martes, 11 de enero de 2011

Peronismo o Nada.

Los siguientes Copy Paste es un anexo documental del post Num3r05, Operaciones y Fracturas.

"Esta idea conduce a una conclusión en cierto modo paradójica con respecto a la democracia argentina.

El Gobierno mostró poco respeto por las instituciones representativas y, a veces, actuó al margen de la Constitución.

No obstante, el éxito del peronismo al lograr salvarse a sí mismo como también a la economía argentina de la profunda crisis de la última década bien puede haber creado la base para un régimen más estable y efectivo en las próximas décadas."

Este párrafo podría haber sido firmado por un observador ecuánime de la Argentina de estos días.

Pero es una impresión errónea.

En realidad fue escrito en 1997, es decir, hace ya 13 años, por un joven investigador norteamericano que había llegado al país para indagar por qué el peronismo, un movimiento populista, pudo haberse adaptado con tanto éxito al neoliberalismo, al girar 180 grados en su doctrina, durante el gobierno del justicialista Carlos Saúl Menem.

El politólogo que sacó esta conclusión “hoy ampliamente difundida en el mundo académico” es Steven Levitsky, entonces profesor de la Universidad de Berkeley y, actualmente, prestigioso catedrático en Harvard.

Levitsky sostiene que, a diferencia de los típicos partidos populistas de masas, el peronismo se caracteriza por un bajo grado de institucionalización de sus órganos directivos, combinado con una perdurable inserción en los sectores populares por medio de las más diversas redes formales e informales, licitas o ilícitas, desde las Unidades Básicas, los punteros, las agrupaciones barriales y sindicales hasta las barras bravas y las organizaciones dedicadas al juego y la droga.

En términos de eficacia política, la penetración del peronismo en los sectores populares se explica por lo que Levitsky llama "encapsulamiento político".

Significa que, en determinados enclaves geográficos y socioeconómicos, el justicialismo es la única fuerza vigente y visible.

"En muchas zonas de bajos ingresos -escribe el autor- el peronismo es todavía, social, organizativa y políticamente, el único jugador del lugar.

Los otros partidos son virtualmente inexistentes, y la competencia política primaria se produce dentro del peronismo".

Estos comportamientos informales pero estables suceden en la base social del justicialismo.

En la cima, dirá Levitsky, rige la fluidez.

El origen de ésta es el bajo grado de organización del partido, cuya raíz debe buscarse en su origen carismático.

Después de Perón, el Partido Justicialista nunca logró ponerse de acuerdo en torno a las reglas que debían regirlo, pero esta anomia derivó, según Levitsky, en un rasgo singular que asegura su perpetua adaptación: la flexibilidad estratégica, inexistente en partidos más orgánicos.

"Flexibilidad estratégica" es un bonito término académico para describir la amplia discrecionalidad y el poco apego a las reglas con las que se han desempeñado los dirigentes peronistas.

La revocación sumaria de mandatos, el desconocimiento de las autoridades constituidas, la modificación arbitraria de los estatutos, la anulación de las elecciones internas, el alineamiento instantáneo con el ganador de turno, la posibilidad de escalar posiciones por la sola posesión de recursos económicos, son, entre otras prácticas, las que le otorgan al peronismo la posibilidad de cambiar de ideología como de traje.

O de enunciar de un modo característico, más allá de los compromisos programáticos, según concluyeron Eliseo Verón y Silvia Sigal.

Las paradojas de la Argentina de Eduardo Fidanza

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Desafiando caracterizaciones del partido como una organización débil y personalista, se sostiene que el PJ es mejor entendido como un informal partido de masas.

Si bien el peronismo mantiene una poderosa infraestructura de base, una amplia base activista, y extensos vínculos con la clase baja y trabajadora, posee sin embargo, a diferencia de los prototípicos partidos de masas, una organización informal y altamente descentralizada.

La segunda sección examina la relación entre el PJ y Carlos Menem durante la década del noventa.

Contrariamente a muchos informes convencionales, el artículo sostiene que la relación de Menem con el PJ de base estuvo siempre mediada por las poderosas organizaciones locales.

Estas organizaciones proveyeron al gobierno de Menem con un surtido de beneficios políticos que incluyen vastos recursos humanos, canales para la implementación política, distribución de patronazgo y solución de problemas a nivel local.

Sin embargo, también restringieron el liderazgo de Menem, limitando su capacidad de imponer candidatos y estrategias a las unidades inferiores.

