miércoles, 20 de febrero de 2008
¿Ser el régimen?, tiempo de murmuraciones
El dominico aprovecha para reflexionar profundamente en el contraste entre la luz y las tinieblas, el franciscano se postra humildemente y comienza a rezar “a la hermana luz y a la hermana tiniebla", y el jesuita…
-¿Y el jesuita?
-Sale del Vaticano y arregla los tapones.
Si en los setenta me hubiesen augurado, que 35 años mas tarde, defendería a la Ortodoxia peronista, me mearia de la risa.
Aunque; ni en esa época, ni ahora, dudaba sobre el potencial revolucionario del pueblo.
Como parte del Movimiento Nacional, el peronismo tiene una Misión y una Metodología:
"Es la manera de ser de la Compañía", explica un veterano jesuita.
"Analizamos la realidad del lugar donde estamos y respondemos en consecuencia.
Vamos por libre.
Somos los free-lancers de la Iglesia.
Llegamos a un sitio y ponemos en práctica lo que nadie antes ha hecho.
Como Llanos en El Pozo: no sabía qué iba a hacer, no tenía instrucciones de uso, se encontró una realidad y le dio una respuesta".
Esta forma de Militancia, genera desconcierto y temor en los contemplativos y reflexivos.
“Su único objetivo es el Poder”
“Todos los medios son validos; Rosca, Intriga, Aprietes, Desorden”
“No se puede gobernar si no se los tiene en cuenta”
“Son reaccionarios fascistas”
“Son peores que los marxistas”
“Les interesan mas los resultados que los principios”
“Son esencialmente anti Republicanos”
“Viven cambiando según la circunstancia y el lugar, pura inmoralidad y oportunismo”
“¿Cómo pueden convivir, con las contradicciones internas, sin terminar a los tiros?
Volviendo a los Jesuitas:
"No somos de vida contemplativa, no cantamos en el coro, no estamos aislados del mundo.
Estamos a la intemperie, donde hay barro y ahí te manchas".
"Pero es que si no fuéramos flexibles, no seríamos jesuitas", añade el padre José María de Vera, también destinado en la curia de Roma.
"Si no estuviéramos en el mundo ni cambiáramos según las circunstancias de tiempo y lugar, no seríamos jesuitas: seríamos monjes.
Y estaríamos en un convento.
A pesar de todas las críticas, seguimos considerando al Movimiento Obrero Organizado, el centro del dispositivo del Campo Nacional.
Una o cinco Centrales, con cúpulas peronistas o no peronistas, “es la Columna Vertebral”.
Por supuesto que preferimos una Central Unitaria y de nuestro palo.
Es el espacio donde nos replegamos ante las contraofensivas de la Oligarquía, y sus aliados Bienpensantes.
Como decía Rodolfo Walsh en el 77:
“En el caso de Luz y Fuerza debe computarse además la permanencia de una organización reivindicativa de calidad superior”
No estaba hablando de Tosco, sino de la Burocracia, con Oscar Smith a la cabeza.
La Organización Popular es subversiva, y no importan sus dirigentes, altera la Relación de Fuerzas.
Cuestiona la Hegemonía existente; tiende a transformar, un asunto de Orden Policial, en Político.
"Frente a la explotación y la pobreza, la respuesta de los jesuitas en Taiwán no fue la caridad, sino la creación de una estructura obrera organizada.
Decidimos luchar por los derechos de los trabajadores.
Yo creé el primer sindicato independiente del país.
El Gobierno me tenía pinchado el teléfono y la policía registraba mi oficina.
Hubo encierros y huelgas de hambre.
Pero seguimos adelante.
Si te metes en el camino de la justicia, es como si coges un cable de alta tensión"
Desde el 83 vivimos apichonados; tratando de demostrar, hasta la sobre actuación; que somos Democráticos, Posmo, Lacanianos (¿no Artemio?), etc.; en resumen, que somos serios.
¡Zonceras Coloniales!
Como los jesuitas, fuimos reducidos al Silencio.
El avance del Modelo Único, auguraba nuestra disolución, ¡hasta niegan nuestra existencia!
No somos, según la Hegemonía realmente existente; una idea política, ni un colectivo social; ni siquiera tenemos derecho a declararnos peronistas, en forma individual.
Vivimos en un país Periférico y Dependiente; somos parte de la realidad Latinoamericana, la mas desigual del Mundo.
