Otro rasgo llamativo de la conducción de Cristina es el rol
preponderante que ha reservado para cuadros jóvenes, a los que se refirió con
insistencia en el acto del viernes, como custodios del legado de quienes “no
somos eternos”.
Mencionó a aquellos que militan en las escuelas, las
universidades y los barrios, pero no a quienes trabajan en fábricas y oficinas,
un lamentable olvido discursivo en su propuesta de unidad y organización.
En verdad, a sus 40 años Axel Kicillof es un veterano,
comparado con los 30 que tenía Antonio Cafiero cuando Perón lo designó ministro
de Comercio Exterior.
Lo que sí certifica, o debería asegurar el tener en cuenta
quiénes dicen qué, es cómo eso enseña la ruta para equivocarse seguro.
Pasado en limpio, es un asco que venga a dar lecciones
morales, y de ubicuidad institucional, esa gente que apoyó el remate del país,
concluido en la catástrofe del 2001.
Machacan, incluso, con asimilar la reconquista de YPF a la
demagogia del galtierismo malvinero y, más aún, con la euforia parlamentaria
que aplaudió el default.
Lo primero es sencillamente repugnante, porque compara a una
dictadura bestial, de la que fueron cómplices, con un gobierno democrático que
procede a derecho.
La demagogia puede ser propiedad indistinta de tiranos o de
gestiones avaladas por el voto popular, es cierto; pero asemejar a unos y otros
es de mal nacidos.
Y lo segundo es técnicamente un ejemplo lamentable, porque
al fin y al cabo resultó que el default y la devaluación salvaron a la Argentina de lo que hoy
no se sabe si se salvará buena parte de Europa.
De todas formas, los más asquerosos no son ésos.
Esos trabajan ideológicamente como toda su vida, y quien no
lo entienda vive tan en un frasco como los suscriptores de la existencia del
periodismo independiente.
Los más asquerosos son los que se vendieron.
Los de la izquierda inconstante de que se vale la derecha
permanente.
Sirve como ejemplo de que esa derecha está en problemas.
Debe recurrir a otrora externos que se cansaron de
denostarla, apreciados en el presente como sus nuevos ídolos.
Reiterémoslo: no sirve para el techo, pero sí para detectar
de cuál piso no hay que caerse.
El duopolio (entre ambos venden seis de cada diez ejemplares
de los principales diarios del país) despotrica contra la UCR y el FAP por acompañar el
proyecto oficial.
Esto define el antagonismo entre el sistema representativo y
la oposición, que no está en el Congreso ni en los partidos políticos, sino en
las grandes empresas, las potencias internacionales y sus voceros.
Un problema: no existen estadísticas oficiales ni privadas
que acrediten el avance de sectores combativos en los sindicatos o en las
comisiones internas.
Pero basta salir a la calle para saber que las medidas de
fuerza se multiplican en sectores clave, sobre todo en el transporte, porque
allí hay cuerpos de delegados indomables.
Algunas pistas sobre
este fenómeno aparecen en el relevamiento periódico de los conflictos laborales
del Observatorio del Derecho Social, que depende de la CTA.
En el último informe
se registra un significativo porcentaje, que ronda el 13%, prácticamente
estable desde 2007 hasta el año pasado, de las protestas que llevan adelante
los trabajadores en el sector privado sin estar necesariamente encuadrados en
un sindicato.
También se midieron
los conflictos llevados adelante por sindicatos o comisiones internas
vinculadas con partidos de izquierda: en 2011 sumaron 47 conflictos, que
representaron el 11% del total en el sector privado.
Es decir, hay una
sugestiva cantidad de medidas de fuerza que fueron decididas sin ningún aval
orgánico de quienes manejan los sindicatos.
Es el primer indicio
de que existe una brecha entre los trabajadores y las entidades que los
representan.
El director de
Estudios de Relaciones de Trabajo del Ministerio de Trabajo, Héctor Palomino,
sostuvo que "hay mucho ruido de superficie", pero que "el
conflicto base-dirección es casi constitutivo en la historia de los sindicatos
en la Argentina".
