"La gente quiere ver a su intendente y
por eso vota.
Y como quiere verlo, puede votar a otro"
A. T. Vandor.
“Bueno, vayan y ganen”.
J. D. Perón.
Madrid 1962; Framini/Anglada PBA.
Para el Compañero Abel Fernández, en especial, y los
Compañeros peronistas de la CABA, en general.
Vandorismo, Sindicalización
y Territorialización no son excluyentes sino complementarias.
– ¿Cómo se defiende el que no tiene trabajo o el que
trabajando no puede parar dignamente la olla en el Gran Buenos Aires?
–De varias maneras.
Primero, asociándose con los que viven con él y como él.
El barrio es el gran organizador de las clases populares
actualmente.
Hay racimos formidables de organizaciones sociales de toda
índole (más o menos estables, más o menos prósperas) que se vertebran alrededor
del barrio.
Los piqueteros son los más conocidos, pero hay
organizaciones religiosas, musicales, murgas, comedores y sociedades de
fomento.
La miseria empuja a la participación, porque para ganarse
la vida hay que moverse, hay que estar en organizaciones, ir a los lugares que
tienen recursos.
–La debilidad, según usted, no equivale a pasividad ni a
falta de dinámica.
–Porque sos débil tenés que moverte, tenés que ser astuto.
Hay una herencia del sindicalismo argentino, que es el
enganche entre el Estado y los gremios.
Las organizaciones sociales, territoriales, heredaron ese
esquema.
Yo hice largos trabajos de campo en La Matanza y
conocí a (Luis) D’Elía en sus comienzos, en 1986.
El decía: “Vamos a pelear por la tierra, pero la tierra
debe ir a la cooperativa y la cooperativa transferirlos al barrio, porque ése
es el único modo de construir poder popular”.
Eso era lo mismo que hacían los sindicatos.
No se reclamaba institucionalizar los beneficios.
Las organizaciones lograron así poder, pero se encerraron
en la búsqueda permanente de recursos.
¿Cuál es el dirigente más exitoso, el más representativo?
Aquel que tiene capacidad de conseguir recursos del Estado.
Los pobres quedan condenados a participar de modo perpetuo.
Lo que se obtiene hoy no sirve para el mes que viene, no es
un derecho adquirido.
No es una “conquista”.
Cuando usted obtenía la jubilación, la incorporaba.
Si le dan 100 pesos tiene que reiniciar sus reclamos
mañana.
Por eso las clases populares participan más que las clases
medias.
“Los pobres están condenados a la participación”
Denis Merklen, entrevista de Mario Wainfeld, 23 de enero
de 2006
En nuestros conurbanos la sociedad pobre creció, sobrevivió
y se organizó al margen de la tutela y la protección del Estado.
Su lugar fue ocupado por diferentes asociaciones, que
traducen el complejo entramado social, y por liderazgos fuertes, de personas
que encabezan la acción colectiva y se hacen cargo de las necesidades del
conjunto.
Comúnmente se los llama “referentes”.
Por otro lado los partidos políticos se adecuaron a la
nueva sociedad, archivaron sus programas, y desarrollaron redes territoriales,
con operadores de base: los “punteros”.
Por encima, aparecen las estribaciones locales de un Estado
fragmentado.
Ya no podía desarrollar políticas universales, pero era
capaz de movilizar sus escasos recursos para acciones focalizadas y en buena
medida discrecionales, cuya expresión más conocida son las “obras públicas” y
los “planes”.
Referentes y punteros son hoy las piezas clave del proceso
de producción del sufragio.
Los punteros que cuentan son los que hablan por el Estado:
el concejal, el secretario, el Intendente.
Los referentes, por su parte, hablan por los colectivos que
lideran.
Puede ser una familia extensa, un vecindario, un grupo
étnico, religioso o deportivo, como en el fútbol.