Sin contar África.
Y, a pesar del ninguneo; la impotencia ajena para transformar la Realidad a favor del Pueblo, seguimos existiendo.
Fue nuestro caos creativo interno, el que salvo al Pueblo y la Patria, del Incendio del 2001.
En estos últimos 6 años, el resto demostró una ineptitud rayana en la caricatura.
Las lamentaciones de los analistas de la Hegemonía, compiten con el desencanto de los que defienden Proyectos Superadores.
Como decía el “jesuítico” Fidel en el 2003, cuando nadie daba un mango por “Virolita”:
“Ustedes no se dan cuenta, pero hundieron al Proyecto Neoliberal en la Fosa del Pacifico”
No solo lo hundimos, también dimos un salto de calidad Republicano.
Como nos recuerda Mario Wainfield:
Reseña veloz:
Durante el gobierno de Eduardo Duhalde se estableció una inédita regla en la Casa Rosada: todo grupo que peticionara en la Plaza de Mayo debía ser recibido por algún funcionario, que debía tomar nota de sus reclamos.
Siempre hubo muchos manifestantes en la Plaza, tal vez jamás hubo tantos (y tan variopintos) como en aquellos años: desde ahorristas defraudados hasta desocupados, sin agotar la nómina.
La función de la novedad era más bien catártica: el gobierno, desnudo de recursos económicos y anémico de poder, no estaba en condición de satisfacer todos los reclamos, ni la mayoría.
Pero sí podía poner la oreja, dar una señal de interés, tomar nota.
En su modo basto, el peronismo gobernante del siglo XXI revisaba una regla de oro de la prehistoria política argentina, esto es de los años inmediatamente anteriores.
El menemismo (el anterior peronismo gobernante) había acuñado una visión bien diferente: la protesta social era inocua, inaudible, desechable.
Cuando Carlos Menem amenazó “ramal que para, ramal que cierra” expresaba una convicción perversa pero también una correlación de fuerzas.
La Alianza, con menos saña y menos fuerza, compartió esa lectura: a la sociedad movilizada, ni justicia.
Desde su inesperado desembarco en la presidencia, Néstor Kirchner acentuó a niveles impresionantes el cambio de paradigma.
Como Duhalde leyó el potencial disruptivo de la revuelta ciudadana, que fue un factor determinante para cargarse tres gobiernos al hilo, incluso el de Duhalde.
La protesta callejera no fue reprimida (condición sustancial que Duhalde violó sangrientamente en junio de 2002), pero el Gobierno fue más allá.
Le reconoció voz y legitimidad, se le abrieron despachos oficiales de modo orgánico, sumó a algunas de sus agrupaciones.
Traducido perezosamente como “cooptación” el fenómeno era más amplio, la legitimación del movimiento social.
La intención del presidente era, más vale, canalizar esa energía y ponerle dique en proporciones que fueron variando al son de las contingencias.
Así las cosas, desde el año 2000 se incrementa el protagonismo de minorías activas, organizaciones sociales con alta capacidad de movilización, duchas para moverse en el espacio mediático y valoradas por la opinión pública.
No es fácil combinar esos factores, pero tampoco imposible.
Quien lo consigue accede a un espacio político inimaginable una década atrás.
En esa lógica se inscriben actores importantes de estos años, entre ellos el movimiento de desocupados, Juan Carlos Blumberg, los familiares de víctimas de Cromañón, los asambleístas de Gualeguaychú.
Esta enumeración, no exhaustiva, no alude a coincidencias ideológicas profundas entre esos nuevos sujetos, pero sí a sus capacidades adquiridas: construir agenda, tener repercusión en la prensa, poder interpelar a las autoridades, incidir en modificaciones legales o de rumbos políticos.
Exagerando apenas (o no exagerando, usted dirá) podría decirse que en conjunto esos movimientos sociales consiguieron más receptividad oficial y lograron más conquistas que el principal partido de oposición durante el mandato de Kirchner, la Unión Cívica Radical.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/98975-31313-2008-02-15.html
No es un tema menor; cuando los Bienpensantes, encabezados por Pepe Eliashev, coinciden con la Oligarquía en que es un tema de Orden Publico.
No importa si los manifestantes son Sectores de Clase Media o vendedores ambulantes.
Se los debe manejar con la Guardia de Infantería de la Federal o Gendarmería.
¡Atentan contra la Republica!, con su alteración del Orden Contravencional.
