¿Estamos cosechando la siembra la “peronosfera” desde hace más
de una década?
No se trata de que los columnistas de la tribuna de Doctrina
nos hayan leído, me consta que si lo hicieron en su oportunidad, si no mas bien
que es la actual tendencia en el Atlántico Norte sobre la “resistencia social”
frente al “austericidio” aplicado desde 2008.
Convirtiéndose en el “marco teórico” dominante actual.
El video, donde el gigantesco Ned Beatty hace el papel de Arthur
Jensen, frente a Peter Finch como Howard Beale; fue un anticipo del evangelismo
mediático de mercado que ha sido dominante hasta la Crisis del 2008.
Digo ha sido, porque el “temor populista” ha sido la
respuesta ante las promesas incumplidas.
Leo cuidadosamente estos últimos post tuyos Manolo teniendo en cuenta que Liberals & Communists se aliaron en la segunda guerra mundial en contra de los populismos de Europa. La vieja Contradicción fundamental de los ochentas intentaba describir cómo la tensión izquierda derecha de la guerra fría sometía a la contradicción alto-bajo. Los costos económicos de esta tensión se la llevaron puesta, lo mismo le sucedió a su placebo: “El estado de bienestar”. Misma causa mismo efecto. Se me ocurre esta distinción. La creación de un colectivo social puede ser positiva o negativa. Digo positiva cuando se trata de una cohesión de tipo religiosa, ideológica, metafísica. Allí inscribimos las grandes tendencias —ganadoras— de occidente en el siglo XX. También puedo incluir el siglo XIX en esa trocha ideológica. Por el otro lado existe una adhesión negativa, un factor aglutinante “en contra de”, que bien podríamos llamar “significante vacío”, un colectivo efímero, aunque efectivo a la hora de sacarse el dedo del culo. Una forma de explicar las expresiones mayoritarias que han gobernado el país en los últimos quince años. La primera es una unión por el amor, la segunda por el espanto. La primera tiene que ser mediatizada, evangelizada y lograr la sumisión. La segunda es anárquica, se plebiscita a diario, de crecimiento tan veloz como de decaimiento. Una es una construcción apolínea, una épica de bases sólidas, la otra es autopoietica. Todo esto es conocido, lo que la teoría de redes sociales tiene para aportar al respecto es que cuanto más distribuida es una red, mas posibilidades tiene de jerarquizarse. “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros” decía el panfleto de Orwell. ¿Pero qué, si existe algún tipo de empoderamiento —real o virtual—? No hay nada más brutal que un esclavo con látigo. En Francia se habla de cinismo (Onfray) y Sumisión (Houellebecq) como causa y solución a esta falla de la Matrix. Houellebecq va más allá, propone una Francia musulmana. La lucha Wall Street -Conourbano no es una lucha de afirmación sino de permanencia, por lo tanto, de praxis y de sentido común. El Islam, la más joven de las religiones monoteístas, también es eminentemente práctico y acepta a todos los mesías anteriores. El fracaso de plaza de Tahrir no es un fracaso del Islam sino de los experimentos religioso-democrático tipo Pro. Tahrir nos enseña que una revolución democrática Pro occidente, se pueden volver contra occidente. Que la autopoiesis propia de lírica, lo que aporta es solo una renovación- actualización a la épica, solo eso; pero que siempre fracasa porque el poder ama a la épica. Los pañuelos celestes terminaron imponiéndose a los verdes. Tal vez este sea un signo de que en la Argentina, de la mano de Pope Francis, se le de una vuelta de tuerca más al mito de la nación católica y se termine gestando una versión de peronismo-católico. Provinciano, moral y no tan centralizado, una especie de tachuelismo que su versión económica la siguen expresando los Lavagna, pero no Massita. En otra palabras, quién logre sintetizar el mito, negociará una larga vida a WS y será el señor de los cielos.
Leo cuidadosamente estos últimos post tuyos Manolo teniendo en cuenta que Liberals & Communists se aliaron en la segunda guerra mundial en contra de los populismos de Europa.
ResponderBorrarLa vieja Contradicción fundamental de los ochentas intentaba describir cómo la tensión izquierda derecha de la guerra fría sometía a la contradicción alto-bajo. Los costos económicos de esta tensión se la llevaron puesta, lo mismo le sucedió a su placebo: “El estado de bienestar”. Misma causa mismo efecto.
Se me ocurre esta distinción.
La creación de un colectivo social puede ser positiva o negativa. Digo positiva cuando se trata de una cohesión de tipo religiosa, ideológica, metafísica. Allí inscribimos las grandes tendencias —ganadoras— de occidente en el siglo XX. También puedo incluir el siglo XIX en esa trocha ideológica.
Por el otro lado existe una adhesión negativa, un factor aglutinante “en contra de”, que bien podríamos llamar “significante vacío”, un colectivo efímero, aunque efectivo a la hora de sacarse el dedo del culo. Una forma de explicar las expresiones mayoritarias que han gobernado el país en los últimos quince años.
La primera es una unión por el amor, la segunda por el espanto. La primera tiene que ser mediatizada, evangelizada y lograr la sumisión. La segunda es anárquica, se plebiscita a diario, de crecimiento tan veloz como de decaimiento. Una es una construcción apolínea, una épica de bases sólidas, la otra es autopoietica.
Todo esto es conocido, lo que la teoría de redes sociales tiene para aportar al respecto es que cuanto más distribuida es una red, mas posibilidades tiene de jerarquizarse. “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros” decía el panfleto de Orwell.
¿Pero qué, si existe algún tipo de empoderamiento —real o virtual—? No hay nada más brutal que un esclavo con látigo. En Francia se habla de cinismo (Onfray) y Sumisión (Houellebecq) como causa y solución a esta falla de la Matrix. Houellebecq va más allá, propone una Francia musulmana.
La lucha Wall Street -Conourbano no es una lucha de afirmación sino de permanencia, por lo tanto, de praxis y de sentido común. El Islam, la más joven de las religiones monoteístas, también es eminentemente práctico y acepta a todos los mesías anteriores. El fracaso de plaza de Tahrir no es un fracaso del Islam sino de los experimentos religioso-democrático tipo Pro. Tahrir nos enseña que una revolución democrática Pro occidente, se pueden volver contra occidente. Que la autopoiesis propia de lírica, lo que aporta es solo una renovación- actualización a la épica, solo eso; pero que siempre fracasa porque el poder ama a la épica.
Los pañuelos celestes terminaron imponiéndose a los verdes. Tal vez este sea un signo de que en la Argentina, de la mano de Pope Francis, se le de una vuelta de tuerca más al mito de la nación católica y se termine gestando una versión de peronismo-católico. Provinciano, moral y no tan centralizado, una especie de tachuelismo que su versión económica la siguen expresando los Lavagna, pero no Massita.
En otra palabras, quién logre sintetizar el mito, negociará una larga vida a WS y será el señor de los cielos.