Admitió que
"desde 2003 pudo haber recrudecido por el retiro de los sindicatos de los
lugares de trabajo que se produjo en los años 90", pero dijo que, a
diferencia de esos años de menemismo en que reinaba la flexibilización laboral
sin mucha resistencia gremial, "ahora el sindicato importa y en el 70% de
las empresas grandes hay cuerpos de delegados".
Y aquí aparece el
otro elemento que ayudaría a comprender por qué avanzan los sectores sindicales
menos vinculados con las conducciones tradicionales: entre 2001 y 2010 se
crearon más de cuatro millones de puestos de trabajo en el país (según el
Centro de Investigación y Formación de la República Argentina,
Cifra).
La mayoría de esos
nuevos trabajadores, según coincidieron varios expertos consultados por
Enfoques, son jóvenes, hay muchas mujeres y mucha presencia de clase media.
Para Palomino, fue
"un cambio fenomenal en la base social del trabajo, sólo comparable
históricamente con dos períodos, de 1935 a 1945, etapa de industrialización que
desembocó en el peronismo, y el de los años 60".
La juventud de esos miles de nuevos trabajadores está
provocando cambios de todo tipo en el mundo laboral, muchos de ellos no
suficientemente medidos ni atendidos.
Daniel Funes de Rioja, vicepresidente de la Unión Industrial
Argentina (UIA) y presidente de la Coordinadora de las Industrias de Productos
Alimenticios (Copal), mencionó la existencia de un "divorcio
generacional", no de carácter ideológico, entre esos nuevos trabajadores y
quienes manejan las estructuras gremiales.
Y ejemplificó: "Cuando entre 2009 y 2011 empezaron las
negociaciones salariales, pensé que iba a haber una retracción de la gente
pensando en la memoria histórica de la hiperinflación.
Expertos politólogos me dijeron que eso ya no existe, que no
es esta generación.
Es decir, el trabajador de entre 20 y 28 años no trabajaba durante
la hiperinflación y, por ende, no tiene memoria histórica de eso.
El primer dato, de tipo sociológico o psicológico social, es
esta brecha generacional, con un lenguaje diferente, con consignas distintas y
en donde, incluso, en rubros como el desarrollo de software o los call centers,
todo el rito de las relaciones laborales es diferente al de una fábrica en los
años 50 o 60 o 70".
…………………
Muchos se acuerdan del virulento conflicto de Kraft, en 2009, con
despidos, cortes en la
Panamericana, represión policial y fuerte presencia de
partidos de izquierda.
Hugo Moyano, por entonces aliado al Gobierno, lo ponía de ejemplo del
caos que se expandiría si el progresismo K insistía en defender la libertad
sindical.
Hoy, Moyano parece contagiado del espíritu del sindicalismo combativo,
y la ebullición en las bases, al calor de los nuevos trabajadores y la inacción
del viejo andamiaje sindical, está lejos de la revolución, pero más cerca de
consolidarse como un fenómeno aún indescifrable, tan peligroso para algunos
como esperado para otros.
"Si a 60 años de su emergencia, y su
capacidad de sobrevivir no solo a la
IIIª Internacional, sino al Neo Liberalismo-Neo
Consevadurismo; los No Peronistas siguen sin comprender al peronismo; ya dejo
de ser un problema de los peronistas."
Estimado Manolo:
Hace ya 2.500 años que Zenón de Elea demostró que
nada hay que comprender respecto del movimiento y fue acaso Carlitos Balá su
mejor divulgador en nuestro pais.
Respuesta a "el “argumento” lo es todo, la Praxis es solo
apariencia".
…Zenón no creía en la realidad objetiva del espacio: si éste es algo,
ese algo debe estar situado en otro algo, y éste en otro, hasta el infinito; y
si el espacio es nada, entonces las cosas que vemos están en nada.
Zenón no niega que tengamos una percepción del
movimiento, pero sí niega que éste sea algo real. (1)
(1) Una anécdota al respecto nos narra que, estando Zenón argumentando
su postura, otro filósofo, Diógenes el cínico, al escuchar que el movimiento
era imposible, se levantó y, echando a andar, afirmó: "el
movimiento se demuestra andando".