Son una molestia para la Centro Izquierda Argentina Exquisita, durante sus vacaciones en el Mónaco Sudamericano.
Mientras tanto corremos el riesgo de Ser el Régimen.
Ya en el 2002; el visionario Julio Ramos, planteaba que la decisión del Poder, se daba dentro del peronismo.
Ante la impotencia e ineptitud, de generar estructuras de Poder ajenas al peronismo, o acceder al Partido Militar; copar el Movimiento se convierte en la única alternativa.
La lucidez de Jorge Asís, con su renuncia al peronismo existente, señala el fracaso de generar un espacio de Centro Derecha; que inevitablemente debería nacer entre los Feudales.
Los pedidos de renuncia a la Hegemonía; por parte de los Transversales y Plurales, nos convertiría en Garantes por izquierda del actual Status Quo.
Una versión de la Concertación Chilena, prometiendo la Justicia Social para dentro de 20 años.
La reorganización del “pejota”, a nivel bonaerense y nacional, no es más que un medio.
Un espacio donde murmurar, entre compañeros, como los jesuitas.
Encontrarnos para volver a discutir todos los temas, sin vergüenza ni temor.
Desocupación, Trabajo en negro, salud, educación, situación de la mujer, integración social, continentalismo, etc.
¡Y las metodologías para resolverlo!, porque estamos como en el 76.
Liberación o asumir la Dependencia, y convertirnos en el Régimen.
Como la pata normal, liberal; o la renga, socialdemócrata.
El norte sigue siendo la Justicia Social.
Como se que me van ha acusar de fascista trasnochado, que se quedo en el 45.
O peor aun, defensor del burocratismo setentista, recurro a un compañero sotanista.
"¿Qué es justicia para esas mayorías a las que se les niega una vida digna?
¿Qué es justicia para las mujeres maltratadas y oprimidas?
¿Qué es justicia donde hay apartheid?
¿Qué es justicia si Estados Unidos consume el 28% del oxígeno de la Tierra?
La promoción de la justicia no se puede definir.
Es vida y dignidad para todos.
Algo que clama al cielo.
Nuestra misión".
Jon Sobrino
http://es.wikipedia.org/wiki/Jon_Sobrino
http://www.elpais.com/articulo/paginas/Jesuitas/marines/Papa/elpepusoceps/20071021elpepspag_11/Tes
miércoles, 13 de febrero de 2008
Die Theorie und Realpolitik in Argentinien K
Cuando se termino de contar el último poroto, se hizo la Luz.
La relación de fuerzas, dejaron de ser discutibles; hay lo que hay, no lo que quisiéramos.
La ultima línea de Defensa, contra la Realidad que nos desagrada, es la Teoría.
Georg Lukacs y Paulo Freire deben estar meneando sus cabezas, tanto esfuerzo para explicar la Praxis, son inútiles.
Como Marx, se niegan a ser Realpolitiker; y aunque reconocen los meritos de la agitación realmente existente, les parece equivoca.
…el Peronismo y la Burocracia nunca y por nada del mundo accedería a abolir plenamente la Dependencia, pues ello abriría una brecha en el régimen de burocracia, conduciría a la concesión de derechos civiles a los obreros, a la destrucción del reglamento para los domésticos, a la abolición del derecho de los nobles a apalear a los campesinos, etc., etc., abolición que los impresentables jamás permitiría y que era, además, incompatible, con el Estado Demoliberal.
Prefieren activar en Cuba o Venezuela; que … tiene, como es lógico, una importancia completamente distinta que en Argentina.
Sólo en Argentina se oponen a mí, como es lógico, los sucesores de Perón que:
1) de la forma más estúpida temen perder su influencia, y
2) saben que soy un enemigo declarado de lo que los argentinos llaman «política de realidades».
(Se trata de una «realidad» que pone a Argentina muy a la zaga de todas las naciones civilizadas.)
Como la Historia tiene la ultima palabra en el Conflicto entre “Die Theorie und
Realpolitik”, les ofrezco para analizar una Carta de Marx, referida a Lasalle y sus intentos de crear la Social Democracia y el Estado de Bienestar.
Carta a LUDWIG KUGELMANN, en Hannover
Londres,
Estimado amigo:
He recibido ayer su carta, que me ha interesado vivamente, y respondo a sus diferentes puntos.
Ante todo, permítame explicarle en breve mi actitud hacia Lassalle.
