Productores brasileños de etanol se resisten a la entrada de las grandes multinacionales
RIBEIRAO PRETO, Brasil— Hoy en día, muchos inversionistas quieren hablar con Cícero Junqueira Franco. Junto a sus dos hijos y muchos primos, controla gran cantidad de un material que necesita el mundo: etanol.
Junqueira Franco, fundador de Cia. Açucareira Vale do Rosário, una procesadora que convierte la caña de azúcar en azúcar y etanol, ha recibido varias ofertas. Bunge Ltd., el gigante estadounidense de commodities, ofreció US$ 775 millones por la compañía. Pero Junqueira Franco dice que nunca venderá.
Gracias a los altos precios del petróleo y la preocupación por el calentamiento global, las multinacionales intentan encontrar la manera de ingresar en el creciente mercado brasileño de los biocombustibles, carburantes renovables de cosechas como el maíz y la caña de azúcar. Estados Unidos y otros países esperan que el etanol reemplace en la próxima década hasta 15% de la gasolina que consumen. La abundancia de tierras, los bajos costos y la experiencia en la producción de etanol hacen que muchos consideren a Brasil como el país más adecuado para saciar la demanda mundial.
Muchos inversionistas potenciales, entre ellos gigantes de los commodities, fondos de cobertura y compañías de energía, han acudido al país. Incluso los fundadores de Google Inc. echaron un vistazo.
Sin embargo, estas empresas y sus millones de dólares se han tropezado con la realidad. Familias como la de Junqueira Franco han controlado la riqueza de la caña de azúcar de Brasil durante décadas, a veces siglos, y ahora no quieren vender. Otros piden precios desorbitantes por operaciones plagadas de problemas.
El enfrentamiento está impidiendo que algunas empresas extranjeras accedan al prometedor mercado de etanol brasileño mediante adquisiciones, obligándolas a desarrollar sus propios proyectos desde cero. No obstante, la resistencia a los extranjeros podría afectar la rapidez con la que el etanol brasileño podría fluir hacia la flota automotriz del mundo. Las grandes compañías, que tienen mejor acceso al crédito y el capital, también podrían ayudar a consolidar, modernizar y expandir la industria brasileña de etanol.
Archer Daniels Midland Co., la mayor productora estadounidense de etanol, ha estado en busca de adquisiciones durante más de tres años. Los comerciantes mundiales de azúcar, como la firma australiana CSR Ltd. y la alemana Südzucker AG se han enfrentado a precios altos y prolongadas negociaciones. La mayor productora de azúcar y etanol de India, Bajaj Hindusthan Ltd., anunció hace un año planes para invertir US$ 500 millones en la adquisición de plantas procesadoras. Aunque ha cortejado el mercado durante meses, no ha tenido suerte.
Muchas procesadoras familiares parecen atravesar por problemas. La industria brasileña de azúcar y etanol se gestiona de manera informal y está muy fragmentada. A menudo, las empresas no tienen libros de contabilidad confiables y están afectadas por disputas impositivas y de deuda, aseveran Bajaj y otros inversionistas.
Los inversionistas extranjeros también se ven afectados por problemas medioambientales y de mano de obra. La mayoría de la caña de azúcar aún se recoge a mano, un trabajo extenuante que ha enriquecido a los dueños de procesadoras durante siglos, pero que podría exponer a las compañías internacionales a responsabilidades legales. A comienzos de año el banco británico HSBC recibió una publicidad negativa cuando otorgó préstamos a Pará Pastoril e Agrícola SA, una productora que es investigada por una agencia gubernamental brasileña contra la esclavitud.
Según el Ministerio de Trabajo de Brasil, sus representantes "rescataron" a 1.108 empleados que trabajaban en circunstancias "degradantes", como jornadas de 13 horas y malas condiciones sanitarias. Un portavoz de HSBC dice que el banco "está comprometido con la responsabilidad social", pero rehusó hacer comentarios sobre clientes específicos. La procesadora, conocida como Pagrisa, ha negado haber obrado mal.
Las procesadoras brasileñas enfrentan cierta presión política para no vender. Si los extranjeros o las grandes compañías adquieren influencia, las regiones brasileñas que tradicionalmente han producido azúcar no obtendrían tantos beneficios del auge del etanol. Aloizio Mercadante, senador de São Paulo, calificó hace poco la venta de algunas procesadoras como "increíble e incomprensible".
Pese a los obstáculos, las compañías extranjeras de biocombustibles como ADM opinan que ingresar a Brasil vale la pena. El etanol de maíz de EE.UU., cuya producción es menos eficiente, puede competir con la gasolina gracias a un crédito impositivo de US$ 0,51 por galón. Y tanto ADM como su rival Cargill Inc. registraron márgenes de ganancias estrechos en sus operaciones de etanol en 2006 a causa del alza en los precios del maíz.
En contraste, el etanol de caña de azúcar de Brasil puede competir cómodamente con el petróleo, incluso en el rango bajo de los US$ 40 por barril. Patricia Woertz presidenta ejecutiva de ADM, dice que el etanol brasileño ofrece "una oportunidad para el crecimiento rentable" más allá de lo que suceda en el mercado de EE.UU. Aunque un alto arancel a la importación, superior a US$ 0,50 por galón, encarece la importación de etanol brasileño a EE.UU., éste podría dominar otros mercados en Asia o Europa.
Los analistas dicen que Brasil necesita una inversión de miles de millones para ampliar la producción y construir ductos, puertos y otra infraestructura. Existen alrededor de 210 compañías que gestionan 368 procesadoras de azúcar y etanol. Las cinco mayores generaron cerca de 17% de la producción de etanol el año pasado.
Por Antonio Regaladoy Grace Fan
The Wall Street Journal
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