viernes, 19 de enero de 2007

6 TESTIMONIO DE UN PROTAGONISTA

“Pero no supongo ni infiero, lo sé con certeza: el asesinato de Rucci fue
una declaración de guerra. Contra Perón y el resto de los sectores que
integraban el peronismo. Contra todos los conspiradores. Y si bien en política,
como producto del propio arte de la política, todo puede ser resuelto, todo tiene
retorno, el asesinato de Rucci no lo tuvo. Podría haberlo tenido, pero no lo tuvo.
Porque al principio imperaron las pasiones: las de las víctimas y las de los
victimarios. La conducción montonera, cuando vio las terribles consecuencias
de su acto y quiso remediarlas, además de omitir una autocrítica que podría
haber llevado a modificar las concepciones que dieron origen al acto, negó su
autoría, careció de sinceridad, actuó con hipocresía.
Por su parte, Perón se vio desbordado, no tanto por el dolor como por el
hartazgo que le producía la estupidez ajena. En el medio medraron los
profesionales de la violencia delincuencial. Y el tiempo pasó volando y, cuando
todos nos quisimos acordar, Perón nos miraba desde la eternidad. Y nuestro
pueblo, su pueblo, cuando nos miraba -a nosotros, a los montoneros- lo hacía
de lejos. La muerte de Perón -ahora sí, definitivamente- no tuvo retorno.
Cambió a los montoneros. Cambió al peronismo. Y cambió la historia. Si Perón
hubiera vivido unos meses más, tal vez -sólo tal vez-, Montoneros podría haber
llegado a un acuerdo con él: llegado el caso, todo acuerdo siempre era posible
con Perón. Pero se murió. Y ya nada tuvo retorno.”
http://www.bitacoraglobal.com.ar/textos/Columnas/C_Amorín_BuenaH29.pdf

Tengo mucha tristeza, recuerdo al general explicando el sentido de gastar tiempo.
“En el conflicto, los idealistas, los que valen la pena son los primeros en morir”
Un abrazo
Sócrates Demente

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