“Se suele decir que la unión de los patronos es muy rara y que la de los trabajadores es muy frecuente.
Pero
los que, de acuerdo con estos dichos, piensen que los patronos
raramente se unen, son tan ignorantes de lo que pasa en el mundo como de
este asunto.
Los
patronos están siempre y en todas partes en una especie de acuerdo
tácito, pero constante y uniforme, para no elevar los salarios por
encima de su nivel actual.
La violación de dicho acuerdo es, en todas partes, impopular, y somete a quien así procede al reproche de sus vecinos e iguales.
De
hecho, oímos poco de estas uniones porque es lo normal, incluso se
puede decir que es el estado natural de cosas de las que nunca se oye
hablar.
Los patronos constituyen, a veces, incluso uniones específicas para reducir los salarios por debajo de aquel nivel.
Estos
acuerdos se llevan a cabo siempre con el más absoluto silencio y
secreto hasta que se ejecutan, y nunca se hacen públicos cuando los
trabajadores se someten, como a veces ocurre, sin resistencia.
……………..
Están
desesperados y proceden con el frenesí propio del hombre en ese estado,
cuya alternativa es morirse de hambre o forzar a sus patronos a que,
por miedo, cumplan sus exigencias.
En
estas ocasiones los patronos reclaman tanto como ellos, y exigen la
ayuda de los magistrados civiles, y el cumplimiento riguroso de las
leyes establecidas con tanta severidad contra la asociación de
sirvientes, trabajadores y jornaleros.
Los obreros, en consecuencia, muy rara vez obtienen ninguna ventaja de la violencia de estas acciones desesperadas.
En
parte por la intervención del magistrado civil (Estado), en parte por
la firmeza superior de los patronos (Amos-Masters), y en parte por que
la mayor parte de los trabajadores están bajo el nivel de subsistencia.
Por eso, generalmente, terminan en nada más que el castigo, o la ruina, de los cabecillas”.
Reiterado, en el siglo pasado por Michal Kalecki, 1899-1970; en traducción del Compañero Escriba.
"Las
razones para la oposición de los 'líderes industriales' al pleno empleo
logrado mediante el gasto del Gobierno puede ser subdividida en tres
categorías:
i) el disgusto de la interferencia del gobierno en el problema del empleo como tal;
ii) el disgusto sobre la direccionalidad del gasto del gobierno (inversión pública y subsidio al consumo);
iii) el disgusto de los cambios sociales y políticos resultantes del sostenimiento del pleno empleo".
Y luego explica:
"Cualquier
ensanchamiento de la actividad del Estado es vista con suspicacia por
el empresariado, pero la creación de empleo por medio del gasto del
gobierno conlleva un aspecto especial que hace que la oposición sea
especialmente intensa.
Bajo un sistema de laisser-faire, el nivel de empleo depende en buena medida del así llamado "estado de confianza'.
Si este se deteriora, la inversión privada declina, lo que resulta en una caída del producto y el empleo (...)
Esto
les da a los capitalistas un poderoso control indirecto sobre la
política del gobierno: cualquier cosa que sacuda el estado de confianza
debe ser cuidadosamente evitado porque podría causar una crisis.
………………..
…los basamentos de la ética capitalista requiere que 'ganarás el pan con el sudor de tu frente'".
Finalmente, indica que las grandes empresas se oponen al sostenimiento del pleno empleo porque "el despido dejaría de jugar su rol como medida disciplinaria.
La posición social del jefe sería socavada y la autoconfianza y la conciencia de clase de la clase obrera crecería.
…….
…la
'línea de disciplina en las fábricas' y la 'estabilidad política' son
más apreciadas por los líderes empresariales que las ganancias.
………..
… su
instinto de clase les dice que un pleno empleo duradero es inadecuado
desde su punto de vista y que el desempleo es una parte integral del
sistema capitalista normal”.
http://deshonestidadintelectual.blogspot.com.ar/2010/10/el-trabajo-como-recurso-finito-das.html
sábado, 14 de noviembre de 2009
Sindicatos, según Adam Smith; traducción e interpretación, sujetas a crítica.
No es difícil, sin embargo, prever cuál de las partes vencerá en la disputa y forzará a la otra a aceptar sus condiciones.
Los patronos (Amos-Masters),
al ser menos en número, pueden unirse fácilmente; y además la ley lo
autoriza, o al menos no lo prohíbe, mientras que prohíbe las uniones de
los trabajadores.
No
tenemos leyes parlamentarias contra la asociación para rebajar los
salarios; pero tenemos muchas contra las uniones tendentes a
aumentarlos.
