El oficial Waffen SS
Josef Kramer odia a los rusos porque no se ajustan a la imagen que de ellos le
ha inculcado la propaganda: los odia por haber desmentido todos sus prejuicios:
"Odiaba a los rusos porque lo habían
embaucado, a él y a millones como él.
Habían dejado creer al mundo que eran toscos
bárbaros cuando de hecho -y cualquiera podía verlo- eran espectaculares
ingenieros, formidables agricultores e increíbles, colosales soldados.
Odiaba a los rusos porque había llegado a
Ucrania esperando liberar a campesinos borrachos, estúpidos y bonachones, del
furioso desgobierno de satánicos judíos, pero se había encontrado
luchando contra soldados tan rubios como él, de igual coraje, igual fanatismo y
un equipo tremendamente efectivo.
El equipo le preocupaba.
¿De dónde había salido, de la pobreza, del
hambre y del terror del bolcheviquismo?
Esos hombres no eran borregos.
Tampoco eran maniáticos.
Eran tenaces, valientes, astutos, fanáticos."
Coronel P.
M. A. Linebarger, autor de Psychological Warfare, 1948; y Essays on military
psychological operations, Special Operations Research Office, 1965.
++++++++++++++++++
Tal vez una metáfora arquitectónica ayude a entender este enigma.
Podría decirse que el peronismo semeja a una casa de dos plantas.
En la de abajo reside el propietario, que es el peronismo-peronista
(sindicatos, barones territoriales, punteros); en la de arriba viven
sucesivamente los líderes coyunturales del movimiento, que alquilan el piso.
El contrato de locación le permite al inquilino pintar la casa del
color que quiera y hacerle arreglos a discreción, pero no modificaciones
estructurales.
El alquiler cotiza alto (el piso de arriba es muy buscado) y se paga en
las especies más diversas: dinero, dádivas, prebendas, fondos ingentes para
infraestructura, planes sociales, clientelas y proselitismo.
La popularidad del inquilino determina la duración del contrato; si
mantiene la aprobación, renueva; si cae en desgracia, debe irse.
Ningún contrato alcanzó los once años.
La casa peronista es dinámica y flexible.
Como quería su arquitecto, vence al tiempo.
Otorga beneficios seguros a sus moradores y posee picardía mediática:
sustrae de los flashes al dueño, que es impresentable, y exhibe al inquilino,
cuya gloria tiene plazo fijo.
Así se amasan el éxito y la perdurabilidad.
Y se institucionalizan las malas artes.
Si se acepta esta imagen, se verá que el
peronismo no es una ideología, sino una arquitectura y un contrato; o, dicho en
términos académicos: una organización y un enunciado.
Allí reside su éxito y su karma.
Al liberalismo político
argentino, algunos de cuyos representantes veneran un mausoleo, se le hace
difícil comprender esta configuración.
Quizás esa ceguera tenga que ver con sus
derrotas.
El populismo creciente
relega las aspiraciones republicanas
La casa peronista, Eduardo
Fidanza, La Nación ;
08 de junio de 2011; hacer clic aquí.
El texto superior es una síntesis de la exposición en el
Coloquio de CIPOL; ver video.
Steven Levitsky, quien es citado por Fidanza, publico la
siguiente síntesis de sus investigaciones sobre el Peronismo, básicamente del
AMBA, GBA y CABA.
Casa
Peronista, Steven Levitsky 1
Casa
Peronista, Steven Levitsky 2
Casa
Peronista, Steven Levitsky 3
Casa
Peronista, Steven Levitsky 4
Casa
Peronista, Steven Levitsky 5
Casa
Peronista, Steven Levitsky 6
Casa
Peronista, Steven Levitsky 7
Casa
Peronista, Steven Levitsky 8
Casa
Peronista, Steven Levitsky 9
Casa
Peronista, Steven Levitsky 10
La organización peronista consiste en una densa colección de redes
personales (que operan desde sindicatos, clubes, ONGs y a menudo desde la casa
de los militantes) que están en gran medida desconectadas (y son autónomas) de
la burocracia partidaria.
