“Les hable con el corazón y me respondieron con la billetera”.
Estadista cívico del
siglo XX.
En la complejidad de los procesos electorales existe un
nicho tradicional muy específico, que pocos se animan a enunciar.
Aquellos que recaudan fondos de campaña sin ser
necesariamente competitivos; o sea, el fin es la recaudación en sí misma.
A la sequia de las fuentes del Atlántico Norte, vía Crisis
financiera; se le suma la tacañería tradicional de las fuentes de los Factores
de Poder nativos, hartos por la falta de resultados concretos del último sexenio.
Por si fuera poco, las estructuras territoriales de la UCR
se suman a las del PJ en el boicot a los jetones mediáticos y mediatizados, que
son la fauna proveedora de chivos para las plumas de redacciones y platos de
cable.
Ya que la venta de humo, al contado rabioso, pareciera no
tener efecto en el votante medio; que es quienes suelen ser la carne de cañón
de las “campañas” de Opinión Publicada.
Por lo tanto, ya que la unidad programática no funciona,
solo queda la amenaza de la unidad de caja para la campaña.
Ahora bien, la lluvia de efectividades conducentes no garantiza
que los votos broten como hongos, ya que la legislación de las PASO permite
emparejar los minutos de audiencia audiovisual.
Impidiendo de facto la saturación de los que disponen de más
fondos.
Por otro lado, al ser una Republica Federal, la ausencia de tracción
de los capolistas complican las negociaciones del día después de asumir.
Donde el PEN, como el domador de leones del circo, se verá
en figurillas aunque disponga del látigo presupuestario.