En este post le hago este aporte que
me parece interesante
http://carlosboyle.blogspot.com.ar/2011/07/asambleas-populares-en-revueltas-y.html
Thompson corrige a Tarrow, fíjese
Estimado Charly.
Entre las múltiples experiencias que nutrieron el peronismo
original, una muy importante fueron las consecuencias de la Guerra Civil española.
Esta impacto de tal manera a la masa anarco sindical, o sindical
revolucionaria; que estudiosos de Anarquismo como Diego Abad de Santillán u Osvaldo
Bayer, no saben explicar como se “evaporo” un movimiento social tan
transcendente en nuestra patria.
Y no solo hablamos de los Cooptados Burócratas Sindicales de
los 40, sino de las supuestas masas ignaras, desarraigadas del interior por la Gran Depresión y la industrialización
de sustitución durante la
Guerra.
Esas mismas masas, que de la noche a la mañana, con la Libertadora comenzó a
funcionar en células con la metodología de la Acción Directa y la Propaganda por el Hecho;
caño y mimeógrafo.
Es un tema tabú el periodo 1955/62 de la Resistencia Vieja,
hasta Huerta Grande; porque no existe un fenómeno similar en el Mundo, si se
asume que no estaban “esclarecidos”, y solo habían sido organizados desde “arriba”.
Ahora bien, si rechazamos la “Ortodoxia” Sociológica; y
asumimos que las masas “activadas” por las FORA desde el 1900, que fueron de
voluntarios a España en 1936, además de ser el “santuario” de los derrotados en
1939; se incorporaron al peronismo.
La
Resistencia Vieja es una reacción previsible, tanto como la
fobia histórica contra los “chequistas” del PCA, y la dificultad de estos últimos
para “copar” el MOO.
¿A que nos conduce todo esto, con el tema de las Asambleas?;
sencillo, la experiencia de la Guerra Civil.
Forzar el Voto, no importa que se pierda, nada es peor que
pasarse las horas “debatiendo” posiciones; si la “mayoría” tiene razón, auto
critica; si no la tiene, obligar a la corrección.
Incluso existen términos o giros específicos; “dar el paso
al costado”, “el que avisa no es traidor”, “corregir sobre la marcha”, “no
hagamos fubismo”, “poroteo previo”, etc.
Porque, cuando uno decide ir a una Asamblea, ya debe saber cuales
son las relaciones de fuerzas; lo que no se logro en la previa, no va a cambiar
por más discursos y alegatos que se digan.
“Los saqueos y las ollas populares de 1989 en el Gran Buenos
Aires. Pasado y presente de una experiencia formativa”.
Autoras: María Rosa Neufeld y María Cristina Cravino.
Universidad Nacional de General Sarmiento.
San Miguel, República Argentina.
En la década del 80, un nuevo fenómeno: las tomas de tierras
o “asentamientos” transforma los procesos de urbanización en el Area
Metropolitana de Buenos Aires.
Los autores, miembros de un equipo de investigación de la Universidad de General
Sarmiento (Argentina), entrevistaron a habitantes de estos asentamientos, y se sorprendieron con las frecuentes
menciones a los saqueos y ollas populares ocurridos doce años atrás en un contexto
de hiperinflación.
En este artículo, estos hechos son considerados como constitutivos
de una experiencia formativa iniciada con la organización para la toma de tierras
y seguida poco después por los saqueos de supermercados y otros negocios
durante la hiperinflación de 1989.
Esto da origen, posteriormente, a las ollas populares que
paliaron el hambre de ese momento, y que luego se transformaron en comedores
comunitarios, guarderías y otras organizaciones
que hoy persisten.
Esta indagación se apoya en los relatos de los entrevistados
y en la recopilación de diferentes periódicos de ese momento.
“The
1989´s saqueos (plunderings) and ollas
populares (popular stews) in the Gran Buenos Aires.
Past and
present of a formative experience”.
Authors:
María Cristina Cravino and María Rosa Neufeld
Universidad
Nacional of General Sarmiento, San Miguel, ArgentineRepublic.
In the
eighties, a new phenomenon transforms the urbanization processes of the
Metropolitan
Conurbation of Buenos Aires:
settlements on private or public lands.
The authors,
members of a research team of the University of General Sarmiento
(Argentina), interviewed the inhabitants
of these settlements and were surprised by the frecquent mentions to the
saqueos (pillages/plunderings) and ollas populares (popular stews) which happened
twelve years ago, in a context of hiperinflation.
In this
article, these facts are considered as constitutive of a formative experience
iniciated by the organization after the takeover
of the lands, followed by the plunderings
to the supermarkets and other stores during the hiperinflation of 1989.
It gives
place, afterwards, to comedores populares (communitary dining
rooms) and guarderías (kindergardens), so as other organizative means
that began as a response to the hiperinflation and still exist.
Our inquiry
leans on the narratives of the settlers and different newspapers of that time.
Crisis y recomposición de la respuesta estatal a la acción
colectiva desafiante en la
Argentina 1989-2004
Marcelo Gómez
Centro de Estudios e Investigaciones Universidad Nacional de
Quilmes
Abstract
La interacción entre los procesos de movilización
contestataria y las respuestas estatales a sus desafíos constituye un factor
fundamental del cambio social.