Entre punteros y referentes circulan bienes y servicios
variados: bolsones de comida, ayuda a comedores, una franquicia, una tolerancia
policial, un “plan”.
Se trata de un intercambio cotidiano, continuo, que en un
momento se expresa políticamente, en la asistencia una marcha, o en una
elección.
En el primer caso el colectivo es visible y quiere serlo:
desde el transporte hasta las pancartas.
En el comicio, el colectivo negociado -denominado “el
paquete”- se disimula, y se traduce en votos singulares, secretos.
Pero reconocibles por el puntero, quien certifica el
cumplimiento de los términos del acuerdo.
Es común llamarlo clientelismo.
Es una palabra genérica, pobre y descalificante.
No da cuenta de los matices de una relación compleja,
siempre abierta y en proceso, en la que hay también independencia e
imprevisibilidad.
Cada persona pertenece simultáneamente a varios colectivos,
y su lealtad bascula entre ellos.
Los compromisos políticos son flexibles, graduales y
reversibles.
Los intercambios requieren no solo una base material sino
también sintonías de forma, tono y trato.
La gente no se entrega ni obedece, sino que “acompaña”.
Manejar todo esto requiere una enorme sabiduría artesanal.
Nada es automático.
Todo es cambiante, y a la vez regular, como en un
caleidoscopio.
Al final, se traduce en votos, singulares, cuantificables,
acumulativos.
A veces, cambian los gobernantes.
Usualmente los ratifican.
En esta operación, el partido político tradicional
desaparece.
Hay funcionarios y punteros.
Todos profesionales.
Compiten entre si, administran recursos del Estado y viven
de ellos.
O esperan su turno para hacerlo.
Tampoco existe el Estado, entendido como el lugar del
interés general.
Hay en cambio un gobierno, que utiliza recursos estatales
para montar esta maquinaria productora de sufragios.
Hay un partido del gobierno, que se nutre del Estado para
producir sufragios.
Esta es la democracia que tenemos, tan distinta de la
imaginada en 1983.
Pocos ciudadanos.
Poco Estado, Mucho gobierno.
Hay opiniones negativas y positivas sobre esta realidad.
Pero es la única verdad.
La
máquina de producir votos.
Luis
Alberto Romero.
Capítulo
Seis: Gobiernos locales
I. Introducción
Este capítulo investiga la relación entre las opiniones de
los ciudadanos acerca de los gobiernos locales (municipales), sus experiencias
con la política a nivel local y sus orientaciones individuales hacia la
democracia.
¿En qué medida y cómo los ciudadanos del continente se
relacionan con sus autoridades locales?
¿Cómo evalúan, favorable o desfavorablemente, estas
relaciones?
¿De qué manera las experiencias con la política a nivel
local afectan el apoyo de los ciudadanos a la democracia a nivel nacional?
……………
En
Argentina, el proceso de municipalización fue menos marcado que en otros países
vecinos como Brasil, Bolivia, Colombia y Perú.
Si
bien la Constitución reconoce la autonomía municipal, al mismo tiempo confiere
a las provincias la autoridad para determinar el contenido de dicha autonomía.
En
algunas unidades provinciales los municipios aumentaron sus funciones de
gobierno y obtuvieron recursos para desarrollar nuevas actividades.
Pero,
en general, esto no ocurrió.
Los
datos agregados parecen abonar esta interpretación: el gasto municipal en
Argentina apenas asciende al 8% del gasto público nacional, mientras que los
recursos tributarios propios de los municipios sólo constituyen el 3,5% de sus
ingresos totales.
Esta
debilidad financiera debe, sin embargo, ser sopesada respecto del poder que
tienen los intendentes en el escenario político local.
En la
mayoría de las provincias no existen límites de mandato para los intendentes,
quienes pueden presentarse entonces indefinidamente a la reelección.
Un
número importante de municipios han sido gobernados por las mismas personas (o familias)
durante cuatro, cinco y hasta seis periodos consecutivos.
