lunes, 17 de marzo de 2008

Bear Stearns: ¿Un caso aislado o la punta del iceberg?

La fulgurante desaparición de escena del banco de inversión Bear Stearns, que pasó de valer 3.500 millones de dólares en bolsa el viernes a venderse por 236 millones el domingo, plantea serias dudas sobre el sistema financiero de EEUU.

La pregunta ahora es si lo ocurrido con el hasta hace nada quinto mayor banco de inversión estadounidense, un titán de Wall Street cuya capitalización bursátil rondaba los 20.000 millones de dólares a principios del 2007, es sólo la punta del iceberg.

La Reserva Federal (Fed), que rescató el viernes a Bear Stearns al facilitarle financiación a corto plazo, asegura que se trata de un fenómeno aislado y recuerda que la firma era una de las que más había invertido en activos vinculados a hipotecas de alto riesgo.

El presidente de EEUU, George W. Bush, ha apuntado también en esa dirección, al afirmar que las instituciones financieras del país "son robustas" y los mercados financieros "funcionan con eficacia y eficiencia".

Además, tanto el banco central como el inquilino de la Casa Blanca han dejado claro que harán todo lo que esté en sus manos para ayudar a capear el temporal.

La autoridad monetaria sorprendió a última hora del domingo con una serie de medidas para aliviar la crisis crediticia que el diario 'The Washington Post' califica de "dramáticas", 'Los Angeles Times' de "extraordinarias" y el rotativo 'The New York Times' de actuación "sin precedente". Esas medidas permitirán por primera vez en la historia que las firmas de valores pueden solicitar a la Fed préstamos en los mismos términos que los bancos tradicionales.

Por otro lado, la autoridad monetaria redujo en un cuarto de punto, hasta el 3,25%, la tasa que aplica en sus préstamos a los bancos y amplió el periodo de devolución a un máximo de 90 días desde los 30 actuales.

"El anuncio de ayer calmó a los mercados y el mensaje implícito es que, si es necesario, la Reserva Federal volverá a actuar", dijo Ken Goldstein, economista del centro de análisis 'The Conference Board' en Nueva York.

Goldstein descarta, de todos modos, que vayamos a ver otro caso similar al de Bear Stearns. "Puede que se vayan a pique algunos fondos de alto riesgo, pero no creo que vaya a repetirse la situación con otros de los grandes bancos institucionales de Wall Street", afirmó el experto. Lo ocurrido "no es una prueba de la fragilidad del sistema financiero, sino de la debilidad de Bear Stearns".

Crisis de confianza en los inversores

Según el profesor de Economía en la Universidad de Maryland Peter Morici, "lo que está ocurriendo es una crisis de confianza en la forma en la que operan los bancos", quien cree que la Fed debería de adoptar más medidas para forzar una mayor regulación del sector financiero.

Muchos bancos alentaron la actual crisis al diseñar complejos productos hipotecarios que no formaban parte de sus balances y por los que han tenido que asumir pérdidas sustanciales.

Esa situación ha generado aversión al riesgo y miedo, dos de los principales problemas que David Wyss, economista jefe de la firma de calificación de riesgo Standard & Poor's, ve ahora en los mercados.

"La gente está demasiado asustada y resulta muy difícil obtener préstamos", afirma Wyss. "Esa situación es fatídica para las compañías que necesitan dinero a corto plazo para continuar con sus operaciones", añadió

http://www.elmundo.es/mundodinero/2008/03/17/economia/1205777694.html

Londres se encomienda a los mercados

Reino Unido, sin armas para combatir la crisis

El sector financiero puede convertirse en el talón de Aquiles del Reino Unido. Un agravamiento de la crisis crediticia podría acabar dañando a uno de los grandes motores del milagro económico de los últimos 20 años y perjudicando a la economía en general.