La respuesta estatal a la organización y la acción colectiva
disruptiva puede ser estudiada en dos dimensiones analíticas inseparables: las
formas de reconocimiento o rechazo a los movimientos y sus acciones, y las
formas de concesión o negación a sus demandas e intereses.
En la
Argentina, el ciclo ascendente de acción colectiva de
protesta protagonizada por diversos actores sociales ("piqueteros",
asambleas barriales, ahorristas estafados, empresas recuperadas por sus
empleados, etc.) se asociaba a una crisis profunda de las capacidades estatales
y de la autoridad política institucional.
Las características de las distintas políticas económicas,
los programas sociales, las medidas de seguridad ante las protestas públicas,
los discursos oficiales y las estrategias frente a los sectores descontentos
muestran patrones de reconocimiento y concesiones (diferentes tipos de
integración/exclusión institucional, represión, persecución, compensaciones y
paliativos, concesiones selectivas, cambios de orientación y reformas más
amplias) que van cambiando con los distintos gobiernos, coyunturas económicas y
formatos asumidos por la conflictividad social.
En este artículo se analizan las formas de respuesta estatal
a la acción colectiva en la
Argentina, desde la implementación, consolidación y crisis de
las reformas neoliberales de los '90, hasta los diversos intentos de
recomposición de los últimos años, en donde se observa una relegitimación de la
autoridad política institucional y cambios en las orientaciones de las
políticas estatales de concesiones y reconocimientos frente a los sectores
movilizados.
The
interaction between processes of contentious mobilization and the state's
responses to its challenges constitutes a key factor of social change.
State
response to disruptive collective organizing and action can be studied in two
inseparable analytic dimensions: the ways in which the state have acknowledged
or rejected these movements and their actions, and the ways in which it has
granted or denied their demands and interests.
In Argentina,
the rising cycle of demonstrations and collective action carried out by diverse
social actors ("picketers", neighborhood assemblies, groups of
swindled savers, companies reclaimed by their employees, etc.) was associated
to a deep crisis of state rule and institutional political authority.
Throughout
the different administrations, economic junctures, and formats of social
conflict, the government's economic policies, social programs, security
policies vis-à-vis public protest, official discourses and political strategies
to deal with social discontent, have shown changing patterns of acknowledgment
and concessions (different types of institutional inclusion/exclusion,
repression, persecution, compensations and palliative measures, selective concessions,
orientation changes, and large reforms).
This paper
analyzes the varied forms of state response to collective action in Argentina.
From the
implementation, consolidation and crisis of the 1990s Neo-liberal reforms, to
these last years attempts at state recovery, there is a process of
re-legitimation of institutional political authority and changes in the
directions of concession and compensation policies vis-à-vis mobilized sectors.
Key words:
State; Public Policies; Collective Action; Social Conflict; Argentina.
1. Introducción y algunas premisas teóricas
Las teorías de la acción colectiva han replanteado en los
últimos años la relación entre Estado y conflicto social.
Mientras los enfoques "clásicos"1 se centraban en
la problemática de la contención del conflicto, la neutralización de las clases
"peligrosas" y la compatibilización de las demandas sociales con el
régimen de acumulación (relación Trabajo/Capital) y con el régimen político
(relación Estado/Masas), ahora las teorías de la acción colectiva enfocan el
revés de la trama: cómo la estructura institucional, el régimen político y las
políticas públicas brindan oportunidades para la organización y la acción
colectiva contestataria (Tarrow, 1997; Kriesi, 1999; Rucht, 1999).
Según estos enfoques podría pensarse tanto una instrumentación/desviación/neutralización
de la acción colectiva por el Estado, como lo contrario: aprovechamiento de las
decisiones estatales, los recursos existentes o las contradicciones en las
"élites" gobernantes, por parte de los grupos descontentos.
Tarrow (1999: 76), siguiendo a Tilly, plantea audazmente que
"el Estado se hace y rehace permanentemente a través del conflicto",
y propone un enfoque dinámico de la estructuración política de los movimientos
sociales.
Los procesos de confrontación contribuyen a formar al Estado
y lo remodelan continuamente, de la misma forma que sus políticas y acciones
constituyen un factor fundamental de los procesos de movilización social.
Toda forma de conflicto no convencionalizado que implique
alguna clase de ruptura del orden público plantea al Estado un desafío y una
incertidumbre respecto de su capacidad de garantizar el orden y de mantener su
pretensión de monopolio de la autoridad y la fuerza legítima.
Las respuestas a la acción colectiva disruptiva por parte
del Estado no pocas veces implican mutaciones importantes en sus diversas
dimensiones constitutivas (elencos, organización interna, políticas, definición
de aliados y adversarios, etc.), conformando una de las claves fundamentales de
todo proceso de cambio social y político.