Es posible que esto produjese un efecto cómico
que desprestigiase a Zenón, pero argumentativamente, Diógenes no había
demostrado nada.
Zenón lo que afirmaba era que el movimiento era
imposible y que lo que vemos no es más que una falsa apariencia.
Diógenes, por lo tanto, no había hecho más que
ofrecer una apariencia más.
La anécdota, por otro lado, comete el fallo de reunir a Zenón y a
Diógenes, a pesar de que éste nació el 413 a.C., esto es, 17 años después de la muerte
de Zenón.
El Movimiento como Resistencia y los Profetas
como contratara de los Doctores de la
Ley
“Hay grupos enteros que se
escapan, que se nomadizan: no como si retornasen a un estadio anterior, sino
como si emprendiesen una aventura que afecta a los grupos sedentarios, la
llamada del exterior, el movimiento.
El nómada, con su máquina
de guerra, se opone al déspota con su máquina administrativa; la unidad
nomádica extrínseca se opone a la unidad despótica intrínseca.
Y, a pesar de todo, son
fenómenos tan correlativos y compenetrados que el problema del déspota será
cómo integrar, cómo interiorizar la máquina de guerra nómada, y el del nómada
cómo inventar una administración del imperio conquistado.
En el mismo punto en el
que se confunden, no dejan de oponerse.
El discurso filosófico
nació de la unidad imperial, a través de muchos avatares, los mismos que
conducen desde las formaciones imperiales hasta la ciudad griega.
E incluso en la ciudad
griega el discurso filosófico mantiene una relación esencial con el déspota o
con su sombra, con el imperialismo, con la administración de las cosas y de las
personas (se encuentran todo tipo de pruebas de ello en el libro de Léo Strauss
y Kojève sobre la tiranía) (e).
El discurso filosófico
siempre ha permanecido en una relación esencial con la ley, la institución y el
contrato que constituyen el problema del Soberano, y que atraviesan la historia
sedentaria que va de las formaciones despóticas hasta las democráticas.
El «significante» es en
verdad el último avatar filosófico del déspota”.
Estimado, si vamos hasta la “ultima instancia”, la Filosofía no es más que
una Superstición de las Minorías Dominantes, con buena prensa.
Si, como fenómeno social y político, nos consideran una Religión,
para eludir el análisis; estamos frente un Obstáculo epistemológico, que solo
puede ser superado mediante la “ruptura epistemológica”; con los costos ideológicos
que implica.
"Es lo que se llama la necesidad;
pues la necesidad, el destino, etc. es precisamente aquello de lo que no sabe
decirse qué hace, cuáles son sus leyes determinadas y su contenido positivo,
porque es el puro concepto absoluto mismo intuido como ser, la relación simple
y vacía, pero incontenible e indestructible, cuya obra es solamente la nada de
la singularidad."
G. W. F. HEGEL: Fenomenología del espíritu. La realización de la autoconciencia
racional por sí misma. El placer y la necesidad. La necesidad.
Por suerte algunos no viven en la necesidad sino que tienen 20 verdades
peronistas.
Acaso si refritan la
Constitución del 49 se vuelvan legalistas.
El estimado Critico Rib, que es mucho mas inteligente y
versado, que las chicanas de delegado estudiantil del 3º año del Nacional
Buenos Aires; de mas arriba.
Me obliga a tirarle por la cabeza la Biblioteca de lo que, o
no leyó, o lo hizo mientras trataba de levantarse una compañera de curso.
Actividad a la que yo también me dedicaba, ardorosamente, en
mi adolescencia militante; a fines de los 60 y comienzos de los 70, antes del
engorde de esa década.
El peronismo de la Resistencia Vieja,
1955/69, en lo intelectual era un gueto; donde se estudiaba en pequeños círculos,
en una cocina familiar, o el patio cubierto de parras.
Los grandes eventos, cuando un Maestro itinerante venia a
bajar línea; se solían utilizar los salones de los Sindicatos locales o en su
defecto, durante los habituales Estados de sitio, las instalaciones de la Sociedad de Fomento.