Además, en tales confrontaciones los patronos pueden resistir durante mucho más tiempo.
Un
terrateniente, un colono, un comerciante o un fabricante pueden,
normalmente, vivir un año o dos con los capitales que ya han adquirido, y
sin tener que emplear a ningún trabajador.
En
cambio, muchos trabajadores no podrían subsistir una semana, unos pocos
podrían hacerlo durante un mes, y un número escaso de ellos podría
vivir durante un año sin empleo.
A
largo plazo, el trabajador es tan necesario para el patrono como éste
lo es para él, pero la necesidad del patrono no es tan inmediata.
Se suele decir que la unión de los patronos es muy rara y que la de los trabajadores es muy frecuente.
Pero
los que, de acuerdo con estos dichos, piensen que los patronos
raramente se unen, son tan ignorantes de lo que pasa en el mundo como de
este asunto.
Los
patronos están siempre y en todas partes en una especie de acuerdo
tácito, pero constante y uniforme, para no elevar los salarios por
encima de su nivel actual.
La
violación de dicho acuerdo es, en todas partes, impopular, y somete a
quien así procede al reproche de sus vecinos e iguales.
De
hecho, oímos poco de estas uniones porque es lo normal, incluso se
puede decir que es el estado natural de cosas de las que nunca se oye
hablar.
Los patronos constituyen, a veces, incluso uniones específicas para reducir los salarios por debajo de aquel nivel.
Estos
acuerdos se llevan a cabo siempre con el más absoluto silencio y
secreto hasta que se ejecutan, y nunca se hacen públicos cuando los
trabajadores se someten, como a veces ocurre, sin resistencia.
No
obstante, estas uniones se encuentran a menudo frente a uniones
defensivas de los trabajadores, quienes en ocasiones, sin existir
siquiera una provocación de este tipo, se unen para elevar los salarios.
Las
razones que esgrimen estriban a veces en el alto precio de los bienes
de subsistencia y, a veces, en los grandes beneficios que los patronos
sacan de su trabajo.
Ahora bien, sean sus uniones defensivas u ofensivas, se suele hablar mucho de ellas.
Para
precipitar una solución recurren siempre a grandes alborotos y a veces a
la violencia y a los atropellos más sorprendentes.
Están
desesperados y proceden con el frenesí propio del hombre en ese estado,
cuya alternativa es morirse de hambre o forzar a sus patronos a que,
por miedo, cumplan sus exigencias.
En
estas ocasiones los patronos reclaman tanto como ellos, y exigen la
ayuda de los magistrados civiles, y el cumplimiento riguroso de las
leyes establecidas con tanta severidad contra la asociación de
sirvientes, trabajadores y jornaleros.
Los obreros, en consecuencia, muy rara vez obtienen ninguna ventaja de la violencia de estas acciones desesperadas.
En parte por la intervención del magistrado civil (Estado), en parte por la firmeza superior de los patronos (Amos-Masters), y en parte por que la mayor parte de los trabajadores están bajo el nivel de subsistencia.
Por eso, generalmente, terminan en nada más que el castigo, o la ruina, de los cabecillas.
Notable documento del siglo XVIII; anterior, incluso, a la Revolución Americana; ¿no es cierto Compañero Coutiño?
Todo el Capitulo es esclarecedor; e inclusive su lenguaje original desnuda las relaciones subyacentes.
Master, o Amo; en lugar de Patrono.
Landlord, como Terrateniente o Propietario propiamente dicho.
Farmer, como Colono subordinado al Terrateniente.
Master Manufacturer, como gran Industrial.
Merchant, el Comerciante en su papel de Mercader.
¿Y que podemos decir de los subordinados?; Servants, Labourers, Journeyme, Workman.
Cada una de ellas representaba una relación social, legalmente reglamentada; mas que una clasificación económica.
Servant, que eran los que mas restringida tenían su Libertad laboral y personal, no eran slave (Esclavos).
Y la diferencia radicada que estos últimos, el Ganado Menor; eran Propiedad, o Capital, en si mismos.
Recordemos las Indemnizaciones por las manumisiones de Esclavos, de los primeros gobiernos patrios.
Una simple Expropiación por Utilidad Pública y Notoria; y el Liberto pagaba su costo convirtiéndose en un Soldado de la Patria.
Para comprender la situación legal del Sirviente, hay que rescatar la Ley de Vagos y Mal entretenidos, y la infame “papeleta”.
Entre
1852 y 1943, cualquier criollo que no la tuviera, podía ser detenido
por el Comisario lugareño; enviado al Magistrado local, o Juez de Paz, y
este lo entregaba bajo custodia de un Estanciero Local; para que fuera
de “Utilidad a la Comunidad”.
