Aquí el transporte, la luz, el gas y el agua, forman parte de las
conquistas sociales.
De los “principios sociales” que nuestra
cultura “ha establecido”.
En la sociedad dispersa y fragmentada, sin represión no se va a ajustar
ninguna tuerca.
Y “estos muchachos” no están preparados para reprimir.
Al contrario, los ajustados tienen una gran
experiencia en ajustes.
Juegan y también se organizan.
Otra conquista social, la máxima, consiste en
mantener la hegemonía de la calle.
Los ajustadores teóricos pretenden que los ajustados se resignen y
acepten el ajuste con mansa racionalidad.
¿Que se conformen con cantar canciones de León Giecco?
Que “sólo le
pidan a Dios”.
Que para colmo tiene -Dios- a sus representantes en la tierra
junto a los ajustados.
Lo sugiere la sabiduría popular.
“Basta de realidades/ queremos promesas”.
Carece entonces de sentido incendiarse institucionalmente para “reducir
el gasto en personal”.
Rajar empleados públicos para ahorrar monedas.
“Estos muchachos” no están espiritualmente preparados para bancar el
menor corte de los empleados.
Cuando se avanza con tijeras sobre el bolsillo,
el exponente blanco de la capa media se radicaliza más que el pobre, al que
tratan de conformar con el placebo de los planes.
Tampoco tiene sentido la inhumanidad de recortarles unos pocos mangos a
los jubilados.
Los que representan, por descarte, la mayor parte del gasto.
Consta que matarlos es, en cierto modo, una desprolijidad.
El insepulto Pedro Sánchez, en base a las tesis del
insepulto Iñigo Errejon, ¿no es cierto Pablenin?
No solo se “cargaron” a Rajoy, sino también el “sorpaso” de
Ciudadanos de Rivera al PP de Aznar y Rajoy.
Porque traer a cuento el Aznarato, el mayor éxito del
liberalismo latino, por la corrupción institucional que implico sus propio éxito.