De hecho, estas unidades locales continuamente rechazaban o ignoraban las instrucciones provenientes desde el liderazgo nacional, siguiendo estrategias que poco tenían que ver con Menem o su programa neoliberal.

Una “Des-Organización Organizada” (1º Parte) de Steven Levitsky, en el Blog de Abel.

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Al final de los diez años de mandato de Menem, la vasta mayoría de las agencias provinciales estaba gobernada por no menemistas y mantenía perfiles que estaban muy lejos del neoliberal del liderazgo nacional.[145]

En muchos casos, el partido provincial estaba controlado por sectores que habían estado en el poder (en algunos casos con interrupciones) desde principios o mediados de la década del ochenta.[146]

De hecho, solo cuatro de los 24 distritos del PJ (La Rioja, Neuquén, San Juan y Capital Federal) estaban controlados por menemistas en 1999.[147]

A su vez, estos distritos representaban sólo el 14,8% del electorado total.[148]

Contrariamente a muchos postulados convencionales acerca del liderazgo de Menem, el peronismo tradicional permaneció ampliamente intacto en los ámbitos provincial y municipal, a pesar del giro a la derecha del liderazgo nacional.

Solo en pocas excepciones, las organizaciones provinciales y locales (que dirigen las campañas del PJ, desarrollan sus líderes, y seleccionan sus legisladores nacionales) se transformaron en menemistas o neoliberales.

Este fracaso para transformar las agencias provinciales ayuda a explicar la rápida erosión de la influencia de Menem dentro del PJ (a pesar del hecho que continúa siendo el presidente del partido) después de dejar el poder en 1999.

Este resultado resalta la enorme diferencia que hay entre el PJ y otros casos de “neopopulismo”.

Mientras que el Partido para la Reconstrucción Nacional de Collor no sobrevivió la caída de su líder y los varios partidos fujimoristas casi con seguridad enfrentarán un destino similar, muy pocos dudan que el PJ sobrevivirá la desaparición del menemismo.

La “Des-Organización Organizada”, una opinión de Steven Levitsky

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Durante siete años Zarazaga trabajó en la Villa Mitre y otros barrios obreros de la zona.

Allí tomó contacto con la pobreza.

Se relacionó con la gente y conoció sus necesidades y preocupaciones.

Conoció también a muchos punteros políticos y se sacudió algunos (sólo algunos) preconceptos adquiridos en un hogar que, afirma, "no era peronista justamente, sino más bien todo lo contrario".

Uno de esos preconceptos dice que la hegemonía del peronismo en las villas es una aberración política.

Ya no piensa lo mismo.

Conocer la realidad de las villas lo llevó a revisar algunas opiniones.

"Un poco peronista me hice -dice con humor-, ahora valoro su presencia allí.

Es común decir que los punteros son vagos, que cobran por hacer nada, pero no es cierto.

La mayoría trabaja de sol a sol, y al que no trabaja, la misma gente de la villa lo saca a patadas, porque le exige respuestas".

Esto equivale a decir que a falta de una presencia real del Estado, el Estado, en este caso, son los punteros.

No son reyes, son lo que hay.

"Son reconocidos como el Estado por sus vecinos y manejan recursos del Estado".

Así es, según Zarazaga, como construyen una relación con la gente, acumulan capital político y se ganan cierta reputación, que a su vez supone una responsabilidad, porque "cuando hay un chico con un ataque de asma a las 3 de la mañana, cuando alguien necesita atención de urgencia o realizar un trámite, la respuesta pasa por el cura o el puntero".

Claro que la que se establece es una relación absolutamente utilitaria.

Y por partida doble.

"Nadie come vidrio, ni el puntero ni el votante: no hay una recreación de la figura de Evita a través del puntero, y de hecho casi nadie en la villa sabe quién fue Perón.

Es pragmatismo puro", asegura Zarazaga.

Un puntero de San Miguel, cuenta el sacerdote, lo expresaba así:

"Si antes cantábamos aquello de combatir el capital, hoy sólo hacemos política con y por el capital".

Y otro aclaraba, no como un pecado que le incomodara en el pecho sino como un dato de la realidad, que él repartía todo lo que le daban, salvo el aceite.

El aceite lo vendía en su casa.

La contrapartida al plan social, la bolsa de comida, el favor o la ayuda es, claro está, el voto.

No hay una relación directa, por supuesto.

Pero hay una relación.

"Si después los pobladores de las villas votan al puntero, no es porque estos ejerzan un monitoreo de los votantes.

Esto puede funcionar, pero sólo marginalmente.

Lo votan porque es el único que está, el único que les ofrece soluciones.

