José Luis Espert , en “Las provincias, fabricas de pobres”, fue a la yugular de los Feudales y los “neourquizistas”.
Dio para que tengan y guarden, miren:
“Específicamente, en el plano fiscal, el intervencionismo distribucionista crea películas cargadas de cinismo, como las que vemos hoy en el diálogo político: gobernadores que no recaudan nada, que viven de la coparticipación y las transferencias a discreción de
Entre 2003 y 2009 y a precios constantes, las provincias van a recibir $ 441.000 millones de ingresos por coparticipación, $ 151.000 millones más (suba del 52%) que en los 7 años previos (1994-2000). Además, por transferencias discrecionales desde el gobierno central harán caja por otros $ 131.000 millones, $ 72.000 millones (120%) más que entre 1994 y 2000, lo que totaliza la enormidad de $ 223.000 millones adicionales.
Sin embargo, los gobernadores andan penando por cuanto despacho oficial se les abra en Buenos Aires porque parece que
A los gobernadores nunca les alcanza ningún dinero. El problema es que, en promedio, el 60% de los ingresos lo perciben sin esfuerzo recaudatorio, porque gotea de manera automática desde el Banco Nación o porque le juran fidelidad eterna al presidente de turno. Lo que se gana sin esfuerzo se dilapida.
Además, cuanto más pobre es la provincia, más profunda es la redistribución de impuestos, cosa que agrava el desmanejo de los recursos. Por ejemplo, Chaco, medalla de bronce de la redistribución fiscal, históricamente a nivel local sólo recaudó entre el 9% y el 10% del total de sus ingresos (el 90% le llega "de arriba") y, sin embargo, siempre tuvo los registros más altos de pobreza e indigencia del país, a los cuales ahora hay que agregarles el dengue.
Pese a la redistribución de impuestos entre provincias, la sociedad chaqueña sigue empobrecida y sus gobiernos se suceden sin solución de continuidad y proponen la lucha contra la pobreza como elemento central de su política económica. Hay muchos otros ejemplos, como el del Chaco (Formosa, Santiago del Estero, Catamarca, etc.) y todos tienen, como mínimo, dos denominadores comunes: no recaudan casi nada a nivel local y sufren de manera lacerante la pobreza y la indigencia.
Entonces, si recibir dinero sin esfuerzo ayuda a perpetuar los sistemáticos reclamos provinciales por mayores fondos del gobierno federal y, al mismo tiempo, no soluciona los problemas que debería, por ejemplo, la subeducación y la pobreza, ¿por qué no cambiar?
Por ejemplo, ¿por qué no eliminar la coparticipación de impuestos y las transferencias discrecionales desde
Es obvio que la eliminación de todo el sistema de transferencias habría que hacerla en el marco de un nuevo programa económico, opuesto al "modelo productivo", que permita a las provincias (cuna de la producción agropecuaria) disfrutar de los precios internacionales de los bienes que producen y la libertad de comerciar, para lo cual habría que eliminar las retenciones y las prohibiciones y limitaciones a exportar. Esto blanquearía un desempleo encubierto en las provincias cercano al 4% de
Sin embargo, cuando nuestros políticos hablan de "apoyar las economías regionales", lo hacen en el sentido de sacarle dinero a
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