viernes, 8 de febrero de 2008

Democracia Sindical, ¿Asambleismo pequeño burgués o Acuerdos por Consenso?


¿Es casualidad, que las críticas más acerbas al funcionamiento de los sindicatos, provengan de la pequeña burguesía radical?

No hablo únicamente de la UCR, o de la izquierda “radicalizada”; sino de ese movimiento decimonónico con fuerte énfasis en la Republica, que fue el espacio de expresión político de las pequeñas burguesías, centrales o coloniales.

A diferencia de los partidos republicanos de la época el radicalismo contaba con estructuras formales y efectivas de funcionamiento, muchas de las decisiones en cuanto a ingreso a coaliciones ministeriales o electorales así como definiciones políticas importantes se realizan en debates y votaciones en sus congresos anuales.

Las bases comunes de su programa están en el Programa de Belleville (1869) propuesto por Léon Gambetta y en posteriores eventos partidarios a partir de 1901. Estas son:

Otros rasgos eran un anticlericalismo y profunda fe en los avances científicos (positivismo)

Sus aportes históricos son innegables e indiscutibles; pero tienden, lamentablemente; a trasladar su funcionamiento, mecánicamente, a los otros sectores de la sociedad.

Sin tomarse la molestia de averiguar, ¿porque lo hacen?, ¿cuáles son las razones históricas y materiales que fundamentan ese comportamiento?

Tenemos una constante, desde los tiempos de Marx y Lasalle, el centralismo teórico de las fracciones pequeño burguesas y la autonomía reformista del proletariado.

El mejor ejemplo es la tensión que sufrió la vieja Social Democracia alemana.

En lo formal, su discurso era “radical” e internacionalista; en la Praxis eran Reformistas prácticos, con un fuerte acento en la “Cuestión Nacional”.

En 1914; se demostró que el proletariado, más que destruir la sociedad existente, quería pertenecer.

Hoy, vemos que se quiere trasladar, mecánicamente, el Asambleismo Fubista a los Gremios.

Acusando de fascistas o burocráticos, a los métodos de Consenso tradicionales; dando por descontado, que la Autonomía de las bases es inexistente.

Es el mismo mecanismo que se utiliza para descalificar de Clientelismo, en el Ámbito Territorial.

Ellos, los pequeños burgueses ilustrados; van a liberar de la Cárcel Burocrática o Clientelar, a los pobres de espíritu.

Que como sabemos, no tienen idea de sus intereses, son subnormales; necesitan lazarillos.

Sobre la Democracia Sindical, basada en el Consenso, voy a apelar a una fuente no peronista.

Pero con la que tenemos, por razones “genéticas”, una relación de descendencia.

Las votaciones en la anarcosindical

En la CNT se procura no votar y llegar a acuerdos por consenso.

Desgraciadamente mientras mayor es el número de personas que discuten más difícil es el ponerse de acuerdo y llega un momento en que hay que votar.
En la asamblea de sindicato este problema se resuelve con facilidad.

Normalmente no se vota porque las personas que componen el sindicato se conocen directamente y del roce cotidiano suelen tenerse más o menos las mismas ideas, y si hay que votar se hace por número de asistentes, cada uno con su voto.
El problema surge cuando las decisiones tienen que ser tomadas en plenos locales, regionales o congresos.

Ya se ha explicado que la estructura básica de la CNT son los sindicatos de ramo y si no existen, los de oficios varios

Pues bien, no hay forma justa por la que las decisiones puedan ser tomadas en votación.

  • Si cada sindicato dispone de un voto, un sindicato de 1000 afiliados dispondría de la misma capacidad de decisión de uno de 50. Dos sindicatos de 25 (2 votos) pueden imponer su opinión al de 1000 (1 voto).
  • Si se vota por número de afiliados, un sindicato de 2000 afiliados tendría 2000 votos, y 100 sindicatos de 20 afiliados dispondrían de la misma capacidad de decisión de un solo sindicato. La distribución geográfica de 100 es mucho más amplia que la de 1, y un acuerdo obliga a todos por igual de forma que los sindicatos pequeños tienen la misma responsabilidad que los grandes, pero muchas más dificultades.
  • Encontramos además el problema de las minorías. Un sindicato que en asamblea por ejemplo decidiera ir a una huelga por 400 votos contra 350, tendría que defender la postura de huelga, que es lo que ha salido en su asamblea. El sindicato B de la federación local dice que no a la huelga por cien contra 25. El sindicato C de la federación local dice que sí por unanimidad de 15 votos. Son dos sindicatos a favor de la huelga y uno en contra, y por lo tanto la huelga sería convocada si fuera un voto por sindicato.

Pero sumando los votos negativos a la huelga, saldrían 450 votos en contra de la huelga y 440 a favor.

Para minimizar en lo posible estos problemas se utiliza un sistema de votación proporcional basado en el número de afiliados o cotizantes de cada sindicato de la anarcosindical, según se muestra en la tabla de arriba.

Sin embargo el sistema no es infalible y puede propiciar situaciones discriminatorias para con los sindicatos con mayor número de afiliaciones:

Este sistema beneficia a las minorías, pero sigue siendo muy discutible.