Profundizando en el análisis de esta dialéctica que une al
Estado con la acción colectiva contestataria, Kriesi (1999: 232 y ss.) plantea
cómo los contextos políticos y la acción estatal influyen sobre la estructura
organizacional de los movimientos sociales, y que el Estado, visto desde ellos,
aparece en dos dimensiones: fuerte/débil, en tanto su capacidad de imponer
decisiones, y excluyente/ incluyente, en tanto contempla o niega reconocimiento
y/o concesiones.
Offe (1996) ya había resaltado la cuestión de la variedad de
las respuestas estatales a los nuevos movimientos sociales, pudiendo señalar
dos planos:
a) el del "reconocimiento", según el cual los
detentadores del poder estatal aceptan o rechazan a las organizaciones, los
representantes y/o los líderes de los movilizados, es decir, en qué medida el
Estado los toma en consideración, de qué modo los interpela o cómo los trata, y
b) el de las "concesiones", es decir, en qué
medida las políticas y decisiones de los detentadores del poder estatal
contemplan o toman en consideración positiva o negativamente las demandas o
reclamos, es decir, de qué modo aceptan o rechazan las reivindicaciones o
intereses de los grupos movilizados.
A su vez, la respuesta estatal puede ser caracterizada según
el grado de fortaleza o debilidad: aquellas respuestas que muestren capacidad
de imposición, de condicionamiento o de iniciativa sobre los movimientos y las
acciones desafiantes pueden ser llamadas "activas"; en cambio,
podemos llamar "pasivas" a aquellas respuestas en donde el Estado se
limita a intentar no dejarse condicionar por los movimientos y sus acciones,
cediéndoles la iniciativa.
Los siguientes Cuadros A y B ofrecen una clasificación
elemental de la variedad de respuestas estatales en ambos planos.
En general, la literatura tiende a mostrar una cierta
correspondencia "natural" entre ellos: la no concesión a las demandas
se asocia a las políticas de exclusión y no reconocimiento de los movilizados,
en tanto las políticas reformistas concesivas pueden asociarse con diversos
niveles de integración e institucionalización.
Sin embargo, como veremos en el caso de la Argentina a través de
distintos períodos, el Estado puede también llevar adelante una estrategia
oblicua o sinuosa con formas de inclusión/exclusión selectivas que apuntan a
fragmentar los movimientos, y también puede combinar concesiones unilaterales a
las demandas manteniendo estrategias de no reconocimiento (persecución o
represión) o, al revés, rechazar los reclamos sin realizar concesiones, pero
ofreciendo una inclusión formal y un fuerte reconocimiento simbólico.
En los últimos años, en América latina, la movilización
generalizada contra gobiernos y políticas económicas ha tenido por
protagonistas principales a actores sociales con repertorios de acción y
organización colectiva novedosos que han tenido impactos significativos sobre
las orientaciones de las respuestas estatales (Gómez, 2003).
Uno de los casos más interesantes en este punto es el de la Argentina, en donde la
espiral ascendente de acción colectiva de protesta protagonizada por
piqueteros, asambleas barriales, ahorristas estafados, empresas recuperadas por
sus empleados, etc.; total o parcialmente ajenos a los sistemas
institucionalizados de intermediación de intereses, se asocia a una crisis
profunda de las capacidades estatales y de la autoridad política (Sidicaro,
2002).
El carácter destituyente de la acción colectiva
generalizada, que se extiende desde 2001 hasta mediados de 2002, fue seguido de
un período de fortalecimiento del sistema político institucional de la mano de
cambios en los liderazgos políticos, en los contenidos de las políticas
estatales y en las estrategias frente a los sectores movilizados.
En este trabajo vamos a ensayar un análisis de los dos
planos de la respuesta estatal frente a las acciones colectivas desafiantes en la Argentina del período
1989-2004, utilizando datos cualitativos y estadísticas de conflictos sociales
e información pública oficial sobre las distintas políticas gubernamentales.
En primer lugar, es dato fundamental de los hechos acaecidos, la
absoluta y total determinación del gobierno de reprimir con energía todo
intento de volver al pasado.
Se acabó la leche de la clemencia.
Ahora todos saben que nadie intentará sin riesgo de vida alterar el
orden porque es impedir la vuelta a la democracia.
Parece que en materia política los argentinos necesitan aprender que la
letra con sangre entra.
Los socialistas y la Revolución Libertadora.
La Vanguardia y los fusilamientos de junio de 1956
Publicado en Anuario
del Instituto de Historia Argentina Nº 7, 2008.
Ante la muerte de José Rucci
La cosa, ahora, es cómo parar la mano.
Pero buscar las causas profundas de esta violencia es la
condición.
Caminos falsos nos llevarán a soluciones falsas.
Alonso, Vandor, ahora Rucci.
Coria condenado junto con otra lista larga de sindicalistas
y políticos.
Consignas que auguran la muerte para tal a cual dirigente.
La palabra es "traición".
Un gran sector del movimiento peronista, considera a un
conjunto de dirigentes como traidores y les canta la muerte en cada acto.
Estos dirigentes a su vez levantan la campaña contra los
infiltrados, proponen la purga interna.
Arman gente, se rodean de poderosas custodias personales y
practican al matonaje como algo cotidiano.
Como es toda esta historia, cuando comenzó la traición y
cuando comenzó la muerte.