Aunque estas redes no pueden ser encontradas en los estatutos y
archivos del partido, proveen al PJ de una extensa conexión con las clases
bajas y trabajadoras de la sociedad.
No obstante la impresionante cantidad de literatura existente sobre el
peronismo, escasa investigación se ha realizado acerca de la organización del
PJ, [6] y virtualmente no se ha realizado ningún trabajo sobre la estructura
informal del partido.
Como resultado de esto, conocemos muy poco acerca de cómo funciona el
PJ, particularmente en el ámbito local.
El presente artículo busca llenar ese vacío.
Sacando provecho de información recolectada durante un vasto estudio de
las organizaciones peronistas del Gran Buenos Aires, el artículo examina cómo
funciona internamente el PJ y cómo está organizado.
A su vez, está dividido en dos secciones.
La primera resume los orígenes y la estructura contemporánea del
partido peronista.
Desafiando caracterizaciones del partido como una organización débil y
personalista, se sostiene que el PJ es mejor entendido como un informal partido
de masas.
Si bien el peronismo mantiene una poderosa infraestructura de base, una
amplia base activista, y extensos vínculos con la clase baja y trabajadora,
posee sin embargo, a diferencia de los prototípicos partidos de masas, una
organización informal y altamente descentralizada.
La segunda sección examina la relación entre el PJ y Carlos Menem
durante la década del noventa.
Contrariamente a muchos informes convencionales, el artículo sostiene
que la relación de Menem con el PJ de base estuvo siempre mediada por las
poderosas organizaciones locales.
Estas organizaciones proveyeron al gobierno de Menem con un surtido de
beneficios políticos que incluyen vastos recursos humanos, canales para la
implementación política, distribución de patronazgo y solución de problemas a
nivel local.
Sin embargo, también restringieron el liderazgo de Menem, limitando su
capacidad de imponer candidatos y estrategias a las unidades inferiores.
De hecho, estas unidades locales continuamente rechazaban o ignoraban
las instrucciones provenientes desde el liderazgo nacional, siguiendo
estrategias que poco tenían que ver con Menem o su programa neoliberal.
……….
El artículo presenta datos de dos encuestas llevadas a cabo por el
autor en 1997:
1) una encuesta de 112 agencias partidarias locales (unidades básicas,
o UBs), basada en visitas a las UBs y entrevistas en profundidad con los
militantes que las dirigían; y
2) una encuesta de 611 militantes partidarios, basada en un cuestionario
de 39 puntos que fue distribuido a los militantes en cada una de las UBs
encuestadas.
Las encuestas se llevaron a cabo en la Capital Federal ,
donde predomina la clase media, y en las municipalidades del Gran Buenos Aires
de La Matanza
y Quilmes,[14] las cuales tienen una mayor población de clase baja y
trabajadora.
Las UBs fueron seleccionadas de forma de ser lo más representativas
posible de la representación faccional interna, geográfica y socioeconómica de
cada municipalidad.
Aunque la
Capital Federal , Quilmes y La Matanza no representen al
país como un todo, los patrones organizacionales observados en esos distritos
fueron confirmados por líderes partidarios y militantes de numerosas
localidades del Gran Buenos Aires[15] y otras provincias industrializadas,[16]
así como a través de visitas a un reducido número de unidades básicas en la
ciudad capital provincial de San Miguel de Tucumán.
Por lo tanto, hay razones para pensar que los hallazgos de este estudio
puedan generalizarse, al menos, hacia adentro del peronismo urbano.[17]
……………..
El peronismo consiste en una vasta colección de redes informales que
operan desde un grupo de diferentes entidades, que incluyen sindicatos,
cooperativas, clubes, comedores, y a menudo hogares.
Estas entidades informales son autoorganizadas y autooperativas, no
aparecen en los estatutos del partido, raramente están registradas con las
autoridades partidarias, y mantienen una casi total autonomía respecto a la
burocracia partidaria.