Leer a Adam Smith y Toynbee, para comprender a Marx y
Engels; a Parvus y Burtsev, para Lenin y Trotsky; Lasalle, Colmar von der Goltz,
Labriola y Sorel, para Gramsci, Malaparte,
Bergson, Bernstein, Croce, Mao, el Tío Ho, Gentile, Malcolm X y Black Panthers,
etc.
Casi un exceso de bibliografía; porque el acento no estaba
en la erudición, como valor en si mismo; o en la acumulación de data, como justificación
intelectual ante el fracaso de las Predicciones.
Sino como una caja de herramientas, a las cuales recurrir,
para comprender la Praxis
y sus Consecuencias.
Permitiéndose hasta bromear con los eslóganes fetiches: “¡El
objetivo final no es nada, el movimiento lo es todo!”; estimado
Rib. ;-P
Resumiendo, porque los bodoques de más abajo no los va a
leer nadie; son como una picada de 42 platos en los tiempos de las Dietas
Moleculares y el Shushi.
Si a 60 años de su emergencia, y su capacidad de sobrevivir
no solo a la IIIª
Internacional, sino al Neo Liberalismo-Neo Consevadurismo; los No Peronistas
siguen sin comprender al peronismo; ya dejo de ser un problema de los
peronistas.
Con ser lo que somos, y sobrevivir al “Por Venir”, tenemos
demasiadas tareas para andar perdiendo el tiempo.
Mucha suerte y feliz 1º de Mayo.
An inquiry into
the nature and causes of the wealth of nations.
Theproduce of labour constitutes the
natural rccompence or wages of labour.
In that original state of things which precedes both the
appropriation of land and the accumulation of stock, the whole produce of
labour belongs to the labourer. Hehasneither landlord nor master to share
with him.
Had this state continued, the wages of labour would have augmented
with allthoseimprovements in its productive powers,
to which the division of labour gives occasion. All things would gradually have
become cheaper. They would havebeenproduced by a smaller quantity of labour ; and as the commodities
produced by equal quantities of labour would naturally in this state of things
be exchanged for one another, they would have
| the landlord demands a share of almost all the produce which the
labourer can either rai^e or collect from it. His rent makes the first
deduction from the produce of the labour which is employeduponland.
It seldom happens that the person who filb the groundhaswherewithal to maintain himself till he
reaps the harvest. His maintenance is generally advanced to him from the stock
of a master, the farmer who employi him, and who would have no interest to
employ him, unless he was to share in the produce of his labour, or unless his
stock was to be replaced to him with a profit. This profit makes a second
deduction from the produce of the labour which is employeduponland.
The produce of almost all other labour is liahh- to the like
deduction of profit. In all arts and manufactures, the greater part of theworkmenstand in need of a master, to advance them the materials of their
work, and their wages and maintenance, till it be completexi. He shares in the
produce of their la
buen purchased likewise with the produce of jlour, or in the value
which it adds to the ma
a smaller quantity.
But thoughall things would have become Cheaper in
reality, in appearance many things might have become dearer, than before, or
havebeenexchanged for a greater quantity of
other goods. Let us suppose, for example, that m the greater part of
employments the productive powers of labour hadbeenimproved to tenfold, or that a day's labour cuuld produce ten
times the quantity of work which it had done originally ;butthat in a particular employment they
hadbeenimproved only to double, or that a day's labour could produce only
twice the quantity of work which it had done before. In exchanging the produce
of a day's labour in the greater part of tmployments for that of a day's labour
in this particular one, ten times the original quantity of work in them would
purchase only twice the original quantity in it. Any particular quantity in it,
therefore, a pound weight, for example, would appear to be five times dearer
than before. In reality, however, it would be twice as cheap.Thoughit required five times the quantity of other goods to purchase it,
it would require only half the quantity of labour either to purchase or to
produce it. The acquisition, therefore, would be twice as easy as before.
Butthis original state of things, in which
terialsuponwhich it is bestowed ; and in this share consists Ыз profit.
