El anti peronismo, como emergente social más que político, es
la mejor demostración del estado de situación de las relaciones de poder.
Lo que hasta las PASO del 2013 se creía extinguido, no solo resurgió
de las profundices del basurero de la historia, sino que además trajo consigo a
su némesis social.
Los kilómetros de estanterías de bibliotecas abarrotados con
papers, ensayos y tesinas sobre el fin del peronismo, y el conflicto socioeconómico
que lo genero, solo sirven para ser vendidos por tonelada a las usinas de
reciclado.
El prominente traficante de éxtasis ideológico para las
dulces otoñales de country asevera:
++En setenta años de civilidad y de facto nunca -como fenómeno- el
peronismo logró ser superado.
++El conflicto se encuentra siempre en el interior del peronismo.
Sinónimo del sistema político.
++Sistema mixto de oficialismo y simultánea oposición.
++Resulta imposible interpretar al peronismo sin el antiperonismo que
cae siempre en la trampa que lo legitima.
++El peronismo no te propone como el marxismo una revolución a la
larga.
Te brinda enseguida lo que te puede dar.
Todas las sentencias ut supra, que son aceptadas por las
mentes más lucidas del Establishment, las Academias y las cancillerías del Atlántico
Norte y nuestros limítrofes; resultaban inimaginables hace un par de años.
Como lo describe el Compañero @AldoJarma en su crónica "Destripando
lo sagrado", fue producto del enjambre de la peronosfera, en su guerra de
guerrillas digital.
Que no solo le arranco las tripas a dentelladas al aparato mediático
cultural de la CABA, que hoy no logra transcender de sus audiencias
redundantes, y eso se ve en los guarismos electorales; sino que además trituro
el Argumentario de las Intelligentsias, como Burócratas Culturales.
A las que describe Juan Laxagueborde en Anfibia.
++En el balance de las lecturas, sorprende la
escasa mención a las proscripciones, los fusilamientos, los bombardeos.
Resulta extraño que ninguno de nuestros autores
se haya tomado el mínimo trabajo en dedicar cuanto menos un párrafo a las
intenciones humanistas y pacifistas del peronismo que, con todas las críticas
muchas veces muy atendibles que señalan, llegó a 1955 casi sin conflictos
fatales, a excepción del militante comunista Juan Ingaminella, muerto bajo
tortura y aún desaparecido.
El peronismo se regía por un protocolo
filosófico implícito que Carlos Astrada había titulado en 1947 como “Sociología
de la guerra y filosofía de la paz”.
Salvo Rozitchner sobre la tragedia de los setenta, ninguno ejerce
recogimiento frente al dolor, como si los textos continuaran con la enramada
belicosa que pretenden amputar.
Alguna vez Alejandro Kaufman imaginó que la
pregunta sobre qué hacemos con la guerra es una pregunta de la paz y que la
Argentina contribuyó a la tradición de una cultura pacifista, surgida
justamente del populismo movimientista argentino.
Con el regreso de la democracia el
antiperonismo se encauzó hacia una matriz socialdemócrata que en buena medida
le endilgó al peronismo la responsabilidad, por derecha y por izquierda, de la
tragedia de los setenta.
De hecho, en la CONADEP, no había un solo
peronista, más bien todo lo contrario.
Durante el alfonsinismo, un grupo nutrido de
intelectuales no peronistas ejerció activamente una defensa y participación en las
primeras y más estructurales decisiones de Alfonsín.
La revista Punto de Vista, comandada por
Beatriz Sarlo, fue pionera en dictaminar la renovación teórica y práctica de
las izquierdas culturales antiperonistas y logró convertirse en un factor
central en los debates hasta los primeros años dos mil.
El legado cuestionable de esta tradición es el imperativo de la llamada
“Historia de las ideas” como modo de lectura de nuestro pasado, que consiste en
no tentarse con anacronismos ni pasiones lectoras, sino más bien enumerar
hechos, corrientes, ideologías, a los fines de diseccionar, como si fuera un
gabinete de investigación del museo de Ciencias Naturales.