Los viejos peronistas, recordamos a estos burócratas hoy
ejecutados o condenados a muerte.
Los conocimos luego de 1955, cuando ponían bombas con
nosotros.
Cuando los sindicatos logrados a sangre y lealtad, recuperados
para Perón y el movimiento, eran casas peronistas donde se repartían fierros y
caños para la resistencia y de donde salía la solidaridad para la militancia en
combate o presa.
Coria guardaba caños en Rawson 42, el local de la UOCRA, allí se armaban
bombas y se preparaba la resistencia; Vandor bancó la mayoría de las células
más combativas del movimiento.
Eran leales, eran queridos, habían llegado a los sindicatos
por elecciones y representaban a la base del gremio; más allá que le gustaran
las carreras o tuvieran un vicio menor, "los muchachos los querían" y
en serio.
Perón confiaba en ellos.
No tenían matones a sueldo, en cambio amigos en serio los
acompañaban.
Si uno quería hablar con Vandor podía invitarlo a la esquina
de Rioja y Caseros o caerse al mediodía en un boliche a cuadra y media del
sindicato, agregarse a la mesa o apartarlo a una cercana.
Las puertas de los sindicatos estaban abiertas, siempre.
A lo sumo una mesa de entradas con un par de muchachos con
algún fierro, pero sin mucha bulla, más para cuidar las fierros que adentro se
guardaban que para cuidar a nadie.
¿Quién iba a matar a Vandor en 1962?
Pero de pronto las puertas se cerraron, o fueron reemplazadas
por sólidos portones con sistemas electrónicos.
Ya no andaban con amigos, sino "con la pesada".
Su vida rodeada del secreto impenetrable.
Las elecciones en los sindicatos iban precedidas por una
intrincada red de fraudes, tiros, impugnaciones, expulsiones.
Denuncias de las listas opositoras y todo un sucio manejo
que dejaba como saldo una gran bronca: delegados echados, afiliados expulsados,
acusaciones de troskos o "bichos colorados" que justificaban el
arreglo con el jefe de personal para arreglar el despido.
También las versiones: se negociaba con el enemigo, se
apretaba a Perón, se guardaban sus órdenes o no se cumplían.
Perón tiraba la bronca: "hay que cortarles las patas''
o "los traidores generan anticuerpos".
Y la bronca se extendía.
Rosando García cayó en una bronca entre pesados.
Alonso en una limpia operación comando.
Los métodos se tecnificaron al mismo ritmo de la traición.
A puertas electrónicas: tiros dirigidos con telescopio.
Se decía siempre que era la CIA.
Pero la bronca estaba adentro.
Una historia de traiciones, negocios con el enemigo,
levantamiento de paros, elecciones fraudulentas, apretadas a Perón.
Uno tras otro los cargos se acumulaban.
A más, los matones hacían las suyas: sacudían a los
periodistas, reventaban militantes, impunes recorrían la ciudad armados, si
caían presos salían enseguida.
La policía empezó a protegerlos.
La división se agravó, se agrava cada vez más.
Rucci era un buen muchacho.
Lo cargaban en la
UOM cuando andaba (mucho antes de ser siquiera interventor en
San Nicolás) con saco y corbata.
Hasta trabita usaba, y el Lobo lo cargaba.
Pero no era mal tipo.
Tenía su historia de resistencia, de cárcel.
Las había pasado duras, como cualquiera de nosotros.
De pronto aparece en al campo de Anchorena prendido en una
cacería del zorro.
Apoyando a Anchorena para gobernador de la provincia da
Buenos Aires.
¿Quien entiende esto?
Algo debe tener de transformador eso de ser secretario
general.
Algo muy grande para cambiar así a la gente.
Para que surjan como leales y los maten por traidores.
Por eso no hay que disfrazar la realidad.
El asunto está adentro del movimiento.
La unidad sí, pero con bases verdaderas, no recurriendo al
subterfugio de las purgas o a las cruzadas contra los troskos.
No hay forma da infiltrarse en el movimiento.
En el peronismo se vive coma peronista o se es rechazado.
No se puede pretender que la mitad de la gente que desfiló
-por ejemplo- el 31 de agosto frente a la CGT eran infiltrados o que son locos cuando
denuncian y piden la cabeza de la burocracia sindical.
Por un momento, pensar si no tienen razón.
Pensarlo antes de empuñar el fierro y amasijar -por
ejemplo-a Grynberg.
Porque así la cosa no para.
La unidad así es un mito.
Hay que revisar los procedimientos antes de llamar a la
unidad, porque por ahí quedamos más divididos que ahora.
Si se usó el fraude para elegir autoridades en los
sindicatos, apelar a abrir la mano y pedir a los trabajadores que limpiamente
elijan sus conducciones.
Si se alentó a la pesada para hacer brutalidades en nombre
de la doctrina justicialista, llamarla y ubicarla en donde corresponda que
esté.
A laburar en serio, o a hacer pinta con el fierro y pegar un
cachiporrazo de vez en cuando.
Sin estas condiciones mínimas no hay unidad que valga.