La
“papeleta” no era mas que una autorización del Patrón, o el Comisario
de la localidad de origen, para que se pudiera circular libremente.
Los extranjeros zafaban gracias a los Cónsules; pero perdían esa “protección” si se naturalizaban.
Notable
diferencia con USA, donde se presionaba al inmigrante para que se
convirtiera en Ciudadano de Pleno Derecho y aspirara a ser Propietario,
no Colono o Arrendatario.
La “generosidad Constitucional” camuflaba, disociando, dos resortes de Poder.
En primer lugar, el Meteco, no podía enriquecerse inmobiliariamente.
En segundo, al no poder aspirar al voto activo y pasivo; dejaba en manos del terrateniente, y su peonada, el manejo de la Republica.
No era Clientelismo, sino Patrocinio, disfrazado de Paternalismo.
AS,
en el mismo capitulo menciona a Mr Cantillon; que había calculado que
un Esclavo producía, como mínimo, el doble de lo que consumía.
Y en esa formula también se consideraba la reproducción del Capital semoviente.
Eso lo lleva, como Filosofo Moral que era; a intentar calcular cual es el mínimo necesario para que la Fuerza Laboral, sin importar su encuadramiento legal, se pueda reproducir.
Tenía en mente la escasez de “mano de obra” en las Colonias de America; donde impulsaba hacia arriba los costos laborales.
A
diferencia de su contemporáneo Malthus, creía que el “ahorro” en
salarios en corto plazo, se traducía en “costos crecientes” a largo
plazo; por la declinación natural de la natalidad y supervivencia.
Pero concentrémonos en las Uniones o Combinaciones, que es el tema de hoy.
Primero, TODO Conflicto esta limitado objetivamente por la subsistencia del trabajador y su familia.
“En
cambio, muchos trabajadores no podrían subsistir una semana, unos pocos
podrían hacerlo durante un mes, y un número escaso de ellos podría
vivir durante un año sin empleo”.
Es un dato que los activistas de origen burgués suelen pasar por alto, por dos razones.
Por la Crianza de Clase, y porque si la situación se pone fea; la Organización, o Papa y Mama, los rescatan.
Quienes no tienen esa posibilidad, que son la gran mayoría de las bases, están condenados a pagar los costos de estas falencias.
Por eso, la Huelga es considerada un recurso de última instancia, aun con el Estado a favor.
La Revolución, con Mayúsculas, se lleva muy mal con la Paternidad responsable.
El otro tema, que subordina al primero, es en las propias palabras del Profeta de los Mercados.
“…la ley lo autoriza, o al menos no lo prohíbe, mientras que prohíbe las uniones de los trabajadores.
No
tenemos leyes parlamentarias contra la asociación para rebajar los
salarios; pero tenemos muchas contra las uniones tendentes a
aumentarlos.
……….
“…los
patronos reclaman…, y exigen la ayuda de los magistrados civiles, y el
cumplimiento riguroso de las leyes establecidas con tanta severidad
contra la asociación de sirvientes, trabajadores y jornaleros”.
O sea, la clave esta en “la intervención del magistrado civil (Estado),…”
Un judío alemán del siglo XIX, y un meridional italiano de principios del siglo XX, lo comprendieron cabalmente.
Toda
Conquista es efímera, sino no se considera al Estado como un espacio en
disputa; porque por definición tiene el Monopolio de la Violencia, y la Potestad e Imperium de imponer “manu militari” el Orden Publico.
El
alemán, que no es Carlos de Treveris, sino Fernando de Breslau; como
Constitucionalista comprendió que el primer paso es influir en la Definición de Orden Publico.
Y
para eso, las Organizaciones propias del proletariado, deben actuar
políticamente; ser parte del Cuerpo Colegiado que dicta las Leyes.
Marx, en su papel de Teórico, se canso de denigrar la Rosca entre Lasalle y Bismark; una concesión de Realpolitik, donde se permutaba el apoyo al II Reich, por el voto Universal.
Aunque
era cierto que el Reichstag tenía atribuciones limitadas, se estaba
adentro; y la tendencia era a que fueran cayendo una a una las
limitaciones.
La necesidad de negociar concesiones, provocaba el peor de los desviacionismos, el Reformismo de Bernstein.
El Proletariado postergaba la Revolución, porque las “ventajas” logradas lo alejaban de la desesperación del Todo o Nada.
Los puristas se lanzaron a combatir este “Cuanto Mejor, Peor”, por el celebérrimo “Cuanto Peor, Mejor”, para la Insurrección Revolucionaria.
