En un mundo sobre poblado de Operadores, donde los Analistas están en Decadencia, y se han extinguido los Teóricos; mi homenaje al mas turro de los turros, que fue simultáneamente eximio en los 3 Campos.
Copio y pego esta maravilla del amigo, Cinebraille.
EL HOMBRE DE LAS MIL CARAS
Esta es una historia de un hábil hombre de negocios a veces limpios, de un millonario militante de
“Ci sono grossi ideali in gioco. [Pausa para masticar la comida]. Si possono fare un sacco di soldi” (1). “Mediterráneo”, filme de Gabriele Salvatores. Oscar al Mejor Filme en Idioma Extranjero 1992.
Aleksandr Izrail Lazarevich Gelfand (2) (imagen de la derecha) nació en el seno de una familia judía el
Su trabajo le sirvió para conocer a importantes líderes de la izquierda europea como Lenin, León Trotsky, Gueorgui Plejánov, Rosa Luxemburgo yWilhelm Liebknecht. Pronto se reveló como un intelectual sumamente agudo: prefigurando la explicación de los ritmos del capitalismo debida a Josef Schumpeter, señaló en 1901 que, con la maduración de determinadas áreas de la economía (debidas a nuevas tecnologías y al aumento del comercio internacional y de las transacciones financieras globales) "el capital inicia un período de avance extraordinario". Semejante tesis bordeaba la herejía para un marxista, supuestamente convencido de la inevitable declinación del capitalismo, pero fue una adecuada previsión de un ciclo de crecimiento global que sucedió a
Al regresar a Alemania, escribió un libro, "En
DE BERLÍN A ESTAMBUL
Parvus se radicó en Estambul, donde residió por cinco años. Allí se enriqueció notablemente con el comercio de armas y suministros durante las sucesivas guerras balcánicas que comenzaron en 1912 y que serían el preludio de
PARVUS,
Desatada
Esto merece una consideración especial. La colaboración entre los círculos revolucionarios rusos y el retrógrado Imperio Alemán podía resultar paradojal y hasta inverosímil (además de muy desagradable para las convicciones de ambas partes) pero no carecía de lógica: convenía al propósito alemán de derrotar o, al menos debilitar a su gigantesco enemigo, y convenía a los propósitos bolcheviques de tomar el poder. Para Lenin y otros socialistas radicales, la guerra no era más que un inútil conflicto interimperialista al que habían llamado, infructuosamente, a boicotear: los trabajadores europeos, en vez de masacrarse entre sí para beneficio de sus respectivas burguesías parasitarias, debían unirse para acabar con el capitalismo. En este marco conceptual, la derrota militar de Rusia era el mal menor: la caída de la autocracia zarista era el primer episodio de la revolución mundial de los trabajadores. ¿Qué importaba la derrota si, más temprano que tarde, los camaradas alemanes se harían con el poder en Berlín?
Por cierto, Parvus (imagen de la derecha) no sólo recomendaba apoyar a los bolcheviques, sino también fomentar brotes separatistas entre las minorías étnicas oprimidas por el imperio zarista, como los finlandeses, los polacos, los ucranianos y los georgianos. Los alemanes hasta le dieron un nombre a esta política de fomentar revoluciones en la retaguardia de sus enemigos: Revolutionerungspolitik, un enfoque que pronto comenzaron a aplicar con los irlandeses (por entonces todavía forzados a ser parte del Imperio Británico) y que sus enemigos replicaban con pueblos sojuzgados por Berlín y sus aliados como los polacos, los checos o los árabes (por caso, a través del legendario Lawrence de Arabia).
Parvus también montó una compañía de comercio exterior que sirvió de pantalla para el envío de información y de fondos: lavaba dinero de los servicios secretos alemanes comprando mercancías en Europa Occidental, que luego vendía en Rusia. La operatoria fue muy eficaz, y además de alcanzar sus fines, hizo a su cerebro aún más rico. Pero la vinculación de Ganetsky con el tráfico de armas llamó la atención de los siempre eficientes servicios secretos británicos, quienes pronto detectaron sus conexiones con Parvus y con la embajada alemana en Estambul. Cuando Lenin se dio cuenta de que se había descubierto que estaba siendo financiado por los servicios del Káiser, ordenó suspender la operación. Por lo que se sabe, Lenin no llegó a recibir el dinero: las pruebas que se han esgrimido en ese sentido, los Documentos Sisson, son considerados una falsificación debida a los separatistas finlandeses, ansiosos de conseguir apoyo de Estados Unidos para su independencia de Rusia. (Haciendo clic aquí, se puede leer un artículo del New York Times del
La reputación de Parvus sufrió otro golpe en 1916, pero esta vez entre los alemanes. En el invierno de ese año fracasó una operación coordinada por él para desatar una corrida bancaria en San Petersburgo, y a consecuencia de ello, los servicios secretos le retiraron su apoyo. Entonces fue a buscarlo en
Tras una sucesión de desastres militares, amotinamientos de tropas y protestas masivas, el Zar Nicolás II decidió abdicar el
EL ÉXITO FUE EL FRACASO
Visto el posterior éxito de la apuesta, uno podría suponer que el prestigio de Parvus se acrecentó enormemente: sucedió todo lo contrario. Lenin nunca le perdonó haberlo enredado con los reaccionarios generales prusianos y no le dejó retornar jamás a Rusia, y por su parte, los socialistas alemanes lo consideraron un traidor: para ellos, como es fácil de entender, su principal preocupación no era derrocar al Zar sino a su enemigo, la disimulada dictadura militar que gobernaba Alemania tras reducir al Káiser a la condición de títere. Sin embargo, y pese a estas severas y casi unánimes imputaciones de deslealtad, justo es decir que jamás hubo prueba alguna de que Parvus hubiera entregado a un camarada a las autoridades de ninguna nación.