Esto
bien podría indicar que los ejecutivos municipales usan los recursos del
aparato estatal para perpetuarse en el poder, o que son gobernantes eficientes
oportunamente premiados por los votantes en las urnas, o ambas cosas.
En cualquier
caso, los municipios importan en la Argentina actual y por ello es relevante
saber cómo los argentinos se relacionan con los gobiernos locales.
………….
V. Conclusión
Este capítulo analizó en términos comparados las
experiencias y percepciones de los argentinos respecto de cuatro factores que
afectan el funcionamiento del gobierno municipal y la relación que establecen
los ciudadanos con las autoridades locales: la participación en reuniones del
consejo municipal, la presentación de solicitudes a funcionarios de gobierno,
la confianza en las intendencias y la satisfacción con la calidad de los
servicios públicos locales.
Además,
el capítulo estimó el efecto de dicha
satisfacción sobre el apoyo al sistema político argentino.
El
estudio de la participación en reuniones municipales indica que, siguiendo la
tendencia histórica, los argentinos se involucran muy poco en este tipo de
actividades: apenas uno de cada veinte cinco entrevistados, el segundo valor
más bajo del continente, declaró haber participado en reuniones organizadas por
el consejo municipal durante el último año.
Los
ciudadanos que en Argentina tienen una probabilidad significativamente mayor de
participar en estas reuniones son quienes elevan peticiones a las autoridades
locales, participan frecuentemente en asociaciones comunitarias y trabajaron en
la última campaña presidencial para un candidato o partido político.
En
cuanto a la presentación de solicitudes, el nivel de involucramiento de los
argentinos también es comparativamente
bajo, a pesar de que los entrevistados manifiestan un alto nivel de confianza
en sus intendencias y suelen recibir respuestas favorables a sus pedidos por
parte de las autoridades.
Según
las estimaciones presentadas en este capítulo, la probabilidad de presentar una
solicitud es significativamente mayor entre las mujeres, las personas que
asisten a reuniones municipales, quienes participan activamente en campañas
políticas y residen en áreas rurales, mientras que es significativamente menor
entre aquellos que están satisfechos con la calidad en la provisión de los
servicios públicos.
El
capítulo finalmente analizó el nivel de satisfacción de los argentinos con los
servicios públicos locales.
En
este sentido, nuestro país se ubica en el segundo lugar en la escala
continental detrás de Canadá y muy por encima de otras naciones
descentralizadas de América Latina y el Caribe.
Los
resultados del análisis de regresión indican, además, que presentar una
solicitud a las autoridades del municipio, confiar en los demás, aprobar
fuertemente la labor presidencial y residir en ciudades pequeñas afecta
positivamente la percepción sobre la calidad de los servicios públicos.
Vale
la pena notar, por último, que quienes declaran que los servicios públicos son
buenos o muy buenos en promedio manifiestan un mayor nivel de apoyo al sistema
político argentino.
Dictadura de la
Gordura Moral, con su Mausoleo; vs. el Consorcio del Inquilinato peronista.
Data de la Presidencial de 2003 en la PBA
Ahora bien, el 8/11, en términos de brocha gruesa, no hubo
clase baja en las calles.
La sociedad argentina está escindida, sigue escindida.
Esa gran masa de la
Argentina de la pobreza constituye todavía para el
Gobierno nacional su reserva electoral más sólida.
También ahí el mayor problema es de representación: el
monopolio de hecho que todo gobierno –nacional o local– ejerce en la
representación política de las clases pobres argentinas, que contrasta con la
ausencia total de representación de las clases medias y altas.
Los pobres, los del medio y los más ricos en la Argentina de
hoy comparten muchas visiones, coinciden en muchas demandas, pero mientras los
pobres tienen cómo canalizarlas a través de mecanismos de representación, los
del medio y los de arriba sólo tienen voz si salen a la calle.
¡Menudo desafío para quienes aspiran a ser políticos de
profesión!
