“Nuestro objetivo (el 24 de marzo de 1976) era disciplinar a una
sociedad anarquizada.
Con respecto al peronismo, salir de una visión populista, demagógica;
con relación a la economía, ir a una economía de mercado, liberal.
Queríamos también disciplinar al sindicalismo y al capitalismo prebendario”.
Un problema: no existen estadísticas oficiales ni privadas
que acrediten el avance de sectores combativos en los sindicatos o en las
comisiones internas.
Pero basta salir a la calle para saber que las medidas de
fuerza se multiplican en sectores clave, sobre todo en el transporte, porque
allí hay cuerpos de delegados indomables.
Algunas pistas sobre
este fenómeno aparecen en el relevamiento periódico de los conflictos laborales
del Observatorio del Derecho Social, que depende de la CTA.
En el último informe
se registra un significativo porcentaje, que ronda el 13%, prácticamente
estable desde 2007 hasta el año pasado, de las protestas que llevan adelante
los trabajadores en el sector privado sin estar necesariamente encuadrados en
un sindicato.
También se midieron
los conflictos llevados adelante por sindicatos o comisiones internas
vinculadas con partidos de izquierda: en 2011 sumaron 47 conflictos, que
representaron el 11% del total en el sector privado.
Es decir, hay una
sugestiva cantidad de medidas de fuerza que fueron decididas sin ningún aval
orgánico de quienes manejan los sindicatos.
Es el primer indicio
de que existe una brecha entre los trabajadores y las entidades que los
representan.
El director de
Estudios de Relaciones de Trabajo del Ministerio de Trabajo, Héctor Palomino,
sostuvo que "hay mucho ruido de superficie", pero que "el
conflicto base-dirección es casi constitutivo en la historia de los sindicatos
en la Argentina ".
Admitió que
"desde 2003 pudo haber recrudecido por el retiro de los sindicatos de los
lugares de trabajo que se produjo en los años 90", pero dijo que, a
diferencia de esos años de menemismo en que reinaba la flexibilización laboral
sin mucha resistencia gremial, "ahora el sindicato importa y en el 70% de
las empresas grandes hay cuerpos de delegados".
Y aquí aparece el
otro elemento que ayudaría a comprender por qué avanzan los sectores sindicales
menos vinculados con las conducciones tradicionales: entre 2001 y 2010 se
crearon más de cuatro millones de puestos de trabajo en el país (según el
Centro de Investigación y Formación de la República Argentina ,
Cifra).
La mayoría de esos
nuevos trabajadores, según coincidieron varios expertos consultados por
Enfoques, son jóvenes, hay muchas mujeres y mucha presencia de clase media.
Para Palomino, fue
"un cambio fenomenal en la base social del trabajo, sólo comparable
históricamente con dos períodos, de 1935 a 1945, etapa de industrialización que
desembocó en el peronismo, y el de los años 60".
La juventud de esos miles de nuevos trabajadores está
provocando cambios de todo tipo en el mundo laboral, muchos de ellos no
suficientemente medidos ni atendidos.
Daniel Funes de Rioja, vicepresidente de la Unión Industrial
Argentina (UIA) y presidente de la Coordinadora de las Industrias de Productos
Alimenticios (Copal), mencionó la existencia de un "divorcio
generacional", no de carácter ideológico, entre esos nuevos trabajadores y
quienes manejan las estructuras gremiales.
Y ejemplificó: "Cuando entre 2009 y 2011 empezaron las
negociaciones salariales, pensé que iba a haber una retracción de la gente
pensando en la memoria histórica de la hiperinflación.
Expertos politólogos me dijeron que eso ya no existe, que no
es esta generación.
Es decir, el trabajador de entre 20 y 28 años no trabajaba durante
la hiperinflación y, por ende, no tiene memoria histórica de eso.
El primer dato, de tipo sociológico o psicológico social, es
esta brecha generacional, con un lenguaje diferente, con consignas distintas y
en donde, incluso, en rubros como el desarrollo de software o los call centers,
todo el rito de las relaciones laborales es diferente al de una fábrica en los
años 50 o 60 o 70".
…………………
Muchos se acuerdan del virulento conflicto de Kraft, en 2009, con
despidos, cortes en la
Panamericana , represión policial y fuerte presencia de
partidos de izquierda.
Hugo Moyano, por entonces aliado al Gobierno, lo ponía de ejemplo del
caos que se expandiría si el progresismo K insistía en defender la libertad
sindical.
Hoy, Moyano parece contagiado del espíritu del sindicalismo combativo,
y la ebullición en las bases, al calor de los nuevos trabajadores y la inacción
del viejo andamiaje sindical, está lejos de la revolución, pero más cerca de
consolidarse como un fenómeno aún indescifrable, tan peligroso para algunos
como esperado para otros.
...don manolo, el cambio de pantalla tambien les llego a los muchachos (gordos y flacos) de los sindicatos. Seria bueno que se dejen de hacer boludeces y tomen nota de una vez. No se cosa que una vez mas las bases los pasen por arriba...
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