It sometimes happens, indeed, that a single independent workmanhasstock sufficient both to purchase the
materials of his work, and to maintain himself till it be completed. He is both
master and workman, and enjoys the whole produce of his own labour, or the
whole value which it adds to the materialsuponwhich it is bestowed. It includes what are usually two distinct
revenues, belonging to two distinct persons, the profits of stock, and the
wages of labour.
Such cases, however, are not very frequent ; and in every part of
Europe twentyworkmenserve
under a master for one that is independent , and the wages of labour areeverywhereunderstood to be, what they usually
are, when the labourer is one person, and the owner of the stock which employs
him another.
What are the common wages of labour, dependseverywhere uponthe contract usually made betweenthosetwo parties, whose interests are by no means the same. Theworkmen desire to get as much, themastersto give as little, as possible. The former are disposed tocombinein order to raise, the latter in order to lower, the wages of
labour.
It is not, however, difficult to foresee which of the two parties
must,uponall ordinary oc
the labourer enjoyed the whole produce of bis casions, have the
advantage in the dispute, own labour, could not last beyond the first in- and
force the other into a compliance with traduction of the appropriation of land
and their terms. Themasters,being fewer in num. the accumulation of stock. It was at an end, I
ber, cancombinemuch more easily : and the therefore, long before the most
considerable law, besides, authorises, or at least does not
improvements were made in the productive powers of labour ; and it
would be to no purpose to trace further what might havebeenits effectsuponthe rccompence or wages of labour.
As soon as land becomes private property,.
prohibit, their combinations, while if prohibitsthoseof theworkmen.We have no acts of parliament against combming to lower the
price of work, butmany against combining to raise it. In all such disputes, the
masters can hold out much longer. A landlord, я farmer, a master manufacturer,
or merchant, though they did not employ a single workman, could generally live
a year or two upon the stocks, which they have already acquired. Many workmen
could not subsist a week, few could subsist a month, and scarce any a year,
without employment. In the long run, the workman may be as necessary to his
master as his master is to him ; but the necessity is not to immediate.
We rarely hear, it has been said, of the
combinations of masters, though frequently of those of workmen. But whoever
imagines, upon thisaccount, that masters rarely combine, is as ignorant of the
world as of the subject. Masters are always and everywhere in a sort of tacit,
but constantand uniform, combination, not to raise the wages of labour above
their actual rate. To violate this combination is everywhere a most unpopular
action, and a sort of reproach to a master among his neighbours and equals. We
seldom, indeed, hear of this combination, because it is the usual, and, one may
say, the natural state of things, which nobody ever hears of. Masters, too,
sometimes enter into particular combinations to sink the wages of labour even
below this rate. These are always conducted with the utmost silence and secrecy
till the moment of execution ; and when theworkmen yield, as they sometimes do
without resistance, though severely felt by them, they are never heard of by
other people. Such combinations, however, are frequently resisted by a contrary
defensive combination of the workmen, who sometimes, too, without any
provocation of this kind,combine, of their own accord, to raise the price of
their labour. Their usual pretences are, sometimes the high price of
provisions, sometimes the great profit which their masters make by their work.
But whether their combinations be offensive or defensive, they are always
abundantly heard of. In order to bring the point to a speedy decision, they
have always recourse to the loudest clamour, and sometimes to the most shocking
violence and outrage. They are desperate, and act with the folly and
extravagance of desperate men, who must either starve, or frighten their
masters into an immediate compliance with their demands. The masters, upon
these occasions, are just as clamorous upon the other side, and never cease to
call aloud for the assistance of the civil magistrate, and the rigorous
execution of those laws which have been enacted with so much severity against
thecombination of servants, labourers, and journeymen. The workmen,
accordingly, very seldom derive any advantage from the violence of those
tumultirbus combinations, which, partly from the interposition of the civil
magistrate, partly from the superior steadiness of the masters, partly from the
necessity which the greater part of the workmen are under of submitting for the
sake of present
subsistence, generally end in nothing but the punishment or
ruin of the ringleaders.
But though,in disputes with their workmen,mastersmust generally have the advantage, there is, however, a certain
rate, below which it seems impossible to reduce, for any considerable time, the
ordinary wages even of the lowest species of labour.