Si todos los peronistas no tenemos derecho a elegir a quien
nos represente, debajo de Perón, en el Movimiento Peronista, así no camina la
cosa.
Se va a seguir muriendo gente.
Es cierto que también nos puede tocar a nosotros.
Porque por dos veces los pesados le propusieran a Rucci -fue
para la misma época en que se "reventó" Clarín- reventar a "El
Descamisado".
El Petiso, como le decían ellos, los paró.
Ahora es posible que se vengan a tirar los tiros que
tendrían que haber tirado cuando debieron, porque para eso estaban.
Como no cumplieron en la tarea para la cual estaban quieren
compensar dándosela a cualquier gil.
Ellos están dispuestos a erigirse con sus fierros en los
dueños da lo ortodoxia.
Se sienten los cruzados del justicialismo, los depuradores.
Porque a su juicio todos los que criticaban a José, son sus
asesinos.
Todos son troskos, todos son infiltrados.
Nosotros, desde estas mismas páginas criticamos a José Rucci
y lo hicimos duramente.
Su muerte no levanta esas críticas, porque no las modifica.
Todos los sectores del Movimiento, incluyendo a la Juventud Peronista
y la Juventud
Trabajadora Peronista, incluso la Juventud Universitaria
Peronista, sectores desde donde provino la más dura oposición a los métodos que
usó José Rucci, lamentaron esta violencia que terminó con la vida del
secretario de la CGT.
Pero acá todos somos culpables, los que estaban con Rucci y
los que estábamos contra él; no busquemos fantasmas al margen de quienes se
juntaron para tirar los tiros en la Avenida Avellaneda,
pero ojo, acá las causas son lo que importa.
Revisar qué provocó esta violencia y qué es lo que hay que
cambiar para que se borre entre nosotros.
Para que no se prometa la muerte a los traidores y para que
la impunidad no apañe a los matones, ni el fraude infame erija dirigentes sin
base.
Si la cosa es parar la mano para conseguir la unidad, habrá
que garantizar los métodos que posibiliten que los dirigentes sean
representativos.
Habrá que desarmar a los cazatroskos y fortalecer
doctrinariamente al peronismo como la mejor forma de evitar las infiltraciones.
No es con tiros como van a "depurar" el
Movimiento.
Los elementos que se señalan no están numerados en orden de
importancia. Debe empezarse por la situación de las masas, que es de retirada
para la clase obrera, derrota para las capas medias y desbande en sectores
intelectuales y profesionales.
Dentro de ese cuadro solamente sectores del peronismo
sindical -Luz y Fuerza y Portuarios- han conseguido frenar el avance enemigo
librando conflictos que terminaron en empate. La posibilidad de tal resultado
está dada en ambos casos por la naturaleza crítica de la producción, que es
permanente en el caso de los servicios eléctricos y estacional en el servicio
portuario (próxima exportación de cosechas). En el caso de Luz y Fuerza debe
computarse además la permanencia de una organización reivindicativa de calidad
superior.
……………
2.2. Nuestra estrategia en el espacio
El punto principal de la autocrítica es, como dice el
informe, "la insuficiencia de nuestra política de poder para las
masas" y efectivamente ella se refleja, ante todo, en nuestra actitud
frente al peronismo.
Mi opinión, compartida por el ámbito subordinado, es que se
ha hecho un pronunciamiento prematuro sobre el agotamiento del peronismo y que
de ese pronunciamiento derivaron decisiones de importancia capital que hoy
están sometidas a prueba.
El punto crítico a partir del cual se decretó el agotamiento
del peronismo fueron las movilizaciones obreras de julio del 75 contra el
"Rodrigazo". Allí pareció efectivamente que la clase obrera, al
combatir contra un gobierno peronista, firmaba el acta de defunción del movimiento
peronista. Este análisis omitía dos cosas: una, que sectores de vanguardia de
la clase obrera estaban dispuestos a rebozar (sic) el peronismo siempre y
cuando se diera una dirección de avance contra un gobierno vacilante como el de
Isabel Martínez, pero que dentro de esa misma dinámica la clase trabajadora en
conjunto, incluyendo las vanguardias, iba a retroceder hacia el peronismo
cuando la marea se invirtiese por la presencia militar; otra, el peso efectivo
que en tales movilizaciones tuvo la burocracia sindical peronista.
Cabe suponer que las masas están condenadas al uso del
sentido común. Forzadas a replegarse ante la irrupción militar, se están
replegando hacia el peronismo que nosotros dimos por agotado y la dirección del
peronismo se ha visto subrayada por el gorilismo del gobierno. En suma, las
masas no se repliegan hacia el vacío, sino al terreno malo pero conocido, hacia
relaciones que dominan, hacia prácticas comunes, en definitiva hacia su propia
historia, su propia cultura y su propia psi:ología, o sea los componentes de su
identidad social y política. Suponer, como a veces hacemos, que las masas
pueden replegarse hacia el montonerismo, es negar la esencia del repliegue, que
consiste en desplazarse de posiciones más expuestas hacia posiciones menos
expuestas; y es merecer el calificativo de idealismo que a veces nos aplican
hombres del pueblo. En síntesis, creo que el Partido debió, y aún debe
replegarse él mismo hacia el peronismo y que la propuesta inversa no es una
verdadera propuesta para las masas en esta etapa, aunque pueda llegar a serlo
en otra, pero en ese caso ya no se trataría de un repliegue sino de un avance.
