lunes, 15 de marzo de 2010

El Nuevo Vicio Frances, y el dilema político argentino.

La abstención, superior al 50%, ha ganado la primera vuelta de las elecciones regionales francesas, en la que el partido del presidente galo, Nicolas Sarkozy, ha perdido terreno frente a los socialistas, según todas las estimaciones, aún no oficiales.


Los últimos sondeos indican que el Partido Socialista (PS), liderado por Martine Aubry, conseguiría el 29,1% de los votos, mientras que la conservadora Unión por un Movimiento Popular (UMP) de Sarkozy, se quedaría con el 27,3%.


La tercera posición sería para los Verdes, con el 13% de los sufragios, y la cuarta para el ultraderechista Frente Nacional (FN) de Jean-Marie Le Pen, con alrededor del 11%.


"Los electores han expresado su rechazo a una Francia dividida" y "débil", ha afirmado Aubry, la favorita en estos comicios, que se completarán el próximo domingo con una segunda y definitiva vuelta, y que son los últimos antes de la cita clave de las presidenciales de 2012.


Aubry ha destacado que su partido ha alcanzado "uno de sus niveles históricos más altos" y ha emplazado a sus seguidores a que le presten su apoyo en la segunda vuelta para que "gane la esperanza".


Por su parte, la candidata a la región de Poitou-Charentes (oeste) y antigua rival de Audry por el control del Partido Socialista francés, Ségolène Royal, ha indicado que el voto de los franceses en las elecciones tiene un doble sentido.


Por un lado, de "adhesión" y "respeto" a los representantes regionales que elegían, y por otro un voto de castigo contra el Gobierno de Nicolás Sarkozy.


Fracaso de la clase política


Desde el Gobierno, el primer ministro, François Fillon, ha insistido en que todavía no está nada decidido y ha precisado que no se pueden sacar conclusiones a nivel nacional de la baja participación en esta consulta.


A la espera de que se difundan los primeros datos oficiales, lo que está claro es que la abstención superará todos los récords y se situará por encima del 50%, algo que los partidos consideran como un fracaso de toda la clase política.


El líder de la formación Europa Ecología, Daniel Cohn-Bendit, que según los sondeos se ha convertido en la tercera fuerza política, ha manifestado que la izquierda "puede hacerse con el poder en todas las regiones" y ha pedido forjar coaliciones de izquierdas en los gobiernos regionales.


El ultraderechista Frente Nacional, el cuarto partido más votado de esta primera vuelta, ha hablado por boca de una de sus figuras más carismáticas, Jean-Marie Le Pen, quien ha afirmado que "el Frente Nacional es todavía una fuerza nacional, y cada vez más fuerte".


En estos comicios, los franceses elegían, de entre 252 listas, a los 1.880 consejeros que gestionarán las regiones durante los próximos cuatro años.


Cada una de las listas debía respetar el principio de paridad (un candidato hombre y una mujer) y solo podrán pasar a la segunda vuelta, el próximo domingo, las que consigan un mínimo del 10% de los sufragios.


No obstante, las que alcancen el 5% de los votos también podrán unirse a las que hayan conseguido el límite del 10%.


http://www.abc.es/20100315/internacional-internacional/sondeos-apuntan-victoria-socialista-201003150050.html


Para que se entienda, en negro el porcentaje sobre los votos emitidos, y en rojo el porcentaje sobre el total del cuerpo electoral.


El Partido Socialista (PS) conseguiría el 29,1% (15%), Unión por un Movimiento Popular (UMP) se quedaría con el 27,3% (14%)


La tercera posición sería para los Verdes, con el 13% (6.50%), y la cuarta para el ultraderechista Frente Nacional (FN) de Jean-Marie Le Pen, con alrededor del 11% (5.50%)


¿Sucederá un fenómeno similar en la Argentina?

El Arte de la Intriga y la Vieja Política 2.

Las vísperas del golpe

El episodio de la ruptura de relaciones con Cuba fue un punto central para el control de la política exterior argentina, que estaba siendo disputado por el gobierno y la Unión Cívica Radical Intransigente, los militares, y los Estados Unidos en conjunción con la OEA. La embajada norteamericana consideró que había sido cuidadosa en sostener que la amenaza de golpe era una cuestión interna de la Argentina, en la que Estados Unidos no debía tener ningún papel. No obstante, la Unión Cívica Radical del Pueblo puntualizó tres movimientos por parte del gobierno de Estados Unidos, que supuestamente mostraban una intervención en las cuestiones internas de la Argentina: el anuncio de Estados Unidos de un empréstito de 150 millones de dólares inmediatamente antes de las elecciones del 18 de marzo de 1962; la breve visita de Robert McClintock a Frondizi el 20 de marzo de 1962, para comunicarle que Estados Unidos cancelaría su respaldo financiero en el caso de un cambio de gobierno; y la visita de McClintock al secretario de la Fuerza Aérea el 25 de marzo de 1962, motivada por la misma razón.

