martes, 27 de febrero de 2007

José Martinez de Hoz, ¿Un político desconocido?

Veinticinco años después de dejar el poder formal, José Martínez de Hoz parece ser un personaje menor del Proceso.

Solo un técnico que aconsejo a los Comandantes en el Proceso.

Hacer esto es obviar lo fundamental de su aporte.

Su dimensión como político, con un proyecto para transformar la realidad, marco una época.

Su aporte o poder de fuego, figuradamente, era su agenda de contactos y el uso que les daba.

Hoy lo llamaríamos “operador de máximo nivel”, y en esa función logro la mayoría de sus objetivos.

Mi intención entonces es mostrar sus hechos en un área olvidada, la defensa de la política represiva.

Para ser lo mas objetivo posible, no voy a recurrir a fuentes con una “enemistad manifiesta”, que pueden ser rechazadas por ese motivo,

Lo siguiente fue tomado de Historia General de las Relaciones Exteriores de la Republica Argentina, capitulo Las relaciones con Estados Unidos y publicado por el CEMA

EL COMIENZO

La llegada al poder del régimen militar argentino en marzo de 1976 no pareció constituir en un primer momento motivo de conflicto con el gobierno republicano de Gerald Ford, dado que la emergencia de un gobierno autocrático en la Argentina fue percibida como una salida “necesaria” al caos generado por el gobierno de Isabel Perón. (1)

Así, desde Washington, medios de prensa y organismos oficiales emitieron evidentes gestos de la posición favorable de la administración Ford hacia el nuevo gobierno argentino.

Un cable proveniente de la capital norteamericana informó acerca de la “buena disposición” con que el Fondo Monetario Internacional saludaba al régimen militar argentino, mencionándose la posibilidad de que el gobierno de Videla obtuviese un crédito stand-by por 300 millones de dólares.

A su vez, el propio gobierno de Ford recomendó el envío a los militares argentinos de 49 millones de dólares en concepto de asistencia militar para el año 1977.

Por cierto, estos gestos demostraron la positiva repercusión que en las autoridades y los hombres de negocios norteamericanos tuvo el plan liberal del ministro Martínez de Hoz, que apuntaba a la apertura financiera y la atracción del capital extranjero. (2)

Desde la óptica de la administración Ford, la política económica de Martínez de Hoz era una “garantía de los intereses de la política económica exterior de los EE.UU.” y el gobierno de Videla constituía “un factor de perfecta estabilización” después de “las luchas con características de casi guerra civil” en los años de las administraciones peronistas. (3)

1/Cabe advertir que también los medios de prensa norteamericanos coincidieron con esta percepción oficial.

El diario liberal Washington Post sostuvo que los militares argentinos “merecen respeto por su patriotismo, al tratar de salvar un barco que se hunde.

El fin del gobierno civil, normalmente un hecho lamentable, era en este caso una bendición”.

Por su parte, otro medio relevante como el New York Times coincidió con las apreciaciones del Post, remarcando que “nadie puede discutir con seriedad la declaración de la Junta Militar de que el régimen depuesto creó un tremendo vacío de poder que amenazó con lanzar a la Argentina al abismo de la desintegración económica y la anarquía política.”

Comentarios del Washington Post y del New York Times citados en E. Anguita y M. Caparrós, op. cit., tomo III, pp. 27-28.

2/Ver al respecto los trabajos de R. Russell, “Las relaciones Argentina-Estados Unidos...”, op. cit., p. 15; Aldo C. Vacs, “A delicate balance: confrontation and cooperation between Argentina and the United Sates in the 1980s”, Journal of Interamerican Studies and World Affairs, Volume 31, Number 4, Winter 1989, University of Miami, 1989, p. 31; Carlos Escudé, “Argentina: The Costs of Contradiction”, en Abraham F. Lowenthal (editor), Exporting Democracy. The United States and Latin America. Case Studies, Baltimore, The Johns Hopkins University Press, 1991, p. 20, y E. Anguita y M. Caparrós, op. cit., tomo III, p. 21.

3/Wolf Grabendorff, “¿De país aislado a aliado preferido? Las relaciones entre la Argentina y los Estados Unidos: 1976-1981”, en Peter Waldmann y Ernesto Garzón Valdés (compiladores), El poder militar en la Argentina (1976-1981), Buenos Aires, Galerna, 1983, p. 157.

TEATRO EXTERNO

Aprovechando el enorme prestigio externo del ministro de Economía Martínez de Hoz en los círculos financieros y empresarios norteamericanos, el gobierno de Videla intentó explicar a través de la figura de su “superministro” el carácter “indispensable” de la represión interna.

Los contactos de Martínez de Hoz abarcaron a figuras tanto del ámbito empresario como gubernamental norteamericano, y excedieron las atribuciones propias de la cartera económica, al tocar temas eminentemente políticos, como la situación de los derechos humanos en la Argentina. (13)
A este canal de contacto con las autoridades económicas y políticas de la Casa Blanca protagonizado por el ministro de Economía, el gobierno de Videla agregó otros dos.