El Gobierno de Gordon Brown se ha quedado sin armas para combatir la desaceleración económica y se ha encomendado a los mercados para que la tormenta amaine. Alistair Darling, sucesor de Brown al frente del Tesoro, no tiene margen de actuación. Las reformas estructurales ya están hechas y las cuentas públicas no están precisamente saneadas. Para este año se prevé un déficit equivalente al 3% del PIB, máximo permitido por el Tratado de Maastricht.

http://www.elpais.com/articulo/portada/Reino/Unido/armas/combatir/crisis/elpepueconeg/20080316elpnegpor_4/Tes

Londres se encomienda a los mercados

Después de 11 años de triunfalismo económico, el Gobierno británico se encuentra con las manos vacías para afrontar la desaceleración económica y no ha tenido más remedio que encomendarse a los mercados y cruzar los dedos para que la crisis crediticia amaine y las cosas mejoren por sí solas. Alistair Darling, el discutido sucesor de Gordon Brown al frente del Tesoro británico, no ha salido bien parado de su primer presupuesto como canciller del Exchequer y ha acabado poniendo en evidencia las limitaciones a las que están sujetos los laboristas para capear la crisis.

En los últimos meses la prensa británica ha venido aireando, a menudo con exagerado dramatismo, las dificultades que se avecinan para la economía española debido a su dependencia del sector de la construcción. Seguramente la británica no se enfrenta a semejantes desequilibrios, pero su Gobierno tiene menos margen de maniobra. En el Reino Unido ya están hechas las reformas estructurales que demandan a José Luis Rodríguez Zapatero y las cuentas públicas están muchísimo menos saneadas que las españolas, restando al Gobierno margen de maniobra para inyectar vigor a la economía con políticas keynesianas. Mientras, de acuerdo con la normativa contable de Maastricht, España prevé para este año un superávit del 1,2% del PIB en las cuentas públicas y una deuda pública del 34% y en declive, el Reino Unido prevé un déficit del 3% y una deuda del 46,1% y en ascenso.

Han llegado las vacas flacas y el Gobierno británico "tiene los armarios vacíos porque los laboristas no se han preocupado de llenarlos" cuando las vacas estaban gordas, ha denunciado enfáticamente el líder de la oposición, el conservador David Cameron.

El sector financiero puede ser el talón de Aquiles británico en esta crisis. Una prolongación inesperada o un agravamiento de la crisis financiera podría acabar impactando en el que ha sido uno de los grandes motores del tirón económico británico en los últimos 20 años. Mientras el conjunto de la economía ha pasado de un índice 100 en 1970 a cerca de 250, la intermediación financiera ha pasado en ese mismo periodo hasta casi 400 y su crecimiento se ha producido sobre todo a partir de 1987, con la liberación mundial del movimiento de capitales.

El sector financiero tiene ahora un peso del 10% en el conjunto de la economía y aporta un millón de empleos directos. Las exportaciones financieras, excluyendo el sector de seguros, han pasado de 3.000 millones de libras en 1991 a 23.000 millones en 2006 (casi 30.000 millones de euros al cambio actual).

Nadie espera que la City de Londres vaya a entrar en crisis, pero el problema para el Gobierno es que ha acabado cuadrando los presupuestos para el año fiscal que empieza en abril con la asunción de que "las disfunciones actuales en los mercados financieros empezarán a ceder durante la segunda mitad de 2008 y las funciones crediticias empezarán a normalizarse a mitad de 2009". A partir de ahí, Alistair Darling ha recortado sólo en un cuarto de punto las expectativas de crecimiento para 2008 de hace seis meses (aunque 0,75 puntos básicos respecto a hace un año), dejándolas en el 2%. El consenso entre los analistas es que se quedará en el 1,7%. Más escepticismo aún hay sobre las previsiones para 2009 (2,5%, un cuarto menos de lo previsto) y para 2010, que se mantienen en el 2,75% ya previsto.