McClintock negó la interpretación de la UCRP respecto de las acciones norteamericanas. (1) De hecho, Rusk había incitado a Hoyt, en sus contactos con los militares, a “hacer hincapié en las ventajas de aliviar la presión sobre el gobierno en el interés de lograr una solución moderada”. Aunque ésta era una cuestión interna, Rusk sostuvo que el Departamento de Estado norteamericano “deploraría” un golpe militar. Dijo que mientras Estados Unidos daba la bienvenida a cambios en la política exterior provocados por presiones internas principalmente de los militares, la continua y extrema presión militar sobre el gobierno sería considerada como contraria a los intereses norteamericanos. (2)

Según algunos diplomáticos argentinos y norteamericanos, la crisis de Punta del Este podría haber sido evitada. Desde el principio, Frondizi había solicitado a Kennedy que no convocara la conferencia sobre Cuba en Uruguay, país tan cercano a la Argentina, sino más bien en Washington. El presidente argentino sostuvo que esta cuestión había generado muchos problemas para su país, ya que las crisis latinoamericanas eran generalmente más serias que las de países anglosajones y a menudo eran resueltas por la fuerza. Rusk dijo que conocía esta situación pues desde la edad de seis años estaba enterado de la presencia de continuas crisis en América latina, y añadió que incluso en Estados Unidos se habían registrado crisis recurrentes hasta 1930. Pero Rusk entendía que Estados Unidos había realizado un gran esfuerzo para alcanzar un acuerdo de mayor alcance sobre la exclusión de Cuba, y no había querido crear tensiones, habiendo abandonado la idea de sanciones diplomáticas. Rusk estaba más bien esperanzado en que la idea de exclusión, que originalmente había sido un concepto argentino, pudiera suministrar un pararrayos para remover las tensiones entre Estados Unidos y América latina. Hasta el momento anterior al voto, Rusk había creído que la Argentina aceptaría la fórmula y acompañaría a la mayoría. (3)

En el medio de la inminente crisis de su gobierno, Frondizi escribió otra carta dirigida a Kennedy, en un tono similar a su discurso de Paraná. En ella, lamentaba que sus programas y logros estuvieran siendo amenazados por políticos y otros grupos conspiradores en la Argentina, y por “ciertos sectores en los Estados Unidos” que, por razones económicas, erróneamente ideológicas o políticas, se oponían al objetivo claro y decisivo de la Alianza para el Progreso de Kennedy. Frondizi necesitaba de Estados Unidos una reiteración de que la Argentina era un elemento importante en el fortalecimiento de la democracia continental. El “remate de este cuento”, escribió Rusk, era que Frondizi le pedía a Kennedy la adopción de medidas que detuvieran las actividades de personas, supuestamente vinculadas a Estados Unidos, que estaban generando tensiones. La embajada norteamericana llamó a esta carta un “extraordinario documento”, causado por la necesidad de justificar su discurso de Paraná, que había sido dirigido hacia Washington. (4)

Tanto en el ámbito interno como internacional, los meses de marzo y abril de 1962 estuvieron completamente dominados por las elecciones del 18 de marzo, seguidas por el golpe militar que desalojó del poder presidencial a Frondizi, y por la subsiguiente cuestión del reconocimiento del nuevo gobierno argentino. Frondizi había traicionado a Perón luego de las elecciones de 1958. En 1962, fue Perón quien traicionó a Frondizi. Luego de haber ordenado a sus seguidores que se abstuvieran de votar, a último momento Perón les ordenó que procedieran sin dudar y votaran por Andrés Framini y otros candidatos peronistas. El anuncio efectuado por Framini, en enero, de que él competiría por la gobernación de la provincia de Buenos Aires con Perón como compañero de fórmula, movió el avispero de la oposición. El gobierno argentino rechazó a Perón como candidato, porque era un “prófugo de la justicia” y porque los “principios de su régimen eran incompatibles con aquéllos de la Revolución Libertadora”, pero Framini permaneció como candidato. (5)

El gobierno de Estados Unidos participó en esta coyuntura de dos maneras paralelas: primero, en oposición al sector del peronismo que había hecho “una irracional alianza” con el comunismo; y segundo, en apoyo del peronismo como “paliativo del continente frente a Castro”. Como respuesta a la primera táctica, Perón injurió el imperialismo norteamericano en febrero de 1960 y alabó el sistema de Castro como uno que tenía “realmente nuestro propio sello”. La embajada norteamericana se enteró de que Castro había ofrecido a Perón un millón de dólares para que éste fuera a Cuba y participara en el fomento de “propaganda anti-norteamericana”. A Perón le agradaba la idea.

