13
de diciembre de 1976
De: J S-I
A: J D-I
De: J S-I
A: J D-I
Se hace referencia a los ítems
numerados del informe.
En
aquellos que se saltean debe interpretarse que no han surgido aportes de
interés.
Algunas
de las cuestiones que se plantean han surgido también en el ámbito de oficiales
subordinados.
1.2.2. Situación de las
fuerzas populares
Los elementos que se señalan no
están numerados en orden de importancia.
Debe empezarse por la situación de las masas, que es de
retirada para la clase obrera, derrota para las capas medias y desbande en
sectores intelectuales y profesionales.
Dentro de ese cuadro
solamente sectores del peronismo sindical -Luz y Fuerza y Portuarios- han
conseguido frenar el avance enemigo librando conflictos que terminaron en
empate.
La
posibilidad de tal resultado está dada en ambos casos por la naturaleza crítica
de la producción, que es permanente en el caso de los servicios eléctricos y
estacional en el servicio portuario (próxima exportación de cosechas).
En el caso de Luz y Fuerza debe computarse además la
permanencia de una organización reivindicativa de calidad superior.
Los conflictos mecánicos y
metalúrgicos carecen en cambio de esa perspectiva por no afectar producciones
críticas en la coyuntura recesiva y deben terminar en derrotas a pesar de una
superior calidad combativa de los cuadros.
…………………..
2.2. Nuestra estrategia en el espacio
El punto principal de la
autocrítica es, como dice el informe, "la insuficiencia de nuestra
política de poder para las masas" y efectivamente ella se refleja, ante
todo, en nuestra actitud frente al peronismo.
Mi opinión,
compartida por el ámbito subordinado, es que se ha hecho un pronunciamiento
prematuro sobre el agotamiento del peronismo y que de ese pronunciamiento
derivaron decisiones de importancia capital que hoy están sometidas a prueba.
El punto
crítico a partir del cual se decretó el agotamiento del peronismo fueron las
movilizaciones obreras de julio del 75 contra el "Rodrigazo".
Allí
pareció efectivamente que la clase obrera, al combatir contra un gobierno
peronista, firmaba el acta de defunción del movimiento peronista.
Este análisis omitía dos cosas: una, que sectores de vanguardia de
la clase obrera estaban dispuestos a rebozar (sic) el peronismo siempre y
cuando se diera una dirección de avance contra un gobierno vacilante como el de
Isabel Martínez, pero que dentro de esa misma dinámica la clase trabajadora en
conjunto, incluyendo las vanguardias, iba a retroceder hacia el peronismo
cuando la marea se invirtiese por la presencia militar; otra, el peso efectivo
que en tales movilizaciones tuvo la burocracia sindical peronista.
Cabe suponer
que las masas están condenadas al uso del sentido común.
Forzadas a replegarse ante la irrupción militar, se están replegando
hacia el peronismo que nosotros dimos por agotado y la dirección del peronismo
se ha visto subrayada por el gorilismo del gobierno.
En suma, las masas no se repliegan hacia el vacío, sino al terreno
malo pero conocido, hacia relaciones que dominan, hacia prácticas comunes, en
definitiva hacia su propia historia, su propia cultura y su propia psicología,
o sea los componentes de su identidad social y política.
Suponer,
como a veces hacemos, que las masas pueden replegarse hacia el montonerismo, es
negar la esencia del repliegue, que consiste en desplazarse de posiciones más
expuestas hacia posiciones menos expuestas; y es merecer el calificativo de
idealismo que a veces nos aplican hombres del pueblo.
En
síntesis, creo que el Partido debió, y aún debe replegarse él mismo hacia el
peronismo y que la propuesta inversa no es una verdadera propuesta para las
masas en esta etapa, aunque pueda llegar a serlo en otra, pero en ese caso ya
no se trataría de un repliegue sino de un avance.
Otra línea de
análisis que concurrió para decretar el agotamiento del peronismo es la que,
también a priori, ha resuelto que en la Argentina asistimos a la "crisis definitiva
del capitalismo".
Afirmaciones desmesuradas de este tipo proceden, a mi juicio, de una
falta de formación histórica.
El capitalismo en decenas de países ha sobrevivido a crisis más
graves que la actual crisis argentina.
Para dar un solo ejemplo, "la crisis definitiva" del
capitalismo en Alemania debió enunciarse por primera vez en 1848, y aunque
generaciones de revolucionarios reiteraron ese anuncio durante un siglo y
cuarto, no se concretó ni siquiera en el período terrible -para los
capitalistas- de 1919 a
1923, ni impidió que Alemania hoy sea el modelo de capitalismo.
