En nuestro país es el Movimiento el que genera la Vanguardia , y no a la
inversa, como en los ejemplos clásicos del marxismo. Por eso, si la vanguardia
niega al movimiento, desconoce su propia historia y asienta las bases para
cualquier desviación. Esa es la nota distintiva de la lucha de la liberación en
nuestro país, que debemos tener siempre presente. La vanguardia -Montoneros-
generada por el Movimiento -el peronismo- debe conducirlo hacia su
transformación en el curso de la lucha por el poder y el socialismo. Esos son
los elementos básicos a los que debemos atenernos, lo que existe en la realidad
y no en los libros. Montoneros y el movimiento peronista, al que aspira
conducir.
Si eso no se tiene en cuenta, la literatura china o
vietnamita no nos sirve, porque tiende a confundir nuestra lucha social con una
guerra colonial, en la que la organización en Movimiento, Frente, Partido y
Ejército tiene sentido porque se presupone la unidad del pueblo detrás de su
conducción y contra el invasor extranjero. Nosotros en cambio tenemos que
empezar por ganar la representación de nuestro pueblo a partir de los elementos
con que contamos.
Hasta el 24 de marzo del 76 planteábamos correctamente la
lucha interna por la conducción del peronismo. Después del 24 de marzo del 76,
cuando las condiciones eran inmejorables para esa lucha, desistimos de ella y
en vez de hacer política, de hablar con todo el mundo, en todos los niveles en
nombre del peronismo, decidimos que las armas principales del enfrentamiento
eran militares y dedicamos nuestra atención a profundizar acuerdos ideológicos
con la ultraizquierda.
………………..
Esto es muy grave y pensamos que en el fondo obedece a la
incomprensión sobre nuestra propia historia. Trataremos de ejemplificarlo: al
no reflexionar sobre las causas de nuestro crecimiento espectacular y nuestra
representatividad popular en los años que van de 1970 a 1974-75, llegamos a
pensar que no obedece a que actuamos correctamente, y con propuestas
comprendidas y aceptadas por el pueblo, sino a que nosotros somos geniales, y
si somos geniales es accesorio que acertemos o nos equivoquemos. Todo lo que
hagamos estará bien.
………….
4. Desmedida ambición de poder
Todo lo hacemos y lo pensamos a lo grande. Nuestra lucha es
una guerra. Nuestra propaganda tiene que llegar a cuatro millones. Aunque
criticamos el militarismo, todo el documento parece la receta para que un
Ejército rompa el cerco de otro y luego lo derrote. Hay que ser más modesto.
Nosotros tenemos que resistir junto con el pueblo a la dictadura. Necesitamos
mucha propaganda. Tenemos que irnos organizando en la lucha sin delirios de
grandeza y pensando en plazos largos.
……………
1.2. 1. Situación frente al enemigo
No es cierto que haya fracasado el aperturismo. Ejemplos: el
PC no participa en los conflictos, mientras negocia con el gobierno a través
del Partido Intransigente y les paga viajes a Lázara y García Costa para que
vayan al Congreso de la Internacional Socialista a defender a Videla; la UCR no rompe a pesar de todos
los agravios, incluidos Solari Irigoyen y Amaya; la reacción de la Iglesia es tibia comparada
con todo lo que han hecho y con los episcopados de Chile y Brasil, donde por
mucho menos se enfrentan abiertamente con las dictaduras.
1. 2.2. De las fuerzas populares
No es cierta la desaparición casi total de la izquierda no
peronista, armada o no armada. Estos son bandazos que nos alarman. Hace unos
meses el proyecto de vanguardia pasaba por el debate ideológico en la OLA , ahora no existen más.
Existen y actúan. El ERP pinta (más que nosotros). edita regularmente sus
revistas, que llegan a las fábricas puntualmente a pesar de todos los golpes
que sufrieron, toman un canal de televisión, tienen una radio clandestina,
operan en el litoral. Hacen operaciones militares. El PC, los distintos
partidos socialistas, también existen. Que sean una bosta es otra cosa. Con ese
criterio nosotros tampoco existimos.