En marzo de 1918, Lenin pidió la paz a Alemania y sus aliados: así Rusia salió de la guerra europea, pero sólo para caer en una guerra civil todavía más cruel y desesperada. A fines de 1918se derrumbaron las Potencias Centrales, al Káiser le llegó el turno de la abdicación al igual que el Zar Nicolás II (que, para ese entonces, ya había sido ejecutado junto con toda su familia) y los socialistas alemanes se lanzaron a imitar a sus camaradas rusos. Pero Alemania no era Rusia: los propios socialdemócratas de Fiedrich Ebert y Gustav Noske, compañeros de partido y de lucha antes de la guerra y en el poder debido a ella, desataron una brutal represión que se cobró la vida de miles de revolucionarios, entre ellos la de Rosa Luxemburgo.
DAS KAPITAL Y EL CALEFÓN
Inmensamente rico y todavía joven (apenas había pasado los 50 años) Parvus se compró un castillo en las afueras de Zürich, la ciudad de su juventud. Allí dio rienda suelta a un apetito libertino que horrorizaba a sus ascéticos camaradas de antaño: organizaba fastuosas cenas que, invariablemente, terminaban en orgías escandalosas; fue por esa razón que los suizos lo deportaron a su patria de adopción. En 1920 se retiró a vivir a una mansión situada en las afueras de Berlín, en
Olvidado, execrado por una historia oficial soviética que, durante el estalinismo, hasta cayó en la ignominia de cargar las tintas en su origen judío (6), Parvus murió el
Mi agradecimiento a Manuel Barge (“Manolo el Deshonesto”) por haberme hecho conocer al personaje.
(1) “Hay grandes ideales en juego. [Pausa para masticar la comida]. Se puede ganar un montón de plata”. (En italiano en el filme).
(2) En español, Gelfand es la grafía más correcta de su nombre ruso. En inglés se lo suele escribir, también correctamente, Helfant o Helphand: la diferencia refleja las diversas maneras de transcribir fonéticamente a idiomas diferentes un nombre escrito en alfabeto cirílico. En alemán, francés, italiano, portugués y rumano se lo escribe Gelfand; en sueco, neerlandés, checo y polaco, Helphand.
(3) Este episodio tal vez produzca una sensación de reconocimiento en el lector argentino. Por cierto, mientras se estaba redactando este articulo, nos enteramos que “el Parlamento británico analiza la conveniencia de que los periodistas económicos ‘operen bajo algún tipo de restricción’ durante etapas de turbulencias, para impedir que multipliquen el pánico en los inversores”.
(4) Son llamativas las tesis que Parvus esgrimió en dicho periódico: dado que las condiciones para una revolución proletaria eran inexistentes, debido al carácter atrasado y semicolonial del Imperio Otomano, proponía que el Estado desarrollara una política de activa intervención en la economía, con vistas a favorecer el surgimiento de una burguesía nacional. (Recordemos que estamos hablando de comienzos de la segunda década del siglo XX). En esto seguía, como es de sospechar, el modelo de desarrollo industrial que Alemania adoptó desde mediados del siglo XIX, con éxito notable. Véase el Capitulo 8, página 125, de “Turkey: A Modern History” de Erik Jan Zürcher, I.B.Tauris, 2004 (en inglés).
(5) En la novela “Noviembre
(6) Es de imaginarse que la condición de judíos de Parvus y Trotsky se presta a toda clase de delirantes teorías conspirativas de tinte antisemita. Un buen ejemplo se puede leer siguiendo este vínculo (el texto está en inglés): el objetivo de los bolcheviques (entre ellos, un antisemita en toda la regla como Stalin) era crear un “estado mundial judaizado” que aboliera todas las naciones y sus respectivas culturas…
* “Lenin y la asistencia alemana en la Revolución Bolchevique”. Anthony Sutton, “Wall Street y los bolcheviques”.
* Encyclopaedia Britannica (en inglés).
* Crítica de Michael Dirda de “Moura: The Dangerous Life of the Baroness Budberg ” de Nina Berberova,
* "Tiempos modernos". Paul Johnson. Javier Vergara Editor, Buenos Aires 1992. Primera Edición 1988 (primera edición en inglés 1983).
* "Auge y caída de las grandes potencias". Paul Kennedy. Plaza & Janés Editores, Barcelona, 1994.
* "Historia del Siglo XX". Eric Hobsbawm. Crítica, Buenos Aires 1998 (reimpresión mayo 1999).
* "La era del Imperio: 1875-1914". Eric Hobsbawm. Critica, Buenos Aires 2004.
* “Lenin’s legacy: The Story of the CPSU”. Robert G. Wesson. Hoover Press, 1978 (en inglés). Cap. 3, págs. 56- 62.