Mucho trabajo, del que vivo, y problemas de conexión; me impidieron comentar la reunión del Sábado.
En los blogs amigos pueden leer, o ver las filmaciones, con detalle; pero el producto más importante esta en la tapa del más leído medio del Duopolio.
Lo que esta en discusión convierte en secundaria a la Caja, porque su distribución, sin importar quien encabece el PEN, depende de la Autoridad de quien se pare frente a este.
En un Mundo en bancarrota ideológica, donde hasta la Curia Argentina tiene problemas para juntar firmas de las otras Corporaciones; la Autoridad de la Persuasión es clave.
Es la lucha por la oreja del Príncipe, el que detenta el Monopolio de la Violencia legal y legitima.
El que reparte el bacalao, y necesita las justificaciones que legitiman su accionar, para “vestir” las desnudeces del Poder.
“Cualquier boludo tiene un Blog”, exabrupto de un filosofo del palo; muestra descarnadamente de que se trata.
Los Voceros del Establishment se encontraron con una competencia indeseada, e inmanejable.
El pulpito de la Catedral vs. el rumrum del Bazar; lo jerárquico vs. lo multitudinario; el elefante contra la marabunta.
No importa cuantas hormigas aplasten, el resto lo desollara hasta los huesos.
No se trata solo del ego, sino del desafío de las cuestiones que no se quieren tratar.
La burbuja del microclima del Poder, se ha fisurado, el Consenso manufacturado ya no parece tan pulcro como lo quieren mostrar.
Porque, colgados del alambrado, los nietos de Vizcacha; les escupen el asado de la Agenda.
Están obligados a refutar a Arte política, Finanzas Publicas, o a cualquiera de los cientos de blogs que generan argumentos contra la Línea General.
No importa si son P, R, de Izquierdas o Derechas; si solo son “políticos” o “técnicos”; es suficiente con que generen el “ruido” que desnuden las grietas del Discurso o Relato Hegemónico.
El viejo Jauretche lo sintetizo en los años 50 y 60; “lo DICE La Nación, lo DICE La Prensa”; cuestionado por “lo leí en un blog”.
La Autoridad ha sido cuestionada, y ya nada será lo mismo; porque implica construcción, y/o reciclado, en el terreno de lo concreto; que por su naturaleza es hostil a los constructos ideales.
“Platón, veo el caballo, pero no la caballeidad”; como refutaba Antístenes, el maestro de Diógenes de Sínope.