El Italiano, que no era otro que Gramsci; comprendió y sistematizo, las formas de “disputar al Estado en si”.
Y que no alcanzaban con las Leyes en su letra fría, era el “espíritu legal” la que definía su aplicación.
El
Deber Ciudadano de Cumplirlas, tendría que estar sujeto al Sentido
Común Hegemónico; y este debía tener la suficiente fuerza como para
derogarlas si no servían.
Porque un tema que se pasa por alto livianamente, es que en la División de Poderes, el Poder Judicial ES quien decide el “espíritu”.
No el Legislador o el Ejecutivo.
Además, por no estar sujeto directamente a la Voluntad Popular, suele ser el último Bastión de la Reacción en la Guerra de Posiciones de Gramsci.
No me voy a referir a Roosvelt o De Gaulle; sino a un hito de nuestra propia historia.
Fue la Corte Suprema la que convalido como Constitucional el Golpe contra Yrigoyen.
Es
la familia Judicial la que “concede”, graciosamente, el Derecho al
Legislativo para remover su Cúpula en cada recuperación de la Democracia; mientras se mantenga el Status Quo en el resto.
En los últimos años, se logro algo inédito, que el “Orden Publico negociado” sea la norma.
Que
se considere como natural su transformación en “Orden Político”, donde
quienes protestan tengan el Derecho a ser escuchados, en lugar de
reprimidos como sediciosos.
Que
el Estado, por Potestad e Imperium, arbitre en los conflictos entre
Amos y Sirvientes; y en caso de Duda se beneficie al más débil; en lo
económico y social.
Pero para el Establishment, y sus deudos, violenta “…el estado natural de cosas de las que nunca se oye hablar”. http://deshonestidadintelectual.blogspot.com.ar/2009/11/sindicatos-segun-adam-smith-traduccion.html
Es
verdad que, en el centro, las comunidades rurales quedan atrapadas y
regladas en la máquina burocrática del déspota, con sus escribas, sus
sacerdotes, sus funcionarios; pero, en la periferia, las comunidades
emprenden una especie de aventura, con otra clase de unidad, nomádica en
este caso, en una máquina de guerra nómada, y se descodifican en lugar
de dejarse sobrecodificar.
Hay
grupos enteros que se escapan, que se nomadizan: no como si retornasen a
un estadio anterior, sino como si emprendiesen una aventura que afecta a
los grupos sedentarios, la llamada del exterior, el movimiento.
El
nómada, con su máquina de guerra, se opone al déspota con su máquina
administrativa; la unidad nomádica extrínseca se opone a la unidad
despótica intrínseca.
Y,
a pesar de todo, son fenómenos tan correlativos y compenetrados que el
problema del déspota será cómo integrar, cómo interiorizar la máquina de
guerra nómada, y el del nómada cómo inventar una administración del
imperio conquistado.
En el mismo punto en el que se confunden, no dejan de oponerse.
El
discurso filosófico nació de la unidad imperial, a través de muchos
avatares, los mismos que conducen desde las formaciones imperiales
hasta la ciudad griega.
E
incluso en la ciudad griega el discurso filosófico mantiene una
relación esencial con el déspota o con su sombra, con el imperialismo,
con la administración de las cosas y de las personas (se encuentran todo
tipo de pruebas de ello en el libro de Léo Strauss y Kojève sobre la
tiranía) (e).
El
discurso filosófico siempre ha permanecido en una relación esencial con
la ley, la institución y el contrato que constituyen el problema del
Soberano, y que atraviesan la historia sedentaria que va de las
formaciones despóticas hasta las democráticas.
El «significante» es en verdad el último avatar filosófico del déspota.
Si
Nietzsche se separa de la filosofía es quizá porque es el primero que
concibe otro tipo de discurso a modo de contra- filosofía.
Es
decir, un discurso ante todo nómada, cuyos enunciados no serían
productos de una máquina racional administrativa, con los filósofos como
burócratas de la razón pura, sino de una máquina de guerra móvil.
Acaso
sea éste el sentido en el que Nietzsche anuncia que con él comienza una
nueva política (lo que Klossowski ha llamado el complot contra la
propia clase).
Sabemos
bien que, en nuestros regímenes, los nómadas no tienen cabida: no se
escatiman medios para regularlos, y apenas consiguen sobrevivir.
Nietzsche vivió como uno de esos nómadas reducidos a no ser más que su sombra, de pensión en pensión.
http://deshonestidadintelectual.blogspot.com.ar/2011/07/maquina-de-guerra-nomadica-y-maquina.html