Respecto de la segunda táctica, el respaldo norteamericano al peronismo como “paliativo del continente frente a Castro” podría haber sido sólo retórico, pero aun así, fue una idea frecuentemente repetida por Aristóbulo F. Barrionuevo, miembro y supervisor del Consejo de la Coordinadora Peronista, que frecuentemente tuvo contacto con la embajada norteamericana. A medida que se acercaban las elecciones, los observadores predecían que, si los peronistas ganaban, los militares declararían nulas e inválidas las elecciones y derrocarían el gobierno de Frondizi. (6)

El peronista Framini ganó. Era anti-militar, anti-democrático, anti-norteamericano, y creía que la única solución para la Argentina era el regreso de Perón al poder, aun a través de la formación de un frente con los comunistas. (7) Frondizi se arriesgó al permitir a los peronistas llevar candidatos propios a la elección, cuando él pudo haber prohibido legalmente su participación, y perdió. Pero no fue el único que se sorprendió por el resultado. “Fue una sorpresa para la mayoría de los peronistas”, escribió McClintock, y agregaba:


así como también lo fue para otros adivinos, incluyendo esta no siempre omnisciente embajada. Probablemente los más sorprendidos de todos fueran Frondizi, Frigerio, y el ministro del Interior Alfredo R. Vítolo, quienes se habían autohipnotizado con la convicción de que los peronistas estaban divididos entre sí, y que Frondizi, crecientemente popular, podía optar por la alternativa de participar limpiamente en las elecciones con la expectativa de capturar un amplio porcentaje de los votos peronistas.


El gran error de cálculo de Frondizi fue una de las fuentes de encono más importantes de los militares. La victoria peronista desnudaba un sentimiento positivo hacia Perón, y un voto castigo contra Frondizi por el descuido a las masas, propio de su programa de desarrollo, que estaba vinculado a programas de austeridad impuestos desde el exterior. (8)

La situación posterior a las elecciones tuvo claras desventajas para Estados Unidos. Los militares se fortalecieron y con ello la posibilidad de un golpe. Además, los peronistas se oponían a las medidas de austeridad, los programas de estabilización, la política petrolera y el capital extranjero. Los triunfos peronistas fueron percibidos por algunos observadores como una derrota norteamericana y como el fracaso de la Alianza para el Progreso. (9) No obstante, al analizar la victoria peronista, la embajada norteamericana juzgó que la influencia comunista había contribuido poco al resultado. Si la UCRI y la UCRP se hubieran unido, podrían haber derrotado a los peronistas. Por lo tanto, había causas internas para la victoria peronista, y los diplomáticos norteamericanos no tenían que “golpearse el pecho pensando que la Alianza para el Progreso había sufrido un contratiempo”. McClintock reflexionaba que:


De hecho, las posibilidades de éxito de la Alianza pueden mejorar a partir de este momento, ya que la mayoría de la gente no desea a Perón ni a los comunistas. Pensamos que Frondizi continuará como presidente, aunque la marina está endurecida contra él y Frigerio. La renuncia del último podría ayudar a mejorar la situación, en una medida difícil de evaluar. Si el presidente emerge de ésta, la última y más desesperada de sus muchas crisis, tendrá pocas deudas que saldar en nuestra dirección.


El gobierno de Frondizi podía ser “una alternativa incómoda en la armazón del legalismo”, pero era al menos “mejor que un golpe y un gobierno militar”. Frondizi dijo a McClintock “Ayer llegó claramente el momento de verdad. Lo que tú y yo debemos hacer por (ahora) es trabajar no por Frondizi sino por la Argentina”. McClintock estuvo de acuerdo. (10)

Pero los hechos condujeron a un callejón sin salida. Los militares no permitieron que los peronistas tomaran posesión de sus cargos. Las elecciones fueron anuladas, pero, como dijo El Debate, esta medida nada decidió y en cambio logró trastornar todo, colocando a la Argentina al borde de la guerra civil. La posición peronista cambió diariamente, oscilando alternativamente entre la de amenazar con la violencia y la de acordar sujetarse a la Constitución. (11)

McClintock y Kennedy se autoacreditaron haber salvado la cabeza de Frondizi durante una semana. McClintock había actuado afanosamente, pues percibía la derrota de Frondizi como la derrota de Kennedy, y el reemplazo de Frondizi por los sectores derechistas como “una victoria para la Sociedad John Birch y su consejero latinoamericano, el ex embajador Spruille Braden”. Como Frondizi era conocido por su astucia y sentido de oportunidad, el gobierno de Estados Unidos tuvo la esperanza de que sobreviviera, y realmente llegó a pensar que los militares habían perdido su posibilidad de derrocarlo. (12) Pero el optimismo duró tan sólo hasta el almuerzo del 22 de marzo, que McClintock compartió con Aramburu y Krieger Vasena. En ese encuentro fue evidente el descontento de Aramburu con Frondizi. La única razón por la que Aramburu y otros militares responsables no habían apoyado el desalojo de Frondizi de la presidencia fue porque deseaban la sucesión por medios constitucionales. Dada la “casi total falta de respaldo” a Frondizi, éste podía verse forzado a renunciar a la presidencia. McClintock nunca había visto al presidente de un país en situación tan vulnerable.