Uno de ellos fue el canal diplomático formal, integrado por el entonces segundo canciller del Proceso, vicealmirante Oscar Antonio Montes, y por los funcionarios de la Cancillería -entre los que se destacó el embajador argentino en Estados Unidos, Jorge Aja Espil-.

El otro fue la diplomacia personal del presidente Videla, quien procuró contactos directos con el presidente Carter y otras autoridades norteamericanas con el fin de mejorar la imagen negativa del gobierno en Washington.

13/El titular de Economía, actuando de hecho como un canciller, procuró aclarar la “verdadera” situación de los derechos humanos en la Argentina ante figuras netamente políticas del gabinete de Carter.

Tal el caso de sus contactos ante el secretario de Defensa Zbigniew Brzezinski a principios de junio de 1977, cuyo objetivo fue superar los escollos políticos que impedían la aprobación de créditos al régimen militar argentino.

Ver respecto de estos contactos el editorial “Entrevista de claro contenido político. Martínez de Hoz con Zbigniew Brzezinski”, por Guillermo Calisto, La Opinión, 5 de junio de 1977, p. 1.

TEATRO INTERNO

Si bien no tenemos pruebas explicitas de su operatoria en defensa de la política represiva dentro del país, es evidente que por origen y representación, no estuvo al margen del rechazo público ante la CIDH

Pero las reacciones de repudio a la visita de la CIDH no se limitaron a los sectores “duros” del Ejército y la Marina.

En una curiosa demostración de respaldo a la política antiterrorista aplicada por la Junta Militar argentina, una serie de agrupaciones mayoritariamente vinculadas a los sectores agroganadero y empresarial -entre ellas la Cámara Argentina de Frigoríficos, la Sociedad Rural Argentina, el Rotary Club de Buenos Aires, el Centro de Exportadores de Cereales, la Federación de Cámaras de Exportadores de la República Argentina, el Centro Argentino de Ingenieros, la Cámara Argentina de Productos Avícolas, la Unión General de Tamberos, el Consejo Empresario Argentino y el Consejo Publicitario Argentino- emitieron la siguiente solicitada de respaldo al gobierno argentino:

Los Argentinos queremos decirle al mundo:
Los Argentinos estuvimos en guerra.
Todos la vivimos y sufrimos.
Queremos que el mundo sepa que la decisión de entrar en la lucha que provocó e impuso la subversión, no fue privativa de las Fuerzas Armadas.
Tampoco fue privativa del Gobierno Argentino.
Fue una decisión de Argentinos. Todos, absolutamente todos los hombres de buena voluntad que habitan el suelo argentino, pedimos en su momento a las Fuerzas Armadas que entraran en guerra para ganar la Paz.
A costa de cualquier sacrificio.
Y todos deseamos que la guerra terminara cuanto antes.
Hoy, la guerra terminó, aunque no la vigilia. (...)
Las instituciones que (...) firmamos, queremos refrendar de esta manera nuestro apoyo a aquella dolorosa pero imprescindible decisión.
Aunque en idénticas circunstancias volveríamos a actuar de idéntica manera, quiera Dios que nunca tengamos que pagar este precio para vivir en Paz. (28)

Por su parte, la llamada “Agrupación Democrática Argentina” emitió una declaración de enfático repudio al informe de la CIDH, sosteniendo que

(...) nuestras Fuerzas Armadas, lejos de ser ponderadas por la victoria obtenida sobre la subversión, resultan absurdamente vilipendiadas y condenadas. Ante este desconcertante informe, es muy lógico que para el ciudadano medio, el proceder de los Estados Unidos se torne ininteligible, en un indescifrable jeroglífico (...). (29)

28/Texto de la solicitada publicada en Convicción, 21 de septiembre de 1979, p. 5.

Vale remarcar la presencia en la lista de agrupaciones adheridas a la solicitada la presencia de dos vinculadas a la comunidad árabe -la Cámara de Comercio Argentino-Libanesa y la Cámara de Comercio Arabe-Argentina- y la notoria ausencia de agrupaciones representativas de la comunidad judía, hecho explicable por las actitudes antisemitas de los militares argentinos y, en particular, por la negativa repercusión del caso “Timerman”.

29/“Réplica a un informe sobre la Argentina”, Convicción, 4 de marzo de 1980, p. 7.

Resumiendo, su figura estaba evidentemente un escalón arriba de personajes como Suárez Masón y Galtieri.

Masera lo consideraba un obstáculo para su proyecto personal del mismo calibre que Videla y Viola.

Si aceptamos los dichos de Peregrino Fernández, él tenía conocimiento de la represión desde el 75.

Y si no los tenia ¿de que discutió con secretario de Defensa Zbigniew Brzezinski en 1977?