Civilización y Barbarie (al revés)
Al final ocurrió lo que hacía tiempo veníamos anunciando:
Domingo Cavallo y el Radicalismo destruyeron el endeble tejido socioeconómico
de la Argentina.
Lo lamentable es que a causa del colapso no se impusieron
los mejores, sino los más organizados: hay que pellizcarse muy fuerte para
entender que nos está gobernando una alianza entre la
izquierda Alfonsinista y el corporativismo Duhaldista.
Ambos sectores representan la antítesis política de lo que
la población reclama impotente.
Estamos gobernados por las fuerzas
demagógicas y corporativas de la
Provincia de Buenos Aires.
Éstas representan el anticapitalismo y la teoría de la
conspiración.
Los gobiernos provinciales, hoy sin poder, tienen
mayoritariamente, una visión mucho más moderna de la política y la economía.
¡Pobre Sarmiento si viera la Barbarie representada por
la Provincia
de Buenos Aires y la
Civilización encarnada en los caudillos del interior!
En estos dos meses hemos visto y experimentado de todo.
No es el momento para dar consejos a los gobernantes.
Alfonsín y Duhalde están haciendo lo que siempre dijeron que
querían hacer y de hecho lo hicieron, Alfonsín con el país y Duhalde con la Provincia de Buenos
Aires.
Son hombres grandes, empecinados y no van a cambiar.
Hay quienes piensan que ya tocamos fondo y por ende las
cosas tienen que mejorar.
No se equivoquen, la Alianza Bonaerense tiene aún mucho
camino por andar.
La lógica indica que volverá a
instaurar el sistema institucional que durante décadas postergó la
modernización de la
Argentina y que colapsó en 1989.
Aún falta nacionalizar lo que se privatizó, control férreo
de cambios con cambios múltiples, sistema bancario estatal únicamente, crédito
dirigido desde el BCRA, cerrar aún más la economía, retenciones a la exportación
y control de precios y salarios.
En todo esto la Alianza Bonaerense
cuenta con el apoyo de los líderes sindicales y de la Unión Industrial
encarnada en el Grupo Productivo.
Están para mantener la estructura de ciertos derechos
adquiridos, mayormente los de la corporación política, los de los empresarios
prebendarios y los de los líderes sindicales.
Los enormes intereses en juego hacen que los favorecidos por
esta vuelta al pasado sean "a prueba de cacerolas".
Como ya dijo días pasados un experimentado político de este
grupo cuando los pasajeros del vuelo protestaron por su presencia: "si no
les gusta tómense otro avión".
Esta Alianza Bonaerense requiere dinero para distribuir y lo
está consiguiendo, al principio, repudiando la deuda pública, devaluando,
confiscando los depósitos de una generación de argentinos y pulverizando sus ahorros
jubilatorios.
En una segunda etapa, los fondos provendrán de la
confiscación de las ganancias de empresas eficientes a través de los controles
de precios, cambios y salarios.
También quedan los patrimonios de las empresas extranjeras y
las privatizadas que pueden ser nacionalizadas.
Muchos punteros políticos podrán
encontrar interesantes fuentes de trabajo en el nuevo Estado Empresario.
Finalmente, siempre se puede recurrir al siempre fiel
impuesto inflacionario.
Como dije al principio, el debate
ideológico ya ha sido dado y los que detentan el poder saben claramente lo que
quieren.
La única alternativa viable para un cambio es hacerlo
políticamente en las urnas.
Para ello hace falta que las fuerzas de la Civilización , hoy
dispersas, se unan en una propuesta superadora y moderna.
Carlos Alfredo Rodríguez, 12 de Febrero de 2002.
que fuerte!
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