Los militares solicitaron varias veces su renuncia. Pero Frondizi se mantuvo firme, tratando de conformar un gabinete que fuera aceptable a los militares. Estos le concedieron un plazo final hasta el 26 de marzo. Frondizi dijo que si los uniformados querían librarse de él, podían pegarle un tiro o encarcelarlo; pero que ello tornaría casi legendaria su negativa a renunciar. (13) El 26 de marzo de 1962 Aramburu informó que había tenido una dramática y tomentosa confrontación con Frondizi y no había obtenido nada de ella. Dijo que Frondizi había intervenido las provincias por su propia iniciativa, no forzado por los militares como él alegó, enfureciendo a los militares. Como dijo McClintock, ésta era una “paradoja dentro de la paradoja”, porque los militares no tenían la intención de ser testigos del beneficio que los peronistas obtendrían de su victoria electoral. De hecho, Frondizi reprochó furiosamente a Aramburu de ser personalmente desleal y traidor.

Finalmente, el 29 de marzo de 1962, Frondizi fue depuesto y voló hacia una prisión naval en la isla de Martín García. Una de las cosas más extrañas de esta extraña situación, dijo McClintock, fue que los militares dejaron a su principal adversario en contacto con sus adherentes en una isla que estaba a sólo veinte minutos de Buenos Aires por avión. “Napoleón había estado mucho más lejos en Elba”. (14)


  • NOTAS

  1. Memorándum de conversación entre Brogan y Arturo Mathov, diputado nacional, UCRP, McClintock al Departamento de Estado norteamericano, 2 de abril de 1962, NARA, 59, Central Decimal Files 1960-63, Box 1593, File 735.00/4-162.

  2. Rusk a la Embajada norteamericana en Buenos Aires, secreto, 10 de febrero de 1962, NARA, 59, Central Decimal Files 1960-63, Box 1592, File 735.00/1-962.

  3. Memorándum de conversación entre Emilio del Carril; Oscar Iván Pezet, primer secretario, Embajada Argentina; Harvey R. Wellman, director, Oficina de los Asuntos de la Costa Este, 10 de abril de 1962, NARA, 59, Central Decimal Files 1960-63, Box 1221, File 611.35/4-262.

  4. Rusk a la Embajada norteamericana en Buenos Aires, 19 de febrero de 1962, NARA, 59, Central Decimal Files 1960-63, Box 1221, File 611.35/1-1662; y Embajada norteamericana en Buenos Aires al secretario de Estado norteamericano, 23 de febrero de 1962, 4:13 p.m., ibid. La carta de Frondizi a Kennedy fue escrita el 12 de febrero de 1962.

  5. Hoyt al secretario de Estado norteamericano, 1º de febrero de 1962, NARA, 59, Central Decimal Files 1960-63, Box 1592, File 735.00/1-962; Hoyt al secretario de Estado norteamericano, 6 de febrero de 1962, ibid.; y McClintock al secretario de Estado norteamericano, 14 de febrero de 1962, ibid.

  6. NARA, 28 de febrero de 1960; Salert dijo que fue sólo retórica; NARA, 2 de febrero de 1962; NARA, 13 de marzo de 1962.

  7. McClintock al secretario de Estado norteamericano, 19 de marzo de 1962, NARA, 59, Central Decimal Files 1960-63, Box 1592, File 735.00/3-162.

  8. McClintock al secretario de Estado norteamericano, secreto, 21 de marzo de 1962, 7:55 p.m., parte 1, NARA, 59, Central Decimal Files 1960-63, Box 1592, File 735.00/3-162.

  9. McClintock al secretario de Estado norteamericano, 19 de marzo de 1962, NARA, 59, Central Decimal Files 1960-63, Box 1592, File 735.00/3-162; y Embajada norteamericana en Madrid al secretario de Estado norteamericano, 22 de marzo de 1962, ibid.

  10. McClintock al secretario de Estado norteamericano, secreto, 21 de marzo de 1962, 7:55 p.m., parte 2, NARA, 59, Central Decimal Files 1960-63, Box 1592, File 735.00/3-162.