Sin embargo constituyen la mayor parte de la organización del PJ.
………….
Las raíces de la estructura informal del PJ residen en su particular
historia.
A pesar de que el peronismo se originó como un partido carismático[28]
durante el primer gobierno de Perón (1946-1955), con una jerarquía
centralizada, aunque no burocrática, basada en el liderazgo personalista de
Juan Perón,[29] la organización cambió considerablemente después del
derrocamiento de Perón en 1955.
Proscripto e intermitentemente reprimido a lo largo del período
1955-1983, el peronismo se movió subterráneamente, sobreviviendo en los
sindicatos, organizaciones de cuadros partidarios clandestinas, y miles de
redes barriales militantes.[30]
Sin embargo, a diferencia de otros partidos obreros proscriptos (como
los comunistas franceses, los socialdemócratas alemanes, y la Acción Democrática
venezolana), que sobrevivieron épocas de represión creando organizaciones
jerárquicas y disciplinadas, el verticalismo del peronismo colapsó después de
1955, y la organización cayó en un estado descentralizado y semianárquico.
Los primeros actos de la resistencia peronista fueron “iniciativas
atomizadas y espontáneas” llevadas a cabo en “ausencia de un liderazgo nacional
coherente”.[31]
Los peronistas operaron desde autoconstituidos “comandos” basados en
uniones preexistentes, amistades barriales y redes familiares.[32]
Los vínculos entre estos comandos locales fueron “como mucho
tenues”,[33] y los cuerpos creados para coordinar sus actividades, como el
Centro de Operaciones de Resistencia y el Grupo Peronista de Resistencia
Insurreccional, fueron inefectivos.[34]
Con posterioridad a 1955, el peronismo se transformó en una estructura
segmentada y descentralizada, que según Gerlach y Hine, puede ser caracterizada
como un “movimiento”.[35]
Los subgrupos peronistas se autoorganizaron con autonomía de cada uno
de ellos y de las autoridades centrales.
En el ámbito nacional, el peronismo fue poco más que “una federación
laxa de diferentes grupos leales a Perón”,[36] que incluía sindicatos,
organizaciones paramilitares de izquierda y de derecha,[37] y numerosos
partidos provinciales “neoperonistas”.[38]
Ningún grupo organizacional contuvo a estos subgrupos, y no emergió
ninguna estructura central de autoridad con capacidad de coordinar sus
actividades, disciplinarlos, o incluso definir quién era o no era peronista.
Aunque Perón permanecía como el líder indisputado del movimiento, su
autoridad estaba limitada a las decisiones principales, y los cuerpos que creó
para representarlo, como el Consejo Superior de Coordinación y el Comando
Táctico, eran rutinariamente ignorados por los sindicatos, los grupos
paramilitares, y los jefes provinciales.[39]
Si bien los peronistas que desobedecían las órdenes de Perón eran a
veces expulsados del movimiento, esas expulsiones eran a menudo ignoradas y
casi nunca eran permanentes.[40]
Después de un breve retorno al poder entre 1973 y 1976, el peronismo
cayó nuevamente en un estado anárquico durante el período dictatorial de 1976 a 1983.
El grueso de la actividad partidaria urbana migró a los sindicatos,
pese a que muchos militantes también trabajaron dentro de un número de
organizaciones clandestinas.
Aunque las unidades básicas estaban cerradas, muchos continuaron
operando desde “grupos de trabajo” informales.
Otros “se refugiaron en organizaciones no gubernamentales”,[41] como
las sociedades de fomento,[42] clubes barriales, comedores, y organizaciones
religiosas.[43]
Inclusive, otros trabajaron desde fachadas como los centros de
estudiantes.[44]
Aunque existen pocos datos sobre el peronismo clandestino durante el
Proceso, el número de militantes que se incorporó en al menos esporádicas
actividades políticas parece haber sido significativo.
De las unidades básicas encuestadas por el autor en 1997, el 58% estaba
dirigida por un militante que militó en el peronismo durante la dictadura.
