Diferencias entre populismo y demagogia
Aunque ambos conceptos se utilicen de forma
despectiva y en contextos bastante parecidos, tenemos que saber diferenciar
entre la demagogia y el populismo.
El concepto de demagogia, que podemos
escuchar como reproche entre políticos españoles, hace referencia a un discurso
político que busca emocionar al votante.
Es decir, la demagogia busca utilizar ‘palabras
bonitas’, acusaciones sin fundamento, promesas muy llamativas, etc., con la
intención de captar la atención del ciudadano y provocar, de esta forma, que le
acaben votando.
Por otro lado, el populismo va más allá,
ya que se refiere a las acciones más que al discurso (que también).
En el populismo hablamos de todo aquello
(discurso y acción) que puede hacer un político para convencer, persuadir y,
por qué no de algún modo, comprar el voto del ciudadano, como llega a afirmar
Nicmer N. Evans.
En este caso hablamos ya de acciones políticas que
tratan de convencer a los ciudadanos no con la eficacia de las políticas (es
decir, haciendo las cosas bien) sino favoreciendo los intereses del llamado
‘pueblo’ aunque eso, como afirman algunos expertos, pueda suponer estar
llevando a cabo políticas que a medio plazo pueden arruinar económica o
políticamente un país (económicamente porque puede llevar a la ruina y
políticamente porque, por ejemplo, puedes aislar a tu país insultando al
resto).
Populismo en América Latina
Ernesto Laclau, autor de ‘La razón populista’, es la
referencia al hablar de esta forma de hacer política.
Para Laclau, el populismo aparece cuando
una sociedad va demandado cosas que cree necesitar (más hospitales, colegios,
trabajo, carreteras…) y estas no son correspondidas por los gobernantes.
Cuando estas necesidades se acumulan, el
pueblo comienza a verlas como un conjunto y no como demandas separadas y la
exigencia con los gobernantes es mayor.
Aquí surge un líder o un partido que
abraza las exigencias de lo que llama ‘pueblo’ y, con el apoyo de unos
ciudadanos que vuelven a esperanzarse, se erige como su representante frente a
‘la corrupta clase política’ (con la que normalmente el líder populista está en
contra).
Todos podemos ver en los medios de comunicación que,
actualmente, cuando se hace referencia a un líder una ideología populista, casi
siempre se está hablando de América Latina.
¿Por qué?
La razón la encontramos en el nivel de bienestar de
los ciudadanos: según Laclau, el populismo, tal y como lo hemos definido,
triunfa ante una sociedad o país que tiene una cantidad importante de demandas
insatisfechas.
Esto supone que, actualmente, solo encontraremos (a
priori) populismo donde los ciudadanos crean que sus demandas son ignoradas
repetidamente.
Como en los países llamados ‘ricos’ (los del Norte
del hemisferio y Australia) los ciudadanos tienen las necesidades elementales
cubiertas por lo que se denomina Estado del Bienestar (servicios públicos
garantizados y asistencia a los más necesitados), el populismo surge en países
menos desarrollados.
Lo que nos lleva a Suramérica.
Los expertos en estudios latinos identifican
actualmente a Rafael Correa (Ecuador), Evo Morales (Bolívia) e incluso Cristina
F. de Kirchner (Argentina) pueden ser considerados como populistas.
Esto se demuestra por iniciativas como las
privatizaciones, que más allá de la racionalidad económica (como hemos definido
al principio) inyectan una dosis de patriotismo y confianza entre los
ciudadanos.
Además, los discursos no dejan de ser
multitudinarios y, muchas veces, con retórica demagógica y utilizando la
referencia usual del ‘pueblo’.
http://tribunainterpretativa.com/venezuela-paradigma-del-populismo-en-latinoamerica/