Durante su agitación, nuestras relaciones fueron suspendidas:
1) a causa de sus impertinentes fanfarronadas, unidas al más desvergonzado plagio de obras mías y de otros autores;
2) porque yo condené su táctica política;
3) porque aquí en Londres, le expliqué y demostré con todo detalle, antes de que iniciase su agitación, que era un absurdo creer que el «Estado prusiano» podía ejercer una acción socialista directa.
En las cartas que me escribió (de 1848 a 1863), lo mismo que en nuestras entrevistas personales, siempre se declaró partidario del partido que yo represento.
Pero en cuanto se convenció en Londres (a fines de 1862) de que conmigo no lograría hacer su juego, resolvió actuar como «dictador obrero» contra mí y contra el viejo partido.
A pesar de todo, yo reconocía sus méritos de agitador, si bien hacia el final de su breve carrera su agitación parecíame, incluso, cada vez más equívoca.
Su muerte súbita, la vieja amistad, las cartas de duelo de la condesa de Hatzfeldt, mi aversión a la cobarde insolencia de la prensa burguesa respecto al hombre a quien tanto había temido en vida, todo eso movióme a publicar una breve declaración contra ese miserable de Blind[*] (Hatzfeldt envió la declaración a la Nordstern[1]).
Mi declaración no se refería, para nada, al contenido de las actividades de Lassalle.
Por las mismas razones y con la esperanza de poder apartar así a elementos que me parecían peligrosos, prometí, lo mismo que Engels, colaborar en el Social-Demokrat[2] (este periódico había publicado una traducción del Manifiesto Inaugural[**] y a petición suya escribí un artículo acerca de Proudhon con motivo de su muerte[***]) y después de recibir de Schweitzer un programa satisfactorio en cuanto al trabajo de su redacción, le permití que nos anunciara como colaboradores suyos.
Además, era para nosotros una garantía que W. Liebknecht fuese miembro oficioso de la redacción.
Sin embargo, muy pronto se descubrió --las pruebas de ello cayeron en nuestras manos-- que Lassalle había, de hecho, traicionado al partido.
Había cerrado un contrato formal con Bismarck (sin que éste naturalmente le diese ninguna garantía).
A fines de septiembre de 1864 debía dirigirse a Hamburgo y allí (con el loco de Schramm y con Marr, confidente de la policía prusiana) «forzar» a Bismarck a la anexión de Schleswig-Holstein, es decir, a proclamar dicha anexión en nombre de los «obreros», etc.
En compensación, Bismarck había prometido el sufragio universal y alguna que otra charlatanería socialista.
¡Es una lástima que Lassalle no pudiera desempeñar esta comedia hasta el fin!
¡Le habría hecho aparecer en la situación más ridícula y estúpida, poniendo fin, de una vez y para siempre, a las tentativas de este género!.
Lassalle emprendió esta falsa senda porque era un Realpolitiker [político práctico] del tipo del señor Miquel, sólo que de mayor envergadura y con fines más vastos.
(Dicho sea de paso, hace tiempo he calado a Miquel tan hondo, que puedo explicarme su actitud, pues la Nationalverein[3] es un medio soberbio para que un abogadillo de Hannover pueda hacerse oír en Alemania fuera de su pequeño barrio y, elevando así la «realidad» de su propia persona, lograr de manera retroactiva ser reconocido en su terruño y desempeñar el papel del Mirabeau de Hannover bajo la protección de «Prusia».)
Lassalle quiso desempeñar el papel del marqués de Posa del proletariado con Felipe II[4] de la Marca Ukerana, reservando a Bismarck el papel de alcahuete entre él y la corona prusiana, del mismo modo que Miquel y sus actuales amigos se agarraron a la «nueva era»[5] proclamada por el príncipe regente de Prusia para incorporarse a la Nationalverein y pegarse así a la «cúspide prusiana», del mismo modo que Miquel y sus amigos han desarrollado su «orgullo ciudadano» bajo la protección de Prusia.
Lassalle no hacía más que imitar a los señores de la Nationalverein.
Pero mientras estos últimos apelaban a la «reacción» prusiana en interés de la burguesía, Lassalle estrechaba la mano a Bismarck en nombre de los intereses del proletariado.
Los señores de la Nationalverein tenían para ello más fundamento que Lassalle, por cuanto el burgués está acostumbrado a estimar cosas «reales» solamente los intereses que tiene ante sus mismas narices.
