“Estamos
frente a una rebelión de los punteros.
En otras
épocas el puntero era el que juntaba los votos para el verdadero político que
se había preparado para gobernar, estudiaba el mundo, las tendencias…
Ahora el
puntero se reveló y quiere ser estadista”
Así como
decís que el kirchnerismo no está muerto, también sugerís que el 2001 aún está
vigente.
—Es que en
el 2001 pasan dos cosas cruciales.
Una, colapsó
el radicalismo.
En ningún
proceso histórico es gratis que desaparezca un actor que sirvió como
instrumento de intervención de los sectores medios en la vida pública por más
de 100 años.
Nosotros
hemos mirado esta década a la luz de la emergencia de los Kirchner.
Yo la miro
a la luz de la desaparición del radicalismo.
Me explica
mucho más y me explica a los Kirchner.
Cuando los
historiadores estudien el 2001, va a ser una fecha como 1852 la caída de Rosas,
1955 el golpe de Estado…
El otro dato
muy importante es que, por primera vez desde 1880, toma el poder de la Nación la provincia de
Buenos Aires.
Este país
había sido organizado por Roca como una alianza de provincias del interior
contra Buenos Aires.
Para eso se
federaliza la Capital,
para eso se federaliza la
Aduana.
El
duhaldismo –y el kirchnerismo en esto es duhaldismo, no ha dejado de serlo
hasta ahora, y sigue con Massa y sigue con Scioli– es la provincia de Buenos
Aires, que da un golpe de Estado para apropiarse del poder nacional y llevar
adelante un programa en contra del resto del país.
Para
extraer recursos de los sectores más dinámicos de la economía y volcarlos como
subsidio en el conurbano.
Para que yo
pueda viajar –presumiblemente muriéndome en el camino– ida y vuelta a La Plata por un peso.
La
reaparición de ese actor no peronista, ¿supone que el país está saliendo de la
crisis?
—Si yo
tuviera que explicarle a un sueco cuándo el país va hacia la crisis, tomaría
como índice los 37 puntos de diferencia entre Cristina y su segundo.
No importan tanto
el 54 por ciento, sino la diferencia con el segundo.
Eso creo
que tiene varias razones.
Primero,
que el kirchnerismo produce el único relato que hay en la góndola.
Ni Macri,
que sería el que tendría que contar otro cuento, es capaz de aportar otro
relato.
El
kirchnerismo dice: “acá hubo un proceso de democratización radical en los años
70, que fue tan eficaz que hubo que abortarlo con un golpe sanguinario y
siniestro; a partir de ahí se instaló una democracia fraudulenta frente a la
cual la gente se levantó en el año 2001, vino un fenómeno que
no entendemos bien –no queremos comprenderlo, además, porque venimos de eso–,
el duhaldismo, una especie de desarrollismo de derecha; y en un giro alocado de
la historia (diría Forster) aparece Néstor y retomamos el 76, activando un
proceso de democratización tan radical como aquel y tan eficiente que nos dan
un golpe con las balas de tinta”.
Y ahora con
los votos, un golpe raro.
Todo lo que
encuentro son cuestionamientos a ese relato, pero no encuentro otra explicación
política igualmente operativa.
Porque toda
la clase política quiso tener esta fiesta.
En el fondo,
ellos tocaron algunas cuerdas muy antiguas de la sociedad argentina,
determinadas creencias que ningún político está dispuesto a enfrentar hoy: que
lo nuestro es siempre por definición mejor que lo de los extranjeros, que los
pobres por definición siempre tienen la razón respecto de los ricos, y que el Estado siempre es
mejor que lo privado.
Esas tres
verdades, en las cuales está afincado el discurso del gobierno –no la
práctica–, ni Macri las cuestiona.
Por otro
lado, hay un problema de liderazgo.
Los
Kirchner tuvieron dos socios extraordinarios: Lilita, que dinamitó todo lo que
pudo y Durán Barba, que lo convenció a Macri de que se puede llegar al poder
por mensaje de texto.
“Los
caudillos mantenían el Partido Conservador y juntaban los votos para una élite
intelectual que residía en Buenos Aires, desde donde dirigía la agrupación y
acaparaba las bancas en el Congreso, dejando los cargos en la Legislatura provincial
para los dirigentes de las secciones electorales.”
HARDOY,
Emilio: Qué son los conservadores en la Argentina, Sudamericana, Buenos Aires, 1983, p.
17
Formación y
crisis de una elite dirigente en el peronismo bonaerense, 1946-1951.*
Oscar H.
Aelo, hacer
clic aquí.
"La
manera en que se reparten las cartas, así como los resultados de las diversas
partidas que se juegan en la fase originaria de una organización y en los
momentos inmediatamente posteriores",
ha sostenido Panebianco, "continúan en muchísimos casos, condicionando la vida de la
organización a decenios de distancia [...] los resultados de las
primeras "partidas" o, dejando la metáfora, las opciones políticas
cruciales puestas en práctica por los padres fundadores, las modalidades de los
primeros conflictos por el control de la organización, y la manera en que éstas
se consolidan, dejarán una impronta indeleble.
Pocos aspectos de la fisonomía actual así como de las tensiones
que se desarrollan ante nuestros ojos en muchas organizaciones, resultarían
comprensibles si no nos remontáramos a su fase de formación" 55.
Elites
políticas en la provincia de Buenos Aires: peronistas y radicales en las
elecciones de 1948
Oscar H.
Aelo, Universidad Nacional de Mar del Plata
INSTITUTO
NACIONAL YRIGOYENEANO
Formación y
crisis de una elite dirigente en el peronismo bonaerense, 1946-1951.
Oscar H.
Aelo,
Historiapolitica.com
Sobre los Orígenes del Partido Peronista. Notas Introductorias
María Moira Mackinnon.
Historiapolitica.com
Devil and the deep blue sea behind me
Vanish in the air, you'll never find me
I will turn your face to alabaster
Then you'll find your servant is your master
You'll be wrapped around my finger
You'll be wrapped around my finger
You'll be wrapped around my finger