“Se como manejarme en el Quilombo, conozco
las “Reglas de la Casa ””
Perón, según Tomas Eloy Martínez.
Quilombo
Etimología: del portugués quilombo,
con el mismo significado, y este del quimbundu kilombo ("comunidad de
guerreros")
Acepciones
1/ Comunidad de esclavos cimarrones
que, durante la época colonial en América, se organizaban para su subsistencia
y defensa independientemente de la autoridad colonial
Sinónimo: palenque
2/ Local en el que se ejerce la
prostitución
Ámbito: Bolivia, Chile (sur),
Paraguay, Río de la Plata
Uso: malsonante
Sinónimos: Para una lista de sinónimos y términos
relacionados, véase Wikcionario: prostíbulo/Tesauro
3/ Situación confusa y desordenada
Ámbito: Bolivia, Chile (sur),
Honduras, Paraguay, Río de la
Plata
Uso: malsonante
Sinónimos: cahuín, follón, jaleo, lío
4/ Lugar remoto e inaccesible
Ámbito: Venezuela
Sinónimo: andurrial
5/ Vivienda rural rústica
Ámbito: Venezuela
Sinónimos: rancho, tapera
Compuestos
“…armar un quilombo…”:
ocasionar un alboroto
“…armarse un quilombo…”:
producirse un gran desorden
"La interrupción del Plan Alimentario
Nacional (PAN) en el momento de mayor hiperinflación (mayo de 1989) obligó al
gobierno provincial y las municipalidades a responsabilizarse de la asistencia
alimentaria: ollas populares, comedores comunitarios, distribución de
víveres"
PREVOT-SCHAPIRA (1993) “La consolidación municipal en el Gran Buenos
Aires: tensiones y ambiguedades”. En Revista “Estudios Sociológicos”
Vol. XI. núm.33; setiembre-diciembre, 1993. México.
“…si bien no se produjeron modificaciones en
el status de los municipios del Conurbano, a partir de la hiperinflación de
1989 se modificaron las condiciones y las funciones que ejercieron, que hasta
ese momento sólo se concentraban en el primer nivel de atención de la salud y
algunas actividades de cultura y deporte”.
CHIARA, Magdalena (2000) “Las políticas sociales en el Gran Buenos Aires en los noventa.
Algunas reflexiones acerca del régimen local de
implementación”.
En Revista Quivera Nº 4. Año 2. México.
En la década del 80, un nuevo fenómeno: las
tomas de tierras o “asentamientos” transforma los procesos de urbanización en
el Area Metropolitana de Buenos Aires.
Los autores, miembros de un equipo de
investigación de la
Universidad de General Sarmiento (Argentina), entrevistaron a
habitantes de estos asentamientos, y se
sorprendieron con las frecuentes menciones a los saqueos y ollas populares
ocurridos doce años atrás en un contexto de hiperinflación.
En este artículo, estos hechos son
considerados como constitutivos de una experiencia formativa iniciada con la
organización para la toma de tierras y seguida poco después por los saqueos de
supermercados y otros negocios durante la hiperinflación de 1989.
Esto da origen, posteriormente, a las ollas populares
que paliaron el hambre de ese momento, y que luego se transformaron en
comedores comunitarios, guarderías y
otras organizaciones que hoy persisten.
Esta indagación se apoya en los relatos de
los entrevistados y en la recopilación de diferentes periódicos de ese momento.
“Los saqueos y las ollas populares de 1989 en el Gran
Buenos Aires.
Pasado y presente de una experiencia formativa”.
María Rosa Neufeldy María Cristina Cravino; Julio 2001.
“Los pobres están condenados a la participación”
–Pobres ciudadanos, el título de su reciente libro, une dos
términos que suelen verse como contradictorios en muchos relatos políticos o
periodísticos en boga. ¿Pensó en eso cuando lo tituló?
–Pensé en eso esencialmente. Pensé
en esa lectura que se hace solamente en la Argentina. Si usted
dice lo mismo (“pauvres citoyens”) en Francia la lectura es “católica”,
compasiva. “Pobre ciudadano, qué mal que le ha ido.” Pero no hay la tensión que
se observa acá. La Argentina
es un caso paradigmático de un doble recorrido, más fuimos ciudadanos, más
fuimos pobres. Contradice cierta lógica progresista ¿cómo puede ser que un país
se democratice y se empobrezca a la vez? Ni siquiera los países del Este
europeo hicieron este camino, porque no se han democratizado cabalmente.