El
dilema argentino, por Manuel Mora y Araujo
IV. Determinantes del voto presidencial
2011
Esta sección presenta y discute los resultados obtenidos al
estimar la opción electoral de los argentinos en la última elección
presidencial de 2011. En esta contienda compitieron siete candidatos.
Para tres de ellos, CFK, Hermes Binner y Ricardo Alfonsín,
la encuesta produce un número de observaciones suficientes para ser analizadas
con modelos multivariados. El resto de los candidatos, como se mencionó al
inicio de este capítulo, fueron incluidos en la categoría de respuesta “otro” a
la pregunta VB3.
Por tal motivo, se decidió excluirlos del análisis.
Con el propósito de estimar los determinantes socio-demográficos
y actitudinales de las preferencias electorales declaradas por los
entrevistados en nuestro país, se construyeron dos modelos logísticos
multinominales con idéntica especificación. Estos modelos fueron estimados
utilizando como variable dependiente la opción electoral dividida en tres
categorías: CFK, Binner y Alfonsín.
Debido a que en este tipo de técnica econométrica las
comparaciones entre los perfiles de los votantes se realizan en base a una de
las categorías de la variable dependiente que opera como línea de referencia,
los modelos fueron estimados con líneas base o de referencia diferentes: Binner
y CFK.
De esta manera, se cubren todos los pares posibles de
candidatos.
Los modelos incluyen las variables socio-demográficas
habituales (color de piel, riqueza, edad, género, educación y tamaño del lugar
de residencia), la percepción de corrupción y la percepción de inseguridad,17 haber
recibido una oferta a cambio del voto, ser receptor de la AUH, la
identificación partidaria dicotomizada, el nivel de apoyo al rol del Estado y
los juicios sobre el desempeño de la economía personal y nacional.
La
Tabla 5 contiene los resultados del análisis de regresión utilizando la opción
Binner como categoría de base o referencia.
La
segunda columna muestra entonces las diferencias entre los votantes de CFK y
Binner.
La
tercera columna hace lo propio entre los votantes de Alfonsín y Binner.
Por
un lado, vemos que seis factores son estadísticamente significativos al
comparar los entrevistados que dijeron haber votado por CFK versus aquellos que
manifestaron haberlo hecho por Binner.
Primero,
dejando los otros factores constantes, quienes creen que la corrupción está
generalizada son menos propensos a haber votado por la Presidenta.
Segundo,
quienes manifiestan simpatía por algún partido político son, en cambio, más
propensos a haberlo hecho.
Tercero,
en promedio, los ciudadanos que evalúan positivamente la marcha de la economía
nacional tienen una mayor propensión a haber votado por CFK.
Finalmente,
respecto del perfil socio-demográfico de los votantes de CFK y Binner, se ve que
los más ricos, los de mayor edad y los más educados tienen una menor
inclinación a haber votado por la primera.
Por
otro lado, los resultados para el binomio Alfonsín-Binner indican que sólo dos factores
resultan estadísticamente significativos: la percepción de corrupción y la
riqueza, siendo los votantes que más intensamente perciben la generalización de
prácticas corruptas y los más ricos menos propensos a haber votado por
Alfonsín.
Es
interesante destacar que ninguna de las variables que potencialmente miden el
efecto de la política clientelar (esto es, haber recibido una oferta de un bien
material a cambio de su voto y recibir la AUH) explican la probabilidad de
haber votado por la Presidenta en las elecciones de 2011.
La
Tabla 6 presenta los resultados del modelo logístico multinominal estimado para
poder comparar los votantes de Alfonsín y CFK. En este caso, utilizando a CFK
como categoría de base o referencia, se observa que la evaluación sobre el
desempeño de la economía nacional y el nivel educativo de los encuestados son
las únicas variables significativas.
Dejando
los otros factores constantes, quienes perciben positivamente el desempeño de
la economía nacional tienen una menor propensión a haber votado por Alfonsín,
mientras que los más educados muestran una mayor inclinación.
