Otro rasgo llamativo de la conducción de Cristina es el rol
preponderante que ha reservado para cuadros jóvenes, a los que se refirió con
insistencia en el acto del viernes, como custodios del legado de quienes “no
somos eternos”.
Mencionó a aquellos que militan en las escuelas, las
universidades y los barrios, pero no a quienes trabajan en fábricas y oficinas,
un lamentable olvido discursivo en su propuesta de unidad y organización.
En verdad, a sus 40 años Axel Kicillof es un veterano,
comparado con los 30 que tenía Antonio Cafiero cuando Perón lo designó ministro
de Comercio Exterior.
La rama juvenil.
Lo imposible se hace obvio.
Lo que sí certifica, o debería asegurar el tener en cuenta
quiénes dicen qué, es cómo eso enseña la ruta para equivocarse seguro.
Pasado en limpio, es un asco que venga a dar lecciones
morales, y de ubicuidad institucional, esa gente que apoyó el remate del país,
concluido en la catástrofe del 2001.
Machacan, incluso, con asimilar la reconquista de YPF a la
demagogia del galtierismo malvinero y, más aún, con la euforia parlamentaria
que aplaudió el default.
Lo primero es sencillamente repugnante, porque compara a una
dictadura bestial, de la que fueron cómplices, con un gobierno democrático que
procede a derecho.
La demagogia puede ser propiedad indistinta de tiranos o de
gestiones avaladas por el voto popular, es cierto; pero asemejar a unos y otros
es de mal nacidos.
Y lo segundo es técnicamente un ejemplo lamentable, porque
al fin y al cabo resultó que el default y la devaluación salvaron a la Argentina de lo que hoy
no se sabe si se salvará buena parte de Europa.
De todas formas, los más asquerosos no son ésos.
Esos trabajan ideológicamente como toda su vida, y quien no
lo entienda vive tan en un frasco como los suscriptores de la existencia del
periodismo independiente.
Los más asquerosos son los que se vendieron.
Los de la izquierda inconstante de que se vale la derecha
permanente.
Sirve como ejemplo de que esa derecha está en problemas.
Debe recurrir a otrora externos que se cansaron de
denostarla, apreciados en el presente como sus nuevos ídolos.
Reiterémoslo: no sirve para el techo, pero sí para detectar
de cuál piso no hay que caerse.
El piso y el techo
Los Films.