Por otra parte, de hecho esta clase ha concertado en todas partes un compromiso incluso con el feudalismo, mientras que la clase obrera, por la propia naturaleza de las cosas, debe ser sinceramente «revolucionaria».
Para un hombre tan teatralmente fatuo como Lassalle (a quien, sin embargo, no se podía sobornar con frioleras como cargos, la dignidad de burgomaestre, etc.) era muy tentadora la idea de ¡una acción directa en interés del proletariado realizada por Fernando Lassalle!
Pero, en realidad, era demasiado ignorante en cuanto a las verdaderas condiciones económicas de tal proeza para poder mantener una actitud crítica respecto a sí mismo.
Por otra parte, debido a la vil «política de realidades», en virtud de la cual la burguesía alemana había soportado la reacción de 1849-1859 y era un simple espectador del embrutecimiento del pueblo, los obreros alemanes estaban demasiado «desmoralizados» para no aclamar a este salvador charlatanesco que les ofrecía llevarles, de un solo salto, a la tierra prometida.
Bien; volvamos al grano.
Apenas fue fundado el Social-Demokrat, se vio que la vieja Hatzfeldt quería, por fin, ejecutar el «testamento» de Lassalle.
Mantenía relaciones con Bismarck por mediación de Wagener (del Kreuz-Zeitung[6]).
Puso a disposición de Bismarck el Arbeiterverein (de toda Alemania)[7], el Social-Demokrat, etc.
La anexión de Schleswig-Holstein debía ser proclamada por el Social-Demokrat y Bismarck reconocido, en general, como protector, etc.
Todo este magnífico plan se vino abajo gracias a que en Berlín, y en la redacción del Social-Demokrat, teníamos a Liebknecht.
Aunque a Engels y a mí no nos placía la redacción --el lisonjero culto de Lassalle, el coqueteo ocasional con Bismarck, etc.--, era mucho más importante por el momento, naturalmente, mantener una ligazón pública con el periódico para frustrar las intrigas de la vieja Hatzfeldt e impedir que el partido obrero se viese por completo desacreditado.
Debido a ello poníamos bonne mine à mauvais jeu[*], aunque privatim[**] escribíamos a la redacción que debía luchar contra Bismarck en la misma medida que contra los progresistas[8].
Entonces incluso tolerábamos las intrigas de Bernhard Becker --ese tonto presumido que ha tomado en serio la importancia que Lassalle le había legado en su testamento-- contra la Asociación Internacional de los Trabajadores.
Mientras tanto, los artículos del señor Schweitzer en el Social-Demokrat iban tomando un carácter cada vez más bismarckista.
Yo ya le había escrito antes que se podía intimidar a los progresistas en la «cuestión de las coaliciones»[9], pero que el Gobierno prusiano nunca y por nada del mundo accedería a abolir plenamente la ley sobre las coaliciones, pues ello abriría una brecha en el régimen de burocracia, conduciría a la concesión de derechos civiles a los obreros, a la destrucción del reglamento para los domésticos [Gesindeordnung][10], a la abolición del derecho de los nobles a apalear a los campesinos, etc., etc., abolición que Bismarck jamás permitiría y que era, además, incompatible, con el Estado burocrático prusiano.
Añadía yo que si la Cámara rechazaba la ley sobre las coaliciones, el Gobierno saldría del paso con frases (diciendo, por ejemplo, que la cuestión social exige medidas «más profundas», etc.), para mantener en vigor estas leyes.
Todo esto se confirmó.
¿Y qué hizo el señor von Schweitzer?
Escribió un artículo en favor de Bismarck y reservó todo su heroísmo para emplearlo contra magnitudes tan infinitesimales como Schulze, Faucher, etc.
Estoy persuadido de que Schweitzer y consortes obran de buena fe, pero son «políticos prácticos».
Quieren tener en cuenta las circunstancias existentes y no desean abandonar el privilegio de la «política de realidades» a Miquel y Cía.
(Estos últimos desean, por lo visto, reservarse el privilegio de colaboración con el Gobierno prusiano).
Saben que la prensa obrera y el movimiento obrero en Prusia (y por tanto en el resto de Alemania) sólo existen por la gracia de la policía.
Por ello quieren tomar las cosas tal como son, no provocar al Gobierno, etc., del mismo modo que nuestros Realpolitiker republicanos están dispuestos a «aceptar» un emperador de la casa de los Hohenzollern.
