Tal vez una metáfora arquitectónica ayude a entender este enigma.
Podría decirse que el peronismo semeja a una casa de dos plantas.
En la de abajo reside el propietario, que es el peronismo-peronista (sindicatos, barones territoriales, punteros); en la de arriba viven sucesivamente los líderes coyunturales del movimiento, que alquilan el piso.
El contrato de locación le permite al inquilino pintar la casa del color que quiera y hacerle arreglos a discreción, pero no modificaciones estructurales.
El alquiler cotiza alto (el piso de arriba es muy buscado) y se paga en las especies más diversas: dinero, dádivas, prebendas, fondos ingentes para infraestructura, planes sociales, clientelas y proselitismo.
La popularidad del inquilino determina la duración del contrato; si mantiene la aprobación, renueva; si cae en desgracia, debe irse.
Ningún contrato alcanzó los once años.
La casa peronista es dinámica y flexible.
Como quería su arquitecto, vence al tiempo.
Otorga beneficios seguros a sus moradores y posee picardía mediática: sustrae de los flashes al dueño, que es impresentable, y exhibe al inquilino, cuya gloria tiene plazo fijo.
Así se amasan el éxito y la perdurabilidad.
Y se institucionalizan las malas artes.
Si se acepta esta imagen, se verá que el peronismo no es una ideología, sino una arquitectura y un contrato; o, dicho en términos académicos: una organización y un enunciado.
Allí reside su éxito y su karma.
Al liberalismo político argentino, algunos de cuyos representantes veneran un mausoleo, se le hace difícil comprender esta configuración.
Quizás esa ceguera tenga que ver con sus derrotas.
En pocos meses, la casa peronista, extremadamente eficaz y manipuladora, se enfrentará otra vez con sus adversarios.
A priori, la distribución de preferencias electorales no difiere demasiado de la observada desde 1983: 35% de cada lado y 30% de independientes que definirán la elección.
La diferencia -crucial- es que del lado kirchnerista existe unidad, y del otro fragmentación.
Además, los indicadores de opinión pública favorecen netamente al Gobierno.
Eduardo Fidanza, Miércoles 08 de junio de 2011, hacer clic aquí.
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DOMINGO 31 DE JULIO DE 2011
Maquina de Guerra Nomádica y Maquina Administrativa Despótica; ¿Peronismo = Ronald Reagan (CVN 76)?
Fede, consideremos al “cuartito de arriba” el equivalente de
Para entender la complejidad de lo que estamos hablando, hacer clic aquí, para ver el documental que lo explica.
Esta “bestia” solo es superada militarmente por menos de una docena de naciones; y superar quiere decir que pueden aguantar su capacidad de destrucción y destruirla, simultáneamente.
Ejemplo, Israel puede destruirla, pero el castigo lo pone de rodillas; Brasil no puede destruirla, pero puede encajar el castigo.
Otro tema; después de mirar el documental; ¿Cuáles son los ejemplos de tecnología "analógica" vital, en la bestia digitalizada?
Por lo menos hay 6 que saltan a la vista.
Volviendo al tema de “arquitectura y contrato = organización y enunciado”, leer el siguiente texto.
Cuando se investiga el modo en que las comunidades primitivas segmentarias han sido sustituidas por otras formaciones de soberanía, cuestión que Nietzsche plantea en la segunda disertación de La genealogía, vemos que se producen dos fenómenos estrictamente correlativos, pero del todo diferentes.
Es verdad que, en el centro, las comunidades rurales quedan atrapadas y regladas en la máquina burocrática del déspota, con sus escribas, sus sacerdotes, sus funcionarios; pero, en la periferia, las comunidades emprenden una especie de aventura, con otra clase de unidad, nomádica en este caso, en una máquina de guerra nómada, y se descodifican en lugar de dejarse sobrecodificar.
Hay grupos enteros que se escapan, que se nomadizan: no como si retornasen a un estadio anterior, sino como si emprendiesen una aventura que afecta a los grupos sedentarios, la llamada del exterior, el movimiento.
El nómada, con su máquina de guerra, se opone al déspota con su máquina administrativa; la unidad nomádica extrínseca se opone a la unidad despótica intrínseca.
Y, a pesar de todo, son fenómenos tan correlativos y compenetrados que el problema del déspota será cómo integrar, cómo interiorizar la máquina de guerra nómada, y el del nómada cómo inventar una administración del imperio conquistado.
En el mismo punto en el que se confunden, no dejan de oponerse.
El discurso filosófico nació de la unidad imperial, a través de muchos avatares, los mismos que conducen desde las formaciones imperiales hasta la ciudad griega.