Naturalmente
si nosotros pensamos que la crisis del capitalismo es definitiva, no nos queda
otra propuesta política que no sea el socialismo más o menos inmediato,
acolchado en un período de transición, y esa propuesta contribuye a relegar el
peronismo al museo.
Todos desearíamos que fuera sí, pero en la práctica sucede que
nuestra teoría ha galopado kilómetros delante de la realidad.
Cuando eso ocurre, la vanguardia corre el riesgo de convertirse en
patrulla perdida.
Creo que estos son los ejes de
nuestra equivocada estrategia, y que en cambio son secundarias o derivadas las
contradicciones masas-aparato, interior-Buenos Aires, etc., ya que la
resolución de las mismas es materia de ejecución, mientras que los ejes
políticos que planteamos son materia de concepción.
Aún esas
antinomias, si se toman como subordinantes y no como subordinadas"
encierran peligros considerables, y el mayor de ellos es omitir la singularidad
de la configuración geográfica, histórica y social argentina, que es su núcleo
urbano de 12 millones de habitantes y 60% de la población obrera, de la que
necesariamente -a mi juicio- debe brotar también la singularidad de nuestro
proceso revolucionario.
Hecho que
por ahora apuntamos sin perjuicio de intentar desarrollarlo por separado.
3.1.1. Objetivos
políticos para la fuerza propia
Los objetivos políticos que a mi
juicio deberíamos perseguir, surgen de lo que se acaba de expresar y no
coinciden con lo que sustenta el documento.
Más
precisamente, no creo en la factibilidad de construir el Movimiento Montonero a
partir del peronismo en este momento ni creo que ese Movimiento vaya a ser otra
cosa que una estructura más del partido Montonero.
Entiendo que Montoneros debe
seguir la dirección de retirada marcada por el pueblo, que es hacia el peronismo,
y que la única propuesta aglutinante que podemos formular a las masas es la
resistencia popular, cuya vanguardia en la clase trabajadora debe ser
nuevamente la resistencia peronista, que Montoneros tiene méritos históricos
para encabezar.
Esta sí
me parece una propuesta inteligible y aglutinante para las masas porque se
funda en su experiencia concreta y en su percepción de la actual relación de
fuerzas.
Esto no
significa que el Partido vaya a renunciar a sus objetivos estratégicos, su
propuesta intermedia de Movimiento Montonero, su propuesta final de poder
socialista, su programa de largo plazo, en suma; significa poner la correcta
distancia entre esos objetivos lejanos y la dura realidad actual, que no
permite a las masas ni siquiera pensar el poder, sino resistir para sobrevivir.
3.2. [Sic]
Coincidiendo con el grueso de
lo que afirma de aquí en adelante, creo que de esas afirmaciones surge la
necesidad de ser aún más radicales en las medidas que se proponen, y que,
interpolando las reflexiones anteriores, yo formularía así:
a. reconocer que las OPM han sufrido en 1976
una derrota militar que amenaza convertirse en exterminio, lo que privaría al
pueblo no sólo de toda perspectiva de poder socialista sino de toda posibilidad
de defensa inmediata ante la agresión de las clases dominantes.
b. Definir la etapa como retirada en el
aspecto estratégico y como resistencia en el aspecto táctico, sin fijarles
límites temporales. Definir el conjunto del pueblo y en particular el pueblo
peronista como terreno donde debe verificarse la retirada.
c. Definir el Peronismo y la clase trabajadora
como sujeto principal de la resistencia, y a la resistencia Montonera como
parte de la resistencia popular.
d. Retirar del territorio nacional a la Conducción Estratégica
y a las figuras "históricas" que, independientemente de sus actuales
niveles o funciones, son tanto para el enemigo, como para el pueblo, la
encarnación de Montoneros, de Juventud Peronista o del Peronismo Auténtico,
para quitar al enemigo la posibilidad de infligirnos derrotas decisivas al
capturados o matarlos.
e. Mantener la actual estructura de Partido,
asignando a la
Conducción Estratégica en el exilio la función de conducir la
retirada y a la conducción táctica que permanezca en el país la función de
conducir la resistencia.
f. Definir la seguridad individual y
colectiva como criterio dominante en la resistencia y elegir la CT con arreglo a ese criterio,
flexibilizando los criterios de nivel y acentuando los criterios de
compartimentación, desconocimiento por el enemigo y resultados obtenidos hasta
ahora en la preservación de las estructuras confiadas a su mando.
g. Ligar la resistencia en forma absoluta a
la política de masas, privilegiando en primer término las estructuras militares
defensivas (documentación, información, comunicaciones) y las estructuras
políticas, ofensivas (propaganda, agitación, prensa clandestina y
descentralizada en lo interno, prensa internacional).
