Un pequeño homenaje al “canalla” Fontanarrosa, uniendo el fútbol con el inspirador de uno de sus personajes mas celebrados.
“Matar animales por placer es un crimen, pero con un elefante se convierte en un pecado.
Vos sabes como me gusta el pecado”
Con esta frase comienza White hunter, black heart, que cuenta la historia de la filmacion de la Reina Africana.
Mi enfoque se dirige a una escena muy pequeña, preñada de ingenuidad, donde los protagonistas son invitados a un típico party británico.
En lugar de casados contra solteros, los equipos se componen de masters and servants.
Los primeros son esforzados británicos de mediana edad, con el sobrepeso de las comidas típicas y el escocés.
Su objetivo es hacer goles; su método es el roce físico, la pierna fuerte, el sacrificio y el despliegue.
El “huevo, huevo, huevo”.
Los segundos son los negritos, delgados y ágiles.
Se cansan de pisarla, hacen rabonas y caños, gambetean; pero no tiran al arco.
Tampoco responden a las violentas faltas, ni las cometen; se quedan mirando en el piso, con cara desolada.
El acompañante de Eastwood le comenta su incredulidad, “si son mejores; ¿porque no ganan, que les impide hacer goles?”.
La respuesta de Clint es digna de Boggie, tan solo una mirada torva.
El mismo juego con dos escalas de valores, los amos juegan a ganar, es su derecho.
Llegando hasta el uso de la violencia física, “para que tengan y guarden”.
Los subordinados, impedidos de ganar, toman venganza usando su habilidad.
Cada caño, rabona o gambeta, es un grito de rebelión.
Esto explicaría el carácter del fútbol del tercer mundo, esa habilidad sin capacidad de plasmarse en el resultado.
Brasil, podría ser una anomalía, si no se conociera la historia de su fútbol.
En el campeonato carioca, los jugadores del Vasco da Gama estaban cansados de perder.
Decidieron incorporar unos habilidosos empleados negros, como jugadores.
Barrieron con el Flu, el Fla y Botafogo.
Ante la protesta por la ruptura de la segregación, uno de los miembros del Vasco respondió; “Si compartimos la cama, también podemos compartir la cancha”.
A la Asociación Carioca solo se le ocurrió, como medida restrictiva, exigir la lectoescritura como requisito para ser jugador federado.
El resto es historia.