A man mustalwayslive by his work, and his wages must at least be sufficient to
main tain him. They must evenuponmost occa~ sions be somewhat more, otherwise it would be
impossible for him to bring up a family,, and the race of suchworkmencould not last beyond the first generation. Mr Cantillon seems,uponthisaccount,to suppose that the lowest species of common labourers musteverywhereearn at least double their own maintenance, in order that, one
with another, they may be enabled to bring up two children ; the labour of the
wife, onaccountof her necessary attendance on the children, be. ing supposed no
more than sufficient to provide for herself.Butone half the children born, it is
computed, die before the age of manhood. The poorest labourers, therefore,
according to thisaccount,must, one with another, attempt to rear at least four children, in
order that two may have an equal chance of living to that age.Butthe necessary maintenance of four
children, itissupposed, may be nearly equal to that of one man. The labour of an
able-bodied slave, the same author adds, is computed to be worth double his
maintenance ; and that of the meanest labourer, he thinks, cannot be worth less
than that of an able-bodied slave. Thus far at least seems certain, that, in
order to bring up a family, the labour of the husband and wife together must,
even in the lowest species of common labour, be able to earn something more
than what is precisely necessary for their own maintenance ;butin what proportion, whether in that
above-mentioned, or in any other, I shall not takeuponme to determine.
There are certain circumstances, however, which sometimes give the
labourers an advantage, and enable them to raise their wages considerably above
this rate, evidently the lowest which is consistent with common humanity.
When in any country the demand forthosewho live by wages, labourers, journeymen, servants of every L 'ml,
is continually increas ing ; when every year furnishes employment for a greater
number than hadbeenemployed the year before, theworkmenhave no occasion tocombinein order to raise their wages. The scarcity of hands occasions a
competition amongmasters,who bid against one another in order to getworkmen,and thus voluntarily break through the naturalcombinationofmasters not
to raise wages.
The demand forthosewho live by wage', it is evident, cannot mcreasebutin propoitinn to the increase of the funds which are destined to
the payment of wages. These funds are of two kinds, first, the revenue which is
over and above what is necessary for the maintenance ; and, secondly, the stock
which is over and above what is necessary for the employment of their masters.
When the landlord, annuitant, or monied
man,hasa greater revenue than what he judges sufficient to maintain his
own family, he employs either Ihr whole or a part of the surplus in maintaining
one or more menial servants. Increase this surplus, and he will naturally
increase the number ofthoseservants.
When an independent workman, such as a weaver or shoemaker,hasgot more stock than what is sufficient
to purchase the materials of his own work, and to maintain himself till he can
dispose- of it, he naturally employs one or more journeymen with the surplus,
in order to make a profit by their work. Increase this surplus, and he will
naturally increase the number of his journeymen.
The demand forthosewho live by wages, therefore, necessarily increases with the
increase of the revenue and stock of every country, and cannot possibly
increase without it. The increase of revenue and stock is the increase of
national wealth. The demand forthosewho live by wages, therefore, naturally increases with the
increase of national wealth, and cannot possibly increase without it,
It is not the actual greatness of national wealth,butits continual increase, which occasions
a rise in the wages of labour. It is not, accordingly, in the richest
countries,butin the most thriving, or inthosewhich are growing rich the fastest, that the wages of labour are
highest. England is certainly, in the present times, a much richer country than
any part of North America. The wages of labour, however, are much higher in
North America than in any part of England. In the province of New York, common
labourers earn * three shillings and sixpence currency] equal to two shillings
sterling, a-day ; shipcarpenters, ten shillings and sixpence currency, with a
pint of rum, worth sixpence sterling, equal in all to six shillings and
sixpence sterling ; house-carpenters and bricklayers, eight shillings currency,
equal to four shillings and sixpence sterüng ; journeymen tailors, five
shillings currency, equal to about two shillings and tenpence sterling. These
prices are all above the London price ; and wages aresaidto be as high in the other colonies as in New York. The price of
provisions iseverywherein North America much lower than in
England. A dearthhasneverbeenknown there. In the worst seasons they havealwayshad a sufficiency for them
i This was written in 1774, 'wfore the commencement nithe late rii?turbanres.
money price of labour, therefore, be higher than it
is anywhere in the mother-country, its real price, the real command of the
neces. saries and conveniences of life which it cont veys to the labourer, must
be higher in a still greater proportion.