Como resultado del trabajo clandestino, al colapsar el régimen militar
en 1982, el peronismo rápidamente resurgió como una organización de masas.
Las unidades básicas brotaron (aparentemente de la nada) por todo el
país y ya a mediados de 1983 el PJ había afiliado a más de tres millones de
miembros, lo que representaba más que el resto de los partidos combinados.[45]
A diferencia de períodos previos de dirigencia civil, durante las
cuales las organizaciones peronistas ignoraron la actividad partidaria, el PJ
sufrió después de 1983 un proceso de “partidización” sin precedentes.
Como las elecciones comenzaron a ser percibidas como la única forma
legítima de acceder al poder, prácticamente todas las subunidades peronistas se
integraron dentro de la actividad partidaria a través de la participación en
elecciones internas.
Los sindicatos peronistas invirtieron fuertemente en la política
partidaria,[46] lo mismo hicieron las anteriores organizaciones paramilitares
como Guardia de Hierro, Comando de Organización (C de O), la Juventud Peronista
(JP) y Montoneros.[47]
Para mediados de la década del ochenta, a excepción de los sindicatos,
la actividad peronista no partidaria había en gran medida desaparecido.
El proceso de “partidización” no fue, sin embargo, acompañado por un
proceso de burocratización.
Más que establecer una estructura burocrática, el PJ post `83 retuvo
aspectos clave de su organización como movimiento.
El peronismo reemergió después de la dictadura desde abajo hacia arriba
y de una forma semianárquica.
Los militantes establecieron sus propias unidades básicas sin la
aprobación (e incluso el conocimiento) de la jerarquía partidaria.
Ésta no solo no creó o financió unidades básicas, sino que tampoco pudo
establecer quién podía crearlas, cuántas fueron creadas, o dónde estaban
localizadas.
Por otra parte, aunque si bien los sindicatos, los ex paramilitares, y
numerosas redes territoriales informales entraron a la actividad partidaria en
la década del ochenta, no abandonaron sin embargo sus formas organizacionales
ni se integraron a la burocracia partidaria.
En cambio, permanecieron autoorganizadas, creando, financiando y
operando sus propias unidades básicas.
Como resultado de esto, la organización nacional del PJ permaneció como
una unión laxa y heterogénea de débiles facciones nacionales, paramilitares, organizaciones
obreras y emergentes feudos provinciales.
Pese a que el período de renovación de 1987-1989 trajo algún grado de
orden institucional al partido,[48] las reformas asociadas a este período
fueron menos importantes de lo que habitualmente se cree.
Durante dicho período, los reformistas (llamados Renovadores) dieron
importantes pasos en pos de la democratización interna del PJ (como la
introducción de elecciones directas para la selección de candidatos y líderes)
y prestaron una atención a su estructura formal sin precedentes.
Los órganos formales del partido, como el Consejo Nacional, se
reunieron con más frecuencia y el partido comenzó a tener registro de sus
actividades, y un gran esfuerzo se realizó para adherir a los estatutos
partidarios.
Sin embargo, aparte de la introducción de elecciones internas, la Renovación hizo poco
para cambiar la forma en que el PJ realmente funcionaba en la práctica.
Fracasaron para imponer una norma para la estructura organizacional del
partido y fueron incapaces de crear una burocracia central efectiva, capaz de
disciplinar a las organizaciones inferiores.
En consecuencia, las subunidades permanecieron informales y
relativamente autónomas.
……….
Las afiliaciones al partido alcanzaron los 3,85 millones en 1993, lo
que representaba un 18% del electorado.[52]
La participación electoral interna del 54,2% excedió a las de las
social democracias de la pos guerra en Austria, Alemania y Suecia. [53]
Aunque la utilidad de estas comparaciones está limitada por el hecho de
que la membresía al PJ supone un menor nivel de compromiso respecto al de los
partidos de masas europeos, [54] esta inmensa masa de afiliados es no obstante
impresionante.
En segundo lugar el PJ conserva una densa infraestructura territorial.