  11. McClintock al Departamento de Estado norteamericano, 22 de marzo de 1962, NARA, 59, Central Decimal Files 1960-63, Box 1592, File 735.00/3-162; Barrionuevo describe la reacción militar a las elecciones, NARA, 21 de marzo de 1962; y memorándum de conversación entre McClintock y Barrionuevo, Embajada norteamericana en Buenos Aires al Departamento de Estado norteamericano, 22 de marzo de 1962, NARA, 59, Central Decimal Files, 1960-63, Box 1592, File 735.00/3-162.

  12. Memorándum de conversación entre Arturo Morales-Carrión y McClintock, Mc Clintock al secretario de Estado norteamericano, secreto, 22 de marzo de 1962, 9:48 p.m., NARA, 59, Central Decimal Files 1960-63, Box 1592, File 735.00/3-162; McClintock al Departamento de Estado norteamericano, 27 de julio de 1962, citado de Rogelio García Lupo, La rebelión de los generales, Buenos Aires, Proceso, 1962, capítulo 10, ibid., Box 1594, File 735.00/7-262; y Embajada norteamericana en Buenos Aires al secretario de Estado norteamericano, 22 de marzo de 1962, 9:48 p.m., ibid., Box 1592, File 735.00/3-162.

  13. McClintock al secretario de Estado norteamericano, alto secreto, 22 de marzo de 1962, NARA, 59, Central Decimal Files 1960-63, Box 1592, File 735.00/3-162; Embajada norteamericana en Buenos Aires al secretario de Estado norteamericano, secreto, 22 de marzo de 1962, 9:48 p.m., ibid.; y McClintock al secretario de Estado norteamericano, secreto, 25 de marzo de 1962, 2 p.m., ibid.

  14. McClintock al secretario de Estado, secreto, 26 de marzo de 1962, NARA, 59, Central Decimal Files 1960-63, Box 1592, File 735.00/3-162; McClintock al secretario de Estado norteamericano, secreto, 27 de marzo de 1962, 4:45 p.m., ibid.; McClintock, secreto, 31 de marzo de 1962, ibid.


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El Arte de la Intriga y la Vieja Política 1.

El pacto Perón-Frondizi

El gobierno de la Revolución Libertadora había prometido las elecciones generales para el 23 de febrero de 1958. En los meses anteriores, se hizo cada vez más difícil al gobierno separar las cuestiones políticas de los asuntos electorales. El propósito primitivo de eliminar el control peronista de los sindicatos mediante la intervención de la CGT, y de prohibir la ocupación de cargos sindicales a dirigentes que hubieran actuado durante el gobierno de Perón no resultó. Los sindicalistas peronistas lograron el control de numerosos sindicatos, y en otros, aunque hubieran sido elegidas personas independientes para los puestos directivos, los afiliados continuaban respondiendo al peronismo. Las directivas de Perón eran transmitidas por un grupo clandestino de dirigentes de la CGT, quienes trataban de incentivar las actitudes revolucionarias. En septiembre y octubre de 1957, una ola de paros y dos huelgas generales se dispusieron en contra del gobierno, en demanda de aumentos de salarios. (1)

En el seno del gobierno se produjo una fuerte controversia sobre la manera en que se debía responder a la presión gremial. El presidente Aramburu y los ministros civiles eran partidarios de una política moderada que contemplaba el aumento de salarios. El vicepresidente Rojas, con el apoyo del ministro de Marina Teodoro Hartung, postulaba en cambio una política de línea dura contraria al aumento de sueldos y que demandaba el arresto de los agitadores peronistas y comunistas, a quienes responsabilizaba de los problemas gremiales.
Las opiniones enfrentadas alcanzaban también la estrategia para las elecciones generales y amenazaban con provocar una división absoluta entre presidente y vicepresidente. Aquéllas se manifestaron cuando, según el vicepresidente Rojas, el presidente parecía no prestar atención a las recomendaciones políticas de la Junta Militar. El presidente se negaba a refrendar decretos leyes preparados por la Junta Militar -los cuales había aceptado en un principio-, que ordenaban la proscripción del partido Comunista y el arresto de dirigentes gremiales peronistas. El almirante Rojas sospechaba que Aramburu tenía motivos políticos para no aceptar las sugerencias de la Junta Militar.