Vale
la pena señalar, una vez más, que el clientelismo no explica las diferencias
observadas entre los votantes de ambos candidatos.
Más
bien parece suceder lo contrario de lo que habitualmente predice la literatura
que vincula el clientelismo con el voto a favor del candidato oficialista: si
en lugar de un nivel de significancia estadística al 95% se acepta el apenas
menos riguroso 96%, en promedio, quienes recibieron una oferta a cambio de su
voto son más propensos a haber votado por Alfonsín que por CFK.
Este
resultado es consistente con la información descriptiva presentada en el
Gráfico 180 de este capítulo.
Los
Gráficos 184 a
188 muestran las probabilidades estimadas del voto presidencial a los tres candidatos
principales según la percepción de corrupción, la evaluación de la marcha de la
economía nacional, la riqueza, la edad y la educación de los entrevistados.
Como
se observa claramente, los predictores más importantes del voto a favor de CFK
(en relación a Hermes Binner y Ricardo Alfonsín) son la percepción sobre el
desempeño de la economía del país y la educación.
Mientras
que quienes creen que la economía nacional funciona muy mal tienen una
probabilidad cercana al 40% de haber votado a la Presidenta, dicha probabilidad
aumenta aproximadamente al 90% entre quienes entienden que la economía funciona
muy bien.
En
relación a la educación, la probabilidad estimada del voto a CFK decrece del
90% para quienes no tienen ningún tipo de educación a cerca del 50% para
aquellos que cursaron 18 años de educación formal.
En
cuanto al efecto específico de los otros factores estadísticamente
significativos (percepción de corrupción, riqueza y edad) la probabilidad de
haber votado a CFK decrece cerca de 10 puntos porcentuales si se toman como
referencia los valores más bajos y los más altos del rango de estas variables.
V. Conclusión
En primer lugar, este capítulo examinó algunas de las
razones vinculadas con el comportamiento electoral de los argentinos.
La información discutida indica que el contexto electoral constituía
un escenario propicio para el triunfo de la Presidenta CFK.
Las percepciones positivas de los argentinos sobre la
eficacia del gobierno para manejar la economía y lidiar con cuestiones sociales
como la reducción de la pobreza habían aumentado considerablemente respecto de
los dos años previos a la elección.
En segundo lugar, se discutieron una serie de factores que
pudieron haber inclinado a los ciudadanos a votar por CFK en la elección
presidencial de 2011.
Concretamente, junto con los perfiles socio-demográficos de
los entrevistados, se exploró el efecto de las percepciones sobre la marcha de
la economía personal y nacional, la recepción de política asistencial
gubernamental, la exposición a la
“compra-venta” de votos, la percepción y victimización por
corrupción y crimen, y el apoyo al rol activo del Estado.
Por último, se estimó el impacto de estos factores sobre
las decisiones de voto de los argentinos en la mencionada elección.
Los resultados del análisis estadístico indican que el voto
a CFK provino fundamentalmente de los sectores más pobres y menos educados, de
quienes se identificaban políticamente con un partido político, y de quienes
mejor evaluaban el desempeño de la economía nacional.
Adicionalmente, un dato relevante es que la política clientelar
(medida tanto por la recepción de asistencia social gubernamental como por la
exposición al ofrecimiento personalizado de bienes materiales por apoyo
electoral) no tuvo una incidencia significativa sobre el voto a la Presidenta.
Esto, como se demostró, puede estar vinculado al hecho de
que la asignación de la AUH sigue patrones de eficiencia distributiva al tiempo
que los simpatizantes del FPV no manifiestan haber estado particularmente
expuestos a la compra-venta de votos.
17 En ningún caso
las variables que capturan la victimización por corrupción y la victimización
por crimen alcanzan significancia estadística, razón por la cual fueron
excluirlas del análisis de regresión.