Lo necesitan porque no hay nadie más".

Es un sistema arbitrario, admite Zarazaga, pero "desde otros partidos no han intentado siquiera tener presencia en los barrios pobres".

Es decir, la matriz del clientelismo no está siendo disputada.

Y la importancia política de esta realidad cobra relevancia si se considera que tiene lugar en distritos que, combinados, representan el 35 por ciento del electorado argentino.

El desafío, estima Zarazaga, es ver de qué manera esta red clientelar puede ser transformada en una herramienta de promoción social más transparente y menos caprichosa.

A su juicio, iniciativas como la asignación universal por hijo no están concebidas para terminar con los punteros, porque éstos "retienen el manejo de la información".

Para su tesis, que desarrolla junto al profesor Robert Powell, una verdadera eminencia y un especialista en la aplicación de la teoría de juegos para analizar conflictos internacionales, Zarazaga realizó durante los últimos cuatro años el trabajo de campo y mantuvo entrevistas con 120 punteros políticos de la provincia de Buenos Aires.

Con algunos, admite, la relación fue conflictiva.

"Hay cosas que son inaceptables, como el reparto de droga en la movilización de micros, que es real y bastante generalizado".

Pero con otros llegó incluso a trabar amistad.

"Si hay vocación social en el puntero, puede haber un punto de encuentro.

Después de todo, curas y punteros tenemos mucho en común".

Rodrigo Zarazaga, el jesuita que desde Harvard estudia las redes clientelares, de Francisco Seminario.

2 comentarios:

  1. pero obvio Manolo, obvio, de paso, por que no cuenta nada del PAN (no el mejicano)

    ayj

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  2. "Si bien el peronismo mantiene una poderosa infraestructura de base, una amplia base activista, y extensos vínculos con la clase baja y trabajadora, posee sin embargo, a diferencia de los prototípicos partidos de masas, una organización informal y altamente descentralizada."
    En otra oportunida en la que se ocupara Ud o Abel de Levitskym debo haberle hecho esta aclaración pero valga la reiteración:
    Una una organización informal y altamente descentralizada significa que la organización No tiene centro y No tiene forma o formato, es una organización en base a una necesidad, una demanda y nada mas, allí se agota.
    Pese a que toda organización surja de una necesidad y que esta pueda ser meramente local, la ecología política hace que esta red descentralizada, fraternal y atravezada y diseñada por la fluidez de su demanda, Necesita de una interelación con otras redes de este tipo u otras que la engloban y es allí don del peronismo logra entidad dado que esa otra interacción no le exige otra cosa que lealtad para articularse en un conglomerado mayor. Todos sabemos que dentro de todo buen peronista hay traidor en potencia, por eso el peronismo escapa a la instucionalidad (republicana) formal, tiene una propia institucionalidad, (que quiere decir erguirse sobre si mismo, in stature) i esto es un contrato social basado en la demanda común, el compañerismo, compañero significa compartir el pan, o sea que compañeros son los que tienen las mismas demandas que yo uy mientras dure esa demanda, una vez satisfecha quedo liberado de todo otro tipo de contrato (institucional repuplicano basado en el discurso) y quedo librado a unirme a otro grupo y tricionar.
    Finalmente, la progresía aprendió esto, tanto los que se hacercan al peronismo desde afuera cuando apoya alguna medida progresista, como yo, cuanto los que desde dentro del peronismo ocupan el ala izquierda. Desde esta última posición lo mandan a Artemio a hechar flit, que no quiere decir váyanse zurdos que los vamos a cagar a tiros. Artemio nos avisa, -Che progresía los vamoa a cagar, el que avisa no es traidor, cambio de estrategia. Nosotros sabemos que nos llegó el final e esta patriada, tendremos que ira a joder a otro lado dado que el peronismo vuelve de su andanada progre, todos contentos salvo aquyellso que apostaron a progresiar con el peronismo.
    Sin embargo, insisto que la lógica paronista enunciada por Levitskym en esta oporutnidad no va a hacer tal. Para retener algo de su poder el kirchnerismo residual pretenderá atrincherarse en el congreso de la nación, restándole al mix típico de la composición del peronismo en esa institución y allí va a haber problemas serios por que dicha cámara, no va a reflejar el estado del arte del peronismo 2011, sino su parcialidad K. En una dirección tendremos al peronismo que vuelve, en la otra, al jirchnerismo que se antrinchera, la colisión será inevitable, para ese entonces, ninguno de nosotros acompañará. Estaremos buecando la fórmula que nos acerque nuevamente al poder.

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