Porque no podrían hacer otra cosa, porque
nacieron para eso, porque quemaron las naves.
Un gerente es demasiado cerebral y tiene demasiado “sentido común” para
quemarlas.
Un militante se mide no por cómo reacciona ante
una victoria, sino por cómo se recupera de las derrotas.
¿Se recuperarán estos muchachos o tomarán la valija y volverán, sanos y
salvos, a casita?
Necesitan un examen profundo para entender lo que les ocurre.
Son amateurs jugando a ser profesionales.
No dominan del todo la materia y, en el fondo,
la desprecian un poco.
Toda la nueva oposición está llena de estos
personajes tiernitos y bienintencionados: aves de paso queriendo comerse crudas
a las fieras.
Jueves 27 de diciembre de 2007
La hora de los no políticos
Por Jorge Fernández Díaz
Un Enemigo, Ender Wiggins.
Soy tu Enemigo, el primero que has tenido que a
sido mas listo que tú.
No hay más Maestros que el Enemigo, Ender
Wiggins.
Nadie, salvo el Enemigo, te dirá lo que hará el
Enemigo.
Nadie, salvo el Enemigo, te enseñara a destruir
y conquistar.
Soy tu Enemigo a partir de ahora.
A partir de ahora soy tu Maestro.
El juego de Ender.
Orson Scott Card.
Si...
Si puedes mantener en su lugar tu cabeza cuando
todos a tu alrededor,
han perdido la suya y te culpan de ello.
Si crees en ti mismo cuando todo el mundo duda
de ti,
pero también dejas lugar a sus dudas.
Si puedes esperar y no cansarte de la espera;
o si, siendo engañado, no respondes con
engaños,
o si, siendo odiado, no te domina el odio
Y aun así no pareces demasiado bueno o
demasiado sabio.
Si puedes soñar y no hacer de los sueños tu
amo;
Si puedes pensar y no hacer de tus pensamientos
tu único objetivo;
Si puedes conocer al triunfo y la derrota,
y tratar de la misma manera a esos dos
impostores.
Si puedes soportar oír toda la verdad que has
dicho,
tergiversada por malhechores para engañar a los
necios.
O ver cómo se rompe todo lo que has creado en
tu vida,
y agacharte para reconstruírlo con herramientas
maltrechas.
Si puedes amontonar todo lo que has ganado
y arriesgarlo todo a un solo lanzamiento ;
y perderlo, y empezar de nuevo desde el
principio
y no decir ni una palabra sobre tu pérdida.
Si puedes forzar tu corazón y tus nervios y tus
tendones,
para seguir adelante mucho después de haberlos
perdido,
y resistir cuando no haya nada en ti
salvo la voluntad que te dice:
"Resiste!".
Si puedes hablar a las masas y conservar tu
virtud.
o caminar junto a reyes, y no distanciarte de
los demás.
Si ni amigos ni enemigos pueden herirte.
Si todos cuentan contigo, pero ninguno
demasiado.
Si puedes llenar el inexorable minuto,
con sesenta segundos de lucha bravia...
Tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
y lo que es más: serás un hombre, hijo mío.