A pesar de que el fracaso del partido en tener un registro de sus
unidades básicas hace difícil medir correctamente la densidad de su
organización, evidencia proveniente de La Matanza , Quilmes y San Miguel de Tucumán sugiere
que la infraestructura de base del PJ continúa siendo extensa y densamente
organizada.
En 1997 estas tres localidades reunían aproximadamente una UB por cada
2000 residentes y más de dos UBs por kilómetro cuadrado. [55]
Tercero, el PJ continúa profundamente enclavado en las clases bajas y
obreras por medio de sus vínculos con una variedad de organizaciones (formales
e informales).
En el nivel más básico, las organizaciones partidarias a nivel
municipal conservan extensos vínculos con redes interpersonales en los barrios
más humildes.
En las zonas de clase baja, los “líderes naturales” o “solucionadores
de problemas” son generalmente peronistas.[56]
Aunque muchos de estos “líderes naturales” no son militantes full time,
casi todos mantienen lazos (a través de amigos, vecinos, o parientes) con las
redes partidarias informales.
Estos lazos son periódicamente activados tanto “desde abajo”, como
“desde arriba”: los “solucionadores de problemas” los utilizan para tener acceso
a recursos gubernamentales, mientras que los “punteros” locales los utilizan
para reclutar gente para elecciones o movilizaciones. [57]
En el mismo sentido, las organizaciones partidarias locales también
mantienen vínculos con un abanico de organizaciones sociales.
Históricamente las más importantes han sido los sindicatos.
Si bien la influencia de éstos en el PJ ha declinado considerablemente
desde mediados de la década del ochenta, la mayoría de ellos permaneció activo
en la política a nivel local hasta avanzados los años noventa.
De 36 sindicatos locales relevados por el autor en 1997, 33 (92%)
participó de la actividad partidaria ese año. [58]
Las organizaciones del PJ también están relacionadas con una variedad
de movimientos sociales urbanos, como ocupadores de viviendas y organizaciones
villeras (de las villas miseria).
En la Capital
Federal , por ejemplo, la mayoría de las organizaciones
villeras está dirigida por militantes del PJ, y organizaciones de habitantes de
villas miseria, como Movimiento Villero y Frente Social, mantienen estrechos
lazos con el PJ.
En La Matanza ,
cinco de las 31 UBs encuestadas estaban vinculadas a asentamientos ocupados, y
el coordinador de la Mesa
de Asentamientos Ocupados, que proclamó representar 60 organizaciones villeras,
es militante del PJ local. [59]
Las organizaciones justicialistas de base están asimismo vinculadas a
una serie de organizaciones no gubernamentales, que incluyen sociedades de
fomento, cooperativas escolares, y comedores. [60]
Por ejemplo, dirigentes villeros de la Capital Federal
estiman que “setenta u ochenta por ciento” de los 150 comedores de la ciudad
están dirigidos por peronistas.[61]
Similares estimaciones han sido realizadas para los distritos del Gran
Buenos Aires de Hurlingham, Lanús y Quilmes.[62]
En cambio, un número más pequeño de unidades básicas está relacionado
con organizaciones religiosas.
Por último, muchas organizaciones peronistas mantienen vínculos con
clubes locales y barriales. [63]
En este sentido son de particular importancia los clubes de fútbol
locales (especialmente los de segunda división o “B”).
Los líderes utilizan a menudo a fanáticos de clubes para campañas,
pintadas callejeras, y en algunas ocasiones, intimidar oponentes.
Son muchos los casos de vínculo tipo partido-club en Capital Federal y
Gran Buenos Aires.
………….
En conjunto, más de la mitad (56,7%) de las UBs encuestadas por el
autor evidenciaron vínculos con una o más instituciones sociales, y más de un
tercio (36,5%) estaban relacionadas con dos o más de esas entidades.
Estos datos están resumidos en el Cuadro 1.
De las UBs encuestadas, 22,1% tenían vínculos con escuelas o
cooperativas infantiles, 20,2% estaba relacionada con comedores u otras
organizaciones de ayuda, 14,4% tenía vínculos con sindicatos, 8,7% con
organizaciones eclesiásticas, y 6,7% con organizaciones de asentamientos
ilegales.
