sábado, 18 de abril de 2015

Nestorismo ortodoxo; ¿el regreso a 2007 Bojos?




“Sergio, Cobos y vos”, ¿es una síntesis de su ultimo post?

Por más que insistan con el libreto del ganador de Eurovisión de 1966…


…no se termina de resolver la cuestión de fondo, que va mas allá del peronismo/antiperonismo, que es estrictamente local.

Los Mercados y los Inversores ya no se conforman solo con la “Plata”, también exigen “rigurosa disciplina social”  para la Plebe revoltosa.

Es la “Democracia LIMITADA”, según Hayek, la que debe aplicarse.

Un Paolo Rocca no puede tener, con su voto, igual Poder que tu hijo Sebastián; estimado Omar.

Ya que sus exigencias, que vos mismo has contados innumerables veces en tus post; NO DEBERIA atentar contra el Derecho de Propiedad de PR; materializado en sus expectativas de ganancias.

Democracia de Masas = Dictadura electoral = Populismo; y que en la Argentina suele expresarse, por lo menos hasta ahora, con la letra P.


Es lo que hay, aunque chicanees con lo de neoherminismo. 

El Comunismo en la Argentina es el PRO, y Mauricio es el Guevara Lynch de la Serna del siglo XXI.





 
De la Incertidumbre al Pánico, @escriba; para poner en contexto los brulotes de Duran Barba hay que seguir las columnas sabatinas de Eduardo Fidanza.

en segundo lugar, se registra una amplia diversidad de interpretaciones que, aun siendo intelectualmente honestas, discrepan en el enfoque o en la ponderación de los factores; y, en tercer lugar, existe un fuerte sesgo ideológico en muchos de los participantes en la controversia, que se alinean antes por el dogmatismo y la pertenencia política que por el análisis desprejuiciado de la situación.
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La descripción anterior se refiere al mundo de los especialistas y a la élite de los negocios, el sindicalismo y la política.

Pero hay otro actor en el debate sobre la economía que marca el ritmo y condiciona a la clase gobernante y a los candidatos presidenciales.

Es la sociedad y los segmentos que la conforman, con sus percepciones y esperanzas.

Al menos tres afirmaciones pueden hacerse sobre su comportamiento actual.

En primer lugar, que se encuentra en una fase de recuperación de la confianza en el Gobierno y en el consumo, respecto de lo observado en 2012 y 2013; en segundo lugar, que crecen las expectativas optimistas sobre el futuro de la economía; en tercer lugar, que la mayoría desaprueba la política económica, pero desea conservar el empleo, el valor del salario y los programas sociales.

En definitiva, por un lado se observa a una sociedad que recompone las esperanzas, señalando insatisfacción con la gestión oficial, pero sin hacerse cargo de sus inconsistencias.

Y, por el otro, a una élite intelectual y política que no se pone de acuerdo en el diagnóstico actual y la política futura.

Sin embargo, tanto en la calle como en los despachos, existe un consenso, más o menos reconocido: la actual política económica está desgastada y obsoleta, pero en vista de las altas expectativas sobre salario, empleo, consumo y cobertura social, no hay espacio para una corrección drástica de las variables.

Ese shock, se estima, provocaría niveles de conflictividad y desorganización social de consecuencias imprevisibles.

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Es una cuestión clave.

Altas expectativas de bienestar se confrontarán con postulantes presidenciales obligados por el marketing a camuflar la verdad, pero a tener que encararla, sin postergación y con costos, después de las elecciones.

La economía, otra fuente de debate y polarización