La discusión es de contenido político. El 90
por ciento de la movilización en Buenos Aires quedó circunscripta en cuatro o
cinco barrios, de los 47. Y a dos partidos del GBA, de más de 20. Sin embargo,
Barrio Norte, Palermo, Belgrano, Caballito, Vicente López y San Isidro, no son
un puñado de barrios cualquiera de la ciudad.
Allí está el 90 por ciento de los cines,
teatros, médicos, abogados, periodistas, colegios y universidades privadas (y
también las más relevantes de las públicas), shoppings, intelectuales
—incluidos los de izquierda— concesionarias de autos, boliches nocturnos,
gastronomía, y la lista podría seguir. Allí está el sector que por amplísima
mayoría construye el discurso social, mediático y dominante. Allí están los
turistas internos y externos, viven los estudiantes hijos de las familias
acomodadas del interior y el exterior, y a veces de familias aspiracionales.
Para cualquier foráneo "ir a Buenos
Aires" es ir a esos barrios. ¿O acaso algún lector de esta columna presume
"conocerla" sin haber pisado nunca alguno de los barrios mencionados?
La marcha fue un acto muy masivo de los habitantes de esos barrios. Y no es una
buena noticia para el kirchnerismo que lo adversen de ese modo, aunque sea sólo
en esos barrios. Sin embargo, hay un dato determinante e irresoluble para la
derecha partidaria: en esos barrios privilegiados vive sólo el 10 por ciento de
los votantes.
En ese puñado simbólico de barrios
desarrollados y distinguidos, donde parece que "está todo", y donde
"tenés todo", sin embargo no está el 90 por ciento de los argentinos
que votan y eligen a los gobernantes. Por eso, suele pasar, que quienes creen
que la Argentina "es igual a mi barrio" luego no entienden por qué
las urnas están llenas de votos de gente que vive en otros barrios.
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