…………
Ante la falta de una burocracia central efectiva, el partido funciona
como una “gran carpa”, dentro de la cual hay diversos y contradictorios
elementos.
Pero lejos de la tradición verticalista y centralizada con la que a
menudo se relaciona al peronismo,[93] la relación entre los miembros más altos
y bajos del partido es muy cercana a una de autonomía mutua.[94]
……………
Por ejemplo, durante la crisis hiperinflacionaria de 1989-1990, decenas
de miles de militantes del partido se movilizaron para desalentar las protestas
de las clases bajas y trabajadoras ante dicha crisis y los planes de ajuste del
gobierno.
Esto fue hecho por medio de la persuasión, la expulsión de activistas
de izquierda de los barrios,[105] y una serie de medidas de beneficencia en el
ámbito barrial.
En La Matanza ,
los militantes peronistas operaban con el apoyo de la municipalidad más de 200
comedores en 1989.[106]
Como así también numerosos comedores en las villas miseria de la Capital Federal.[ 107]
En el primer distrito electoral, militantes de la UB “Unidos o Dominados”
afirmaban haber distribuido comida a 300 familias luego de recorrer el barrio
puerta por puerta hasta encontrar quiénes estaban necesitados.
En el vigésimo segundo distrito electoral, punteros peronistas
organizaron comedores en los cuales familias con excedentes de comida proveían
a aquellos que necesitaban.
Las organizaciones peronistas a nivel local se comprometieron en
diferentes actividades políticas, sociales y culturales en la década del
noventa y fueron militantes peronistas quienes tuvieron un rol central en la
entrega de asistencia social en los barrios de bajos recursos.
De las UBs relevadas en este estudio, el 96% se comprometió en alguna
forma de asistencia social y aunque evidencia académica y periodística da
cuenta de un desnudo clientelismo [108] en la distribución de bienes, casi
ninguna investigación ha sido hecha acerca de lo que las UBs han realmente
realizado.
………….
Cuadro 5. Visión del programa económico de Menem de los
militantes*
Opinión
sobre
|
Porcentaje
|
De acuerdo con el programa
neoliberal
|
10.2
|
En desacuerdo con el programa
neoliberal, pero apoyan al gobierno
|
10.5
|
En desacuerdo con el programa
neoliberal, pero creen que no había otra opción
|
10.7
|
En desacuerdo con el programa
neoliberal y cree que había otras alternativas
|
49.1
|
Totalmente opuestos al programa
neoliberal como una ofensa a los ideales peronistas
|
19.5
|
Total
|
100.0
|
*Basado en una encuesta del autor a 611 militantes del PJ en
la Capital Federal ,
La Matanza y
Quilmes en 1997.
…………….
El próximo gobierno peronista
debería...
|
Porcentaje
|
Mantener el modelo económico
menemista
|
5.5
|
Mantener el modelo, pero con más
justicia social
|
52.4
|
Retornar a las raíces del
peronismo
|
42.1
|
………….
Sin embargo la estabilidad del PJ no puede ser
solamente atribuida al patronazgo.
Cerca de un tercio (31,4%) de las UBs relevadas
no tenía acceso al patronazgo en absoluto, y en la mayoría de las UBs, los
beneficios de éste se extendían a uno o dos militantes.
Por lo tanto, incluso a finales de la década
del noventa, un número significativo de militantes continuó participando a
pesar de tener poco o ningún acceso a los recursos estatales.
