sábado, 19 de septiembre de 2015

Chaco votos; CABA botas y vetos.





Cabeza fria, corazon caliente y culo en tierra”; directiva de Peron, metralleta en mano, a Roberto Galan en Caracas; frente al asalto de los comandos de la Marina en 1958.


Rememorado por Enrique Olivera (Francois Lepot) en una charla de 1986, sobre la biografia de Joseph Page.


De Resistencia a Palermo.


"Parece que a la gente nada le mueve el amperímetro; somos nosotros y los medios los que estamos a mil, pasados de vueltas, como si esto fuera a vida o muerte".


Ese expresivo reconocimiento no constituye una novedad de la sociología política.


Es solo la constatación de una brecha característica: la que separa al poder de la sociedad, a las elites del pueblo.


Diversos factores, como la apatía y la desafección políticas, explican este fenómeno universal de las democracias.


En ese contexto, la Argentina asiste a una campaña electoral que como pocas se distingue por un rasgo: la brecha entre la pasión agonal de los políticos y la estabilidad emocional de los votantes


El equilibrio de la opinión pública se observa en dos planos.


Primero, en la reacción ante acontecimientos de gran trascendencia, como la muerte del fiscal Nisman, las presiones sobre el juez Fayt, los casos de corrupción, la crisis de los holdouts y los paros nacionales.


Y segundo, en la evolución de la intención de voto a los candidatos presidenciales.


Los que esperaron que durante los últimos meses la mayoría reaccionara con emoción o cambiara su preferencia electoral quedaron desconcertados.


Los acontecimientos tuvieron respuestas focalizadas.


Fueron las minorías intensas las que expresaron interés, adhesión o rechazo, pero nunca mutó masivamente el humor social ni cambió el modo de votar.


La estabilidad se acentuó durante 2015.
.....


Los políticos, al borde de un ataque de nervios, interpelan a los encuestadores y éstos, con mínimas variaciones, les repiten las cifras inamovibles, desesperantes: 40, 30, 20.


A ninguno le alcanza para estar tranquilo.


Y la aguja no se mueve.


La inmutabilidad de los votantes no se traduce en una película, sino en una fotografía.


La Argentina electoral permanece estática, fijada en un plano.


Allí pueden leerse, e interpretarse de distintas maneras, las distribuciones de opiniones, actitudes y comportamientos de los votantes.


Los clivajes, como los denominan los politólogos.


Estas divisiones son endiabladas y difíciles de descifrar, las piezas no encajan fácilmente.


Una mitad aprueba al Gobierno, la otra mitad lo desaprueba; el 62%, sin embargo, votó a la oposición y el 38% al oficialismo; otro 61%, no obstante, prefirió candidatos peronistas y sólo el 39% a los que no lo son.


Por último, apenas el 25% quiere cambiar todo lo que hizo este gobierno, mientras el 55% desea transformaciones parciales y el 20% mantener las políticas vigentes.


En torno a este críptico retrato se definirá la elección presidencial.


Con el pueblo impasible y la elite estresada.


Pero habrá que aguardar el desenlace”



De Palermo a Resistencia.


Roberto, ¿trajeron cigarrilos y yerba?, porque esto va para largo”; Enrique Olivera (Francois Lepot), lanzando una carcajada al recordar la impasibilidad del General frente al estres del tiroteo.


PD para los cazadores de becas y subsidios; como plantea Joseph Page en la nota de Natanson en 2005; hay mucho material nuevo sobre JDP en USA.

Sin hablar de los reservorios de Moscu y Londres, aun “virgenes” de investigacion academica.




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