Para ellos los “papeles viejos”, los libros olvidados o simplemente
escritos hace décadas solo pueden leerse como archivo: no pueden sentirse en el
presente como diálogo o como tensión.
Por suerte, no escriben ni piensan así tantos más y podemos seguir
leyendo a muchos autores como partícipes de un drama, tal el caso de nuestros
tres protagonistas.
Los “historiadores de las ideas” no solo se
fundamentan en este método sino que gracias a él ganan becas, justifican
cursos, posgrados, escriben libros ilegibles por su monotonía y producen
análisis más pormenorizados que intensos o interesantes.
Aunque de aquella época se pueden rescatar miradas: quedan los textos
de Emilio de Ípola.
Sus teorías sobre el tango y el peronismo, por ejemplo, siguen teniendo
la misma carga de enigma que de originalidad.
Con el kirchnerismo, el antiperonismo se volvió
burdo, cómico, resentido, poco creativo.
No hay grandes textos antikirchneristas.
Probablemente las críticas provengan en un
futuro del seno de lo que aún sigue siendo un proyecto, pero que puede terminar
definiéndose en unos años desde la nostalgia.
Dice también Kaufman que el peronismo vive de
anhelar lo que no le dejaron ser; no puede ser nunca un espacio de proyección o
avistaje de futuro.
Y esto puede ser interesante o trágico, depende
desde dónde se lo mire.
Al quemarse los guiones, los voceros e interpretadores deben
recurrir al saqueo desembozado de las tesis e hipótesis en los debates y foros
de los ninjas digitales peronistas.
Lo que resultaba críptico, ilegible o directamente psicodélico;
en comparación con la “luminosa pluma” de Sarlo, Forster, o cualquiera de los
Niembros de Carta Abierta o Grupo Aurora.
Ahora resulta cotidiano en las columnas de Opinión de la Tribuna
de Doctrina, o en las entrevistas de reputados académicos en Oslo.
Ver entrevista de @mosenson a @andresmalamud.
Donde el profesor lisboetano expresa lo que cualquier
territorial o gremialista caza al vuelo.
Los sillones de Rivadavia y Rocha no son razón suficiente,
si no existe un entramado anclado en la Sociedad civil argentina.
Mucho más si el peronismo castro como Poder Organizado al
Partido Militar, sustituyéndolo de facto.
Para desgracia de los Cultores de la rosca palaciega, el
Intendente de Resistencia la tiene tan grande como el Director General de
Techint, o el Intelectual orgánico que actúa como “valido” de la Corte.
Puede perder Aníbal, también puede perder Daniel; pero sin
el acuerdo tácito de la galaxia peronista emerge la máxima de los
Conquistadores peninsulares.
“Se acata pero no se cumple”
Y si no se dispone de los recursos humanos para hacer
cumplir las disposiciones del Superior Gobierno, se está en el horno con una
manzana en el hocico.
El rebaño torpe y mudo derroto a las mentes más
privilegiadas y brillantes de la Argentina en las lides gramscianas concretas,
mientras paria a sus niños de Stalingrado, forjados en las praxis de convertir
las crisis en oportunidades, y los desafíos terminales en respuestas exitosas.
No se trata de ser optimista, sino tan solo realista.
Un Enemigo, Ender Wiggins.
Soy tu Enemigo, el primero que has tenido
que a sido mas listo que tú.
No hay más Maestros que el Enemigo, Ender
Wiggins.
Nadie, salvo el Enemigo, te dirá lo que
hará el Enemigo.
Nadie, salvo el Enemigo, te enseñara a
destruir y conquistar.
Soy tu Enemigo a partir de ahora.
A partir de ahora soy tu Maestro.
El juego de Ender.
Orson Scott Card.
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