……………
2.3.1. Relaciones de fuerza. Económico
La contradicción con nuestra base social, derivada del
aparatismo, no es porque gastamos más que lo que producimos, sino por nuestros
errores políticos. Ahí está el aparatismo. Es querer imponer nuestros esquemas
a la realidad. Negamos el Movimiento Peronista y el Movimiento Montonero no
existe. Entonces ¿dónde nos vamos a refugiar cuando el enemigo aprieta? El
error no está en que los compañeros son unos cómodos o vagos y por eso se
refugian en el aparato, sino en que nuestra política ideologista e irreal hace
imposible una buena relación con el pueblo. Si no corregimos eso, todo seguirá
igual aunque la gente trate de irse a vivir a otro lado.
2.3.2. En la política nacional
Es una barbaridad hablar del "fracaso total del
plan" del gobierno. Se puede hablar da fracaso parcial o de éxito parcial,
pero como lo plantea el documento es nuestro famoso exitismo. Ya vimos cómo los
partidos y la Iglesia
no rompen ni endurecen demasiado la relación con el gobierno. Y las luchas de
las masas todavía no son tantas ni tan duras, aunque lo serán, con nosotros o
sin nosotros.
………….
Nos parece uno de los aciertos fundamentales del documento
plantear la resistencia masiva como propuesta principal de la etapa, pero no
estamos de acuerdo en volcar esfuerzos en crear el inexistente Movimiento
Montonero, en vez de invitar a esa resistencia al existente Partido Peronista,
que en el transcurso de esa lucha irá cambiando y encontrando nuevas formas
organizativas en su práctica y no en nuestra cabeza. No hay que crear
estructuras al pedo. Los Montoneros conducen al peronismo. Eso es suficiente.
Para las fuerzas enemigas la pretensión de hacerlas penetrar
en el espacio político militar nos parece una manera militarista de decir que
nos convendría que se pelearan con todo el pueblo. Y para eso lo fundamental no
es que ellos penetren sino que nosotros estemos con el pueblo. Para eso, la
clave es política. De otro modo seguimos en el ideologismo: si penetran, se
convierten en ejército de ocupación, y entonces sí, podemos aplicar los
conceptos vietnamitas. Hay que pensar en términos nuestros.
La personalización de la política nos parece peligrosa.
Primero porque creemos que para el pueblo existen los muchachos, los
montoneros, antes que Firmenich. Segundo, porque si a él le pasa algo, es un
desastre.
………….
1.2.2. Situación de las fuerzas populares
Los elementos que se señalan no están numerados en orden de
importancia. Debe empezarse por la situación de las masas, que es de retirada
para la clase obrera, derrota para las capas medias y desbande en sectores
intelectuales y profesionales.
Dentro de ese cuadro solamente sectores del peronismo
sindical -Luz y Fuerza y Portuarios- han conseguido frenar el avance enemigo
librando conflictos que terminaron en empate. La posibilidad de tal resultado está
dada en ambos casos por la naturaleza crítica de la producción, que es
permanente en el caso de los servicios eléctricos y estacional en el servicio
portuario (próxima exportación de cosechas). En el caso de Luz y Fuerza debe
computarse además la permanencia de una organización reivindicativa de calidad
superior.
Los conflictos mecánicos y metalúrgicos carecen en cambio de
esa perspectiva por no afectar producciones críticas en la coyuntura recesiva y
deben terminar en derrotas a pesar de una superior calidad combativa de los
cuadros.
Esto vuelve a poner sobre el tapete la primacía de la
infraestructura básica de servicios y de los sectores obreros ligados a ella.
Priorizar la industria textil o la administración pública como línea sindical
me parece un error; en el primer caso porque al subconsumo recesivo debe
corresponder a un achicamiento de la industria, y la lucha se da entonces en
terreno elegido por el enemigo; del mismo modo librar batalla en la
administración -salvo sectores metalúrgicos- es allanar el campo a la ola de
despidos que reclama un sector del régimen.
Se insiste, en suma, en la posición ya conocida de este
sector del D-I, a saber: que mientras dure el actual proceso de retirada de la
clase trabajadora sólo podrá dar combate en sectores críticos delimitados, que
son la producción de energía, la exportación de cereales y carnes, la
producción y transporte de combustible, las telecomunicaciones, el sistema
bancario y el sistema de computación de datos.
