adquirido tintes de menor intensidad, con concentraciones o gestos
simbólicos más que luchas masivas.
En algunos
casos, como Italia, se nota un incremento de la movilización con respecto al
pasado.
En otros,
como Francia, el propio Gobierno impulsa una agenda feminista, aunque no se ha
notado un reflejo callejero de magnitud.
En muchos
otros, especialmente en Asia, pero también en países occidentales, la fecha ha
transcurrido con una atención social y mediática muy inferior.
Sigue un
relato de los principales acontecimientos.
Hay una
España que no viaja en AVE.
Una España
sin niños ni cines ni teatros.
Una España
sin equipos de fútbol en Primera División y sin banda ancha para ver series
norteamericanas.
Una España
de la que el resto del país solo se acuerda en vacaciones o durante el recuento
electoral, pues se le echa la culpa de ser conservadora y un lastre para el
progreso, por aquello de que el voto de un soriano equivale al de cuatro
madrileños, más o menos.
Es una
España sin médicos ni escuelas, o con médicos y escuelas que están muy lejos, a
veces a cien kilómetros.
Una España
sin empresas ni bancos ni inversores.
La llamé la España vacía, una expresión
que ya no me pertenece y que no disimula la paradoja que esconde: en esa España
vacía hay gente.
Dispersa,
envejecida y sin peso político, pero tan real como la de cualquier gran ciudad.
Los
habitantes de la España
vacía (en torno a diez millones de personas repartidas por casi el 60% del
territorio peninsular, fuera de las ciudades importantes) se sienten ciudadanos
de segunda y reprochan al Estado su incomparecencia.
Cuarenta
mujeres avanzan por la calle Mayor de Macastre, un pueblo de 1.200 habitantes
del interior de Valencia.
"¡No es
no!", "¡Más cobrar y menos trabajar!", corean.
Desde las
ventanas, algunas vecinas golpean cacerolas y las animan.
Los hombres
las miran pasar atentos.
Como en
Macastre, fuera del foco centrado en las ciudades, el 8 de marzo se celebra
este viernes en centenares de poblaciones españolas de pequeño y mediano
tamaño, según la Federación
de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur).
"Con 14
años empecé a trabajar cogiendo guisantes, algarrobas y olivas.
Teníamos que
andar 10 o 12
kilómetros .
Luego fui
panadera, mis padres tenían un horno que se quedó mi hermano cuando me casé.
Siempre he
trabajado a toda hora.
Tuve tres
hijos en cuatro años, y no teníamos agua corriente en casa.
Ayudaba a mi
marido en la empresa de la construcción.
Y ahora
tengo una paga pequeñita porque me pagué mi cotización de autónoma 15
años",
cuenta Vicenta Miralles, de 75 años.
Se trata del
registro horario obligatorio que las empresas tendrán que tener operativo el
próximo mes de mayo para anotar las horas que trabajan sus empleados.
La medida
ha nacido con la oposición sindical después de que el Gobierno diera un paso
atrás en sus acuerdos previos con estas agrupaciones y dejara el proceso de
elaboración del registro en manos de la negociación colectiva en cada empresa,
en lugar de crear un sistema general o sectorial.
Su
argumento es que cada compañía es un mundo y existen múltiples particularidades
en la relación con sus empleados.
Sobre todo
en sectores donde está concentrado el fraude laboral como la restauración en
los que -al tratarse en muchos casos de microempresas de menos de seis
empleados- no hay representante de la plantilla y es la compañía quien tendrá
que elaborar de manera unilateral el registro.
«Lo
aprobado apenas supone un avance en esta materia», explica Mari Cruz Vicente,
secretaria de AcciónSindical de CCOO.
Estas
características distintas entre hombres y mujeres pueden afectar a la forma de
negociar y a la propensión a asumir riesgos y, en consecuencia, pueden acabar
desempeñando un cierto papel al fijar las remuneraciones, sostiene la patronal
en un informe sobre brecha salarial que ha presentado este viernes,
coincidiendo con la protesta feminista del 8 de marzo.
Qué es y
por qué importa la brecha salarial
La imagen
que encabeza este post es de Manos Unidas, ver video.
ONG
española relacionada con Acción Católica y Caritas.
Su página
con video sobre sus 60 años de actividad.