Con la libra a la baja respecto al euro y los consumidores más prudentes que en los últimos años -en los que han tirado de hipotecas baratas y tarjetas de crédito como nunca antes-, Darling espera que el sector exterior compense en parte la esperada caída del consumo y la reducción de las inversiones. Y ha tirado de los impuestos sobre el alcohol, el tabaco y los coches más contaminantes para cubrir las necesidades recaudatorias.

Problema político

El problema para el Partido Laborista es sobre todo político. Si las estimaciones de crecimiento de Alistair Darling no se cumplen, tiene muchas posibilidades de incumplir la llamada "regla de oro" que Gordon Brown impuso en su época de canciller del Exchequer para enfatizar la prudencia de los laboristas. Esa regla establece que el Gobierno sólo puede endeudarse para invertir, no para financiar el gasto corriente, y que para que esa inversión sea considerada "estable y prudente", la deuda pública debe estar por debajo del 40% (en los términos contables del presupuesto británico, que difieren de los de Maastricht).

Desde su segunda legislatura en el poder, que empezó en 2001, los laboristas han invertido enormes cantidades para reformar los servicios públicos: educación, sanidad y transportes. Eso ha ido deteriorando las cuentas públicas, y en el presupuesto presentado esta semana, Darling pronostica que la deuda pública -sin tener en cuenta los efectos de la crisis del banco Northern Rock- llegará en el año fiscal 2010-2011 al 39,8% del PIB. Sólo un 0,2% por debajo del límite de la regla de oro.

Si la crisis financiera se endurece o se prolonga más de lo que él prevé, afectando las perspectivas de crecimiento y recortando los ingresos, el Gobierno de Gordon Brown se verá obligado a recortar el gasto público, subir los impuestos o incumplir la regla de oro. Cualquiera de esas tres opciones podría tener efectos catastróficos para el prestigio de Brown y, sobre todo, para las perspectivas electorales del Partido Laborista en las próximas generales, previstas para la primavera de 2009 o, como máximo, 2010.

Palo a los 'not-dom'

El canciller del Exchequer ha hecho oídos sordos a las presiones y ha introducido un nuevo impuesto de 30.000 libras anuales (38.500 euros) para quienes lleven más de siete años residiendo en el Reino Unido pero tienen domicilio fiscal en el extranjero. La iniciativa de Alistair Darling, copia calcada de una propuesta lanzada por los conservadores meses atrás, busca gravar a los megarricos que viven en Londres y dejan sus fortunas en el exterior. Pero mientras para ellos son meras migajas, para miles de profesionales supone un verdadero palo fiscal porque han de optar entre pagar el forfait, hacerse residentes fiscales británicos o marcharse del país.

Se estima que el impuesto afecta a unos 23.000 not-dom y su aplicación permitirá aumentar la recaudación entre 800 y 1.000 millones de euros. Una cifra relativamente modesta en comparación con la mala imagen que crea del Reino Unido, según los críticos. Entre éstos ha sorprendido la rapidez con que ha sido introducido el nuevo impuesto, que entrará en vigor el próximo mes de abril, descartando las peticiones de que se retrasara un año.

Darling ha modificado también la normativa que permitía no contar como pasados en el Reino Unido los días de viaje. Eso perjudica sobre todo a muchos ejecutivos británicos que residen y pagan impuestos en Mónaco pero trabajan en la City. Viajan a Londres el lunes por la mañana y regresan el jueves por la noche, por lo que hasta ahora podían contar sólo el martes y el miércoles como días británicos a efectos fiscales.

La rapidez de la introducción de la medida ha sorprendido porque el Partido Laborista la consideró un brindis al sol cuando fue propuesta por los tories. Pero luego aceptó estudiar su conveniencia y finalmente ha decidido ponerla en marcha inmediatamente.

http://www.elpais.com/articulo/economia/Londres/encomienda/mercados/elpepueco/20080316elpnegeco_1/Tes