…………..
El punto principal de la autocrítica es, como dice el
informe, "la insuficiencia de nuestra política de poder para las
masas" y efectivamente ella se refleja, ante todo, en nuestra actitud
frente al peronismo.
Mi opinión, compartida por el ámbito subordinado, es que se
ha hecho un pronunciamiento prematuro sobre el agotamiento del peronismo y que
de ese pronunciamiento derivaron decisiones de importancia capital que hoy
están sometidas a prueba.
El punto crítico a partir del cual se decretó el agotamiento
del peronismo fueron las movilizaciones obreras de julio del 75 contra el
"Rodrigazo". Allí pareció efectivamente que la clase obrera, al
combatir contra un gobierno peronista, firmaba el acta de defunción del movimiento
peronista. Este análisis omitía dos cosas: una, que sectores de vanguardia de
la clase obrera estaban dispuestos a rebozar (sic) el peronismo siempre y
cuando se diera una dirección de avance contra un gobierno vacilante como el de
Isabel Martínez, pero que dentro de esa misma dinámica la clase trabajadora en
conjunto, incluyendo las vanguardias, iba a retroceder hacia el peronismo
cuando la marea se invirtiese por la presencia militar; otra, el peso efectivo
que en tales movilizaciones tuvo la burocracia sindical peronista.
Cabe suponer que las masas están condenadas al uso del
sentido común. Forzadas a replegarse ante la irrupción militar, se están
replegando hacia el peronismo que nosotros dimos por agotado y la dirección del
peronismo se ha visto subrayada por el gorilismo del gobierno. En suma, las
masas no se repliegan hacia el vacío, sino al terreno malo pero conocido, hacia
relaciones que dominan, hacia prácticas comunes, en definitiva hacia su propia
historia, su propia cultura y su propia psi:ología, o sea los componentes de su
identidad social y política. Suponer, como a veces hacemos, que las masas
pueden replegarse hacia el montonerismo, es negar la esencia del repliegue, que
consiste en desplazarse de posiciones más expuestas hacia posiciones menos
expuestas; y es merecer el calificativo de idealismo que a veces nos aplican
hombres del pueblo. En síntesis, creo que el Partido debió, y aún debe
replegarse él mismo hacia el peronismo y que la propuesta inversa no es una
verdadera propuesta para las masas en esta etapa, aunque pueda llegar a serlo
en otra, pero en ese caso ya no se trataría de un repliegue sino de un avance.
Otra línea de análisis que concurrió para decretar el
agotamiento del peronismo es la que, también a priori, ha resuelto que en la Argentina asistimos a la
"crisis definitiva del capitalismo". Afirmaciones desmesuradas de
este tipo proceden, a mi juicio, de una falta de formación histórica. El
capitalismo en decenas de países ha sobrevivido a crisis más graves que la actual
crisis argentina. Para dar un solo ejemplo, "la crisis definitiva"
del capitalismo en Alemania debió enunciarse por primera vez en 1848, y aunque
generaciones de revolucionarios reiteraron ese anuncio durante un siglo y
cuarto, no se concretó ni siquiera en el período terrible -para los
capitalistas- de 1919 a
1923, ni impidió que Alemania hoy sea el modelo de capitalismo.
Naturalmente si nosotros pensamos que la crisis del
capitalismo es definitiva, no nos queda otra propuesta política que no sea el
socialismo más o menos inmediato, acolchado en un período de transición, y esa
propuesta contribuye a relegar el peronismo al museo. Todos desearíamos que
fuera sí, pero en la práctica sucede que nuestra teoría ha galopado kilómetros
delante de la realidad. Cuando eso ocurre, la vanguardia corre el riesgo de
convertirse en patrulla perdida.
Creo que estos son los ejes de nuestra equivocada
estrategia, y que en cambio son secundarias o derivadas las contradicciones
masas-aparato, interior-Buenos Aires, etc., ya que la resolución de las mismas
es materia de ejecución, mientras que los ejes políticos que planteamos son
materia de concepción.