Otra línea de análisis que concurrió para decretar el
agotamiento del peronismo es la que, también a priori, ha resuelto que en la Argentina asistimos a la
"crisis definitiva del capitalismo". Afirmaciones desmesuradas de
este tipo proceden, a mi juicio, de una falta de formación histórica. El
capitalismo en decenas de países ha sobrevivido a crisis más graves que la
actual crisis argentina. Para dar un solo ejemplo, "la crisis
definitiva" del capitalismo en Alemania debió enunciarse por primera vez
en 1848, y aunque generaciones de revolucionarios reiteraron ese anuncio
durante un siglo y cuarto, no se concretó ni siquiera en el período terrible
-para los capitalistas- de 1919
a 1923, ni impidió que Alemania hoy sea el modelo de
capitalismo.
Naturalmente si nosotros pensamos que la crisis del
capitalismo es definitiva, no nos queda otra propuesta política que no sea el
socialismo más o menos inmediato, acolchado en un período de transición, y esa
propuesta contribuye a relegar el peronismo al museo. Todos desearíamos que
fuera sí, pero en la práctica sucede que nuestra teoría ha galopado kilómetros
delante de la realidad. Cuando eso ocurre, la vanguardia corre el riesgo de
convertirse en patrulla perdida.
Creo que estos son los ejes de nuestra equivocada
estrategia, y que en cambio son secundarias o derivadas las contradicciones
masas-aparato, interior-Buenos Aires, etc., ya que la resolución de las mismas
es materia de ejecución, mientras que los ejes políticos que planteamos son
materia de concepción.
Aún esas antinomias, si se toman como subordinantes y no
como subordinadas" encierran peligros considerables, y el mayor de ellos
es omitir la singularidad de la configuración geográfica, histórica y social
argentina, que es su núcleo urbano de 12 millones de habitantes y 60% de la
población obrera, de la que necesariamente -a mi juicio- debe brotar también la
singularidad de nuestro proceso revolucionario. Hecho que por ahora apuntamos
sin perjuicio de intentar desarrollarlo por separado.
……………
3. Los métodos de acción
Las líneas de acción de la resistencia son conocidas por el
Partido y por el pueblo. Están admirablemente teorizadas en la
"Correspondencia Perón-Cooke", a la que nos remitimos.
La línea militar de la resistencia se sintetiza en los
siguientes principios: Ninguna acción militar que no esté ligada en forma
directa e inconfundible con un interés inmediato de las masas.
Ninguna acción militar indiscriminada que impida hacer
política en el seno del enemigo o nos quite la bandera fundamental de los
Derechos Humanos.
Énfasis sobre el ataque a la estructura productiva y
abandono del terror individual que "desorganiza más a las propias fuerzas
que a las del enemigo" (Lenin). El atentado antipersonal debe ser un
recurso excepcional resuelto en juicio, cuya comprensión popular exige un
despliegue de propaganda muy superior al esfuerzo del atentado mismo.
Énfasis sobre "los millares de pequeñas victorias"
más que sobre las operaciones espectaculares en que se fundamentan las grandes
represalias.
Propaganda infatigable por medios artesanales: Si las armas
de la guerra que hemos perdido eran el FAL y la Energa, las armas de la
resistencia que debemos librar son el mimeógrafo y el caño.
I – El Justicialismo, desde 1946, representa a la gran
mayoría del pueblo argentino, sin que nada ni nadie hasta la fecha haya
desvirtuado esta aseveración tantas veces confirmada como cuantas veces nuestro
pueblo logró ser protagonista de la historia de la Patria a través de la
consulta electoral.
II – Con esta representatividad incontestable el
Justicialismo se dirige a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
considerando que ella representa una instancia internacional creada por la Organización de
Estados Americanos, de la que la República Argentina es miembro desde su
fundación; que su visita tiene por objeto verificar la observancia, por parte
del gobierno de facto, de los derechos humanos, y que la presencia de la Comisión responde a una
generalizada inquietud de la comunidad internacional – de la que nuestro pueblo
forma parte – que considera que el comportamiento de la autoridad militar que
ejercita el mando en la
República Argentina, es francamente violatorio de los
derechos humanos.
III – No hemos de abundar en la descripción de nuestro
movimiento político y de sus banderas. Pero cabe señalar que desde 1946 hasta
la fecha en el Justicialismo se traducen las legítimas aspiraciones
espirituales y materiales del hombre argentino.
- Nuestro concepto de Justicia Social, la idea de una
sociedad igualitaria, ha afectado y continúa afectando el privilegio.
- Nuestro concepto de la Independencia Económica,
el manejo de nuestros recursos en función de los intereses nacionales, ha
lesionado y lesiona el privilegio.
- Nuestro concepto de Soberanía Política, de que nadie puede
subrogar al pueblo, también ha afectado y afecta al privilegio.