Pero como yo no soy Realpolitiker, he estimado necesario declarar públicamente, lo mismo que Engels (pronto podrá usted leer nuestra declaración en cualquier periódico), que nos negamos a seguir colaborando en el Social-Demokrat.
Esto le permitirá a usted comprender por qué en el presente no puedo hacer nada en Prusia.
El Gobierno prusiano se ha negado categóricamente a restituirme en mis derechos de ciudadanía de Prusia[11].
Se me permitiría hacer agitación en Prusia si ella revistiese formas gratas al señor von Bismarck.
Prefiero cien veces la agitación que llevo ahora a cabo a través de la Asociación Internacional.
La influencia sobre el proletariado inglés es directa y de la mayor importancia.
Ahora hacemos hincapié en el problema del sufragio universal, que aquí tiene, como es lógico, una importancia completamente distinta que en Prusia[12].
En general, los progresos de esta Asociación aquí, en París, en Bélgica, en Suiza y en Italia han superado todas nuestras esperanzas.
Sólo en Alemania se oponen a mí, como es lógico, los sucesores de Lassalle que:
1) de la forma más estúpida temen perder su influencia, y
2) saben que soy un enemigo declarado de lo que los alemanes llaman «política de realidades».
(Se trata de una «realidad» que pone a Alemania muy a la zaga de todas las naciones civilizadas.)
Como todo el que adquiere por un chelín un carnet puede ser afiliado de la Asociación, como los franceses (ditto[*] los belgas) han elegido esta forma de adhesión individual, porque la ley les prohíbe adherirse a nosotros como «asociación»; como en Alemania la situación es idéntica, he resuelto invitar a mis amigos de aquí a y mis amigos de Alemania a formar en todas partes pequeñas sociedades, no importa con qué número de afiliados, para que cada uno de éstos adquiera un carnet inglés.
Como la sociedad inglesa es legal, este método no encuentra obstáculos ni siquiera en Francia. Celebraría mucho que usted y sus amigos más cercanos establecieran, de este modo, relaciones con Londres...
Publicado por vez primera en la revista Sozialistische Ausländspolitik, núm. 18, 1918.
Se publica de acuerdo con el manuscrito. Traducido del alemán.
http://marxists.org/espanol/m-e/cartas/m23-2-65.htm
PD: A pesar de todas sus argumentaciones, el mismo Marx, se veía obligado por las circunstancias, a resolver los “problemas de Caja”.
viernes, 8 de febrero de 2008
Democracia Sindical, ¿Asambleismo pequeño burgués o Acuerdos por Consenso?
¿Es casualidad, que las críticas más acerbas al funcionamiento de los sindicatos, provengan de la pequeña burguesía radical?
No hablo únicamente de la UCR, o de la izquierda “radicalizada”; sino de ese movimiento decimonónico con fuerte énfasis en la Republica, que fue el espacio de expresión político de las pequeñas burguesías, centrales o coloniales.
A diferencia de los partidos republicanos de la época el radicalismo contaba con estructuras formales y efectivas de funcionamiento, muchas de las decisiones en cuanto a ingreso a coaliciones ministeriales o electorales así como definiciones políticas importantes se realizan en debates y votaciones en sus congresos anuales.
Las bases comunes de su programa están en el Programa de Belleville (1869) propuesto por Léon Gambetta y en posteriores eventos partidarios a partir de 1901. Estas son:
- Sufragio universal
- Responsabilidad ministerial ante el parlamento
- Servicio militar obligatorio y de corta duración
- Separación Iglesia y Estado
- Instrucción gratuita, obligatoria y laica
- Impuesto a la renta
- Liberalismo económico, aunque algunas fracciones eran partidarias de mayores derechos sociales a las clases trabajadores.
Otros rasgos eran un anticlericalismo y profunda fe en los avances científicos (positivismo)
Sus aportes históricos son innegables e indiscutibles; pero tienden, lamentablemente; a trasladar su funcionamiento, mecánicamente, a los otros sectores de la sociedad.
Sin tomarse la molestia de averiguar, ¿porque lo hacen?, ¿cuáles son las razones históricas y materiales que fundamentan ese comportamiento?
Tenemos una constante, desde los tiempos de Marx y Lasalle, el centralismo teórico de las fracciones pequeño burguesas y la autonomía reformista del proletariado.
