martes, 1 de septiembre de 2015

Antiperonismo, la desigualdad peronista y Silicon Valley.

Descubrieron los pobres, y también que son muchos más que ellos.

Y para colmo votan, ¡y como votan! 

Claro, por culpa de ese voto, se ven obligados a tomarlos en cuenta.

Aunque, por supuesto, no se trata de que dejen de ser pobres; sino que dejen de “molestar” y “entrometerse”.

Porque el pobre de Argentina no es como los pobres de otros paraísos de la Republicaneidad.

Que saben guardar su lugar sonriendo respetuosamente, aunque corran las lágrimas por sus sucias y demacradas mejillas.

Los pobres de la Argentina son irrespetuosos, que creen que valen tanto como un Doctor, o una Intelectual.

Gritan abriéndose paso a los codazos, invadiendo el espacio corporal de sus superiores.

Con sus ropas de colores chillones y aromas de colonias baratas para bailantas.

Esos chirridos tan monotemáticos que convierten, milagrosamente, a la obra de Schönberg en entretenida.

No tienen límites, ni conocen frenos, en su dionisiaca irreverencia.

Si hasta tienen la mala educación de responderle a Luis Alberto Romero con Rosa Jiménez Cano, mediante torpes malabares socráticos…



…porque tan heréticos son, que en lugar de seguir la vía del patricio Platón prefieren la del meteco Antístenes.

En el condado de Santa Clara han dado con una fórmula que solventa el problema: complementan el sueldo con una vivienda de alquiler subvencionado en La Casa del Maestro, pero solo durante siete años.

Entonces, los maestros abandonan Silicon Valley.


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