miércoles, 27 de enero de 2016

Los “Acomplejados”, genuflexión frente a los gorilas reaccionarios y moncloistas en bancarrota, actúan como detractores de la esencia plebeya del peronismo.

Luis Alberto Romero advierte, para escándalo de nuestros pre-Maquiavelo, o sea los escolásticos de lo político y lo social; que la tan mentada grieta o brecha, no es más que la continuidad de la Guerra Social de Mitre y Sarmiento en el siglo XIX, diseccionada por los Revisionistas de la 1º mitad del siglo XX.

Y, supuestamente “clausurada” por la Patota Cultural de Alfonsín, a partir de 1983; que era, ni más ni menos, que el ala izquierda y con rostro humano del Consenso de Washington.


Para que la “acumulación” sea “socialmente viable”, como plantea la nota de La Nación.

 Resulta imprescindible “desprestigiar” por todos los medios posibles, incluidas la infamia y la denigración, el “fondo social” que cree en las “Conquistas Sociales” de la primera década peronista.

Cuestión que no nació por “generación espontanea”, al igual que su contrapéate el anti peronismo, ya que están fundadas en corrientes sociales muy anteriores.

A tal punto que un pre-antiperonista escribía, en 1941, sobre los riesgos OBJETIVOS de la “emergencia” de un Movimiento sociopolítico “subversivo” del “Orden Natural de la Cosas”.

“Esta problemática fue recogida de manera particularmente punzante en el tratado de 1935 de Amado Alonso, titulado El problema de la lengua en América, y reiterado en 1941, cuando el académico Américo Castro publicó El problema argentino de la lengua.

Para los autores de esta corriente, la deriva lingüística respecto de la forma culta castellana era un inequívoco índice de degradación social; Castro manifiesta expresamente que las peculiaridades del español rioplatense, en especial el voseo, son síntoma de "plebeyismo universal", "instinto bajero", "descontento íntimo, encrespamiento del alma al pensar en someterse a cualquier norma medianamente trabajosa".

En su diagnóstico, la fuerte identidad de la variedad rioplatense se debe a la aceptación general de las formas populares en desmedro de las cultas, y le preocupa sobre todo la imposibilidad de percibir inmediatamente la clase social del hablante a partir de los rasgos de su habla; la falta de los "frenos e inhibiciones" que las clases superiores deberían representar le parece un inequívoco síntoma de degradación social.

El texto de Castro es prototípico de una extendida concepción, que hace de la unidad de la lengua el custodio de la unidad nacional, y de las clases superiores los custodios de la ortodoxia de la misma.

Buena parte de la obra de Menéndez Pidal estaría orientada a perseguir ese fin, recomendando el recrudecimiento de la persecución de los usos considerados incorrectos mediante "la enseñanza de la gramática, los estudios doctrinales, los diccionarios, la difusión de buenos modelos, el comentario de los autores clásicos, o bien inconscientemente, mediante el eficaz ejemplo que se difunde en el trato social o en la creación literaria".

Esta forma de centralismo clasista —común por lo demás a otros idiomas coloniales, en especial el francés— ha influido duraderamente en el uso y enseñanza de la lengua; sólo recientemente algunas variedades lingüísticas han pasado a formar parte de la enseñanza oficial —como el voseo en Argentina— y de la lengua literaria, para lo cual el naturalismo de mediados de siglo representó un poderoso avance”.

El “efecto pobreza”, en algo tan pedestre como “¿pagar la luz o comer el asado de los domingos?”, es un obstáculo insalvable para los defensores de las tesis “Soy un hombre blanco” de Tony Curtis; típica de los “Acomplejados”.

Blanco o Negro es secundario frente a la Pobreza, White trash.

La Meritocracìa, o sea el “esfuerzo personal” tan publicitado por la globalización, es para la gilada que lo mira detrás de la alambrada.

Lo que resulta decisivo, como en el Chile de los Genarcas y la España de los Señoritos, son las “relaciones” de Clase; familias, colegios, clubes, barrios, lugares de esparcimiento, etc.

O sea, todo Capital Simbólico que implica “pertenecer” o ser “excluido”, porque “no tiene precio”.

El resto es tan solo chusma, con sus jerigonzas incomprensibles.