El 6 de octubre, en una reunión en Olivos, la discusión casi llegó a la ruptura entre presidente y vice. Ambos se acusaron de tomar iniciativas que podían comprometer la palabra empeñada por el gobierno de neutralidad en las elecciones generales. Aramburu señaló que la propuesta de Rojas de arrestar a dirigentes sindicales apuntaba a provocar desórdenes entre los trabajadores. El presidente aludía a rumores que advertían que Rojas intentaba utilizar la inquietud obrera para justificar la suspensión de las elecciones y el establecimiento de un régimen dictatorial. Rojas negó terminantemente la acusación y a su vez reconvino al presidente y a los ministros civiles por utilizar sus cargos para apoyar el programa de la UCRP y quitar votos a Arturo Frondizi. (2)

Las alternativas de la Asamblea Constituyente habían demostrado la imposibilidad de acordar cambios políticos relevantes en un contexto de proscripción de un partido que había sido mayoritario en el país y de fuerte competencia entre los demás partidos para conseguir los votos peronistas. No obstante, el 15 de noviembre se hizo público el decreto de llamado a elecciones para el 23 de febrero de 1958, hecho que aventó las dudas sobre la realización de los comicios. Una docena de partidos designaron sus candidatos, pero era sabido que los candidatos con posibilidades reales de acceder a la presidencia eran sólo dos: Ricardo Balbín por la UCRP, y Arturo Frondizi por la UCRI. El primero era percibido como el candidato oficial, con sus ventajas y desventajas, entre éstas el hecho de representar la continuidad de lo realizado por la Revolución Libertadora, lo cual implicaba el mantenimiento de las medidas antiperonistas y de la política económica y social. Frondizi, inversamente, se presentaría como opuesto a todo lo actuado por el gobierno militar. Postularía el fin de la persecución ideológica y política, una amnistía para los acusados de delitos políticos, la integración de la clase trabajadora en la vida nacional, un programa económico que daba prioridad a la industria pesada, y la adopción del sistema de enseñanza libre que permitiría la existencia de universidades privadas. (3)

La aceptación que parecía tener el movimiento frondizista llevó a que el gobierno considerara la idea de levantar la proscripción al partido Peronista. No obstante, una consulta con oficiales navales reveló una opinión negativa prácticamente unánime. El gobierno permitió sin embargo el registro electoral de un grupo de partidos neoperonistas, estrategia que apuntaba a dividir a los simpatizantes frondizistas. La marina se opuso firmemente a la medida, pero ésta se mantuvo debido al apoyo del ejército y la aeronáutica. El temor de la marina consistía en que una orden de Perón podría llevar el caudal de votos en blanco a apoyar una de las listas neoperonistas. Aramburu y algunos ministros estaban dispuestos a aceptar la victoria de los peronistas en alguna provincia, aunque consideraban que la elección debía anularse si obtenían un triunfo mayor. A su vez, los almirantes Rojas y Hartung pensaban que era inmoral permitir la participación de los neoperonistas en la elección y luego negarles los cargos si ganaban. Era preferible mantenerlos proscriptos y hacer una elección limpia con todos los demás partidos. Por cierto, la oposición de Aramburu a la eliminación de los partidos neoperonistas poco antes de la elección respondía a la percepción de que dividiendo los votos peronistas se contribuiría al triunfo de la UCRP.

Pero en estas estrategias había un imponderable que era la posición que Perón ordenaría asumir a sus seguidores. En Chile, los miembros del Comando Táctico desarrollaron una estrategia que sería presentada a Perón en Caracas por John William Cooke y que señalaba que había que respaldar a Frondizi, dado que éste representaba la corriente más popular y nacional. La mayoría de los dirigentes y bases peronistas, sin embargo, consideraban que debía insistirse con el voto en blanco, pero esto implicaba facilitar el continuismo entre el gobierno militar y la UCRP de Balbín. Perón solicitó un tiempo para pensar su decisión. A comienzos de febrero comenzaron a llegar los indicios de que el ex presidente, ahora instalado en Santo Domingo, pedía a los candidatos de las listas neoperonistas que renunciaran a ellas y a sus simpatizantes que no avalaran con sus votos el plan continuista de la Revolución. Esto podía interpretarse como un apoyo tanto a Frondizi como al conservador popular Vicente Solano Lima. El interrogante se reveló una semana más tarde cuando fueron distribuidas copias de una carta de Perón ordenando votar por Arturo Frondizi. Se hizo evidente entonces que dicha resolución sólo podía ser producto de un pacto Perón-Frondizi. (4)

En las altas esferas del gobierno no podía creerse que Frondizi hubiese hecho un pacto con Perón, motivo por el cual se hizo caso omiso de la evidencia que presentaron los ministros civiles. En una reunión solicitada urgentemente, el ministro de Relaciones Exteriores, Alfonso de Laferrère, presentó documentos diplomáticos que testimoniaban los contactos entre representantes de Frondizi y de Perón, y demostraban un acuerdo político entre ambos. El almirante Rojas propuso citar a Frondizi para que aclarara la cuestión, pero no se tomó ninguna medida. El canciller decidió presentar su renuncia. Tampoco existe evidencia de que la Junta Militar se reuniera formalmente para tratar la posibilidad de la existencia de un pacto semejante. El ministro de Marina Hartung no estaba convencido de que la victoria de Frondizi estuviera asegurada.