El mejor ejemplo es la tensión que sufrió la vieja Social Democracia alemana.
En lo formal, su discurso era “radical” e internacionalista; en la Praxis eran Reformistas prácticos, con un fuerte acento en la “Cuestión Nacional”.
En 1914; se demostró que el proletariado, más que destruir la sociedad existente, quería pertenecer.
Hoy, vemos que se quiere trasladar, mecánicamente, el Asambleismo Fubista a los Gremios.
Acusando de fascistas o burocráticos, a los métodos de Consenso tradicionales; dando por descontado, que la Autonomía de las bases es inexistente.
Es el mismo mecanismo que se utiliza para descalificar de Clientelismo, en el Ámbito Territorial.
Ellos, los pequeños burgueses ilustrados; van a liberar de la Cárcel Burocrática o Clientelar, a los pobres de espíritu.
Que como sabemos, no tienen idea de sus intereses, son subnormales; necesitan lazarillos.
Sobre la Democracia Sindical, basada en el Consenso, voy a apelar a una fuente no peronista.
Pero con la que tenemos, por razones “genéticas”, una relación de descendencia.
Las votaciones en la anarcosindical
En la CNT se procura no votar y llegar a acuerdos por consenso.
Desgraciadamente mientras mayor es el número de personas que discuten más difícil es el ponerse de acuerdo y llega un momento en que hay que votar.
En la asamblea de sindicato este problema se resuelve con facilidad.
Normalmente no se vota porque las personas que componen el sindicato se conocen directamente y del roce cotidiano suelen tenerse más o menos las mismas ideas, y si hay que votar se hace por número de asistentes, cada uno con su voto.
El problema surge cuando las decisiones tienen que ser tomadas en plenos locales, regionales o congresos.
Ya se ha explicado que la estructura básica de la CNT son los sindicatos de ramo y si no existen, los de oficios varios
Pues bien, no hay forma justa por la que las decisiones puedan ser tomadas en votación.
- Si cada sindicato dispone de un voto, un sindicato de 1000 afiliados dispondría de la misma capacidad de decisión de uno de 50. Dos sindicatos de 25 (2 votos) pueden imponer su opinión al de 1000 (1 voto).
- Si se vota por número de afiliados, un sindicato de 2000 afiliados tendría 2000 votos, y 100 sindicatos de 20 afiliados dispondrían de la misma capacidad de decisión de un solo sindicato. La distribución geográfica de 100 es mucho más amplia que la de 1, y un acuerdo obliga a todos por igual de forma que los sindicatos pequeños tienen la misma responsabilidad que los grandes, pero muchas más dificultades.
- Encontramos además el problema de las minorías. Un sindicato que en asamblea por ejemplo decidiera ir a una huelga por 400 votos contra 350, tendría que defender la postura de huelga, que es lo que ha salido en su asamblea. El sindicato B de la federación local dice que no a la huelga por cien contra 25. El sindicato C de la federación local dice que sí por unanimidad de 15 votos. Son dos sindicatos a favor de la huelga y uno en contra, y por lo tanto la huelga sería convocada si fuera un voto por sindicato.
Pero sumando los votos negativos a la huelga, saldrían 450 votos en contra de la huelga y 440 a favor.
Para minimizar en lo posible estos problemas se utiliza un sistema de votación proporcional basado en el número de afiliados o cotizantes de cada sindicato de la anarcosindical, según se muestra en la tabla de arriba.
Sin embargo el sistema no es infalible y puede propiciar situaciones discriminatorias para con los sindicatos con mayor número de afiliaciones:
Este sistema beneficia a las minorías, pero sigue siendo muy discutible.
Por ejemplo, diez sindicatos con 25 cotizantes, que sumarían 250 cuotas tienen 10 votos.
Más que uno de 2500, que con 10 veces más cuotas sólo tiene derecho a 7 votos.
En la CNT se considera que esto no es excesivamente grave, pues normalmente los acuerdos se consensuan tras largas discusiones, aunque se admite que el sistema podría ser mejorado.
El porqué no se busca otro sistema, es porque hoy día no es necesario.
Los acuerdos se consensúan tras discusiones que pueden parecer absurdas a los que empiezan en la anarcosindical, pero que son sumamente importantes para el sindicato o regional que las defiende.
De todas formas no estaría de más que alguien pensara algo al respecto.
