Si la necesidad tiene
cara de hereje, ¿veremos lo mismo en el resto de los Conurbanos del Interior?
De
Resistencia-Corrientes a Neuquén-General Roca, del Gran Mendoza a Santa Fe-Paraná;
sin olvidar el Gran Córdoba y el Gran Tucumán.
Si resulta efectiva la
praxis del GBA, nadie lo sabe; pero pareciera ser menos “toxica”, socialmente,
que lo que se hace en Brasil o México.
La “Hegemonía muda” con
su praxis apaleo, culturalmente
hablando, a los prolijos “socialdemócratas suecos del hemisferio Sur”; con su
enjundiosa prosapia y exquisita comunicación.
La conmoción más profunda, sin
embargo, para los habitantes de la ciudad de Roberto Fontanarrosa es la caída
del principal argumento que durante 40 años tranquilizó: “en el Conurbano (del
Gran Buenos Aires) están peor”.
Un paradigma de diferenciación
positiva, clásico de la sociología (“nosotros” estamos mal, pero “ellos” están
peor) sigue en uso en la actualidad, ya sea por reflejo de un pasado que ya no
es, o porque forma parte de un discurso político interesado.
Los problemas delictivos propios
(de Rosario y de la provincia en general) siempre fueron en volumen, intensidad
y gravedad, inferiores a los que sucedían en ese imaginario cordón de las
calamidades ajenas que se despliega como un anillo alrededor de la Ciudad de
Buenos Aires.
Y donde viven nueve millones de
personas.
Esa foto comparativa y
tranquilizadora entre Rosario y vastos sectores del cordón de las calamidades
ajenas, el Gran Buenos Aires (GBA), se fue borrando en la última década, hasta
transformarse en otra cosa.
El partido de La Matanza, emblema
del GBA por pobreza, abandono y profusión de delito hasta hace apenas una
década, hoy padece entre dos y tres veces menos homicidios que Rosario.
Con 1,8 millón de habitantes –
contra un millón en Rosario– y unos 320 kilómetros cuadrados que incluyen zonas
rurales ( Rosario, 178 kilómetros cuadrados), por el partido gobernado por el
kirchnerista Fernando Espinosa se despliegan durante las 24 horas del día 70
patrulleros tripulados por una Guardia Urbana – y un policía con arma
preventiva–, con cámaras encendidas y reportando a un centro de monitoreo con
decenas de pantallas operadas en una red de comunicación con la policía
provincial.
Con bomberos, hospitales,
emergencia civil y un helicóptero propio para actuar en una emergencia.
La Matanza, que padeció por
décadas el estigma de ser dominio de “los barones del Conurbano” (una expresión
nada inocente que se lee “ladrones del Conurbano”), sin embargo, no se
convirtió en el condado de Mónaco.
Pero se benefició con una
transformación notable, que está a la vista.
Se podrá argumentar que el
kirchnerismo nacional puso mucha plata en La Matanza, y también se podrá
argumentar que en los treinta años anteriores nunca nadie puso un peso –para
obras de infraestructura– en La Matanza.
La Matanza está dividida en
cuadrículas, y en cada cuadrícula funciona un consejo barrial que orienta el
trabajo de la guardia mixta, urbana y policial.
Pero antes de poner en marcha el
afinado sistema de control preventivo de seguridad distrital que hace que hoy
caminar por La Matanza sea claramente más seguro que caminar por Rosario, en
promedio, en cualquier barrio, y a cualquier hora, “construimos infraestructura
básica, agua, cloacas, calles, rutas, escuelas, hospitales y puestos de trabajo”
confirmó Gabriel Milazzotto, miembro del gabinete de Espinosa, a este cronista.
En la última década, La Matanza
sumó 400 mil personas al servicio de agua potable y cloacas (alcanzando hasta
casi el 80 por ciento de la población), 60 kilómetros de rutas y caminos, 3
hospitales, 2.000 cuadras pavimentadas, y entre otras, 30 mil nuevos alumnos a
la joven universidad que lleva el nombre del distrito.
De todos modos, Rosario por
historia, tradiciones políticas y culturales, bellezas naturales y arquitectónicas
nunca podrá ser superada por un distrito del joven GBA.
La contraposición busca organizar
datos y argumentos.
Las balas al “Quemadito” en
Pellegrini y Corrientes, aunque no sólo por esa causa, se explican por las
cloacas nunca realizadas a 30 cuadras de esa esquina.
Los cambios de cúpulas
policiales, más tarde o más temprano, se resuelven con decisión política, un
acto y una foto.
Pero la infraestructura sanitaria
y vial, y la reconfiguración de la atmósfera lumpen delictiva que hoy domina
grandes áreas de los barrios de Rosario llevará años, tal vez décadas.
Y no se resuelve con fotos, ni
con operaciones comunicacionales en la era de la red global.
Rosario y el GBA:
mitos y leyendas; por Rodolfo Montes / La Capital; Domingo, 10 de febrero de
2013.
La Mimesis, en el
sentido de Toynbee, no es más que apalancar a favor del imitado la tendencia
social conocida como “Free rider problem”.
La Helenización y Sinificaciòn
de la edad antigua, a la “europeización” y “americanización” de los dos últimos
siglos; la historia está llena de ejemplos donde el “Poder Blando” termina
siendo más efectivo que la “Fuerza Bruta”.
En fin, ¿querían “batallas
culturales”, para “desratizar” la Republica?
No solo las tienen,
sino que además las están perdiendo.
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