Un rol clave en toda la estrategia política que desembocara en el acuerdo Perón-Frondizi fue el jugado por el asesor económico del último, el empresario Rogelio Frigerio. Este era partidario de un programa económico y social desarrollista, que pretendía transformar el país a través de la expansión de la industria nacional. En los últimos meses, Frigerio había tratado de obtener el respaldo de Perón para constituir una alianza electoral que apoyara su programa. Perón, sin embargo, no estuvo convencido de respaldar los planes frondizistas hasta fines de 1957.

Las negociaciones se llevaron a cabo en Caracas, adonde Frigerio viajó dos veces. La primera vez llegó el 3 de enero de 1958 y la segunda el 18. En la última circunstancia se produjo la revolución que derrocó al dictador venezolano Marcos Pérez Jiménez, por lo cual las tratativas se suspendieron, dado que Perón debió trasladarse a Santo Domingo por su seguridad y Frigerio regresó a Buenos Aires. Aquí se ultimaron los detalles del documento a firmarse y éste fue remitido a Santo Domingo el 5 de febrero por medio de un enviado especial.

Cabe mencionar aquí que el embajador argentino en Venezuela, general Carlos Toranzo Montero, desempeñó un rol activo en la preparación del golpe que derrocaría al dictador Pérez Jiménez. Esta intervención llevó al gobierno de Venezuela a declarar persona no grata al embajador argentino y llamar a su embajador en la Argentina. El 6 de julio de 1957, el gobierno argentino daba a conocer la interrupción de las relaciones con Venezuela, fundamentando la decisión en la negativa del gobierno de ese país en atender las peticiones para que “reprimiera las actividades delictuosas que se llevan a cabo desde su territorio en forma sistemática contra el pueblo y el gobierno argentino, incitando al terrorismo y a la subversión”, lo que aludía a la residencia de Perón en ese país y a las negociaciones que éste realizaba desde allí. Por cierto, instaurada la Junta Militar Revolucionaria, presidida por el contraalmirante Wolfgang Larrazábal, quien tenía una antigua amistad con el almirante Rojas desde que había sido agregado naval en Buenos Aires, el gobierno argentino reanudó inmediatamente las relaciones diplomáticas. Esta evolución de los acontecimientos explicaría el hecho de que Perón haya debido salir rápidamente de Venezuela al conocerse el golpe, temiendo por su seguridad. La situación se repitió con la República Dominicana, al instalarse Perón en Santo Domingo. El gobierno argentino juzgó como una desconsideración de ese gobierno el que no fueran atendidos sus reclamos por la “injerencia que desde ciudad Trujillo ha tenido en la política el ex dictador Juan Domingo Perón, que allí ha encontrado asilo después de su fuga de Caracas”. En consecuencia, el 9 de abril de 1958, se declararon suspendidas las relaciones diplomáticas con el gobierno dominicano. (5)

El pacto Perón-Frondizi generó posteriormente una controversia acerca de su contenido. Frigerio sostuvo que tanto él como Frondizi firmaron dos copias del documento enviado a Perón, pero insistió en que no se establecían medidas concretas sino la necesidad de hacer frente al radicalismo de Balbín y a las maniobras del neoperonismo del partido Blanco de los Trabajadores. La afirmación de Frigerio no concuerda con el texto dado a publicidad por Perón en junio de 1959. Por su parte, Frondizi negó haberlo firmado y el acto de darlo a publicidad fue atribuido a una maniobra desestabilizadora por parte de Perón hacia su gobierno. No obstante, la correspondencia particular de Perón en los primeros meses de la administración de Frondizi indicaría que el texto conocido es parcialmente verdadero. Según dicho texto los compromisos de Frondizi incluían la revisión de todas las medidas económicas y la revocación de todas aquéllas de persecución política contra los peronistas adoptadas por la Revolución Libertadora, la devolución de propiedades incluidas las de la Fundación Eva Perón, la normalización de los sindicatos y de la CGT, el reemplazo de los miembros de la Corte Suprema, la restitución de la legalidad al partido Peronista. En un lapso no mayor de dos años debía convocarse una asamblea constituyente que revisara la Constitución, declarara vacantes todos los cargos electivos y convocara a nuevas elecciones. El acuerdo era de una envergadura tal que puede comprenderse que Frondizi estuviera decidido a negarlo.