…………………………..
2 de enero de 1977
De: J S-1
A: J D-1, S-2, S-3, S-4
De: J S-1
A: J D-1, S-2, S-3, S-4
3.
Los métodos de acción
Las líneas de acción de la
resistencia son conocidas por el Partido y por el pueblo.
Están admirablemente teorizadas en la "Correspondencia
Perón-Cooke", a la que nos remitimos.
La línea militar de la
resistencia se sintetiza en los siguientes principios:
Ninguna
acción militar que no esté ligada en forma directa e inconfundible con un
interés inmediato de las masas.
Ninguna acción militar
indiscriminada que impida hacer política en el seno del enemigo o nos quite la
bandera fundamental de los Derechos Humanos.
Énfasis sobre el ataque a la
estructura productiva y abandono del terror individual que "desorganiza
más a las propias fuerzas que a las del enemigo" (Lenin).
El
atentado antipersonal debe ser un recurso excepcional resuelto en juicio, cuya
comprensión popular exige un despliegue de propaganda muy superior al esfuerzo
del atentado mismo.
Énfasis sobre "los millares
de pequeñas victorias" más que sobre las operaciones espectaculares en que
se fundamentan las grandes represalias.
Propaganda infatigable por
medios artesanales:
Si las
armas de la guerra que hemos perdido eran el FAL y la Energa , las armas de la
resistencia que debemos librar son el mimeógrafo y el caño.
…………….
5 de enero de 1977
De: D-I
A:SMH
De: D-I
A:SMH
Los
métodos de análisis:
La línea del Partido y los
documentos que la expresan en los últimos 18 meses revelan, a mi juicio, una
fuerte influencia del pensamiento maoísta en el aspecto político y de la
doctrina de Clausewitz en el aspecto militar.
Obviamente
no se trata de cuestionar la utilidad de instrumentos que reposan en las
experiencias fundamentales, sino de verlos como productos históricos.
De esa
visión surge la necesidad del propio producto histórico.
Establecida esta necesidad
aparece lo que a mi juicio es la principal falencia del "pensamiento
montonero", que es un déficit de historicidad.
Ese déficit no estaba en la
mente de los compañeros que para darle un nombre a la organización acudieron a
la historia argentina (y latinoamericana) que va de 1815 a 1870.
Esa
visión inicial, sin embargo, se agotó en sí misma.
En los
actuales documentos montoneros apenas figuran referencias de historia argentina
anteriores a 1945, ni siquiera a los propios caudillos montoneros.
Creo que
en ese vacío histórico subyacen las "leyes" de la toma del poder en la Argentina y que esa
determinación es más fuerte que las que surgen de cualquier otro producto
histórico, ya que es la determinación espacial y temporal concreta que nos
corresponde a nosotros.
Hay dos
fallas del pensamiento de izquierda en las que re cae, a mi juicio, el
pensamiento montonero cuando analiza su problema central; que es la toma del
poder.
Una,
privilegia las lecciones de la historia en que la clase obrera toma el poder y
desdeña aquellas otras en que el poder es tomado por la aristocracia, por la
burguesía.
Ni Marx
ni Lenin procedieron así.
Ambos
dieron a la toma del poder por otras clases un carácter ejemplar.
La
segunda falla deriva de la pri$era, y remite al punto de partida, a saber, la
historicidad de nuestro pensamiento.
Puesto
que las lecciones de historia en que la clase obrera toma el poder se dan
solamente a partir de 1917
Y
solamente en otros países, ése es el nivel cero donde empieza nuestro análisis.
Un oficial
montonero conoce, en general, como Lenin y Trotsky se adueñan de San Petersburgo en 1917, pero ignora como Martín Rodríguez y Rosas se apoderan de
Buenos Aires en 1821.
La toma
del poder en la Argentina
debería ser, sin embargo, nuestro principal tema de estudio, como lo fue de
aquellas clases y de aquellos hombres que efectivamente lo tomaron.
Perón
desconocía a Marx y Lenin, pero conocía muy bien a Irigoyen, Roca y Rosas, cada
uno de los cuales estudió a fondo a sus predecesores.
Rodolfo Walsh
Oficial de Inteligencia - Montoneros,
Buenos Aires, 23 de noviembre de1976 a 2 de enero de 1977.
Oficial de Inteligencia - Montoneros,
Buenos Aires, 23 de noviembre de
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