- Por todo esto, los beneficiarios de la actual situación,
son y serán nuestros implacables adversarios. Y sostenemos que quienes se
aferran al privilegio no encontrarán otra manera de mantenerlo sino solo
mediante la violación sistemática de los derechos humanos.
IV – Los hombres del Justicialismo, los que ejercieron la
primera magistratura de la
Nación, los que integraron el Poder Legislativo, los
magistrados y funcionarios del Poder Judicial de la Nación, los dirigentes
políticos y sindicales, los docentes, las mujeres y la juventud, han sido el
blanco de una indiscriminada represión. Y están los otros hacedores y fundamento
de de nuestro accionar y de nuestra historia: el obrero silencioso, el
estudiante, el profesional, el empresario, en fin, los que trabajan con
esperanza y creyeron y creen que la
Patria es un techo generoso que puede cobijar a todos. Tal
vez esta creencia sea el delito que le asignan al pueblo.
V – No podemos aceptar que la lucha contra una minoría
terrorista – de la que también hemos sido víctimas – se la quiera transformar
en una excusa para implantar el terrorismo del Estado. “Dentro de la ley todo,
fuera de la ley nada”, decía nuestro líder, el teniente general Juan Domingo
Perón. Este concepto es el que ha regido nuestro gobierno y es el que exigimos
se ponga en inmediata vigencia, porque no puede haber Doctrina de la Seguridad Nacional
que esté por encima de la ley que debe amparar por igual a todos los
ciudadanos. Aceptar cualquier otro criterio significaría transformar a la
persona humana en simple objeto de los delirios represivos de las minorías.
VI – Nosotros, hombres del Justicialismo, no hemos de
permanecer impasibles, no hemos de hacer de nuestro silencio una conducta.
Sentimos un imperativo, producto de nuestras convicciones y de nuestra larga y
dura militancia en la causa de la
Patria. En consecuencia, el dolor de una madre es nuestro
dolor; el dolor de un hijo es también nuestro; el obrero al que le falta el pan
y no permiten decir lo que le falta, se hará voz en nuestras voces. Y esto nos
compromete a asumir el dolor de aquellos que padecen la cárcel, a través de
“actas”, “decretos” o “bandos” en las prisiones, embajadas, domicilios y
confinamientos; y de los que padecen – y son millones – este exilio interior de
la represión, el silencio y el hambre.
VII – Finalmente, hacemos nuestras las palabras de Su
Santidad Juan Pablo II cuando dice: “La Iglesia (…) quiere hoy continuar su misión de fe
y de defensa de los derechos humanos, invitando a los cristianos a
comprometerse en la construcción de un mundo mas justo, humano y habitable, que
no se cierra en sí mismo, sino que se abre a Dios”. Hacer ese mundo mas justo
significa, entre otras cosas (…) que no haya injusticia y desigualdad en la
impartición de la justicia; que no haya nadie sin amparo de la ley y que la ley
ampare a todos por igual; que no prevalezca la fuerza sobre la verdad y el
derecho, sino la verdad y el derecho sobre la fuerza; y que no prevalezca jamás
lo económico ni lo político sobre lo humano.
VIII – Por ello, el Justicialismo DENUNCIA: a) el
encarcelamiento, vejación y confiscación de sus bienes de la señora presidente
de la Nación
Argentina, doña María Estela Martínez de Perón; de nuestro
prestigioso dirigente gremial, don Lorenzo Miguel y de otros tantos que padecen
las consecuencias de las llamadas “actas”; b) la muerte y/o desaparición de
miles de ciudadanos, lo que insólitamente se pretende justificar con la
presunción de fallecimiento, que no significa otra cosa más que el
reconocimiento de quienes se han atrevido o se atreven a levantar su voz y que
han llevado o llevarán como “pena” desde un silencio impuesto, hasta la muerte.
Deolindo Felipe Bittel- Herminio Iglesias
“Recuerdo que en la reunión en que se trató el tema, Saadi
se inclinó hacia nosotros y dijo que hacía falta un papelito.
Salimos entonces de allí con Jorge Vázquez, pregutándonos
donde íbamos a hacer un papelito.
- Vamos a casa de Mario Cámpora - dijimos.
Mario vivía en la calle Guido al 1600.
Muy eufóricos le explicamos de qué se trataba y él,
escéptico, dudaba que se fuera a presentar algo a la Comisión.
Esto tenía su justificación, porque estaba pasando por un
momento especial, con su tio exiliado en la embajada de México y con poca
solidadad del partido.
De cualquier manera lo convencimos.
Llegamos a las ocho de la noche y comimos.
Estábamos Vazquez, Cámpora, yo y la mujer de Mario.
A la una de la mañana nos pusimos a trabajar.
Todos teníamos un compromiso personal con el tema:
Vázquez acababa de salir en libertad, yo tenía a mi marido
exiliado, Cámpora tenía a su tio sin poder salir de la embajada mexicana...
Finalmente Mario agarró la máquina y comenzó a escribir.
Creo que en definitiva tenía el documento casi hecho
"in mente".
Lo empezó a escribir de corrido y casi no nos dejó
intervenir.