………………
Al final de los diez años de mandato de Menem, la vasta mayoría de las
agencias provinciales estaba gobernada por no menemistas y mantenía perfiles
que estaban muy lejos del neoliberal del liderazgo nacional.[145]
En muchos casos, el partido provincial estaba controlado por sectores
que habían estado en el poder (en algunos casos con interrupciones) desde
principios o mediados de la década del ochenta.[146]
De hecho, solo cuatro de los 24 distritos del PJ (La Rioja , Neuquén, San Juan y
Capital Federal) estaban controlados por menemistas en 1999.[147]
A su vez, estos distritos representaban sólo el 14,8% del electorado
total.[148]
Contrariamente a muchos postulados convencionales acerca del liderazgo
de Menem, el peronismo tradicional permaneció ampliamente intacto en los
ámbitos provincial y municipal, a pesar del giro a la derecha del liderazgo
nacional.
Solo en pocas excepciones, las organizaciones provinciales y locales
(que dirigen las campañas del PJ, desarrollan sus líderes, y seleccionan sus
legisladores nacionales) se transformaron en menemistas o neoliberales.
Este fracaso para transformar las agencias provinciales ayuda a
explicar la rápida erosión de la influencia de Menem dentro del PJ (a pesar del
hecho que continúa siendo el presidente del partido) después de dejar el poder
en 1999.
Este resultado resalta la enorme diferencia que hay entre el PJ y otros
casos de “neopopulismo”.
Mientras que el Partido para la Reconstrucción Nacional
de Collor no sobrevivió la caída de su líder y los varios partidos fujimoristas
casi con seguridad enfrentarán un destino similar, muy pocos dudan que el PJ
sobrevivirá la desaparición del menemismo.
++++++++++
Trabajó durante años junto a sus pobladores mientras estaba
en el seminario jesuita de San Miguel, y ahora, desde
Harvard, donde desarrolla una tesis -para su doctorado por la Universidad de
Berkeley- sobre el clientelismo en el conurbano, lleva varios años
estudiando la particular lógica política que allí se pone en juego, con sus
luces y sombras.
Sabe que la visión crítica del rol que juegan los punteros
políticos muchas veces es acertada. Que hay un perverso toma y daca del que se
alimenta la eficiente maquinaria electoral del peronismo, el "partido
hegemónico en las villas". Pero también sabe que
los punteros se mueven entre gente absolutamente olvidada, que los reconoce
como únicos agentes visibles de un Estado que no está. Y que hay mucha más
racionalidad de la que se supone generalmente en el comportamiento de los
votantes de barrios humildes.
De hecho, este encuentro de intereses particulares le
permite a Zarazaga aplicar para su tesis lo que los académicos llaman la teoría de juegos. Es decir, identificar la dinámica de la
relación que se establece entre políticos, punteros y votantes, desarrollar un
modelo matemático a partir de esta interacción y sacar conclusiones que pueden,
aunque éste no sea el objetivo primordial, servir incluso para hacer predicciones
electorales. Una conclusión matemática indica, por ejemplo, que mientras se
mantenga la actual dinámica, el Partido Justicialista va a ganar por 3 a 1 en el conurbano
bonaerense. Sin importar quién se le oponga. No es un dato menor.
Pero, ¿cómo llega un sacerdote jesuita a Harvard? ¿Y por qué
elige el clientelismo político como eje de su tesis doctoral? La respuesta no
tiene que ver con cálculos matemáticos sino con la vocación y con una historia
personal en la que, en un momento dado, religión e interés por ayudar a los
pobres se encontraron y cobraron un sentido único. "Soy jesuita, y como
jesuita siempre trabajé en el conurbano, en barrios carenciados de San Miguel,
donde está el seminario", cuenta Zarazaga desde Estados Unidos. "Ahí
nació mi preocupación, cuando tomé contacto con la pobreza y me involucré con
la gente".
……………
Durante siete años Zarazaga trabajó en la Villa Mitre y otros
barrios obreros de la zona. Allí tomó contacto con la pobreza. Se relacionó con
la gente y conoció sus necesidades y preocupaciones. Conoció también a muchos
punteros políticos y se sacudió algunos (sólo algunos) preconceptos adquiridos
en un hogar que, afirma, "no era peronista justamente, sino más bien todo
lo contrario".