La información transmitida por el embajador norteamericano en Ciudad Trujillo también parecía confirmar los rumores del compromiso entre Frondizi y Perón. Farland informó que en una entrevista Perón comentó que Frondizi diseñaría un período de transición de dos años que prepararía el terreno para realizar nuevas elecciones. Esto permitiría eliminar la posibilidad de un conflicto social y de crear el clima necesario para el regreso de Perón. (6)

Frigerio sostuvo posteriormente que el acuerdo con Perón no había sido secreto. Todas las estipulaciones del pacto eran, en su opinión, el programa de conciliación que se había propuesto contra la corriente antiperonista y antipopular desatada en 1955. Dicho programa había sido explicado en distintos lugares del país, había formado parte de los discursos de Frondizi durante la campaña electoral y había sido desarrollado extensamente en la revista Qué. Tanto la política del petróleo, la política respecto del capital extranjero, las ideas acerca de las asociaciones profesionales o la decisión de terminar con la antinomia peronismo-antiperonismo no fueron secretas. (7)

En virtud del pacto, la fórmula Arturo Frondizi-Alejandro Gómez consiguió una victoria decisiva en las elecciones del 23 de febrero. Obtuvo 4.070.000 votos, más del doble de los obtenidos por la UCRI unos meses antes, contra 2.550.000 del candidato de la UCRP. La UCRI logró una amplia mayoría en diputados, unanimidad en el Senado y la totalidad de los gobiernos provinciales. El resultado indignó a gran parte de los militares, quienes consideraron que Frondizi había manipulado la proscripción de los peronistas en contra de la Revolución Libertadora. Muchos lo percibieron legalmente electo pero no legítimo. Se pensó incluso en no entregar el poder. Finalmente se impuso la opinión de los legalistas, pero que encerraba un condicionamiento. Frondizi asumiría el gobierno, pero las fuerzas armadas retendrían el poder. De esta manera, a pesar del enorme respaldo electoral obtenido, el gobierno de Frondizi se vería debilitado por las condiciones del apoyo peronista y la tutela que las fuerzas armadas pretenderían ejercer sobre su gestión.


  • NOTAS

  1. R.A. Potash, op. cit., pp. 346-347.

  2. Ibid., pp. 346-349. Rojas siempre negó las acusaciones de que hubiera querido postergar las elecciones. El almirante Estévez, quien en la época era subordinado de Rojas y luego fue secretario de Marina, también aseveró que Rojas nunca trató de evitar la elección de Frondizi. Ibid., p. 349, n. 97.

  3. Las alternativas e implicancias del proceso electoral se pueden consultar en ibid., pp. 351-365; A. Rouquié, op. cit., pp. 146-151; Félix Luna, De Perón a Lanusse,Buenos Aires, Sudamericana/Planeta, 1985, pp. 115-118.

  4. R. A. Potash, op. cit., pp. 357-364; Julio E. Nosiglia, El desarrollismo, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1983, pp. 70-76; Silvia L. Belenky, Frondizi y su tiempo, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1984, pp. 40-43; Mario Barrera, Information, Ideology, and Decision Making: Arturo Frondizi and the Argentine Political System, Ph.D. dissertation, University of California, 1970, pp. 54-55-

  5. María Laura San Martino de Dromi, Historia política argentina (1955-1988), Buenos Aires, Astrea, 1988, tomo 1, p. 42; Claudio Panella, Perón y Atlas,

  6. National Archives Documents, 735.00/2-1958, February 19th, 1958.

  7. Fanor Díaz, Conversaciones con Rogelio Frigerio, Buenos Aires, Colihue-Hachette, 1977, pp. 33 y ss., cit. en J.E. Nosiglia, op. cit., pp. 73-74.

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Historia General de las Relaciones Exteriores de la Republica Argentina.

http://argentina-rree.com/13/13-017.htm

En la Web Argentina es el sitio mas completo sobre la interrelación entre política Interna y Externa.

http://argentina-rree.com/home_nueva.htm



Crispación; “Si la política falla ¿qué queda?”

Washington y México colaboran para esclarecer los asesinatos de tres personas vinculadas al consulado estadounidense

http://www.elpais.com/articulo/internacional/Washington/Mexico/colaboran/esclarecer/asesinatos/personas/vinculadas/consulado/estadounidense/elpepuint/20100315elpepuint_4/Tes


Sábado sangriento en el Estado mexicano de Guerrero

Una oleada criminal deja 13 muertos en Acapulco y diez en Ajuchitlan del Progreso

http://www.elpais.com/articulo/internacional/Sabado/sangriento/Estado/mexicano/Guerrero/elpepuintlat/20100314elpepuint_3/Tes


Como si las noticias anteriores fueran cosa de poca monta, El País publica la siguiente nota de MARÍA DE LAS HERAS.

Si la política falla ¿qué queda?

Los protagonistas del clima de encono en México no parecen advertir que juegan con fuego

http://www.elpais.com/articulo/internacional/politica/falla/queda/elpepuint/20100315elpepuint_10/Tes

Un Comentarista responde a la cuestión de la siguiente manera: “Las armas. Naturalmente” 8-()


Esto es parte de la Campaña de aportes para la “Nueva Mayoría” Parlamentaria.