–Se suele decir que los pobres no tienen acceso a la
ciudadanía toda vez que “la política de los pobres” es de segunda. Los pobres
son definidos como rehenes, sometidos a las redes del clientelismo.
–En realidad, son pobres y son
ciudadanos, con todas las fuerzas que esos dos términos tienen. La pobreza,
incluso en casos muy duros, no disuelve la conciencia del ciudadano. Cuando uno
trabaja con gente de sectores populares ve que tienen una conciencia ciudadana
mucho más aguda de lo que podría imaginar a priori. Esos tipos, que están en
condiciones de vida muy embromadas, tienen posibilidades de desarrollo político
más limitadas que otras personas, pero no debe abusarse del concepto de
clientelismo. El clientelismo es un punto de vista muy fértil para criticar al
Estado o al sistema político, porque es cierto que el deterioro de las
condiciones de vida limita las posibilidades políticas. El problema viene
después, cuando se piensa en cómo construir fuerzas populares. La idea del
clientelismo lleva a un callejón sin salida, porque piensa sólo en términos de
dominación negando la potencia que existe para liberarse.
–¿Cómo se defiende el que no tiene trabajo o el que
trabajando no puede parar dignamente la olla en el Gran Buenos Aires?
–De varias maneras. Primero,
asociándose con los que viven con él y como él. El barrio es el gran
organizador de las clases populares actualmente. Hay racimos formidables de
organizaciones sociales de toda índole (más o menos estables, más o menos
prósperas) que se vertebran alrededor del barrio. Los piqueteros son los más
conocidos, pero hay organizaciones religiosas, musicales, murgas, comedores y
sociedades de fomento. La miseria empuja a la participación, porque para
ganarse la vida hay que moverse, hay que estar en organizaciones, ir a los
lugares que tienen recursos.
–La debilidad, según usted, no equivale a pasividad ni a
falta de dinámica.
–Porque sos débil tenés que
moverte, tenés que ser astuto. Hay una herencia del sindicalismo argentino, que
es el enganche entre el Estado y los gremios. Las organizaciones sociales,
territoriales, heredaron ese esquema. Yo hice largos trabajos de campo en La Matanza y conocí a (Luis)
D’Elía en sus comienzos, en 1986. El decía: “Vamos a pelear por la tierra, pero
la tierra debe ir a la cooperativa y la cooperativa transferirlos al barrio,
porque ése es el único modo de construir poder popular”. Eso era lo mismo que
hacían los sindicatos. No se reclamaba institucionalizar los beneficios. Las
organizaciones lograron así poder, pero se encerraron en la búsqueda permanente
de recursos. ¿Cuál es el dirigente más exitoso, el más representativo? Aquel
que tiene capacidad de conseguir recursos del Estado. Los pobres quedan
condenados a participar de modo perpetuo. Lo que se obtiene hoy no sirve para
el mes que viene, no es un derecho adquirido. No es una “conquista”. Cuando
usted obtenía la jubilación, la incorporaba. Si le dan 100 pesos tiene que
reiniciar sus reclamos mañana. Por eso las clases populares participan más que
las clases medias.
–¿Exigen o piden?
–Están atrapados entre zafar de su situación actual y
promover (digamos) que el mundo mejore. Si usted le pone un micrófono a un
dirigente le dice que el problema es el desempleo, pero si habla con un
funcionario pide “algo para el barrio”, “algo para ahora”.
–Básicamente ¿sólo pide planes?
–Planes, agua potable, alimentos para los comedores, ayuda
del municipio porque se desborda el arroyo, pide que pase una línea de
colectivos... Hay una tensión entre distintas organizaciones. Algunas
privilegian el reclamo ciudadano y consideran todo el resto como una
claudicación. Y hay otras que van a apoyarse más en el principio de realidad,
de integrarse más al sistema político.
–¿Cuáles son, en cada caso?
–En las organizaciones de la zona Sur (Teresa Rodríguez,
MTD) pareciera que el reclamo de derechos está más presente. En las
organizaciones de la zona oeste (FTV, CCC), están más en una cosa de
integración y negociación con el sistema político. Pero sería falso pensar que
están sólo en una cosa y no en la otra.