Cuando sacó el documento lo corregimos.
Ahí hubo una frase, la que habla del "exilio
interior" que la agrega Jorge Vázquez.
Me acuerdo porque cuando el documento toma estado público,
fue una frase muy citada.
Volvimos a pasar el escrito y recuerdo que Mario se embaló y
abandonó toda reserva y Vázquez se servía wisky´s uno tras otro y caminaba...
mientras la mujer de Mario nos preparaba café.
Terminamos a las cinco de la mañana y ahí decidimos no
mencionar para nada la intervención de Mario Cámpora, porque podía resular
irritativo...
(Testimonio de Nilda Garré).
El justicialismo, como Perón lo decía, es como una bolsa de
la que pueden sacarse las sorpresas mas inesperadas.
Este incidente lo confirma: si Bittel tenía temores por la
reacción de la izquierda, el documento fue preparado por representantes de esta
ideología que pertenecían al Partido Justicialista.
Por otro lado, junto a la de Bittel, el escrito fue
refrendado por el dirigente Herminio Iglesias, un representante cabal del
sector de la derecha del mismo justicialismo.
- ¿Sabe por qué lo hice venir ?
Porque si yo hubiera sido un juez de la Capital, esto no tendría
la trascendencia que ha tenido.
Yo quiero ser Presidente de la República, y con esto
salto a la popularidad y constituyo mi primer base polìtica...
Bittel no podía creer lo que escuchaba.
El juez Pinto Kramer le estaba confesando sus razones para
citarlo a declarar - por la presentación del documento a la Comisión de la OEA - en Rio Gallegos, a mas
de tres mil kilómetros de su domicilio, con el fin principal de promocionarse.
El juez llamó a su mujer y armó una reunión social.
Se sobresaltó un tanto cuando escuchó bombos y tambores:
- ¿No me va a decir que vino con el bombo? , le preguntó a
Bittel, entre temeroso y esperanzado.
En realidad, no eran los bombos del Tula - personaje infaltable
del folklore peronista - sino la banda local que ensayaba en la plaza mayor de
Rio Gallegos.
Pinto Kramer le tomó declaración y lo despidió en la puerta
del juzgado.
"Lo voy a poner en libertad...", le dijo como
otorgando una concesión inusual.
Cuando traspuso la entrada del juzgado Bittel sintió alivio,
con el aire fresco de la
Patagonia.
Las repercusiones de la presentación ante la Comisión fueron
extraordinarias y la reacción de la dictadura no se hizo esperar.
Este incidente en Rio Gallegos, solo fué una más de las
tantas vicisitudes que le aportó la entrega del documento sobre Derechos
Humanos al vicepresidente 1º del justicialismo.
"En una reunión previa con los gremios por este tema,
evidentemente hubo un informante porque a las ocho de la mañana siguiente me
llama Miguel Unamuno y me dice: "no me preguntés como lo sé pero te
anticipo que la yuta (policía) lo sabe todo".
Al otro dia fuí con el documento en el bolsilo para que
firmen y me encuentro con que los apretaron a todos: "van en cana (presos)
y pierden los gremios", le dijeron.
Cuando ví el ambiente les dije: "muchachos... ustedes
bancaron el movimiento durante largo tiempo।
Ahora ésta me la banco yo"
Y me fuí porque entendí que debía asumir la responsabilidad
medio solo porque tampoco la gente del partido me quiso firmar...
Ahí en el Hotel Savoy, cuando teníamos que tener la reunión
a las cinco de la tarde no apareció nadie; el único fue Herminio Iglesias y un
muchacho Juan Carlos Vidal; y con ellos dos y Paulino Niembro fuí esa noche y
entregué el documento.
La prensa nos dió mucho espacio.
Al día siguiente fuimos solitos a comer Miguel Unamuno y yo,
y un periodista me dice: "en la
Casa de Gobierno no saben si lo van a tirar de un avión o le
atan una piedra y lo tiran al rio".
Entonces me fui por varios dias.
Después vinieron las citaciones.
Un juez de Paraná también me hizo ir para allá.
Me encontré con Herminio Iglesias y Alberto Fonrouge y me
dijeron que podían sacudirme veinticino años por la cabeza.
Tengo que ser gil para poner la cabeza en el cepo - dije yo
- si me dan veinticinco años me voy al Paraguay.
Entonces mis abogados fueron a hablar con el juez y la
verdad no sé por qué me citó, porque me presenté, me hizo un breve
interrogatorio y poco menos me sacó a los empujones porque tenía unas ganas de
verme lo más lejos posible.
Cualquiera que es citado por un juez en época de dictadura
tiene que ser un héroe o un mártir si no tiene miedo.
Yo recuerdo que antes de ver a Pinto Kramer (el juez que lo
citó en la Patagonia),
un compañero que trabajaba en Institutos Penales me trajo unas fotocopias de
cuando el juez colaboró con Cámpora para la liberación de los presos políticos.
"Si te aprieta, mostrale esto", me dijo, pero no
hizo falta porque el hombre se portó bien". (Testimonio de Deolindo Felipe
Bittel).