Siempre que hay una votación, hay que saber que de lo que se discute es del problema del poder, y en la anarcosindical por tanto hay que procurar votar lo mínimo posible, y alcanzar acuerdos por consenso.
Todas nuestras votaciones son abiertas, y a mano alzada.
Nunca secretas.
Resumiendo, si se quiere modificar el sistema, debe ser desde adentro.
Ganar el apoyo de las bases; Comisión Interna, Seccional, etc.
En lugar de caer desde las alturas del Poder, para lograr su “porción de la torta” social.
Que se cree merecer, por ser la “Vanguardia esclarecida”; de la pequeña burguesía colonial realmente existente.
http://es.wikipedia.org/wiki/Partido_Radical_y_Radical_Socialista
http://es.wikipedia.org/wiki/Partido_Radical
http://es.wikipedia.org/wiki/Confederaci%C3%B3n_Nacional_del_Trabajo#Votaciones
http://www.cnt.es/sevilla/ait/modules/xoopsfaq/index.php?cat_id=1#q13
Pasan los siglos y seguimos igual
Me hallaba un domingo por la noche con mi amigo Manuel Cano en el café La Luna, y se nos presentó Morago diciéndonos:
- Vengo a buscaros.
- ¿Qué ocurre?
- ¿Tenéis noticias de La Internacional?
Cano dijo que no.
Yo si había leído algo y tenia vagas noticias de esa asociación.
Pues se trata -continuó Morago- de organizar a los trabajadores del mundo para destruir la explotación capitalista.
Cano y yo, aunque jóvenes y dispuestos a admitir fácilmente lo que se presentase con caracteres de nobleza y grandiosidad, retrasamos la contestación favorable.
Cuando Morago se hallaba poseído por el entusiasmo y se le contrariaba sentía arrebatos sublimes, y era lastima que tanta elocuencia se derrochara en persuadir a dos convencidos.
-Se trata de asistir a una reunión en que, en unión de otros amigos, seremos presentados a Fanelli, diputado italiano y delegado de la Alianza de la Democracia Socialista, que tiene misión de dejar constituido un núcleo de la sección española de la AIT.
Al día siguiente todos los citados comparecimos al sitio de la cita menos Morago, que debía presentarnos, y esta falta, motivada por el hecho de haberse echado a dormir unas horas antes y no haberse levantado a la hora precisa, como dijo uno de los presentes que venia de casa de aquel, es un rasgo característico de los muchos que ofrecía su modo de ser.
Ello no fue obstáculo para que la reunión se celebrara.
En casa de Rubau Donadeu nos reunimos pues con Faneili.
Era este un hombre como de cuarenta anos, alto, de rostro grave y amable, barba negra y poblada, ojos grandes, negros y expresivos, según los sentimientos que le dominaban. Su voz tenia un timbre metálico y era susceptible de todas las inflexiones apropiadas a lo que expresaba, pasando rápidamente del acento de la cólera y la amenaza contra explotadores y tiranos, para adoptar el del sufrimiento, lástima y consuelo, según hablaba de las penas del explotado, del que sin sufrirlas directamente las comprende o del que por un sentimiento altruista se complace en presentar un ideal ultrarevolucionario de paz y fraternidad.
Lo raro del caso es que no sabia hablar español, y hablando francés, que entendíamos a medias algunos, o en italiano que solo comprendíamos un poco por analogía, quien más quien menos, no solo nos identificábamos con sus pensamientos, sino que merced a su mímica expresiva, llegamos a sentirnos poseídos del mayor entusiasmo.
Había que verle y oírle describiendo el estado del trabajador privado de medios de subsistencias! por falta de trabajo a causa del exceso de producción: después de exponer con riqueza de detalles desesperación de la miseria, con rasgos que me recordaban al trágico Rosi, decía ¡Cosa horribile! ¡Espaventosa! y sentíamos escalofríos y estremecimientos de horror...
Tres o cuatro sesiones de propaganda nos dio Fanelli y antes de despedirse de nosotros, quiso que nos retratásemos en grupo, cosa que así se hizo, reuniéndonos todos el día convenido, menos Morago, que tambien tuvo sueño y no pudo recobrar la voluntad de despertarse, a pesar de que todos fuimos a su casa y el mismo Fanelli le invitó a que nos acompañara, por eso en el grupo fotógrafico no figura el retrato y si sólo su nombre.
(Anselmo Lorenzo. El proletariado militante. 1868)
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