–No existe polaridad tipo “revuelta
vs. sumisión”.
–No, depende de un millón de cosas.
Cómo obra el intendente, quién es el gobernador, cuáles son las políticas
públicas...
–¿Las agencias estatales son los
únicos sectores interpelados?
–Se busca en otras organizaciones.
Se busca dinero, formación. Todo recurso es bienvenido. No es que le dé lo
mismo el rock que la bailanta o ser católico que pentecostal, pero eso no
quiere decir que esté en condiciones de descartar lo que no se aviene con sus
valores. Debe negociar con todos.
–¿Por qué no enrolarse o militar
todo el tiempo en alguna organización?
–Porque ninguna de esas
organizaciones, ni siquiera el peronismo, está en condiciones de resolverle todos
los problemas en tiempos duraderos. El tipo tiene muchos años de carreteo,
también sabe que quien hoy es todopoderoso, mañana va a dejar de serlo y no
tiene problema en cambiarlo. Coexisten dos registros, el de los criterios
propios y de la conveniencia.
–¿Por qué sigue siendo una
referencia importante el peronismo, que tanto tuvo que ver con la caída de los
trabajadores, con el desempleo, con el desguace del Estado benefactor?
–El peronismo tiene un capital
simbólico, el de haber representado como nadie a la clases populares. Y también
ha sido el que mejor se adaptó a las nuevas situaciones, aun cuando contribuyó
a destruir el mundo del trabajo. Está mucho más atado con la realidad. Hubo un
momento clave, en el año ’87. El alfonsinismo, que disputaba las clases
populares con la renovación peronista, se encontraba con los ocupantes de
tierras y se preguntaba cómo hacer para respetar la institucionalidad (violada
por las intrusiones) y para no reprimir. (El luego presidente Eduardo) Duhalde,
en la Municipalidad
de Lomas, dice “no me importa que las ocupaciones sean ilegales, eso es un
hecho. Yo hago mi política social a partir de ese hecho”. El peronismo resolvió
esa ambivalencia, sin muchos pruritos legales, pero...
–¿Qué aprendió usted sobre la cultura popular haciendo
trabajo de campo en los barrios?
–Hay una forma de sufrimiento de los sectores populares que
es la inestabilidad. Las cosas pasan... o no pasan. El colectivo pasa a veces,
en otras, deja de pasar y en otras pasa con las puertas cerradas, no para. El
médico va a la salita, pero no tiene remedios, los aparatos no andan. Ante
situaciones tan inestables, la gente acomoda el tiempo. Parece jugar con gran
habilidad entre la espera (no hay trabajo, el tipo se sienta y toma mate), y la
plena actividad. Si hay trabajo sale como si tuviera un cohete. Pero si se le
propusiera otro ritmo, le diría “para qué se apurasi no hay trabajo, no se
agite si no avanza”. La persona de clase media goza de mayor previsibilidad. En
el barrio, lo previsible es que nada se puede prever.
–Tampoco están las radios o la tele avisando de los
problemas de tránsito o de transporte.
–El otro día estaba en Virrey del
Pino, cerca de Cañuelas. Hay que llegar a la ruta 3, la única vía asfaltada
donde pasan los colectivos. Después hay que caminar 20 cuadras para el río
Matanza. Si los colectivos dejan de pasar por la ruta 3 o pasan con la puerta
cerrada y con las luces apagadas no hay nada que hacer sino esperar. La gente
dice “no pude” sin agregar más y eso basta para entender por qué cada vez hay
una dificultad distinta. Hay una cosa que los geógrafos llaman “la
inmovilización de la pobreza”, la pobreza encierra, es muy difícil comunicarse.
Cuando el tipo llegó a la ruta ya hizo una proeza, pero está con la ropa
embarrada y a 30
kilómetros de la Capital.
–Usted asocia la actividad del “pobre ciudadano” con la
imagen del cazador...
–Simplificando, cuando el cazador aprendió a mantener los
animales consigo, los domesticó y se hizo agricultor. Puede planear todo el
año, siembra, cosecha, guarda un poco para el año que viene.
–En una situación de empleo estable, los trabajadores son cual
agricultores...