Aún esas antinomias, si se toman como subordinantes y no
como subordinadas" encierran peligros considerables, y el mayor de ellos
es omitir la singularidad de la configuración geográfica, histórica y social
argentina, que es su núcleo urbano de 12 millones de habitantes y 60% de la
población obrera, de la que necesariamente -a mi juicio- debe brotar también la
singularidad de nuestro proceso revolucionario. Hecho que por ahora apuntamos
sin perjuicio de intentar desarrollarlo por separado.
………….
Coincidiendo con el grueso de lo que afirma de aquí en
adelante, creo que de esas afirmaciones surge la necesidad de ser aún más
radicales en las medidas que se proponen, y que, interpolando las reflexiones
anteriores, yo formularía así:
a. reconocer que las OPM han sufrido en 1976 una derrota
militar que amenaza convertirse en exterminio, lo que privaría al pueblo no
sólo de toda perspectiva de poder socialista sino de toda posibilidad de
defensa inmediata ante la agresión de las clases dominantes.
b. Definir la etapa como retirada en el aspecto estratégico
y como resistencia en el aspecto táctico, sin fijarles límites temporales.
Definir el conjunto del pueblo y en particular el pueblo peronista como terreno
donde debe verificarse la retirada.
c. Definir el Peronismo y la clase trabajadora como sujeto
principal de la resistencia, y a la resistencia Montonera como parte de la
resistencia popular.
………..
Los métodos de análisis:
La línea del Partido y los documentos que la expresan en los
últimos 18 meses revelan, a mi juicio, una fuerte influencia del pensamiento
maoísta en el aspecto político y de la doctrina de Clausewitz en el aspecto
militar. Obviamente no se trata de cuestionar la utilidad de instrumentos que
reposan en las experiencias fundamentales, sino de verlos como productos
históricos. De esa visión surge la necesidad del propio producto histórico.
Establecida esta necesidad aparece lo que a mi juicio es la
principal falencia del "pensamiento montonero", que es un déficit de
historicidad.
Ese déficit no estaba en la mente de los compañeros que para
darle un nombre a la organización acudieron a la historia argentina (y
latinoamericana) que va de 1815
a 1870. Esa visión inicial, sin embargo, se agotó en sí
misma. En los actuales documentos montoneros apenas figuran referencias de
historia argentina anteriores a 1945, ni siquiera a los propios caudillos
montoneros.
Creo que en ese vacío histórico subyacen las
"leyes" de la toma del poder en la Argentina y que esa
determinación es más fuerte que las que surgen de cualquier otro producto
histórico, ya que es la determinación espacial y temporal concreta que nos
corresponde a nosotros. Hay dos fallas del pensamiento de izquierda en las que
re cae, a mi juicio, el pensamiento montonero cuando analiza su problema
central. que es la toma del poder. Una, privilegia las lecciones de la historia
en que la clase obrera toma el poder y desdeña aquellas otras en que el poder
es tomado por la aristocracia, por la burguesía. Ni Marx ni Lenin procedieron
así. Ambos dieron a la toma del poder por otras clases un carácter ejemplar. La
segunda falla deriva de la pri$era, y remite al punto de partida, a saber, la
historicidad de nuestro pensamiento. Puesto que las lecciones de historia en
que la clase obrera toma el poder se dan solamente a partir de 1917 Y solamente
en otros países, ése es el nivel cero donde empieza nuestro análisis. Un
oficial montonero conoce, en general. como Lenin y Trotsky se adueñan de San
Petersburgo en 1917, pero ignora como Martín Rodríguez y Rosas se apoderan de
Buenos Aires en 1821.
La toma del poder en la Argentina debería ser, sin embargo, nuestro
principal tema de estudio, como lo fue de aquellas clases y de aquellos hombres
que efectivamente lo tomaron. Perón desconocía a Marx y Lenin, pero conocía muy
bien a Irigoyen, Roca y Rosas, cada uno de los cuales estudió a fondo a sus
predecesores.
Rodolfo Walsh
Oficial de Inteligencia - Montoneros,
Buenos Aires, 23 de noviembre de 1976 a 2 de enero de 1977.