Uno de esos preconceptos dice que la
hegemonía del peronismo en las villas es una aberración política. Ya no piensa
lo mismo. Conocer la realidad de las villas lo llevó a revisar algunas
opiniones. "Un poco peronista me hice -dice con humor-, ahora valoro su
presencia allí. Es común decir que los punteros son vagos, que cobran por hacer
nada, pero no es cierto. La mayoría trabaja de sol a sol, y al que no trabaja,
la misma gente de la villa lo saca a patadas, porque le exige respuestas".
Esto equivale a decir que a falta de
una presencia real del Estado, el Estado, en este caso, son los punteros. No
son reyes, son lo que hay. "Son reconocidos como el Estado por sus
vecinos y manejan recursos del Estado". Así es, según Zarazaga, como
construyen una relación con la gente, acumulan capital político y se ganan cierta reputación, que a su vez supone una
responsabilidad, porque "cuando hay un chico con un ataque de asma a las 3
de la mañana, cuando alguien necesita atención de urgencia o realizar un
trámite, la respuesta pasa por el cura o el puntero".
Claro que la que se establece es una relación absolutamente
utilitaria. Y por partida doble. "Nadie come vidrio, ni el puntero ni el
votante: no hay una recreación de la figura de Evita a través del puntero, y de
hecho casi nadie en la villa sabe quién fue Perón. Es pragmatismo puro",
asegura Zarazaga. Un puntero de San Miguel, cuenta el sacerdote, lo expresaba
así: "Si antes cantábamos aquello de combatir el capital, hoy sólo hacemos
política con y por el capital". Y otro aclaraba, no como un pecado que le
incomodara en el pecho sino como un dato de la realidad, que él repartía todo
lo que le daban, salvo el aceite. El aceite lo vendía en su casa.
La contrapartida al plan social, la bolsa de comida, el
favor o la ayuda es, claro está, el voto. No hay una relación directa, por
supuesto. Pero hay una relación. "Si después los
pobladores de las villas votan al puntero, no es porque estos ejerzan un
monitoreo de los votantes. Esto puede funcionar, pero sólo marginalmente. Lo
votan porque es el único que está, el único que les ofrece soluciones. Lo
necesitan porque no hay nadie más". Es un sistema arbitrario,
admite Zarazaga, pero "desde otros partidos no han intentado siquiera
tener presencia en los barrios pobres".
Es decir, la matriz del clientelismo no está siendo
disputada. Y la importancia política de esta realidad cobra relevancia si se
considera que tiene lugar en distritos que, combinados, representan el 35 por
ciento del electorado argentino. El desafío, estima Zarazaga, es ver de qué
manera esta red clientelar puede ser transformada en una herramienta de
promoción social más transparente y menos caprichosa. A su juicio, iniciativas
como la asignación universal por hijo no están concebidas para terminar con los
punteros, porque éstos "retienen el manejo de la información".
Para su tesis, que desarrolla
junto al profesor Robert Powell, una verdadera eminencia y un especialista en
la aplicación de la teoría de juegos para analizar conflictos internacionales,
Zarazaga realizó durante los últimos cuatro años el trabajo de campo y mantuvo
entrevistas con 120 punteros políticos de la provincia de Buenos Aires.
Rodrigo Zarazaga, el jesuita que desde Harvard estudia las redes
clientelares
Robert Powell, “The
Theoretical Foundations of Strategic Nuclear Deterrence” in Political Science
Quarterly. (1985), hacer
clic aquí.
NAS honors Robert
Powell’s work on nuclear deterrence
Robert Powell, In the
Shadow of Power: States and Strategies in International Politics (Princeton
University Press, 1999)
PD; Hezbollah, Hammas, Hermandad Musulmana, etc.; son
Sociedades de Resistencia que dedican el 90% de su esfuerzo a la Acción Social , Educación,
Salud y Esparcimiento (frazadas); y solo el 10% a la Resistencia Activa
(Fusiles).
Ancladas en la Realidad
Social , estructuradas de abajo hacia arriba, redes celulares;
residentes frente a las más recias Represiones, después de pasar las topadoras emergen
de la nada como si fueran hongos.