But thoughNorth America is not yet so rich as
England, it is much more thriving, and advancing with much greater rapidity to
the further acquisition of riches. The most decisive mark of the prosperity of
any country is the increase of the number of its inhabitants. In Great Britain,
and most oiher European countries, they are not supposed to double in less than
five hundred years. In the British colonies in North America, ithas beenfound that they double in twenty or five-and-twenty years. Nor in
the present times is this increase principally owing to the continual
importation of new inhabitants,butto the great multiplication of the
species.Thosewho live to old age, it issaid, frequentlysee there from fifty to a Immlred, and' sometimes many more,
descendente from their own body. Labour is there so well rewarded, that a
numerous family of children, instead of being a burden, is a source of opulence
and prosperity to the parents. The labour of each child, before it can leave
their house, is computed to be worth a hundred pounds clear gain to them. A
young widow with four or five young children, who, among the middling or
inferior ranks of people in Europe, would have so little chance for a second
husband, is therefrequentlycourted as asortof fortune. The value of children is the greatest of all
encouragements to marriage.Wecannot, therefore, wonder that the people in North America
should generally marry very young. Notwithstanding the great increase
occasioned by such early marriages, there is a continual complaint of the
scarcity of hands in North America. The demand for labourers, the funds
destined for maintaining them increase, it seems, still faster than they can
find labourers to employ.
Thoughthe wealth of a country should be very
great, yet if ithas beenlong stationary,wemust not expect to find the wages of labour very high in
it. The funds destined for the payment of wages, the revenue and stock of its
inhabitants, may be of the greatest extent ;butif they have continued for several
centuries of the same, or very nearly of the same extent, the number of
labourers employed every year could easily supply, and even more than supply,
the number wanted the following year. There could seldom be any scarcity of
hands, nor could themastersbe obliged to bid against one another in order to get them. The
hands, on the contrary, would, in this case, naturally multiply beyond their
employment. There would be aconstantscarcity of employment, and the laboure«
“El cisma en el cuerpo social se manifiesta en el fraccionamiento de la
civilización en tres: una minoría dominante, un proletariado interno y un
proletariado externo.
Las minorías dominantes son aquellas que, perdida
su creatividad, controlan la sociedad no por la fascinación del poder creador
sino por medios estrictamente militares y policiales; sus productos típicos son
los estados universales y las filosofías.
El proletariado interno es la masa de esclavos
y desarraigados que no pueden sacudirse la minoría dominante de encima; en el
camino inventan las religiones superiores.
El proletariado externo es el conjunto de hordas bárbaras que se apiñan
alrededor de la civilización, para rematarlas; este proceso las lleva a crear
las edades heroicas y la épica”.
………
Primero la Minoría Dominante
intenta mantener por la fuerza -en contra de cualquier derecho y razonamiento-
una posición de privilegio heredado que ha dejado de merecer; y entonces el
Proletariado corresponde a la injusticia con resentimiento, al miedo con odio,
y a la violencia con violencia cuando ejecuta sus actos de secesión.
Imaginémonos ahora que el Gobierno,
inclinándose a proteger y dar plena satisfacción a los privilegios de la
nobleza, de los banqueros, de los grandes industriales y de los grandes
capitalistas, decidiera privar de sus libertades políticas a la pequeña
burguesía y a la clase obrera. ¿Podría hacerlo? Desgraciadamente, señores, sí
podría, aunque sólo fuese transitoriamente; la realidad nos tiene demostrado
que podría, y más adelante tendremos ocasión de volver sobre esto.