Por ejemplo, diez sindicatos con 25 cotizantes, que sumarían 250 cuotas tienen 10 votos.

Más que uno de 2500, que con 10 veces más cuotas sólo tiene derecho a 7 votos.

En la CNT se considera que esto no es excesivamente grave, pues normalmente los acuerdos se consensuan tras largas discusiones, aunque se admite que el sistema podría ser mejorado.

El porqué no se busca otro sistema, es porque hoy día no es necesario.

Los acuerdos se consensúan tras discusiones que pueden parecer absurdas a los que empiezan en la anarcosindical, pero que son sumamente importantes para el sindicato o regional que las defiende.

De todas formas no estaría de más que alguien pensara algo al respecto.
Siempre que hay una votación, hay que saber que de lo que se discute es del problema del poder, y en la anarcosindical por tanto hay que procurar votar lo mínimo posible, y alcanzar acuerdos por consenso.

Todas nuestras votaciones son abiertas, y a mano alzada.

Nunca secretas.

Resumiendo, si se quiere modificar el sistema, debe ser desde adentro.

Ganar el apoyo de las bases; Comisión Interna, Seccional, etc.

En lugar de caer desde las alturas del Poder, para lograr su “porción de la torta” social.

Que se cree merecer, por ser la “Vanguardia esclarecida”; de la pequeña burguesía colonial realmente existente.

http://es.wikipedia.org/wiki/Partido_Radical_y_Radical_Socialista

http://es.wikipedia.org/wiki/Partido_Radical

http://es.wikipedia.org/wiki/Confederaci%C3%B3n_Nacional_del_Trabajo#Votaciones

http://www.cnt.es/sevilla/ait/modules/xoopsfaq/index.php?cat_id=1#q13

Pasan los siglos y seguimos igual

Me hallaba un domingo por la noche con mi amigo Manuel Cano en el café La Luna, y se nos presentó Morago diciéndonos:
- Vengo a buscaros.
- ¿Qué ocurre?
- ¿Tenéis noticias de La Internacional?
Cano dijo que no.

Yo si había leído algo y tenia vagas noticias de esa asociación.

Pues se trata -continuó Morago- de organizar a los trabajadores del mundo para destruir la explotación capitalista.
Cano y yo, aunque jóvenes y dispuestos a admitir fácilmente lo que se presentase con caracteres de nobleza y grandiosidad, retrasamos la contestación favorable.

Cuando Morago se hallaba poseído por el entusiasmo y se le contrariaba sentía arrebatos sublimes, y era lastima que tanta elocuencia se derrochara en persuadir a dos convencidos.
-Se trata de asistir a una reunión en que, en unión de otros amigos, seremos presentados a Fanelli, diputado italiano y delegado de la Alianza de la Democracia Socialista, que tiene misión de dejar constituido un núcleo de la sección española de la AIT.
Al día siguiente todos los citados comparecimos al sitio de la cita menos Morago, que debía presentarnos, y esta falta, motivada por el hecho de haberse echado a dormir unas horas antes y no haberse levantado a la hora precisa, como dijo uno de los presentes que venia de casa de aquel, es un rasgo característico de los muchos que ofrecía su modo de ser.

Ello no fue obstáculo para que la reunión se celebrara.
En casa de Rubau Donadeu nos reunimos pues con Faneili.
Era este un hombre como de cuarenta anos, alto, de rostro grave y amable, barba negra y poblada, ojos grandes, negros y expresivos, según los sentimientos que le dominaban. Su voz tenia un timbre metálico y era susceptible de todas las inflexiones apropiadas a lo que expresaba, pasando rápidamente del acento de la cólera y la amenaza contra explotadores y tiranos, para adoptar el del sufrimiento, lástima y consuelo, según hablaba de las penas del explotado, del que sin sufrirlas directamente las comprende o del que por un sentimiento altruista se complace en presentar un ideal ultrarevolucionario de paz y fraternidad.

Lo raro del caso es que no sabia hablar español, y hablando francés, que entendíamos a medias algunos, o en italiano que solo comprendíamos un poco por analogía, quien más quien menos, no solo nos identificábamos con sus pensamientos, sino que merced a su mímica expresiva, llegamos a sentirnos poseídos del mayor entusiasmo.

Había que verle y oírle describiendo el estado del trabajador privado de medios de subsistencias! por falta de trabajo a causa del exceso de producción: después de exponer con riqueza de detalles desesperación de la miseria, con rasgos que me recordaban al trágico Rosi, decía ¡Cosa horribile! ¡Espaventosa! y sentíamos escalofríos y estremecimientos de horror...

Tres o cuatro sesiones de propaganda nos dio Fanelli y antes de despedirse de nosotros, quiso que nos retratásemos en grupo, cosa que así se hizo, reuniéndonos todos el día convenido, menos Morago, que tambien tuvo sueño y no pudo recobrar la voluntad de despertarse, a pesar de que todos fuimos a su casa y el mismo Fanelli le invitó a que nos acompañara, por eso en el grupo fotógrafico no figura el retrato y si sólo su nombre.

(Anselmo Lorenzo. El proletariado militante. 1868)

http://www.cnt.es/sevilla/ait/modules/xoopsfaq/index.php?cat_id=1#q13