E incluso en la ciudad griega el discurso filosófico mantiene una relación esencial con el déspota o con su sombra, con el imperialismo, con la administración de las cosas y de las personas (se encuentran todo tipo de pruebas de ello en el libro de Léo Strauss y Kojève sobre la tiranía) (e).
El discurso filosófico siempre ha permanecido en una relación esencial con la ley, la institución y el contrato que constituyen el problema del Soberano, y que atraviesan la historia sedentaria que va de las formaciones despóticas hasta las democráticas.
El «significante» es en verdad el último avatar filosófico del déspota.
Si Nietzsche se separa de la filosofía es quizá porque es el primero que concibe otro tipo de discurso a modo de contra- filosofía.
Es decir, un discurso ante todo nómada, cuyos enunciados no serían productos de una máquina racional administrativa, con los filósofos como burócratas de la razón pura, sino de una máquina de guerra móvil.
Acaso sea éste el sentido en el que Nietzsche anuncia que con él comienza una nueva política (lo que Klossowski ha llamado el complot contra la propia clase).
Sabemos bien que, en nuestros regímenes, los nómadas no tienen cabida: no se escatiman medios para regularlos, y apenas consiguen sobrevivir.
Nietzsche vivió como uno de esos nómadas reducidos a no ser más que su sombra, de pensión en pensión.
Pero, por otra parte, el nómada no es necesariamente alguien que se mueve: hay viajes inmóviles, viajes en intensidad, y hasta históricamente los nómadas no se mueven como emigrantes sino que son, al revés, los que no se mueven, los que se nomadizan para quedarse en el mismo sitio y escapar a los códigos.
Sabemos que el problema revolucionario, hoy, consiste en hallar una unidad de las luchas puntuales que no reconstruya la organización despótica o burocrática del partido o del aparato de Estado: una máquina de guerra que no remitiría a un aparato de Estado, una unidad nomádica en relación con el Afuera, que no se sometería a la unidad despótica interna.
Esto es quizá lo mas profundo de Nietzsche, la medida de su ruptura con la filosofía tal y como aparece en el aforismo: haber hecho del pensamiento una máquina de guerra, una potencia nómada.
E incluso aunque el viaje sea inmóvil, aunque se haga sin moverse del lugar, aunque sea imperceptible, inesperado, subterráneo, hemos de preguntar: ¿quiénes son hoy los nómadas?
http://estafeta-gabrielpulecio.blogspot.com/2010/07/gilles-deleuze-pensamiento-nomada-sobre.html
Fede, el peronismo no es un típico partido personalista y/o trotskista; que se sienten incómodos porque se les exige 400.000 votos, para ser reconocidos como espacio político.
Una cantidad que equivale al 1% de la población nacional.
Para sentarse en la silla de Capitán, el contrato; hay que sabérselo ganar, y defenderlo, demostrando PERMANENTEMENTE que se es el mas apto.
Perón, el Arquitecto, sabia que era como montar a un tigre; si te caes te come.
El peronismo es vertiginoso. José Luis Romero llamó a
El peronismo tiene esa cualidad. Movimiento aluvial, que Perón formó primero con retazos: caudillos provinciales conservadores, dirigentes sindicales que abandonaron el socialismo y hombres en disponibilidad para la aventura nacional.
El líder de ese ejército tradujo a
Fue el gran interpretador, en épocas en que todavía no era fashion la palabra "relato".
Quien acierta en la interpretación, representa a los interpretados.
El peronismo también es un portaaviones, donde no se examinan demasiado los papeles de quienes aterrizan en su plataforma.
Poroso y abierto a las incorporaciones, necesita, por eso mismo, de la lealtad hacia el dirigente como garantía de que los nuevos, o los que vienen de otras líneas internas, reconozcan la voz de mando.
El peronismo tiene una jerarquía de valores que son imprescindibles a su estilo: verticalidad y lealtad, por encima de innumerables peleas, ambiciones e intrigas.
Los ascensos y los descensos tienen lugar según la regla de la obediencia a quien dirige.
Por eso, Menem tuvo como leales a casi todos los leales al kirchnerismo.
Por eso, también, existen las promociones más veloces que la luz y los descensos fulminantes.
La plasticidad del peronismo ha sido la razón de su supervivencia y de los giros de 180 grados que le echan en cara quienes no comprenden que interpreta a
Lo que a Cristina Kirchner le gusta llamar "el relato" es eso: poner en discurso el aire de la época (que también captó Menem).
Trazar una línea de tiempo: estábamos en el infierno, pasamos al purgatorio, para sintetizarlo con una frase de Néstor Kirchner.
Beatriz Sarlo, Sábado 10 de diciembre de 2011, hacer clic aquí.