–Las luchas sociales de la
modernidad son luchas por estabilizar modelos de vida. Jornada de trabajo,
jubilación, protección contra la enfermedad o el accidente. Usted vive de su
trabajo, pero si se enferma, no se muere de hambre. El cazador no puede
acumular, tiene que salir a diario a cobrar una presa nueva. No puede
reproducir el recurso del que vive. El cazador sale con el arco y la flecha y
debe volver con algo. Va al municipio, a la sociedad de fomento, a la iglesia y
debe volver con algo, un plan o un sachet de leche o remedios para la abuela.
Algo que no se sabe cuánto durará. Los pobres desocupados no tienen
instituciones ni protecciones que les permitan descansarse en una
previsibilidad, lo que hace muy difícil algunas estrategias que les gustan
mucho a los liberales. Formarse, por ejemplo. Formarse ¿para qué? Un
profesional que se forma para un trabajo afín a su especialidad puede hacer un
curso de un mes, pero quien arranca de cero puede tomarse cinco años en
formarse. Todos esos procesos que significan inversiones de largo plazo son muy
difíciles. La vivienda y la tierra son la excepción, porque perduran. Es mejor
ser pobre en su terreno, aunque esté muy perdido, a ser inquilino en un hotel
ubicado en la ciudad.
–¿Qué está investigando ahora?
–“Agua más trabajo”, un proyecto del gobierno nacional que
apunta a proveer de agua potable a alrededor de medio millón de personas en La Matanza. Comenzó
en 2004. En un lapso de un año y medio se construyeron redes de agua potable a
través de cooperativas de trabajo, con el municipio y el Enosa. Dos tercios del
territorio de La
Matanza. Aguas Argentinas había previsto proveer de agua a
esa zona en 2023. El agua en La
Matanza es de pésima calidad. Las cifras de mortalidad
infantil son terribles, aunque no se conocen en su totalidad. Se armaron 90
cooperativas de 16 personas cada una, la mitad de los socios son beneficiarios
del Plan Jefas y Jefes de Hogar. Se les dio capacitación, herramientas y hacen
el trabajo bajo la supervisión de Aguas Argentinas y del municipio.
–Descríbanos la experiencia, por favor.
–Hay un alto grado de improvisación
y problemas. Hay lugares donde ya están los caños, pero no se encontró el agua,
por falta de estudios previos. Se creyó que el agua estaba en napas que, luego
se supo, están contaminadas. Se repite la inestabilidad de la que hablábamos
antes: las obras se hicieron, las canillas se abren, no hay agua. Es el
problema más serio, en el Gobierno confían en solucionarlo más o menos rápido.
Hay un paisaje complejo de actores, Estado, empresas, organizaciones sociales.
Cada grupo “tiene” (como si fueran propias) un conjunto de cooperativas. Cada
agrupación decide quiénes la integran, cómo se organizan. La mitad (entre
comillas porque así es la jerga) “pertenece” al municipio, un cuarto a la CCC y un cuarto a la FTV.
–¿Los cooperativistas responden a sus mandantes?
–En principio, deben hacerlo, porque si no, se quedan sin
trabajo. Pero, en la realidad, ninguna organización puede controlar a todos,
todo el tiempo. Hay hechos confusos, tejes y manejes (cooperativas donde
trabajan 8 y cobran por 16, manejos poco claros del dinero). Son interesantes,
no para descalificarlos sino para ver cómo se arreglan porque, finalmente, las
obras se hacen, los caños están, las pruebas técnicas dan bien. Es muy
interesante ver cómo la gente desvía lo que la institución dice para darle
eficacia en otro sentido, por ejemplo, para que los que trabajen ganen más
dinero que el poco que se les asigna. Eso no siempre se hace alegremente: hay
peleas, denuncias por corrupción entre cooperativistas. Pero así se hace. Es un
contrato de trabajo, que funciona como uno de caza. Es por cuatro meses ¿y
después? No es una relación contractual de largo plazo. De las 90 que
comenzaron, hay 30 que trabajan a pleno. Cuando comenzaron les decían que se
formaran, que aprendieran contabilidad, la ley de las cooperativas, la
tecnología del agua. Bueno, el tipo va a hacer eso hasta un punto, sabiendo que
tiene una relación de cuatro meses. Como lo haría cualquiera de nosotros.
–¿Y avanza el proyecto?
