martes, 11 de febrero de 2014

“Al pasado no regresaremos jamás”; el Patriciado de Pagni y Ferreres desafiado por la Plebe peronista de la PBA.





“Estamos frente a una rebelión de los punteros.
En otras épocas el puntero era el que juntaba los votos para el verdadero político que se había preparado para gobernar, estudiaba el mundo, las tendencias…
Ahora el puntero se reveló y quiere ser estadista”


Así como decís que el kirchnerismo no está muerto, también sugerís que el 2001 aún está vigente.

—Es que en el 2001 pasan dos cosas cruciales.
Una, colapsó el radicalismo.
En ningún proceso histórico es gratis que desaparezca un actor que sirvió como instrumento de intervención de los sectores medios en la vida pública por más de 100 años.
Nosotros hemos mirado esta década a la luz de la emergencia de los Kirchner.
Yo la miro a la luz de la desaparición del radicalismo.
Me explica mucho más y me explica a los Kirchner.
Cuando los historiadores estudien el 2001, va a ser una fecha como 1852 la caída de Rosas, 1955 el golpe de Estado…
El otro dato muy importante es que, por primera vez desde 1880, toma el poder de la Nación la provincia de Buenos Aires.
Este país había sido organizado por Roca como una alianza de provincias del interior contra Buenos Aires.
Para eso se federaliza la Capital, para eso se federaliza la Aduana.
El duhaldismo –y el kirchnerismo en esto es duhaldismo, no ha dejado de serlo hasta ahora, y sigue con Massa y sigue con Scioli– es la provincia de Buenos Aires, que da un golpe de Estado para apropiarse del poder nacional y llevar adelante un programa en contra del resto del país.
Para extraer recursos de los sectores más dinámicos de la economía y volcarlos como subsidio en el conurbano.
Para que yo pueda viajar –presumiblemente muriéndome en el camino– ida y vuelta a La Plata por un peso.

La reaparición de ese actor no peronista, ¿supone que el país está saliendo de la crisis?

—Si yo tuviera que explicarle a un sueco cuándo el país va hacia la crisis, tomaría como índice los 37 puntos de diferencia entre Cristina y su segundo.
No importan tanto el 54 por ciento, sino la diferencia con el segundo.
Eso creo que tiene varias razones.
Primero, que el kirchnerismo produce el único relato que hay en la góndola.
Ni Macri, que sería el que tendría que contar otro cuento, es capaz de aportar otro relato.
El kirchnerismo dice: “acá hubo un proceso de democratización radical en los años 70, que fue tan eficaz que hubo que abortarlo con un golpe sanguinario y siniestro; a partir de ahí se instaló una democracia fraudulenta frente a la cual la gente se levantó en el año 2001, vino un fenómeno que no entendemos bien –no queremos comprenderlo, además, porque venimos de eso–, el duhaldismo, una especie de desarrollismo de derecha; y en un giro alocado de la historia (diría Forster) aparece Néstor y retomamos el 76, activando un proceso de democratización tan radical como aquel y tan eficiente que nos dan un golpe con las balas de tinta”.
Y ahora con los votos, un golpe raro.
Todo lo que encuentro son cuestionamientos a ese relato, pero no encuentro otra explicación política igualmente operativa.
Porque toda la clase política quiso tener esta fiesta.
En el fondo, ellos tocaron algunas cuerdas muy antiguas de la sociedad argentina, determinadas creencias que ningún político está dispuesto a enfrentar hoy: que lo nuestro es siempre por definición mejor que lo de los extranjeros, que los pobres por definición siempre tienen la razón respecto de los ricos, y que el Estado siempre es mejor que lo privado.
Esas tres verdades, en las cuales está afincado el discurso del gobierno –no la práctica–, ni Macri las cuestiona.
Por otro lado, hay un problema de liderazgo.
Los Kirchner tuvieron dos socios extraordinarios: Lilita, que dinamitó todo lo que pudo y Durán Barba, que lo convenció a Macri de que se puede llegar al poder por mensaje de texto.



“Los caudillos mantenían el Partido Conservador y juntaban los votos para una élite intelectual que residía en Buenos Aires, desde donde dirigía la agrupación y acaparaba las bancas en el Congreso, dejando los cargos en la Legislatura provincial para los dirigentes de las secciones electorales.”

HARDOY, Emilio: Qué son los conservadores en la Argentina, Sudamericana, Buenos Aires, 1983, p. 17

Formación y crisis de una elite dirigente en el peronismo bonaerense, 1946-1951.*

Oscar H. Aelo, hacer clic aquí.


"La manera en que se reparten las cartas, así como los resultados de las diversas partidas que se juegan en la fase originaria de una organización y en los momentos inmediatamente posteriores", ha sostenido Panebianco, "continúan en muchísimos casos, condicionando la vida de la organización a decenios de distancia [...] los resultados de las primeras "partidas" o, dejando la metáfora, las opciones políticas cruciales puestas en práctica por los padres fundadores, las modalidades de los primeros conflictos por el control de la organización, y la manera en que éstas se consolidan, dejarán una impronta indeleble.

Pocos aspectos de la fisonomía actual así como de las tensiones que se desarrollan ante nuestros ojos en muchas organizaciones, resultarían comprensibles si no nos remontáramos a su fase de formación" 55.

Elites políticas en la provincia de Buenos Aires: peronistas y radicales en las elecciones de 1948
Oscar H. Aelo, Universidad Nacional de Mar del Plata
INSTITUTO NACIONAL YRIGOYENEANO



Formación y crisis de una elite dirigente en el peronismo bonaerense, 1946-1951.
Oscar H. Aelo,
Historiapolitica.com



Sobre los Orígenes del Partido Peronista. Notas Introductorias
María Moira Mackinnon.
Historiapolitica.com



Devil and the deep blue sea behind me
Vanish in the air, you'll never find me
I will turn your face to alabaster
Then you'll find your servant is your master

You'll be wrapped around my finger
You'll be wrapped around my finger
You'll be wrapped around my finger