Pero, ¿y si se tratara de despojar a la pequeña
burguesía y a la clase obrera, no ya de sus libertades políticas solamente,
sino de su libertad personal; es decir, si se tendiera a declarar personalmente
al obrero o al hombre humilde, esclavo, vasallo o siervo de la gleba, de
volverle a la situación en que vivió en muchos países durante los siglos
lejanos, remotos, de la
Edad Media? ¿Prosperaría la pretensión? No, señores, esta vez
no prosperaría, aunque para sacarla adelante se aliasen el rey, la nobleza y
toda la gran burguesía. Sería inútil. Pues, llegadas las cosas a ese extremo,
ustedes dirían: nos dejaremos matar antes que tolerarlo. Los obreros se
echarían corriendo a la calle, sin necesidad de que sus patronos les cerrasen
las fábricas, la pequeña burguesía correría en masa a solidarizarse con ellos,
y la resistencia de ese bloque sería invencible, pues en ciertos casos extremos
y desesperados, también ustedes, señores, todos ustedes juntos, son un
fragmento de Constitución.
……………
l.- Poder organizado e inorgánico
El instrumento de poder político del rey, el
Ejército, está organizado, puede reunirse a cualquier hora del día o de la
noche, funciona con una magnífica disciplina y se puede utilizar en el momento
en que se desee; en cambio, el poder que descansa en la nación, señores, aunque
sea, como lo es en realidad, infinitamente mayor, no está organizado: la
voluntad de la nación, y sobre todo su grado de acometividad o de abatimiento,
no siempre son fáciles de pulsar para quienes la forman: ante la inminencia de
una acción, ninguno de los combatientes sabe cuántos se sumarán a él para
darla. Además, la nación carece de esos instrumentos del poder organizado, de
esos fundamentos tan importantes de una Constitución, a que más arriba nos
referíamos: los cañones. Cierto es que los cañones se compran con dinero del
pueblo: cierto también que se construyen y perfeccionan gracias a las ciencias
que se desarrollan en el seno de la sociedad civil, gracias a la física, a la
técnica, etc. Ya el solo hecho de su existencia prueba, pues, cuán grande es el
poder de la sociedad civil, hasta dónde han llegado los progresos de las
ciencias, de las artes técnicas, los métodos de fabricación y el trabajo
humano. Pero aquí viene a cuento aquel verso de Virgilio: Sic vos non vobis!
¡Tú, pueblo, los haces y los pagas, pero no para ti! Como los cañones se
fabrican siempre para el poder organizado y sólo para él, la nación sabe que
esos artefactos, vivos testigos de todo lo que ella puede, se enfilarán sobre
ella, indefectiblemente, en cuanto se quiera rebelar. Estas razones son las que
explican que un poder mucho menos fuerte, pero organizado, se sostenga a veces,
muchas veces, años y años, sofocando el poder, mucho más fuerte, pero
desorganizado, de la nación; hasta que ésta un día, a fuerza de ver cómo los
asuntos nacionales se rigen y administran tercamente contra la voluntad y los
intereses del país, se decide a alzar frente al poder organizado su supremacía
desorganizada.
Hemos visto, señores, qué relación guardan
entre sí las dos Constituciones de un país, esa Constitución real y efectiva,
formada por la suma de factores reales y efectivos que rigen en la sociedad, y
esa otra Constitución escrita, a la que, para distinguirla de la primera,
daremos el nombre de la hoja de papel
Señor moderador, hermano Lomax, hermanos y hermanas, amigos y enemigos,
porque sencillamente no puedo creer que aquí todos sean amigos y no quiero
dejar a nadie fuera.
Esta noche el tema, a mi entender es: “La revuelta negra” y “¿qué rumbo
tomamos de aquí en adelante?” o “¿Y ahora qué?”
Esta noche la cuestión es, a mi entender, "La revuelta negra"
y ¿qué rumbo seguimos de aquí en adelante? o ¿Y ahora qué?
A mi humilde manera de entenderlo las
alternativas son: el voto o la bala.
…………..
Igual que Adam Claytom Powell es un pastor cristiano; y que el
doctor Martin Luther King es un pastor cristiano en Atlanta, Georgia; bueno, pues yo también soy
pastor, no pastor cristiano, sino pastor musulmán, y creo
en la acción de todos los frentes y por todos los medios que sean necesarios.