–Avanza. Lo que también sirve para
que el tan mentado problema de la cultura del trabajo no es tan cultural como
se cree. No es cierto que alguien que no trabajó nunca no pueda adaptarse a los
ritmos del trabajo, a los horarios, a la disciplina. Basta con que esa persona
tenga una situación de trabajo estable y formalizada para que, en la inmensa
mayoría de los casos, aprenda muy rápido.
–¿Eso, según usted, sería aplicable
a cualquier país y cultura o es una característica argentina?
–En cualquier lugar, históricamente
fue así. En los comienzos de la industrialización, cuando los desposeídos de la
tierra llegan a la fábrica dejan de ser campesinos y se hacen obreros,
–Usted retoma el concepto de “desafiliación” de Robert
Castel. Le pido, para terminar, que nos lo explique.
–El concepto de “desafiliación”
tiene una enorme ventaja. Presupone que la sociedad es un conjunto integrado
por lazos, familiares, de empleo. La sociedad es un todo, ese sería el estado
normal de las cosas. Castel intenta explicar el momento en que las crisis (de
empleo especial, pero no únicamente) las personas se desenganchan y quedan por
fuera, desafiliados. El problema es de vínculos. Incluso en esos años en que
tanto se hablaba del “fin del trabajo”, del “horror económico” él (muy
tesoneramente) porfiaba en que el gran integrador sigue siendo el trabajo.
Quien no tiene trabajo no está liberado, sufre.
Lunes, 23 de enero de 2006, Por Mario Wainfeld
Tras hablar del resultado en las elecciones presidenciales argentinas del 27 de abril, el presidente cubano Castro afirmó:
"El símbolo de la globalización neoliberal ha sufrido un colosal golpe.
Ustedes no saben el servicio que le han prestado a América Latina y al mundo al hundirlo en la Fosa del Pacífico".
Fue fundada por iniciativa de David Rockefeller, miembro
ejecutivo del Council on Foreign Relations y del Grupo Bilderberg y aglutina a
personalidades destacadas de la economía y los negocios de las tres zonas
principales de la economía capitalista: Norteamérica, Europa y Asia-Pacífico.
Precisamente la inclusión de miembros de Japón es la
principal diferencia con el Grupo Bilderberg.
En la reunión del Grupo Bilderberg
en 1972, David Rockefeller propuso la creación de la «Comisión Internacional
para la Paz y la Prosperidad »
(International Commission of Peace and Prosperity), conocida comúnmente como
«Comisión Trilateral». La iniciativa tuvo muy buena acogida en la reunión.
La primera reunión de miembros
ejecutivos tuvo lugar en Tokyo, Japón en octubre de 1973.
La comisión trilateral ha sido
acusada de promover a lo largo de los años el adoctrinamiento ideológico en las
escuelas de los Estados Unidos promoviendo entre otras cosas lo que se llamo el
espíritu de la época.
Todo esto en favor de la clase
dominante, esto es los hombres de negocios.
Funcionamiento
La importancia de sus miembros le genera numerosas críticas
que alimentan la conocida teoría de la conspiración.
Miembros1
Actualmente la comisión es presidida por el congresista
demócrata Tom Foley por los Estados Unidos, el empresario y político irlandés
Peter Sutherland por Europa y el presidente de Fuju-Xerox, Yotaro Kobayashi,
como representante japonés.
Entre las personalidades que han
formado parte destacan los ex-presidentes de Estados Unidos George Bush sr.,
Jimmy Carter y Bill Clinton y el ex-Secretario de Estado de Estados Unidos
Henry A. Kissinger.
El abogado español Antonio Garrigues
Walker también es miembro de la
Trilateral , así como Juan Villalonga.
Han sido también españoles de la Trilateral en el
pasado, personalidades como Carlos Ferrer Salat, José Luis Cerón Ayuso, Emilio
Ybarra, Claudio Boada Vilallonga, José Antonio Segurado, Jaime Carvajal Urquijo
y Jesús Aguirre y Ortiz de Zárate (Duque consorte de Alba).
Recientemente han sido aceptados
como miembros Javier Solana (ex Alto Representante de Política Exterior de la UE ), Ignacio Polanco
(presidente del grupo PRISA), Borja Prado (presidente de Endesa) y Fernando
Rodés (consejero delegado del grupo de comunicación Havas).